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Authors: César Millán,Melissa Jo Peltier

Tags: #Adiestramiento, #Perros

El líder de la manada (10 page)

BOOK: El líder de la manada
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Es obvio que tu perro no razona de ese modo. No es capaz de racionalizar o meditar sobre su propio comportamiento. Eso debería bastarnos para no permitir que un animal nos saque de nuestras casillas. Nunca debemos corregirle empujados por la ira o la frustración. Cuando intentas corregirle enfadado, sueles ser tú quien está más fuera de control que el perro, y es tu necesidad la que estás satisfaciendo, no la del animal, además de un modo muy poco saludable. Créeme si te digo que tu perro notará tu inestabilidad y en muchos casos repetirá con más insistencia el comportamiento no deseado.

No olvides nunca que tu perro es tu espejo, y su comportamiento será siempre, en cierto modo, reflejo del tuyo propio.

‘Bill Maryan y Lulú, un final feliz’

Encontramos a nuestra perrita Lulú en un albergue local. Cuando la trajimos a casa, se tiraba al suelo y se hacía pis cuando intentaba acariciarla. Sentía pánico de mí en particular, y normalmente se echaba al suelo patas arriba, con la cola metida entre las patas cada vez que yo entraba en la habitación en que estaba ella.

Cuando salíamos, era muy difícil de controlar con la correa; a base de tirones conseguía soltarse, atravesaba nuestro jardín, el/los de los vecinos y me hacía correr tras ella toda la manzana hasta alcanzarla.

Maryan y yo estábamos muy preocupados por nuestra incapacidad para controlarla, y que le interesaran más los gatos como comida —o aperitivo— que en tenerlos como amigos.

Ambos habíamos visto en la tele
El encantador de perros
y puesto que estábamos impresionados, decidimos intentar algunos de los métodos de César. Su filosofía de ejercicio, disciplina y afecto es tan sencilla que resulta difícil creer el cambio que se consigue.

Dos métodos en particular llamaron nuestra atención: el primero es el sonido, como si chistase, que hace en su programa. Siempre consigue llamar la atención del perro, y casi inmediatamente. El segundo fue el del uso de la correa tal y como él lo hace, justo detrás de las orejas, en lugar de más atrás, casi en la base del cuello.

Un tercer método, el de usar una cinta de correr para proporcionarle ejercicio al perro cuando no puedes salir con él a pasear, nos pareció que podía funcionar ya que Maryan tiene problemas para caminar durante mucho tiempo, contando con que fuésemos capaces de conseguir que Lulú lo hiciera. Al principio se bajaba de la cinta, pero manteniéndola en ella con la correa empezó al fin a caminar. Ahora llama nuestra atención y se acerca a la cinta como si quisiera que la pusiéramos en marcha para ella. Ha sido una transformación increíble.

He de decir que en tan sólo unas pocas semanas estas tres técnicas aparentemente sin importancia han transformado nuestra vida con Lulú. Se ha vuelto mucho más confiada, tranquila y mucho menos conflictiva. Maryan ya puede salir con ella cuando va al buzón, ya que Lulú se comporta de un modo atento y tranquilo. Ya ha dejado de tirar, o de plantarse en un sitio y negarse a continuar. Ahora es una magnífica compañera para salir a dar un paseo.

Los gatos y ella han conseguido por fin hacerse amigos. Nuestra gata Precious y Lulú se han hecho tan buenas amigas que incluso duermen la una al lado de la otra de vez en cuando. Ahora comos todos «una manada»... ¡Ojalá estos mismos métodos funcionasen con los gatos!

La filosofía general que conduce el trabajo de César, su idea del equilibrio, coincide mucho con la mía. Soy de la opinión de que, para alcanzar el equilibrio, hemos de vivir el presente. Es una creencia proclamada por muchas de las religiones orientales que, una vez analizada, te hace darte cuenta, al menos así me ocurrió a mí, que el «ahora» es lo único que tenemos. El pasado ha desaparecido ya y nada de lo que vaya a suceder en el futuro está garantizado; lo único que siempre vamos a tener es el momento en que vivimos, el momento en el que estamos.

3
La mejor herramienta del mundo

«Hemos llegado a aceptar que el término “entrenamiento”

designa algo que realizamos a través de determinadas

tareas y empleando ciertas herramientas. Esto es cierto,

pero a veces las herramientas que empleamos no podemos

verlas, ni saborearlas, ni oírlas, ni olerlas, ni tocarlas».

BRANDON CARPENTER, entrenador de caballos

En algunas ocasiones, al aparecer en público o al impartir algún seminario, hay personas que se me acercan porque quieren saber cuál es, a mi juicio, la herramienta indiscutible, la mejor, la más segura a la hora de entrenar o rehabilitar a un perro, y muchas veces se sorprenden cuando les digo que la mejor herramienta que se puede emplear para controlar a un perro es algo que ya poseen y que llevan consigo todos los días y donde quiera que vayan. Esa herramienta es su
energía
. De hecho, es la única herramienta que defenderé siempre.

Tú mismo, es decir, tu energía, tu entidad, resulta ser la herramienta más poderosa jamás creada. Tú, como ser humano, tienes una capacidad única en todo el reino animal. Sólo un ser humano, ningún otro animal, es capaz de poner varias especies juntas en un único sitio, especies que en la naturaleza se matarían las unas a las otras, e influir de tal modo su comportamiento que sean capaces de convivir. ¿Habéis visto la película
Ace Ventura: detective de mascotas
, o
Doctor Dolittle
, por ejemplo, donde hay un pollo, un cerdo, un caballo, un gato, un perro, una serpiente y una vaca todos juntos en una misma habitación? Por supuesto fue un ser humano quien creó la idea de filmar esa escena, quien desarrolló la estrategia que lo hizo posible, y fue su energía la que hizo posible que todo ello llegara a ocurrir. Todos esos animales reunidos en un mismo escenario tienen entrenadores humanos, como mi amigo Clint Rowe, que son capaces de controlar al animal a su cargo sin correa, collar o jaula, al menos durante el periodo de tiempo necesario para rodar la escena. Si uno de esos entrenadores se pone nervioso o se asusta, o por lo que sea esa mañana se ha levantado pensando «hoy no voy a poder controlar al cerdo», la escena no podría rodarse.

Aparte de la energía de cada cual, defino
herramienta
como un objeto que utilizamos para establecer una unión física con nuestros perros. Al igual que ocurre con la energía, las herramientas pretenden comunicar nuestra intención y expectativas al perro, y la técnica que empleemos al utilizarlas nos ayudará a ser un líder de la manada más eficaz.

La cuerda de mi abuelo

Siempre digo que empresas como Petco o PetSmart nunca ganarían tanto dinero en el México rural como en Norteamérica. Y eso se debe a que en lugar de una preciosa correa utilizamos la cuerda de toda la vida una y otra vez, que llega a pasar incluso de una generación a la otra. «Oye, ve y tráeme la cuerda del abuelo que está en el cobertizo». Eso me decían. Por eso precisamente yo suelo utilizar una cuerda de treinta y cinco céntimos: para demostrar que no es la correa lo que controla al perro, si no la energía de quien la empuña. En
El encantador de perros
, comenté el hecho de que los vagabundos de Los Ángeles están entre los mejores líderes de la manada que yo he visto desde que llegué a este país. Conducen a sus perros sólo con su energía, sin correa ninguna, y sus perros los siguen. Estas personas tienen una misión muy sencilla: moverse constantemente y hacer lo que sea necesario para sobrevivir. Su energía se refleja en su misión, y al mismo tiempo en la misión de su perro. En muchas culturas primitivas los perros siguen deambulando libres por la aldea, buscando restos que comer entre las casas, y siguen a los humanos sin correa cuando salen de caza o a buscar alimento. Estos líderes humanos de la manada saben por instinto que la mejor herramienta que tienen para comunicarse con otra especie es su energía.

Antes de que la civilización comenzase a reducir los territorios animales, obligándolos a volverse más agresivos para sobrevivir, la mayoría de animales, incluso las bestias más temibles sobre la faz de la tierra, tenían por naturaleza miedo del hombre. Lobos, leopardos, leones y elefantes comprendían instintivamente que los humanos tenían algo de lo que ellos carecían: una combinación de energía poderosa, instintiva, psicológica e intelectual, lo cual suplía el hecho de que el
Homo sapiens
fuera más lento, más débil y careciera de dientes o garras con los que poder luchar. En la actualidad, los humanos modernos bajamos a la tienda y compramos unas correas y unos collares estupendos y muy especiales que creemos que nos aportarán más control sobre el animal, cuando en el fondo lo que ocurre es que la mayoría de nosotros hemos perdido la energía instintiva que la naturaleza nos concedió en un primer momento. Hemos olvidado lo que nuestros ancestros sabían sobre los animales: que el único modo inapelable de derrotarlos era utilizando la mente.

A lo largo de los años de civilización, el hombre ha inventado miles de herramientas para controlar o influir a distintos miembros del reino animal. Algunas de esas herramientas se consideran ahora inhumanas, y otras siguen en uso. Estoy seguro de que en el futuro seguirán desarrollándose todo tipo de herramientas, pero nunca existirá una mejor que la que ya tienes en tu interior. No hay obra de arte en el universo mejor que tú en ese sentido. Recuerda que formas parte de la Madre Naturaleza y que posees la habilidad de conectar con ella en cualquier momento. Tu identidad en el mundo animal es tu energía, y la energía no tiene límites. La clave está en aprender a descifrar el código y ponerte en contacto con el animal que llevas dentro de ti. Tu energía es la herramienta número uno que puedes emplear cuando desees controlar o influir en el comportamiento de tu perro.

Las herramientas sirven para capacitarnos

Una herramienta no se transforma en energía hasta que la tocamos. La rama de un árbol es sólo eso, una rama de un árbol, hasta que un chimpancé la arranca y la usa para sacar gusanos de un agujero. No posee una función especial hasta que el chimpancé la utiliza con intención. Un cuchillo para el queso puede estar sobre la tabla de partir, junto a un trozo de queso y un poco de pan tostado, pero si un hombre lo empuñase y pinchara a otro con él empujado por la ira, ese cuchillo pasaría a ser un arma, de nuevo sólo por la intención. ¿Es inhumano utilizar un cuchillo de cortar queso para cortar queso? ¡Por supuesto que no! ¿Es inhumano utilizar un cuchillo de cortar queso para atacar a alguien? ¡Sí! Con todo esto quiero decir que la herramienta que utilices con tu perro no fue inventada para hacerle daño, sino para capacitar a quien la maneja si no puede controlar al animal sólo con su energía. Si esa persona utiliza esa misma herramienta con una energía cargada de ansiedad, frustrada, airada o sintiéndose impotente, yo diría que la energía negativa de esa persona es mucho más inhumana hacia el perro que la mayoría de herramientas que pueda encontrar a su disposición. Si una herramienta no se utiliza correctamente y con una energía serena y firme, no sólo no funcionará, sino que podría llegar a ser un objeto que dañase al perro.

Existen muchos casos en los que el dueño de un perro no puede, con toda legitimidad, controlar al animal con energía o con una simple cuerda, y no hay que avergonzarse por ello. Al fin y al cabo, en todo el país existen leyes sobre tenencia y protección de animales. Incluso quienes han legislado en este sentido saben que un buen porcentaje de gente puede no ser capaz de controlar a un perro en caso de emergencia. Correas, collares y otras herramientas actúan como seguro. En algunos casos, un perro puede ser demasiado fuerte físicamente para una determinada persona, como es el caso de mi cliente y amiga Kathleen. Kathleen adoptó a Nicky, un rottweiler de casi cuarenta y dos kilos que había sido objeto de abusos por parte de su anterior dueño, y sin su intervención qué duda cabe de que el animal habría sido sacrificado. Kathleen es una mujer menuda y delicada que además padece osteoporosis, y puesto que Nicky es un perro fuerte y de elevado nivel de energía, necesita caminar con regularidad. Kathleen no es lo bastante fuerte para detener a Nicky si se excita y decide abalanzarse contra otro perro estando en la calle, lo que la convierte en la clase de persona que necesita la herramienta adecuada para capacitarse y velar por la integridad de Nicky y otros perros.

Apliqué una estrategia en tres pasos para ayudar a Kathleen a capacitarse para ser una dueña responsable y maravillosa para Nicky. Primero me llevé al animal al Centro de Psicología Canina durante dos semanas para socializarlo con los miembros de su propia especie. Dado que su dueño anterior lo había mantenido atado a un poste literalmente durante años, era portador de una gran cantidad de energía contenida y frustración que el animal desahogaba con otros perros. Nicky resultó ser un tipo juguetón y muy sociable una vez experimentó el poder de la manada, ejercicio intenso y diario y una rutina equilibrada y predecible. Luego comencé el trabajo con Kathleen para conseguir que canalizase una energía firme y serena. Kathleen es una mujer fuerte y decidida, pero su delicado estado de salud la había vuelto algo insegura. Por otro lado, la lástima que sentía por Nicky y lo que le había ocurrido en el pasado dificultaba la situación. La ayudé a sacar a la luz su parte más fuerte y enérgica a la hora de tratar con Nicky, así como a olvidarse del pasado y aprender a vivir el momento con él. Por último, la enseñé a utilizar correctamente la herramienta que había elegido para Nicky, el collar de castigo, que la ayudó a corregirlo de modo más fuerte y rápido, algo que no habría podido hacer con sus propios recursos, especialmente teniendo en cuenta su osteoporosis. Por otro lado, saber que el collar podía ayudarla la hizo sentirse más capaz y más confiada al sacarlo a pasear. Al final fue la confianza de Kathleen en sí misma la que transformó a Nicky en un perro más obediente, Y no el collar. Una vez más se demostró que no era la herramienta, sino la energía de quien la manejaba lo más importante. ¿Habría sido más «humano» que Kathleen renunciara a Nicky, condenándole a una muerte segura? Creo que tomó la decisión correcta: buscar una herramienta que pudiera utilizar sin hacer daño al perro, aprender a utilizarla debidamente y capacitarse para ser una líder de la manada más eficaz a ojos de su perro. Pero no fue el collar en sí lo que transformó a Nicky; fue simplemente un paso más en el camino de Kathleen que la conduciría a reconocer su propia fuerza y potencial.

El arma de Dillinger y el periódico de la abuela
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