Evento (66 page)

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Authors: David Lynn Golemon

Tags: #Ciencia Ficción, Intriga

BOOK: Evento
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Garrison Lee agachó la cabeza y se quedó pensando una vez más en los hombres que había perdido.

—Si desde el principio hubiésemos sabido a lo que nos enfrentábamos, muchos muchachos seguirían con vida —se lamentó Niles—. Virginia… —dijo luego, haciéndole un gesto para que comenzara la explicación.

—Los resultados acerca del animal, del talkhan, tardarán años en ser procesados. Sospecho que nuestro amigo Palillo, que conoce a ese animal mejor que nadie, podrá arrojar algo de luz sobre su planeta de origen y su carácter biológico. Luego están los tres grises que fueron recuperados: los dos que había en el desierto, o lo que quedaba de ellos, y el que el señor Tilly se encargó de despachar. —Virginia fue mirando de una en una, a las personas que la escuchaban—. Todos estaban moribundos. También llevará años acabar los estudios toxicológicos, pero parecen víctimas de su propio medio. Su planeta debe estar atravesando las últimas etapas previas a la destrucción total de su capa de ozono. Y no solo eso; en sus cuerpos había tantas toxinas producidas por el entorno que la única conclusión posible es que, aparte de los dos tipos de cáncer de piel que presentaban y de la naturaleza cancerosa de su sistema reproductivo, en unas cuantas generaciones más, su raza se extinguirá.

—Eso quiere decir que no tardarán en intentar trasladarse a la Tierra.

—Hemos informado al presidente. Por esta vez dejaremos que otros se encarguen de pelear. Hemos perdido a muchos buenos amigos.

—Hay una cosa más —dijo Virginia.

—¿Sí? —dijo Niles confundido.

—No es una buena noticia —dijo, agachando la vista—. Hemos analizado la sangre de Palillo. —Virginia frunció el ceño, incapaz de mirar a ninguno a la cara—. Tiene el principio de los mismos síntomas, pero creo que lo podemos ayudar. Palillo es todavía muy joven, podrá combatirlo, pero si no cambian el medio en el que viven, el resto de su raza también morirá.

El silencio acompañó a sus palabras. Jack miró hacia el monitor, donde aún se podía ver a Palillo sonriendo a Boris y Natasha.

—¿Quiere decir que los especímenes verdes han preferido morir a tomar el camino más fácil y ponerse del lado de los Grises? —preguntó Jack sin apartar la mirada de la pantalla.

—No va a ser fácil estar a su altura, ¿verdad? —dijo Lee sin preguntar a nadie en concreto.

—Al menos a Gus y a Palillo no les va a faltar de nada —contestó Alice, obligándose al fin a sonreír.

—Sí, Gus y sus amigos están a punto de convertirse en gente adinerada —dijo Lee sonriendo—. La mina oculta del holandés; deberíamos haber sabido que era auténtica. He ahí una lección que habrá que tener en cuenta —dijo mientras movía el dedo—. No importa lo ridícula que pueda parecer una leyenda, siempre contará con una base real, siempre. Parece que últimamente nos hemos olvidado de eso. Y esta es una buena forma de no perderlo de vista —dijo Lee, volviendo la vista hacia la pantalla mientras cogía a Alice de la mano.

—Sí, no van a tener problemas —dijo Niles un tanto ausente.

—Igual que vosotros, que ya no tendréis que estar todo el día soportando mis quejas. Niles, llama de vez en cuando para saludar y cuéntame cómo le va al nuevo jefe de seguridad y si le sigue la pista a nuestro querido coronel Farbeaux ahora que se le ha acabado la inmunidad —dijo Lee guiñándole su único ojo a Jack—. Por cierto, Alice se va a coger libre lo que le queda de mes.

Sin decir nada más, el senador Garrison Lee abandonó el Centro Evento por última vez, rodeando con el brazo a Alice. Ella les sonrió con gesto coqueto mientras cogía a Lee por la cintura.

Collins y Niles les sonrieron a su vez y vieron cómo la pareja se marchaba.

El comandante tenía libre el día siguiente. Él, Virginia Pollock y Everett iban a volar al Instituto Tecnológico de Massachusetts primero, y luego a la Universidad de Nueva York para entrevistar a algunos candidatos para sustituir a los efectivos que habían perdido. Allí, Jack se encontraría con un equipo y volarían a la Universidad de Washington a investigar el diario de un hombre del regimiento del teniente coronel Custer que podría haber sobrevivido a la batalla de Little Big Horn.

Tras atravesar la puerta del Centro Informático, Jack se acercó a la especialista de quinta categoría Sarah McIntire, que estaba a punto de ser ascendida a alférez. Cuando llegó hasta donde estaba, los dos pudieron escuchar una voz que provenía del interior del centro:

—Muy bien, muchachos, vamos a reconfigurar a Boris y Natasha, a ver si podemos conseguir alguna imagen de esa ciudad inca perdida. Y que alguien coja el teléfono, llame a la Royal Geographical Society en Londres y le diga a sir Basil que solo le devolveremos los restos del rey Arturo si a cambio nos cuenta algo de esa orden romana de ejecución de un tal Jesús de Nazaret que llevan ya un año examinando. —Niles estaba encantado de volver a ocuparse de sus asuntos.

En la pantalla, todavía con el fondo musical de Frank Sinatra, la imagen de las tres personas y el alienígena se fue difuminando hasta desaparecer.

—Bueno, especialista —dijo Jack—, según las ordenanzas no puedo invitarte a cenar hasta que no te conviertas en oficial, pero ¿qué te parece si nos volvemos a chocar por casualidad luego más tarde en ese restaurante italiano llamado Gino's?

Sarah observó los azules ojos del comandante y luego miró alrededor para cerciorarse de que no había nadie cerca.

—Me parece muy bien… —Se quedó dudando un momento y luego, en voz baja, añadió—: Jack.

Cuando Sarah se dio la vuelta y se fue, Collins sonrió y la observó durante un momento; después observó las limpias paredes cubiertas de plástico que había a su alrededor y que rodeaban el Centro Informático, y supo que el Grupo Evento era ahora su casa.

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