Entre nosotros (47 page)

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Authors: Juan Ignacio Carrasco

Tags: #Terror

BOOK: Entre nosotros
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—Lo siento, Abel.

—¡No me mienta más, señor Higgins! Usted no siente una mierda. Usted siente que todo haya salido mal. Usted siente que yo aún esté vivo. ¿Por qué, señor Higgins, por qué me vendió?

—Llega un momento en la vida en el que uno ya no manda sobre sí mismo y lo único que quiere es sobrevivir.

—¿Sobrevivir a costa de los demás?

—Sobrevivir sin miramientos.

Higgins se levantó y se preparó uno de sus famosos
capuccini
y, sí, me preguntó si quería tomar un café. A veces en las películas me parecía increíble la sangre fría con la que actuaban algunos asesinos después de ser descubiertos, pero al ver cómo se comportaba Higgins, me di cuenta de que no era sangre fría, sino una total rendición. También me costaba creer que en ese mismo tipo de películas, una vez descubierto al culpable del crimen, este contara todo lo que había ocurrido con pelos y señales. ¿Por qué hacían eso? Higgins también lo hizo, quizá porque a esas alturas solamente le quedaba confesarlo todo y esperar que la providencia dictara sentencia.

—No sé si sabes lo que ocurrió hace veinte años —empezó diciendo, sentándose en el borde de la mesa con su taza en la mano, como siempre que iba a soltar un discurso de los suyos—. Un día me enteré de que Helmut se había convertido en vampiro…

—Sí, lo sé, el señor Shine descubrió a Julia Hertz y le pidió a usted que fuera a verla a Ithaca, y a usted le acompañó Helmut.

—Y una noche ella le mordió y él se convirtió en vampiro. Yo me enteré mucho tiempo después, cuando Elijah me invitó a cenar, me enseñó la novela que había escrito y me contó su encuentro con Helmut.

—En El Año del Dragón.

—Sí, supongo que allí, no recuerdo el nombre del lugar. Después de que Elijah me contara eso, fui allí en busca de Helmut. Al entrar me topé con un vampiro, iba a atacarme y le dije quién era y que quería hablar con Helmut. Entonces me dijo que esa misma noche fuera al callejón de al lado y que Helmut iría a mi encuentro.

—¿Y fue?

—Sí, nos vimos esa noche. Me contó lo que le había pasado y me contó también el gran poder que había recibido al morir en manos de Julia Hertz. No solamente poder físico, sino también mental. No les ocurre a todos los vampiros, la verdad es que a muy pocos, pero aquellos que siendo humanos ya eran inteligentes ven multiplicadas sus capacidades y aquellos que amaban el arte o la literatura adquieren una mayor sensibilidad.

—¿Sensibilidad para matar?

—No pueden dejar de hacerlo, es su naturaleza. Necesitan la sangre, pero no son animales, son seres superiores en todos los aspectos. No todos, hay escalas, pero Helmut era un ser superior.

—Y ahora es un no ser, enterrado sin cabeza. Bueno, la cabeza está enterrada con el resto del cuerpo, pero a los pies.

—¿Cómo lo matasteis?

—Eso, como usted dice, ya no importa. Para su consuelo le diré que fue duro de matar, era un tipo como Steven Seagal, pero en vampiro.

—No, no me consuela.

—Pues nada, a joderse. Pero, por favor, vuelva a su relato, a su primer contacto con el maravilloso y poderoso mundo de los vampiros.

—Bueno, cuando Helmut me contó lo que sentía, le pedí que me convirtiese en vampiro, pero se negó.

—¿Por qué?

—Porque hay un cupo, hay un número máximo de vampiros permitidos, y a quien inflinge la norma lo matan o lo destierran.

—Sí, conocía eso del cupo.

—Entonces se me ocurrió decirle que estaba en peligro porque Elijah Shine había escrito una novela que estaban a punto de publicarle en la que relataba todo lo que había pasado con él y con Julia Hertz.

—¿Usted hizo eso?

—Fue para proteger a Helmut.

—Usted es repugnante. ¿Sabe lo que le ocurrió a Helen Shine por su culpa?

—Sí, lo sé, la secuestraron y la convirtieron en vampiro.

—Y luego amenazaron al señor Shine con matar a su hijo y de esa manera evitaron la publicación de la novela.

—Veo que conoces la historia.

—Sí, lo que no sabía es que usted también hubiera traicionado al señor Shine.

—No pensé que harían lo que hicieron, pero quería mucho a Helmut y creí que debía protegerle. Después de que pasara aquello, Helmut me advirtió que los vampiros querían matarme para no dejar testigos y me fui de Nueva York. Fui dando tumbos por ahí hasta que un día me ofrecieron la plaza de profesor en este instituto.

—Lo que no acabo de entender es por qué le dieron tanta importancia a un simple libro.

—¿Un simple libro? Un libro tiene mucha más importancia de la que crees.

Higgins se levantó y se dirigió a la estantería de libros que quedaba a mi espalda, cogió un ejemplar de
Drácula de Bram Stoker
y lo dejó caer sobre mi regazo al volver a sentarse frente a mí.

—Drácula no es, como tú dices, un simple libro. ¿Sabes por qué lo escribió Stoker? Pues lo escribió por la misma razón que tu Byron, para desenmascarar a un vampiro real. A finales del siglo XIX se puso de moda cualquier cosa que tuviera que ver con lo paranormal: videntes, médiums, fantasmas, etcétera. Stoker era masón y dentro de su círculo de amistades había gente que estudiaba estos temas. Él empezó a interesarse también por todo lo sobrenatural y conoció a un experto en folclore de Europa Oriental, llamado Vámbery, quien le contó algunas historias de vampiros reales. Stoker se quedó impresionado por lo que Vámbery le contó, pero no acabó de creerle. Un invierno, algunos años después de que Jack el Destripador asesinara a cinco mujeres, Londres volvió a verse sacudida por lo que parecía otro asesino en serie. Este no destripaba a sus víctimas, sino que les extraía toda la sangre. El caso hizo pensar a Stoker en aquellas historias de vampiros de Vámbery y empezó a investigarlo desde esa perspectiva. Esos asesinatos tuvieron lugar en 1895 y Stoker descubrió que ese año un extranjero había comprado tres propiedades en el centro de Londres, las tres el mismo día y pagando una gran suma de dinero. Se le ocurrió que ese extranjero podía ser el asesino y comentó su teoría a un jefe de la policía que también era de su logia. Por supuesto, no le tomó en serio y Stoker, al final, decidió convertir su disparatada teoría en una novela.

—¿Y la policía le hizo caso entonces?

—No, por supuesto, pero como te he dicho, en aquella época había mucha gente aficionada a lo paranormal, y a raíz de la publicación de la novela, se formó algo que se vino en llamar Academia de Estudios Vampíricos de Londres. Eran un grupo de jóvenes burgueses ociosos que habían decidido montar aquello como un simple divertimento. Un día, los de esta academia invitaron a Stoker para que diera una conferencia sobre su novela, y en esa conferencia el escritor les dijo en quién se había inspirado para escribir Drácula.

—¿Y le creyeron?

—Sí, le creyeron. Empezaron a investigar a esa persona y una noche le clavaron una estaca en el corazón y la mataron. Aquella persona era en realidad un vampiro. Un simple libro, Abel, un simple libro. Piensa que con que una sola persona crea lo que se relata en una obra de ficción, el libro deja de ser algo simple para convertirse en un arma peligrosa. Un libro por sí solo no es nada, pero adquiere importancia y sentido cuando alguien lo lee, y el poder, sea cual sea su origen y naturaleza, teme a los libros porque sabe que es la mejor manera de transmitir ideas, y a los que ostentan el poder no les interesa que se piense algo diferente a lo que ellos piensan. Cualquier sociedad es un sistema muy complejo y frágil, y una simple idea puede derribarlo. En el caso de los vampiros, la idea de su existencia.

—¿Qué pasó después de que mataran a ese vampiro?

—Después de eso, los vampiros huyeron de Londres durante una temporada, pero antes mataron a todos los miembros de aquella academia y a Bram Stoker, aunque oficialmente este murió de sífilis. Unos veinte años después de aquello, murió otra persona a consecuencia de
Drácula
, un director de cine alemán llamado Murnau.

—Me suena el nombre.

—Es el director de
Nosferatu
.

—Ah, vale, sí, el director de
Nosferatu
. ¿También lo mataron?

—Sí, pero se supone que murió en un accidente de coche en California. La película es del año 1922 y se hizo en Alemania, pero tuvo mucho éxito, tanto que a Murnau le contrataron en Hollywood, donde moriría pocos años después. Los vampiros, cuando se enteraron de que Murnau estaba rodando
Nosferatu
, intentaron evitar que la película viera la luz. En verdad la película era una versión de
Drácula
, así que presionaron a la viuda de Stoker para que pidiera una cifra millonaria por los derechos cinematográficos de la novela.

Murnau se salió con la suya, cambiándole el título y el nombre de los personajes. De nuevo, la película creó un excesivo interés por los vampiros, y ya sabes las consecuencias de eso: curiosos, investigadores, locos viendo vampiros por todas partes…

—Sí, entiendo el miedo de los vampiros y que quisieran evitar que se editara la novela del señor Shine.

—Además, Elijah tuvo muy mala suerte.

—¿Por qué mala suerte?

—Pues porque acabó de escribir su novela poco después de que apareciese
Entrevista con el vampiro
de Anne Rice.

—¿Ese bodrio?

—¿Bodrio? Desde
Nosferatu
nada había perturbado tanto a los vampiros.

—No sé, yo he visto la película y es muy ñoña.

—En esa novela los vampiros no son bestias sedientas de sangre, sino personas inteligentes y cultas que, por diferentes razones, se han convertido en unos seres inmortales. La novela está contada desde el punto de vista de un vampiro, y aunque el vampiro protagonista difiere mucho de los vampiros reales, la novela tiene muchas cosas que no se alejan de la realidad.

—Es que recuerdo que el vampiro de la película estaba todo el rato amargado porque era vampiro.

—Eso es lo que es totalmente falso, pero hay reacciones de los personajes y algunas situaciones que se han dado y se dan en el mundo de los vampiros. La novela no tuvo un éxito inmediato, pero empezó a parecer muy interesante a mucha gente con ideas propias.

—Y luego hicieron la película, ¿no?

—Sí, unos diez años después. No pudieron evitar que se hiciera la película y, encima, con Cruise y Pitt. Aparte de los amantes del género, interesó a los cinéfilos en general y a todas las niñas, y menos niñas, fans de esos dos actores.

—Pero no dejaba de ser una película.

—Ya, al igual que un libro es un simple libro, pero ninguna persona es una simple persona. ¿Aún no lo entiendes? Hay gente a la que un libro le cambia la vida porque lo lee en un momento concreto y todo lo que en él se dice tiene sentido. Hay gente que se enamora de Emma Bovary o que quiere ser un nuevo Jean Valjean. Y hay gente, Abel, que quiere ser Drácula, pero sabe que no existe y lo acepta. ¿Qué ocurriría si alguien supiera que
Drácula
es real y qué puedes convertirte en vampiro?

—¿En una bestia asesina?

—No, ahí te equivocas, nadie quiere ser una bestia asesina, por eso a los vampiros les ha ido siempre bien, ya que la literatura y el cine los han mostrado como lo que no son. Si nadie quiere ser vampiro, más allá de cuatro tarados a los que les gusta la violencia hasta ese extremo, si nadie quiere serlo, entonces no tienen interés real, pero no tienen interés real tampoco para aquellos que podrían destruirlos. Lo que no existe no es un peligro, no importa. Mira, es sencillo, imagina un crío de quince años que admire a Tom Cruise y le fascine
Entrevista con el vampiro
. Bien, a ese crío no le gustará jamás una película de vampiros mordiendo a gente, gritando, violando a mujeres o convirtiéndose en animales. No es solamente despertar la conciencia y hacer ver que a lo mejor los vampiros existen, también es peligroso que se rechace la infantilización del vampiro porque si eso ocurre, un día, habrá alguien como Elijah Shine que escribirá una historia real y ese día comenzará el fin de los vampiros.

—Por eso se creó
Circle Books
, para evitar que se editaran libros de vampiros creíbles.

—Fue idea de Helmut. Después de pararle los pies a Elijah Shine, hubo una época de tranquilidad, pero se hizo la película de
Entrevista con el vampiro
y volvieron los nervios. Entonces Gabriel Shine se metió en un lío, no sé cuál.

—Vio a su madre, trece años después de que la enterraran.

—Ah, no lo sabía. Bueno, el caso es que Helmut aprovechó aquello para obligar a Elijah a aceptar el proyecto. Era indispensable que un humano dirigiera el seminario. Además, Elijah era buen escritor y había tenido éxito.

—El seminario de la muerte. ¿Usted sabía que todos los alumnos fueron asesinados poco después de terminar los seminarios?

—Sí, lo sabía y también que Elijah Shine desconocía eso.

—Usted lo sabía y me envió a una muerte segura. Usted traicionó a Elijah Shine para proteger a Helmut y su mundo de vampiros, pero ¿por qué me vendió a mí?

Higgins hizo el ademán de tomar otro sorbo de su
capuccino
antes de responder a mi pregunta, pero vio que su taza estaba vacía. Volvió a preguntarme si quería tomar algo y en esta ocasión sí le acepté un café. Me sorprendí al comprobar cómo estaba pudiendo llevar aquella situación sin alterarme lo más mínimo. Aquel hombre tuvo claro que si iba a Ithaca me matarían y yo estaba allí, charlando con él, aceptando beber su café, como si todo lo que hubiera vivido en Nueva York no fuesen más que una serie de aventuras juveniles de verano. Higgins me dio mi café y volvió a sentarse en el borde de la mesa.

—Coincidiendo con el comienzo del curso —empezó diciendo—, el profesorado se sometió a un chequeo médico, y a mí me encontraron que tenía cáncer. Algo incurable. Dos años de vida como mucho que se podían convertir en dos más sí me sometía a una serie de terapias dolorosas y pesadas. Me hundí, como es lógico. Un día se me pasó por la cabeza llamar a Helmut y comentarle el tema. Él me dijo que quizá había una solución para mi caso. ¿Sabes cuál?

—No, no sé nada de medicina.

—No, no era un remedio médico, la solución era convertirme en vampiro. Lo comentó con sus superiores, pero de nuevo se topó con lo del cupo. En ese tema son muy estrictos, aunque desconozco el motivo. No había nada que hacer. Aparte de volver a hundirme, me di cuenta de que estaba solo. Entonces apareciste tú con tu mal de amores, algo muy tierno. Te cogí cariño y pensé que, a lo mejor, al final no estaría tan solo.

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