El Triangulo de las Bermudas (9 page)

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Authors: Charles Berlitz

Tags: #Ensayo, #Ciencia Ficción

BOOK: El Triangulo de las Bermudas
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Entre las numerosas embarcaciones de placer dadas por desaparecidas sin dejar rastro en esta zona, y que han llegado a ocurrir con un promedio de una al mes, el caso del
Revonoc
mereció, por varias razones, comentarios especiales. Era un yate de carrera, de quince metros, que había ganado premios en la prueba Newport - Islas Bermudas y que desapareció mientras realizaba un crucero entre Key West y Fort Lauderdale, entre Navidad y Año Nuevo de 1967 (como veremos, esta fue una temporada fatal en cuanto a desapariciones). En primer lugar, el yate estaba diseñado para participar en carreras con cualquier clase de tiempo. Además, el capitán Conover, su dueño y patrón, era un excelente marino, con el título de Comodoro del Cruising Club de los Estados Unidos. Se trataba de «un marino demasiado bueno» como para arriesgarse a sufrir un accidente durante una travesía relativamente tan corta. En todo caso, puesto que navegaba tan cerca de tierra, algún vestigio del yate se habría encontrado a lo largo de la playa, en caso de que hubiese chocado con algún arrecife, Tratando de ofrecer alguna explicación lógica, el entonces director de deportes náuticos del
Herald Tribune
de Nueva York sugirió la posibilidad de que un carguero que se hallaba en la zona en ese momento hubiese arrollado al yate durante la noche, enviándolo al fondo del océano con tripulación y todo, y sin dejar el menor rastro.

Más de medio siglo antes de la desaparición de Conover en el
Renovoc
, Joshua Slocum, otro marino muy conocido por haber sido el primer hombre que circunnavegó el globo solo, en 1909 emprendió un segundo viaje en su yola de once metros,
The Spray
.

Se informó de su ingreso al área del Triángulo, navegando desde Miami hacia el Sur.

Poco después, él y
The Spray
desaparecieron para siempre.

Las pérdidas de embarcaciones de tamaño pequeño y mediano dentro del Triángulo se deben sin duda, en muchos casos, a condiciones meteorológicas. Sobre todo en invierno, cuando se hacen aún más imprevisibles debido a que las masas de aire frío del Ártico chocan con el aire caliente de los trópicos. Este puede haber sido el caso de la goleta
Windfall
(17 metros, desaparecida frente a las Bermudas en 1962), la
Evangeline
( 16 metros, en ruta desde Miami hacia las Bahamas, en 1962), la
Enchantress
(17 metros, desaparecida mientras navegaba desde Charleston a Santo Tomás, en 1946) y el queche de 10 metros,
Dancing Feather
(desaparecido entre Nassau y Carolina del Norte, en 1964). Todos se produjeron durante los meses de invierno, cuando grandes olas levantadas por tormentas repentinas hicieron tal vez que aquellas pequeñas embarcaciones se hundieran antes de poder enviar un mensaje por radio. Pero esto, naturalmente, no explicaría la desaparición de barcos en aguas relativamente tranquilas, o las diversas ocasiones en que grandes cargueros o barcos de la Marina se perdieron sin dejar huellas.

La pérdida del carguero
Marine Sulphur Queen
, de 130 metros, que llevaba una tripulación de 39 hombres, se produjo el 2 de febrero de 1963, o alrededor de esa fecha, y resulta particularmente notable por el tamaño del barco. Se dirigía a Norfolk, Virginia, desde Beaumont, Texas, con una carga de 15.000 toneladas largas de azufre fundido acarreadas en tanques metálicos. Hacía buen tiempo. La última vez que dio su posición era cerca de Tortugas Secas, en el Golfo de México, un área que está dentro o cerca del Triángulo, de acuerdo con sus límites más bien elásticos.

Lo paradójico es que, en un primer momento, la pérdida del barco no fue notada por sus dueños, sino por una casa de corretajes. Todo ello se debió a una serie de curiosas circunstancias. Uno de los tripulantes del
Marine Sulphur Queen
había estado especulando en el mercado de corredores, específicamente en ventas de trigo a futuro, y había colocado una orden «de compra» antes de que el barco dejara el puerto. Este es un pasatiempo que normalmente requiere un contacto más bien estrecho con el agente de Bolsa. Justamente por eso, la casa de corretajes ejecutó la orden y le envió un cable confirmándoselo. Al no recibir respuesta, la casa se puso en contacto con los armadores, diciéndoles que no lograban comunicarse con el barco. Fue la primera indicación de que las cosas no andaban del todo bien y la señal de partida para la infructuosa búsqueda del buque, iniciada por la Guardia Costera el 6 de febrero. Sus barcos y aviones recorrieron una amplia zona, desde los cabos de Virginia hasta la parte oriental del Golfo de México.

Aunque la búsqueda fue interrumpida el 15 de febrero, cinco días más tarde la Marina informó haber hallado un chaleco salvavidas del
Marine Sulphur Queen
en el mar, 27 km al sur de Key West. Esto significó la iniciación de un nuevo rastreo, del que resultó solamente el hallazgo de un nuevo chaleco. La investigación posterior examinó una serie de posibilidades: explosión del azufre, zozobra, choque contra una mina, o incluso captura y confiscación por parte de los cubanos (o de simpatizantes cubanos). Una Junta de Investigación de la Marina hizo notar que el
Marine Sulphur Queen
había «desaparecido en el mar sin transmitir ningún mensaje radial de alarma», pero no ofreció ninguna solución ni adelantó teoría alguna en relación con el desastre.

Los relatos acerca del Triángulo de las Bermudas revivieron cuando el submarino atómico estadounidense
Scorpion
, que llevaba una tripulación de 99 personas, no volvió a su base en el puerto de Norfolk, Virginia, el 28 de mayo de 1968. Había enviado su último mensaje de rutina en el viaje de regreso el 21 de mayo, cuando se hallaba a 400 km al oeste de las Azores, El 5 de junio se le dio por desaparecido, pero varios meses más tarde, un barco de investigación oceanográfica de la Marina localizó algunos restos, a 740 km al sur de las Azores y a una profundidad de más de 3.000 metros. Puesto que las fotografías submarinas identificaron, aparentemente, al
Scorpion
, no puede decirse que se haya desvanecido, aunque no se pueda determinar las razones de su pérdida, en el borde del Mar de los Sargazos. Si hubiera algún motivo atribuible a seres inteligentes, como lo han sugerido algunos investigadores, tras las desapariciones o semidesapariciones, la pérdida de varios submarinos atómicos en el Atlántico Occidental daría lugar a pensar en algunas otras posibilidades, aparte de las fallas mecánicas.

Si proyectamos el área de las naves desaparecidas al interior del Golfo de México, como lo sugiere John Spencer, habría que incluir una que se produjo en 1966, especialmente teniendo en cuenta la forma de escapar a cualquier amenaza que pueda pesar sobre barcos y aviones en esta zona y que discutiremos más adelante. En aquel caso, la embarcación afectada fue el remolcador
Southern Cities
, de 20 metros de largo, que salió de Freeport, Texas, el 29 de octubre de 1966, arrastrando una barcaza de 64 metros. Cuando se advirtió que el
Southern Cities
no enviaba su informe diario por radio se inició una búsqueda que consiguió ubicar a la barcaza, completa, con su carga de sustancias químicas en orden y con su cable de arrastre intacto hasta su cadena de enganche, pero no se hallaron rastros del remolcador ni de su tripulación. El párrafo del informe subsiguiente de la Junta Marítima de Investigación de la Guardia Costera podría aplicarse también a cualquiera de los numerosos aviones y barcos que han desaparecido:

«…El hecho de que el barco no enviara un mensaje de emergencia parece justificar la conclusión de que la pérdida del remolcador se produjo de manera tan rápida que la transmisión resultó imposible».

Entre las desapariciones más recientes habría que incluir la del
Ithaca Island
, ocurrida en noviembre de 1968, mientras llevaba una carga de grano desde Norfolk a Manchester; la del
Milton latrides
, en abril de 1970, cuando iba en ruta de Nueva Orleáns a Ciudad de El Cabo, con un cargamento de aceites vegetales y soda cáustica; y la del
Anita
, un barco de carga muy grande (20.000 toneladas), con una tripulación de 32 personas, que navegaba desde Newport News hacia Alemania, en marzo de 1973, llevando una carga de carbón. Nunca se volvió a saber de él. Después de la característica investigación minuciosa, que determinó que definitivamente el
Anita
había desaparecido, el Lloyds de Londres pagó a sus dueños un seguro de tres millones de dólares.

El barco gemelo del
Anita
, el
Norse Variant
, que salió del puerto dos horas antes, envió un mensaje por radio informando que se estaba hundiendo, a 240 km al sudeste del cabo May. Al comienzo se pensó que toda la tripulación estaba perdida, pero hubo un sobreviviente, que se salvó aferrándose a una compuerta de madera. Según su informe, el hundimiento se produjo en cuestión de minutos. Se levantó un viento extremadamente violento que arrastró todos los objetos movibles que había en los puentes y de pronto se desencadenó una marejada que anegó las bodegas, echó a pique y hundió el buque en un lapso de cinco minutos. Al considerar la diversidad de las cargas que llevaban los distintos barcos desaparecidos, pareciera no existir una relación entre su contenido y la desaparición misma, que pudo ser provocada por actos de piratería, peligro de explosiones, motines o algo semejante. Las pérdidas no presentan ninguna coherencia, pero todas resultaron concentradas en la misma zona.

Al comentar las desapariciones de barcos y aviones dentro del Triángulo de las Bermudas, un funcionario de información del Tercer Distrito Naval de los Estados Unidos manifestó una opinión de profesional que es ampliamente compartida, aunque ciertamente tiene un carácter extraoficial: «Esto es un verdadero misterio. En la Marina, nadie se burla de esto. Siempre supimos que había algo extraño respecto de este Triángulo de las Bermudas, pero nadie ha podido descubrir qué es. No parece existir ninguna razón física o lógica. Es casi como si estos buques hubiesen quedado cubiertos de pronto por una especie de red de camuflaje electrónico secreto».

Salvo algunas escasas excepciones, casi todos los incidentes relativos a barcos o aviones se han producido dentro o en los alrededores del Mar de los Sargazos y de las aguas costeras que lo bordean. Junto con prevenir acerca de los peligros de concentrar la búsqueda por área alrededor de cualquier «incidente llamativo", Ivan Sanderson comenta los "aspectos agravantes" del hecho de que (la posición de) el Mar de los Sargazos casi coincide con la circunstancia de que "… la mayoría de las desapariciones de los aviones y de la mayoría de los barcos… han ocurrido, desde antiguo, en esta zona de forma oblonga…».

Resulta una irónica coincidencia el que esta región, que causó temor desde épocas remotas, según las leyendas que existieron mucho antes de que fuera oficialmente descubierta y luego temida durante cientos de años como un mar condenado, conserva su aureola siniestra y gran parte de su misterio hasta ahora, en plena era espacial, uniendo así, en el asombro, a los personajes que podrían ser situados en los extremos opuestos del aspecto de las grandes exploraciones: Colón y los astronautas del Apolo 12.

Colón, a bordo de la
Santa María
, fue el primer observador que, según nuestros anales, advirtió esa iluminación inexplicable del mar constituida por las brillantes aguas blancas de las Bahamas, cerca de los límites occidentales del Mar de los Sargazos. Pudo verlos durante su primer viaje, el 11 de octubre de 1492, dos horas después de la puesta del sol. Los astronautas, en cambio, notaron esas mismas rayas luminosas, o especies de vías dentro de las aguas, y ellas fueron las últimas luces terrestres que pudieron observar desde el espacio. Se han dado varias explicaciones acerca de este fenómeno: podría deberse a mangas agitadas por peces, o a bancos de peces, o a alguna otra materia orgánica. Cualquiera que sea su origen, todavía por explicar, esta luz es visible desde la superficie y resulta especialmente notoria desde el aire.

El primer viaje a Colón dio lugar a otros misteriosos incidentes que aún hoy provocan sorpresa y comentarios en la zona del Triángulo. El 15 de septiembre de 1492, cuando se hallaba dentro de la zona occidental del Mar de los Sargazos, él y su tripulación, que estaba cada vez más nerviosa, observaron cómo un gran arco de fuego cruzaba los cielos y caía o desaparecía en el océano. Algunos días más tarde, los marineros volvieron a sentir que les embargaba el temor, ante la inexplicable perturbación sufrida por el compás del barco. Este incidente constituyó un curioso presagio, en la víspera del descubrimiento del Nuevo Mundo, de las perturbaciones electromagnéticas que todavía afectan a la navegación aérea y marítima dentro del Triángulo.

El desove de las anguilas constituye otro de los numerosos misterios relacionados con el Mar de los Sargazos, y ha intrigado tanto a los observadores modernos como a los antiguos. Aristóteles (384-322 A.C.) fue el primer naturalista de la Antigüedad que parece haber planteado la misteriosa cuestión de la reproducción de las anguilas europeas, que, naturalmente, eran las únicas que conocía. Se sabía que estos animales abandonaban sus estanques, lagos, arroyos y pequeños ríos para luego nadar a lo largo de los ríos mayores y desembocar en el mar. Esto era todo lo que se conocía acerca de los hábitos reproductores, hasta unos 2500 años más tarde, cuando un científico danés, el doctor Johanes Smith, descubrió el lugar hacia el cual se habían dirigido las anguilas en sus travesías a lo largo de los siglos transcurridos desde que el fenómeno fue planteado por primera vez.

Las anguilas europeas adultas siguen las vías de agua que se vacían en el Atlántico; allí se unen y nadan formando un gran banco, que progresa con lentitud durante unos cuatro meses, acompañado de bandadas de gaviotas y manadas de tiburones, hasta que alcanzan un punto del Mar de los Sargazos en que se detienen para desovar a gran profundidad. Allí los adultos mueren y los recién nacidos comienzan su largo viaje de regreso, dirigiéndose por la Corriente del Golfo en una jornada de regreso a Europa que les toma alrededor de dos años.

El comportamiento de las anguilas del continente americano tienen las mismas características, pero al revés. Nadan en dirección Este y encuentran a las anguilas europeas en las profundidades del Mar de los Sargazos, desde donde los ejemplares jóvenes regresan a sus lares ancestrales en las Américas. La notable conducta de estas especies y la «nostofilia» (memoria acerca del lugar de origen o de reproducción) que han heredado, dio lugar a algunas teorías en extremo interesantes. Por ejemplo, aquella que sostiene que su región reproductora original estaba en un gran río de un continente que existió en el Atlántico, en los alrededores del Mar de los Sargazos, y que las anguilas están todavía en busca de sus lugares de desove primitivos, en la zona en que alguna vez fluyó el río desaparecido, a través de un continente que ahora estaría a miles de metros bajo el mar. Se ha sugerido incluso que las algas del Mar de los Sargazos serían restos, adaptados a la vida submarina, sobrevivientes de la vegetación del viejo continente atlántico que se hundió con gran rapidez, según la histórica leyenda, arrastrando consigo todos sus lujuriosos bosques y llanuras.

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