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Authors: Alyson Noel

Tags: #Infantil y juvenil, Romántico

Espejismos (25 page)

BOOK: Espejismos
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Se miran el uno al otro e intercambian una mirada breve pero cargada de significado.

—¿De verdad lo intentas? —pregunta Miles—. Porque, en serio, Ever, colarte en su casa y revolver su comida es algo bastante retorcido. No es precisamente el tipo de cosas que hace alguien que «intenta» seguir adelante con su vida…

—¿Qué? ¿Es que creéis que todos los rumores que oís son ciertos? Todos estos meses de amistad, todas las veces que habéis estado en mi casa, y aun así me creéis capaz de eso… —Sacudo la cabeza, pero me niego a ir más allá. Lo único que he conseguido con Damen es un efímero instante de reconocimiento seguido de desdén, y eso que nuestro vínculo se remonta a siglos atrás… Así que ¿qué puedo esperar de Miles y Haven, a quienes conozco desde hace menos de un año?

—Bueno, la verdad es que no veo por qué Damen iba a inventarse algo así —dice Haven, que me mira a los ojos con una expresión tan dura y reprobadora que me queda claro que no ha venido a ayudarme. Porque tal vez actúe como si solo quisiera lo mejor para mí, pero lo cierto es que está disfrutando de mi caída. Después de perder a Damen, después de ver cómo Roman sigue persiguiéndome incluso a pesar de que ella le ha dejado claro su interés, se alegra de verme por los suelos. Y la única razón por la que se digna sentarse conmigo ahora es que puede mirarme a los ojos mientras se regodea.

Clavo la mirada en la mesa, sorprendida de lo mucho que me duele eso. Pero intento no juzgarla ni guardarle rencor. Sé muy bien lo que es sentirse celosa, y no tiene nada de racional.

—Tienes que dejarlo en paz —dice Miles, que da un nuevo sorbo de su refresco sin apartar los ojos de los míos—. Tienes que dejarlo en paz y seguir adelante.

—Todo el mundo sabe que lo estás acosando —señala Haven antes de cubrirse la boca con la mano. Sus uñas están pintadas del color de las zapatillas de ballet, muy distinto del color negro habitual—. Todo el mundo sabe que te colaste en su casa… y dos veces, que nosotros sepamos. En serio, estás fuera de control. Te estás comportando como una chiflada.

Vuelvo a contemplar la mesa. Me pregunto cuánto más durará este asalto.

—De cualquier forma, como amigos tuyos que somos, solo queremos convencerte de que debes dejarlo estar. Necesitas olvidar el pasado y seguir adelante. Porque la verdad es que tu comportamiento da miedo, por no mencionar que…

Haven habla sin parar, tocando todos los puntos que han acordado antes de acercarse a mí. Dejé de escuchar en cuanto la oí decir «como amigos tuyos que somos». Quiero quedarme con eso y rechazar todo lo demás, por más que ahora ya no sea cierto.

Sacudo la cabeza y levanto la vista. Descubro que Roman se ha sentado a la mesa y tiene los ojos fijos en mí. Le da unos golpecitos a su reloj de pulsera y después señala a Damen de una forma tan siniestra, tan amenazadora, que me levanto de un salto de la silla. Dejo atrás la voz de Haven, que se convierte en un zumbido distante mientras corro hacia mi coche. Me reprendo por haber desperdiciado el tiempo con semejantes tonterías cuando hay cosas mucho más importantes que hacer.

Capítulo treinta y seis

S
e acabó el instituto. Se acabó lo de someterme todos los días a esa insoportable tortura. ¿Qué sentido tiene ir cuando no consigo nada con Damen, Roman no deja de tirarme pullas y tengo que aguantar las charlas de profesores y ex amigos con falsas buenas intenciones? Además, si las cosas salen tal y como espero, pronto podré regresar a mi antiguo instituto de Oregón, vivir mi vida como si esto no hubiera existido. Así que no es necesario obligarme a pasar por eso nunca más.

Me dirijo a Broadway y me abro paso entre los peatones antes de avanzar hacia el cañón. Tengo la esperanza de encontrar un lugar tranquilo donde pueda crear el portal sin asustar a ninguna compradora desprevenida. Sin embargo, solo cuando aparco recuerdo que estoy en el mismo sitio donde tuvo lugar mi primer enfrentamiento con Drina… un enfrentamiento que finalizó con mi primera visita a Summerland, cuando Damen abrió el portal.

Me acurruco en el asiento e imagino ese velo dorado de luz flotando ante mí y aterrizo justo delante del Gran Templo del Conocimiento. Apenas me da tiempo a admirar su magnífica fachada cambiante, porque me adentro a la carrera en el enorme vestíbulo de mármol. Mis pensamientos se concentran en dos cosas: ¿existe algún antídoto que pueda salvar a Damen? y ¿cómo puedo localizar la hierba secreta, el ingrediente final necesario para preparar el elixir?

Repito esas preguntas una y otra vez mientras espero a que aparezca la puerta que conduce a los registros akásicos…

Pero no ocurre nada.

Nada de esferas. Nada de pantallas de cristal. Ninguna habitación circular blanca y ninguna televisión híbrida.

Nada.
Nothing
.
Nien
.

Solo una voz detrás de mí que dice:

—Es demasiado tarde.

Me doy la vuelta esperando encontrar a Romy, pero se trata de Rayne, así que pongo los ojos en blanco. Me sigue cuando me encamino hacia la puerta, impaciente por alejarme de ella. Pero la gemela malvada no deja de repetir esas mismas palabras.

No tengo tiempo que perder. No tengo tiempo para descifrar los comentarios crípticos sin sentido que salen de los labios de la niña más espeluznante del mundo. Porque, aunque aquí en Summerland no existe el concepto del tiempo ya que todo sucede en un estado constante «presente», sé con certeza que el tiempo que paso aquí sí que cuenta en casa. Lo que significa que tengo que seguir adelante, que no puedo entretenerme. Avanzo por la calle lo más rápido que puedo hasta que su voz se transforma en un susurro. Sé que debo salvar a Damen antes de volver atrás en el tiempo y regresar a casa. Y, si las respuestas no están aquí, tendré que buscar en algún otro sitio.

Empiezo a correr. En cuanto giro hacia el callejón, me invade un dolor súbito tan abrumador que me desplomo en el suelo. Me aprieto las sienes con los dedos: me duele la cabeza como si me hubieran clavado un puñal a cada lado. En mi mente comienzan a aparecer una serie de imágenes. Escenas que se suceden una detrás de otra, como las páginas de un libro, seguidas por una descripción detallada de lo que incluyen. No he hecho más que acabar la tercera página cuando me doy cuenta de que son las instrucciones para fabricar el antídoto que salvará a Damen y que incluye hierbas que se plantan con la luna nueva, cristales raros, minerales de los que jamás he oído hablar, saquillos de seda bordados por los monjes tibetanos… Y todo debe seguir meticulosamente una serie de pasos muy precisos antes de absorber la energía de la próxima luna llena.

Y, justo después de mostrarme la hierba que necesito para completar el elixir de la inmortalidad, mi cabeza se despeja como si nada hubiera ocurrido. Acto seguido, cojo mi mochila, busco un trozo de papel y un bolígrafo, y anoto el paso final. En ese preciso instante aparece Ava.

—¡He creado el portal sin ayuda! —dice con una expresión radiante mientras me mira a los ojos—. No creí que pudiera hacerlo, pero esta mañana, cuando me he sentado para mi momento de meditación, he pensado: ¿qué puede haber de malo en intentarlo? Y al momento siguiente…

—¿Llevas aquí desde esta mañana? —pregunto al tiempo en que me fijo en su aspecto: el bonito vestido, los zapatos de diseño, las enormes pulseras de oro y los anillos de piedras preciosas que adornan sus dedos.

—En Summerland no existe el tiempo —señala a modo de reprimenda.

—Tal vez, pero en casa ya son más de las doce —replico.

Ella sacude la cabeza y frunce el ceño, negándose a aceptar las tediosas reglas del plano terrestre.

—¿A quién le importa? ¿Qué me voy a perder? ¿Una larga fila de clientes que quieren que les diga que se van a hacer extremadamente ricos y famosos a pesar de todas las evidencias de lo contrario? —Cierra los ojos y suspira—. Estoy harta de eso, Ever. Harta de esa rutina. Pero aquí todo es tan maravilloso que… ¡Creo que me encantaría quedarme!

—No puedes —le digo de inmediato, aunque no estoy segura de si es cierto.

—¿Por qué no? —Se encoge de hombros y eleva los brazos hacia el cielo mientras da vueltas sin parar—. ¿Por qué no puedo quedarme aquí? Dame una buena razón.

—Porque… —empiezo a decir. Ojalá pudiera dejarlo así, pero dado que ella no es ninguna niña, estoy obligada a idear algo mejor—. Porque no está bien —concluyo con la esperanza de que me escuche—. Tienes trabajo que hacer. Todos tenemos trabajo que hacer. Y esconderse aquí es como… hacer trampas.

—¿Quién lo dice? —Frunce el ceño—. ¿Me estás diciendo que toda esta gente está muerta?

Observo lo que me rodea y me fijo en las aceras abarrotadas, en las largas colas del cine y los bares de karaoke, y es entonces cuando me doy cuenta de que no tengo ni la menor idea de lo que responder. ¿Cuántos son como Ava, almas agotadas, hartas y desilusionadas que han encontrado la forma de llegar aquí y han decidido apartarse del Plano terrestre para no regresar nunca? ¿Cuántos murieron y se negaron a cruzar, como hizo Riley?

Miro a Ava de nuevo. Sé que no tengo derecho a decirle lo que debe hacer con su vida, sobre todo si tengo en cuenta lo que yo he decidido hacer con la mía.

Extiendo la mano para tomar la suya y sonrío antes de decir:

—Bueno, ahora te necesito. Cuéntame todo lo que sepas sobre astrología.

Capítulo treinta y siete

—¿Y
bien? —Me inclino hacia Ava con los codos apoyados sobre la mesa con la intención de mantener su atención puesta en mí, y no en las vistas y sonidos de Saint Germain.

—Sé que soy Aries. —Se encoge de hombros. Sus ojos prefieren el río Sena, el Pont Neuf, la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo y la catedral de Nôtre Dame (que en esta versión de París están alineados uno detrás de otro) que a mí.

—¿Eso es todo? —Remuevo mi capuchino y me pregunto por qué me he molestado en pedírselo al garçon del bigote rizado con la camisa blanca y el chaleco negro, ya que no tengo ninguna intención de bebérmelo.

Ella suspira y se gira para mirarme.

—Ever, ¿no puedes relajarte un poco y disfrutar de las vistas? ¿Cuándo fue la última vez que estuviste en París?

—Nunca. —Pongo los ojos en blanco de una forma que ella no puede pasar por alto—. Nunca he estado en París. Y detesto tener que soltártelo así, Ava, pero esto… —Me tomo un momento para señalar con un gesto los alrededores: el Louvre, que se encuentra al lado de los grandes almacenes Printemps, que a su vez están junto al Musée d'Orsay—… no es París. Esto es como una estúpida versión Disney de París. Como si hubieras cogido un montón de folletos de viajes, postales de Francia y escenas de esa encantadora película de dibujos,
Ratatouille
, y las hubieras mezclado todas para…
voilà!
… conseguir esto. ¿Ves al camarero? Dudo mucho que en el París de verdad los camareros tengan esa pinta.

No obstante, aunque me estoy comportando como la más grande de las aguafiestas, Ava se echa a reír. Se aparta el cabello cobrizo ondulado del hombro y dice:

—Bueno, pues para tu información, así es exactamente como lo recuerdo. Puede que esos monumentos no estuvieran puestos en fila, pero es mucho más bonito de esta manera. Estuve en la Sorbona, ya lo sabes. De hecho… ¿Te he comentado alguna vez aquella ocasión en la que…?

—Es genial, Ava. De verdad —la interrumpo—. Y me encantaría escuchar todo lo que quieres contarme, pero… ¡nos estamos quedando sin tiempo! Así que respóndeme: ¿qué sabes de astrología, de astronomía o de cualquier cosa relacionada con los ciclos lunares?

Parte un trozo de baguette y lo unta con mantequilla mientras dice:

—¿Puedes ser algo más específica?

Me meto la mano en el bolsillo y saco el trozo de papel plegado en el que lo he apuntado todo después de la visión. La miro con los párpados entornados antes de decirle:

—Vale, ¿qué es exactamente la luna nueva y cuándo tendrá lugar?

Sopla su café y me mira.

—La luna nueva tiene lugar cuando el sol y la luna están en conjunción. Lo que significa que si lo observas desde el plano terrestre, ambos parecen ocupar la misma parte del cielo. Y ese es el motivo por el que la luna no refleja la luz del sol, lo que a su vez significa que no puede verse, porque la cara no iluminada es la que da hacia nuestro planeta.

—Pero ¿qué quiere decir eso? ¿Simboliza algo?

Asiente con la cabeza, parte otro trozo de baguette y añade:

—Es el símbolo de un nuevo comienzo. Ya sabes: renovación, cambio, esperanza… cosas de esas. También es un buen momento para realizar cambios, dejar malos hábitos… o incluso relaciones fallidas. —Me mira con expresión elocuente.

Sin embargo, lo paso por alto y continúo. Sé que se refiere a Damen y a mí, pero no tiene ni la menor idea de que no solo voy a dejar esa relación… voy a borrarla por completo. Porque por mucho que lo quiera, por más que no pueda imaginarme un futuro sin él, creo de vedad que es lo mejor para todos. Nada de esto debería haber ocurrido. Nunca debería haber existido un «nosotros». Es antinatural, no está bien… y ahora mi trabajo consiste en arreglar las cosas.

—Bueno, ¿y cuándo ocurre eso en relación con la luna llena?

—La luna llena se produce dos semanas después de la luna nueva. Ocurre cuando la luna refleja la máxima cantidad de luz procedente del sol, lo que, desde el plano terrestre, hace que parezca llena. Aunque en realidad siempre está llena, ya que no se va a ninguna parte. Y en lo que a simbolismo se refiere… quieres saber eso también, ¿no? —Sonríe—. La luna llena significa abundancia, plenitud… algo así como la maduración de las cosas hasta alcanzar su máximo rendimiento. Y, puesto que la energía lunar alcanza su máxima intensidad en ese momento, también está llena de poderes mágicos.

Asiento con la cabeza mientras trato de asimilar todo lo que ha dicho y me hago una ligera idea de por qué esas fases son tan importantes en mi plan.

—Todas las fases lunares simbolizan algo. —Ava se encoge de hombros—. La luna tiene un papel muy importante en las doctrinas antiguas y también controla las mareas. Y, puesto que nuestros cuerpos están compuestos mayoritariamente por agua, algunos dicen que también nos controla a nosotros. ¿Sabías que la palabra «lunático» viene del término latino luna? Ah, y no olvides la leyenda de los hombres lobo… ¡Todo está relacionado con la luna llena!

Me trago la expresión de incredulidad. No existen los hombres lobo, ni los vampiros, ni los demonios… Solo los inmortales, y los inmortales renegados que quieren matarlos.

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