Authors: Matilde Asensi
Mi hermano carraspeó. Luego, tosió. Probó de nuevo a levantar la cabeza y lo consiguió un poco.
—¿Qué pasa, abuela? —fue la primera frase que dijo. Su voz sonaba rara, como si estuviera acatarrado, con faringitis.
Mi abuela lo abrazó, estrechándolo fuerte entre sus brazos, pero Daniel, haciendo un esfuerzo, la sujetó y la apartó. Ella sonreía. Antes de que pudiera decirle nada, mi hermano se volvió hacia Marta y hacia mí. Los músculos de su cara, todavía rígidos por la falta de uso, intentaron una mueca irreconocible.
—Hola, Arnau —dijo con su rugosa voz—. Hola, Marta.
—Has estado muy enfermo, hijo —le explicó mi abuela, obligándolo a dejar caer la cabeza de nuevo—. Muy enfermo.
—¿Enfermo...? —se sorprendió—. ¿Y Ona? ¿Y Dani?
Marta permaneció donde estaba mientras yo rodeaba la cama y me sentaba en el lado opuesto a mi abuela.
—¿Cómo te encuentras? —le pregunté. Daniel, haciendo gestos de dolor como si tuviera agujetas por todo el cuerpo, apoyó los brazos y se incorporó lentamente para quedar a mi altura, dejando caer la espalda contra el cabezal.
—Pues me encuentro confuso —dijo, al fin; la voz se le iba aclarando poco a poco—, porque hace un momento estaba trabajando en el despacho y ahora resulta que decís que he estado muy enfermo. No entiendo nada.
—¿En qué estabas trabajando, Daniel? —le pregunté.
Él arrugó la frente, intentando recordar, y, de pronto, se hizo la luz en su cerebro. Su cara expresó temor y sus ojos saltaron por encima de mi hombro para ir a posarse en su jefa, en la catedrática.
—¿Qué haces aquí, Marta? —le preguntó, acobardado.
Pero antes de que ella pudiera responderle, yo atraje su atención poniéndole una mano en el brazo:
—Has estado enfermo tres meses, Daniel, por culpa de una maldición aymara —le dije muy serio, clavándole la mirada; él se sobresaltó—. Ya sabes de lo que te hablo; no hacen falta más explicaciones. Marta ha venido a curarte. Ella te ha despertado. Nos ha costado mucho encontrar el remedio que necesitabas. Dentro de unos días te lo contaré todo. Ahora debes descansar y reponerte. Ya hablaremos cuando estés mejor. ¿De acuerdo?
Mi hermano asintió despacio, sin borrar la expresión de alarma de su cara. Le palmeé tranquilizadoramente el brazo y me levanté, yendo hacia Marta, que permanecía grave y silenciosa contemplando a Daniel.
—Nosotros nos vamos ya —anuncié—. Dentro de poco tendrás aquí a mamá, a Ona, a Dani y a tu padre. Han salido a dar una vuelta pero, en cuanto la abuela les llame para darles la buena noticia de tu recuperación, volverán en seguida. ¡Ah, otra cosa! No le digas nada a la familia sobre la maldición ni sobre los aymaras. ¿De acuerdo?
Mi hermano bajó la mirada.
—De acuerdo —murmuró.
—Adiós, Daniel —se despidió Marta—. Ya nos veremos.
—Cuando quieras —le respondió él.
No era conveniente que nos quedáramos más. Nuestra presencia, ahora que sabía lo ocurrido, no le beneficiaba en absoluto. Se le veía apurado y nervioso. Ya llegaría el momento de hablar cuando se encontrara mejor. Le di un beso a mi abuela, que nos despidió con una mirada de comprensión, cogí a Marta de la mano y salí con ella del cuarto.
—Ha funcionado —dijo sonriendo y levantando mucho las cejas para demostrar su perplejidad.
—Ha funcionado —repetí absolutamente satisfecho.
Sí, había funcionado, pero a partir de ese momento, a mi hermano le esperaba un largo rosario de pruebas médicas y, lo que era aún peor, la solícita atención de nuestra madre. Todos se asombrarían de su recuperación igual que se asombraron de su repentina enfermedad. Pero nosotros sabíamos la verdad y esa verdad pasaba por el extraño poder de las palabras, por esa extraordinaria capacidad de los sonidos para programar la mente. Teníamos mucho trabajo por delante, pero era un trabajo apasionante: el cerebro, el diluvio, los yatiris, las antiguas leyendas sobre la creación del mundo y de los seres humanos... Sin embargo, a pesar de nuestros nuevos proyectos, de los grandes cambios y de las muchas selvas que todavía nos quedaban por explorar, lo más importante era haber comprendido que algunas modernas tecnologías y algunos recientes descubrimientos científicos se vinculaban de manera inexplicable con la vieja magia del pasado, con los mitos de las antiguas culturas. Pasado, presente y futuro misteriosamente entrelazados.
—Has estado poco afectivo con Daniel —me dijo Marta mientras salíamos.
—He estado como podía estar. Me hubiera resultado imposible actuar de otra manera.
Era cierto. Las cosas ya no volverían a ser como antes y estaba bien que así fuera, pensé mirando a Marta y recordando el día que me presenté en su despacho de la facultad y a ella, tan seria y circunspecta, se le escapó la risa al ver mi cara de horror cuando descubrí la momia reseca y las calaveras colgantes. ¿Habría surtido efecto mi estrategia de
hacker
? ¿Se vendría conmigo o echaría tierra sobre el asunto...?
—Bueno, Marta —le dije, cerrando la puerta de la casa—. Ya hemos curado a Daniel. Ahora...
—¿Qué quieres hacer? —me atajó con un tonillo burlón.
Sonreí.
—¿Te apetece conocer el «100»?
1) Pequeñas aplicaciones de
software
que se instalan en los sistemas sin conocimiento de sus propietarios y que monitorizan todas las actividades del ordenador enviando esta información hacia servidores generalmente comerciales.
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2)
Light Emitting Diode
(L.E.D.). Pequeño diodo emisor de luz.
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3) Vanidoso, en catalán.
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4) Parte de la Teoría del Caos. Las formas aparentemente caóticas de la naturaleza, tales como árboles, nubes, montañas, costas, etc., pueden describirse y reproducirse mediante sencillas fórmulas matemáticas.
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5)Significa, aproximadamente, telaraña global.
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6) HyperText Transfer Protocol.
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7)
La lengua de Adán
, 1870.
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8)
Historia del tribunal de la Inquisición de Lima
: 1569-1820. Tomo II, Apéndice documental del historiador peruano Carlos A. Mackehenie (Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Universidad de Alicante).
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9) American Standard Code for Information Interchange (ASCII). El código ASCII reúne todos los caracteres de texto y todos los signos de puntuación en una tabla estándar, representándolos como números.
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10) «Tiwanacu. Historia del asalto al cielo», R. Sagárnaga. Revista Escape, 18—10—02. Arqueología. Diario
La Razón digital
, Bolivia.
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11) Según Blas Valera, citado por Garcilaso de la Vega (Libro I, cap. VI), «vasallos del Inca», ciudadanos del Tihuantinsuyu, el Reino de las Cuatro Regiones.
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12) Así llamaban los incas a los españoles, por su parecido físico con el dios Viracocha.
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13) Moneda nacional de Bolivia.
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14) C. Ponce Sanjinés,
Thunupa y Ekeko: Estudio Arqueológico acerca de las efigies precolombinas de dorso adunco
, Academia Nacional de Ciencias de Bolivia, La Paz, 1969.
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15) Gregorio Triarte, economista, citado en «Bolivia: las consecuencias de la deuda externa», por Marie Dennis. NACLA, North American Congress on Latin America, vol. 31, n.° 3, noviembre/diciembre de 1997.
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16) Aventurero español del siglo XVI, famoso por su expedición en busca del legendario El Dorado a lo largo del cauce del río Amazonas que terminó con un intento por establecer un reino independiente en plena selva.
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17) En Bolivia, recluta, quinto.
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18) Marzo de 2000, edición en castellano.
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19)
A biological Assessment of the Alto Madidi Region and adjacent areas of Northwest Bolivia
, 1991.
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20) Global Position System, o Sistema de Posicionamiento Global. Los receptores GPS permiten determinar la posición en cualquier lugar del planeta mediante las señales de una red de satélites denominada NAVSTAR, propiedad de EE.UU.
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21) Gripe.
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22) Richard Stone, Mamut.
La historia secreta de los gigantes del hielo
, Grijalbo, Barcelona, 2002.
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23) «El origen de los mamíferos»,
National Geographic
, abril de 2003.
La Vanguardia Digital,
edición del 4 de junio de 2002, sección «La Vanguardia de la Ciencia», artículo de la Agencia EFE, «Un yacimiento en Rumania aporta nuevas pruebas sobre la coexistencia de dinosaurios y mamíferos en Europa.»
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24) Hans-Joachim Zillmer,
Darwin se equivocó
, Timun Mas, Barcelona, 2000.
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