—¿Qué piensas? —preguntó Alex al verla tomar café pensativa, en otro mundo.
—Nada, hacía balance —miró por la ventana de la cocina—, parece que hace un día perfecto.
—Sí. Pero engaña, hace bastante frío.
—Lógico, has salido medio desnudo —comentó sonriendo. Se había quitado la chaqueta en el baño y ahora estaba desnudo de cintura para arriba mostrando ese increíble torso.
—Es que alguien rompió mi camisa —se encogió de hombros sin darle importancia.
—Mmh, puedes ponerte la de Javi —dijo Luka recordando la camisa que se había puesto ayer cuando salió de casa de Pili.
—¿Tienes camisas de Javi en tu casa? —Joder, ¿no era el tal Dani el que estaba libre? Javi supuestamente era el novio de R2D2—. ¿Lo sabe Pili? —aventuró recordando el nombre.
—Sí, claro, me la dio ella ayer.
—¿Ayer?
—Sí. Es la camisa blanca que llevaba puesta cuando nos vimos.
—Ahhhh... —recordó el trapo blanco que le colgaba por todas partes—, sí. Me vale seguro.
—Pues listo. Ya tienes ropa para bajar a la calle.
—¿Quieres que bajemos a la calle? —preguntó acercándose.
—No especialmente, ¿por?
—Porque son las... —miró el reloj de la pared, que probablemente habría pertenecido a alguna tatarabuela— doce y media pasadas y se me ocurren mil cosas que hacer durante el día —comentó agarrándola de la cintura y atrayéndola hacia él.
—¿Ir a la calle es una de ellas? —Puso sus manos sobre su torso desnudo y escondió la cara en el cuello sin afeitar dándole un lametón, joder, se había convertido en una adicta a su sabor.
—No especialmente.
Las manos masculinas rodearon la cintura y bajaron acariciando las nalgas.
—Perfecto.
Luka le recorrió la mandíbula con pequeños besos y ligeros mordiscos. Alex le apretó el trasero haciendo que la tripita que tanto adoraba se pegase contra su erección. Se mecieron uno contra otro disfrutando de las sensaciones que solo el cuerpo contrario podía proporcionarles. Los labios se encontraron, se reconocieron y se acoplaron perfectamente. Sabían a mantequilla y sexo, una buena combinación. Las manos de ambos comenzaron a recorrer los contornos, a buscar los puntos débiles en la danza lenta y sinuosa de los que saben perfectamente que no hay ninguna prisa. El la agarró por la cintura y la acomodó sobre la encimera, ella abrió las piernas para acogerle más cerca. Se devoraban con los ojos y los labios, estaban tan absortos el uno en el otro que no oían nada. Solo sentían. Por eso cuando unos golpes tremendos seguidos del sonido del timbre retumbaron en toda la casa se separaron sobresaltados.
—No des golpes que vas a escandalizar a toda la casa y ya sabes cómo es la Marquesa —comentó una voz conocida en el mismo momento en que la puerta de la calle se abría de par en par golpeando la pared.
—¿Y qué importa la Marquesa cuando la vida de Luka está en peligro?
Luka bajó de un salto de la encimera y salió corriendo de la cocina; Alex se quedó parado en el sitio. Había reconocido las voces. R2d2 y la bruja piruja, o sea, Pili y Ruth. ¿Qué hacían aquí?
—Ruth, Pili. ¿Qué pasa? —preguntó asustada por la "discreta" entrada de sus amigas.
—¿Ves como no estaba en la peluquería? —exclamó Ruth cuando vio a Luka.
—Vale. Pero tampoco está muerta y su cadáver abandonado en algún callejón oscuro —contestó Pili a la defensiva.
—Podía ser cualquier cosa. ¿Estás bien? ¿Cómo te encuentras? —dijo Ruth haciendo dar vueltas a Luka para poder inspeccionarla bien por todas partes.
—¿Te ha pasado algo? ¿Tuviste algún problema? —preguntó Pili a su vez girando alrededor como una peonza.
—¿Por qué no cogías...?
—¿...el teléfono? —acabó Ruth—, ¿Por qué has desconectado...?
—¿...el móvil? —finalizó Pili—. ¡¡Demonios Luka!! ¿Es que no has visto los correos?
—Te he mandado mil.
—¿Cómo se te ocurre...?
—¿... hacernos esto?
—¡En qué narices estabas...!
—¡...pensando! —Hablaban tan rápido y estaban tan nerviosas que la una terminaba las frases de la otra sin ni siquiera darse cuenta, como solo lo hacen las amigas que llevan toda la vida juntas y se conocen a la perfección.
—ALTO AHI. ¿Me podéis decir qué cojones os pasa? —preguntó levantando las manos en alto Luka, mareada con tanta pregunta.
—Fácil —interrumpió los gritos una voz grave y tranquila, de estas que dejan a todo el mundo callado para escuchar—, Ruth llamó a casa esta mañana temprano comentando que no respondías al fijo ni al móvil. Pili hizo lo mismo y obtuvo el mismo resultado. Te mandaron
e-mails
que tampoco respondiste. Les dije que lo mismo estabas con tu vampiro, cosa que Pili desmintió fervientemente. Ruth, que estaba "muy tranquila", se vino a casa a hablar con Pili mientras daban tiempo al tiempo para volver a llamarte. A las once y media empezaron a hablar de las cosas que podían haberte ocurrido, mencionaron vertederos, ríos, atropellos, etc. y me intentaron convencer de venir aquí a mirar a ver si había pasado algo; en ese momento Pili recordó que ibas a ir a la peluquería a ponerte tu color de pelo otra vez. —La miró e hizo un inciso—. Gracias a Dios, ese color es horrible. —Continuó con su alegato—. Y decidieron esperar un poco más. Pero en el interludio llamó Dani para ver si bajábamos al bar por la tarde a ver el partido y Ruth le contó lo que "creía" que te había pasado. Dani, que no es "nada alarmista", decidió venir inmediatamente a ver qué había ocurrido, pero luego recordó que no tiene llaves de tu casa y que por tanto no puede entrar. Así que, hoy sábado a las doce de la mañana, justo cuando estaban poniendo en bricomanía cómo hacer un jardín zen, programa que llevo un mes esperando, no me quedó más remedio que salir pitando de casa para evitar que Dani, que por cierto tiene que estar a punto de llegar, tirara abajo la puerta a golpes. ¿Has entendido algo? Bien. Voy a por una cerveza, te aseguro que la necesito —dijo Javi lanzando una durísima mirada a sus acompañantes femeninas.
—¿Qué tal? —dijo Alex saliendo de la cocina. Había escuchado toda la conversación, si es que a "eso" se le podía llamar conversación, y viendo el cariz que tomaba la situación decidió que estaba más seguro en un sitio donde tuviera espacio para defenderse en vez de esperar a que alguno de esos locos entrara y le acorralara entre dos paredes.
Dos pares de ojos femeninos lo miraron como si fuera un fantasma haciendo acto de presencia cuando menos se espera y que por supuesto era para nada bienvenido. Al lado de las dos mujeres estaba el tío más impresionante que había visto en su vida. Por lo menos dos metros de altura, unos hombros que ocupaban todo el pasillo, manos grandes, brazos grandes, cuello grueso, ni pizca de grasa y mucho músculo, según podía verse bajo la apretada camiseta que llevaba. Alex lo miró fijamente a los ojos. Unos ojos que estaban ubicados en la cara masculina más amable, compresiva y por qué no decirlo, compasiva, que pudiera tener un hombre de esas dimensiones. Javi sonrió divertido, imaginando lo que había pasado. Le tendió la mano.
—Hola, soy Javi. Tú debes ser... eh... ¿Drácula? —preguntó amistoso.
—¿Drácula? —respondió Alex alucinando mientras respondía al saludo y miraba fijamente a Luka.
—Ya te dije que no sabía tu nombre... de algún modo tenía que llamarte —contestó encogiéndose de hombros.
—¿Qué hace aquí Draculín? —preguntó Ruth con ojos como platos—. Esto... no te ofendas.
—Ya puestos prefiero Conde Drácula, tiene más prestigio —comentó Alex un poco picado.
—Sí, ¿qué ha pasado con el plan de ayer? —dijo Pili ignorándole totalmente antes de darse cuenta de lo que decía.
—¿Qué plan? —preguntaron Javi y Alex a la vez.
—Ains —se encogió Pili.
—Chicas, reunión en... —Ruth miró alrededor—, mira que es pequeña tu casa, caramba. Reunión en tu cuarto. Id a por unas cervecitas, chicos. Ale, ale —dijo empujando a los hombres hacia la cocina mientras cogía a las mujeres y tiraba de ellas hasta la caja de cerillas.
—¡¿Qué ha pasado?! —preguntó una nueva voz entrando como un tornado en escena—. ¿¡Está bien Luka?!
—Joder. Esto parece una pésima obra de teatro —dijo Luka quisquillosa.
—Eh, ¡no me jodas! Vengo corriendo asustado porque me han dicho que te han violado y me recibes así. Vete a la mierda —contestó Dani enfadado, aunque inmediatamente después preguntó preocupado— ¿Estás bien?
—¿Una cervecita, Dani? —preguntó Javi agarrando al nuevo personaje por los hombros y llevándolo a la cocina.
—¿Cómo?
—Yo te explico. Tú tranquilo. Deja a esas locas —mirada penetrante y enfadada hacia las chicas— que se arreglen ellas solas. Seguro que el Conde Drácula aquí presente nos puede explicar lo que yo no sé pero sí imagino sin histerismos ni chorradas varias —dijo señalando a Alex.
—¿Tú eres el vampiro? —preguntó Dani recorriéndole de arriba abajo, caray, Luka no exageraba ni un pelo, estaba buenísimo, y menudos pectorales...—. Te falta la capa.
—En realidad me llamo Alex —dijo incómodo ante la mirada evaluadora de su "supuesto contrincante" —, y sí, ¿Javi? me explica de qué va todo esto, seguro que soy capaz de ponerle algo de lógica.
—No te equivoques. No hay lógica en todo esto. Es imposible cuando están esas tres metidas en el ajo. Pero tranquilos, yo os cuento.
Sábado 8 de noviembre de 2008, 13.01h. Cuarto caja de cerillas.
Las tres amigas estaban amontonadas sobre la cama hablando en susurros. Bueno, todas no, Luka y Ruth hablaban en susurros, Pili hablaba en lo que para ella eran susurros y para el resto del mundo un tono de voz normal y corriente.
—No me ha pasado nada —dijo Luka enfurruñada.
—¿Por qué no cogías el teléfono?
—Porque ayer nos la lio la Marquesa y lo desconectamos por si acaso.
—¿Y por qué has apagado el móvil?
—Esto... por si a alguien se le ocurría llamar por la mañana...
—Aps —dijeron a la vez las dos amigas. Acababan de atar cabos.
—Perdona, no se me ocurrió —comentó Pili—, pero es que se suponía que no ibas a pasar la noche con Colmillitos, ¿recuerdas?... cosas de tu pelo.
—Que, por cierto, es lo más horrible que has hecho nunca y eso que cuando te lo pusiste verde yo pensaba que no podrías superarte, pero sí, te has superado y mira que lo pensé, pero como luego decís que si siempre estoy aguando las fiestas, que si soy demasiado seria, que si hay que probar cosas nuevas, pues me callé, pero desde luego que lo pensé, porque no tenéis entre las dos ni medio cere...
—Ya, ya lo sabemos, Ruth. No te embales que nos conocemos —paró Luka la perorata.
—Además, he pensado que como aún tenemos el tinte rojo que compraste podíamos intentar otra cosa, al fin y al cabo... —exclamó Pili pensativa dándose golpecitos en la boca.
—¡NO! —respondieron Ruth y Luka a la vez; luego se miraron extrañadas... ¿habían coincidido?
—Chicas, es la primera vez en la vida que os veo estar de acuerdo... y que justo ocurra para llevarme la contraria a mí, no sé si me hace gracia...
—Naaaaaaa, ha sido casualidad. —Luka miró a Ruth.
—Sí... esos misterios sin resolver que tiene la vida... no le demos importancia —contestó Ruth comenzando a reírse...
La risa nerviosa de Ruth fue rápidamente acompañada de una más fluida y agitada de Pili y el circulo se cerró cuando la espontánea y estentórea de Luka se unió al coro. Las tres acabaron tiradas en la cama muertas de la risa; los nervios y el susto por fin se esfumaron.
—Bueno, y ahora que estamos más tranquilas, la pregunta del millón —dijo Pili serenándose.
—¿Por qué esta Drácula en tu casa? —preguntó Ruth.
—Se llama Alex. Y veréis, es que resulta... que...
Y procedió a contarlo todo... varias veces.
—En fin, parece que al final te voy a conocer. Soy Dani —dijo extendiendo la mano.
—El jefe y amigo de Luka, ¿no? Yo soy Alex —contestó estrechándosela quizá un poco demasiado fuerte—. El no... nuevo amigo de Luka. —Leches, había estado a punto de decir novio. Si lo hubiera hecho ya solo le habría faltado mear en las esquinas para marcar más todavía su territorio. Pero es que este tipo le irritaba con sus puñeteros cojines.
—¿El no nuevo amigo? Genial, ya somos tres los no amigos —malinterpretó Dani y le echó el brazo al hombro acercándolo a la ventana como quien no quiere la cosa, ese torso descamisado merecía la pena verse a plena luz del sol—. No te lo tomes muy a pecho, las mujeres a veces hacen y piensan cosas raras pero con lo que se ve en la tele a diario no les quito la razón... Lo cierto es que a mí me han persuadido de que había pasado algo, así que ya ves... son convincentes, sobre todo Ruth, uffff... cuando empieza a emplear la lógica es tremenda.
—Tate
quieeeeto, nene —dijo Javi saliendo de la cocina con tres cervezas cogidas por el cuello en la mano y alzando las cejas hacia Alex—,
qu'espropiedápriva.
—¿Eh? — ¿No hay nadie normal en esta casa?, se preguntó Alex. ¿En qué idioma hablaba Javi ahora? Y joder, mira que es sobón este hombre, pensó sacudiendo los hombros para librarse del "abrazo" de Dani... Menudo repertorio de amigos tenía Luka.
—Nada, bromas privadas. No nos hagas caso... ¿Y bien...? ¿Qué ha pasado?
Dani cogió sus cojines y se sentó sobre ellos mientras Alex se colocaba en el sillón en el extremo pegado a las cortinas y Javi se acomodaba en el otro extremo dejando un buen hueco entre ellos. Cuando estuvieron todos los botellines abiertos y les faltaba unos cuantos tragos, Alex contó su versión de los hechos, interrumpiéndose al llegar a ciertas "circunstancias" que a nadie de ese salón le importaba, para terminar con la entrada triunfal del club de las locas en la casa. En ese momento, Javi retomó la conversación explicando a Dani lo que había contado antes. Aunque esta vez con muchas más risas y camaradería.
Tras dar por zanjado el tema, un silencio incómodo de apoderó del salón. Se miraron los unos a los otros sin saber exactamente qué decir, al fin y al cabo era perfectos desconocidos.
—Pues estoy pensando en hacerme un jardín zen... —comenzó Javi.
—Qué interesante —aprobó Dani.
—Sí, lo estaban echando por la tele cuando tuve que salir corriendo hacia aquí.
—Aps —tema cerrado.
Dani se mesó el pelo, su carácter no soportaba por mucho tiempo el silencio.
—Parece que se avecinan malos tiempos —comentó Javi—, empieza a ser complicado encontrar curro en las obras.