Y si elijo la opción C: ... pero es que no se me ocurre opción C.
Entonces el asunto estaba entre quedarse y horrorizarle o largarse y enfadarle... difícil elección... aunque...
Opción C: me largo sin que se dé cuenta, pero le dejo una nota diciéndole que tengo asuntos urgentes que solucionar. ¿Cuáles? Ni idea, ya me los inventaré.
Así que Luka se levantó sigilosamente, se vistió más o menos, porque parte de su ropa o estaba rota o había desaparecido y con el lápiz de labios dejó un mensaje en el espejo del cuarto baño, esto lo había visto hacer en una película y resultaba impactante.
Domingo 2 de noviembre de 2008, 9.30h
Drácula se despertó, la cama estaba vacía, no solo la cama, la habitación estaba vacía. Tenía un aspecto horroroso, mal aliento matutino, pelo enredado, le rugía el estómago por el hambre y gozaba de una imponente erección matinal. Bueno, eso exactamente no era horroroso, era más bien interesante. Se levantó extrañado buscando a Luka, pero su vejiga reclamó atención, atención urgente, se metió en el baño distraído y pegó un salto de medio metro hacia atrás, tropezó con sus propios pies y cayó todo lo largo que era en el suelo dándose un buen golpe en la cabeza. Se incorporó lentamente apretándose la testa con las manos, se acercó despacito a la puerta del baño, se asomó muy lentamente por un lateral y miró... los ojos se le salieron de las órbitas y la boca se le abrió completamente. Allí, en el espejo del cuarto de baño en letras enormes y deformadas que recordaban poderosamente a las usadas en la película "El Resplandor", de color rojo sangre, torcidas y absolutamente aterradoras habían dejado un mensaje que a simple vista parecía de ultratumba.
HA SURGIDO UNA COSA URGENTE, TENGO QUE IRME
Con el corazón latiéndole acelerado en el pecho entró en el baño receloso, la adrenalina corría por sus venas. Endemoniada mujer, nunca mejor dicho, le había pegado un susto de muerte. Se sentó en la taza del retrete y suspiró desconcertado; no hay quien entienda a las mujeres. Primero piensa en presupuestos, luego me deja un mensaje que más que avisar, aterroriza... demonios. Cuando vuelva de Barcelona tendremos unas cuantas palabras. Sonrió.
Domingo 2 de noviembre de 2008, 19.30h
De: C3PO
Para: R2D2
Asunto: Ay ay ay
Ay, Pili, me parece que he metido la pata. Pasé la noche con Drácula y me fui de madrugada sin decir nada. Bueno, dejé un mensaje... ¿crees que se habrá enfadado?
De: R2D2
Para: C3PO
Asunto: Re: Ay ay ay
Uffff... muy educada no has sido... lo lógico es esperar a desayunar para desaparecer... ¿Por qué te fuiste? ¿Dónde dejaste el mensaje?
De: C3PO
Para: R2D2
Asunto: Re: re: Ay ay ay
Me fui por el mal aliento. El mensaje lo deje en el espejo del baño.
De: R2D2
Para: C3PO
Asunto: Re: re: re: Ay ay ay
Joder.; ¿¿¿tan mal le olía el aliento??? Mira, esto hay que hablarlo detenidamente, pásate a tomar un café, y hablamos. Estoy sola en casa, hoy hay fútbol.
Así que Luka cogió su coche y partió en busca de amistad y consejo. La casa de Pili alias R2D2 estaba a escasos 10 minutos en coche, encendió la radio, sonaba
It's raining men...
la mejor canción para escuchar... llueven hombres... pues a ella le había llovido uno y no lo había sabido manejar muy bien que se diga. En fin, más se perdió en Cuba... o eso decía su abuela.
Aparcó el coche en el único hueco que quedaba vacío en toda barriada, tendría que andar como cinco minutos hasta la casa de su amiga. Las deportivas sin marca que llevaba pisaban en la cera sin hacer el menor ruido, de hecho ningún sonido perturbaba el silencio esa tarde. Era un silencio denso, inquietante, no había nadie en la calle, vale, hacía frío, pero por helador que fuera el invierno siempre había algún loco haciendo
footing...
Luka aceleró un poco el paso, el portal de Pili estaba justo al lado de bar, en menos de tres minutos habría llegado. No es que fuera una persona miedosa, más bien se consideraba cautelosa, pero es que este era un barrio familiar, siempre había niños por la calle a estas horas... y no ver a nadie le estaba poniendo de los nervios. De repente oyó un susurro contenido que venía de todas partes y de ninguna. Ya estoy cerca, pensó acelerando, en dos pasos me planto delante del bar. Seguro que dentro hay gente.
—Porque además, es de noche, y por la noche suceden cosas, gente mala, asesinos, ladrones, violadores, hombres lobo... Bueno, estos últimos no, quizá me esté dejando llevar por mi imaginación —ahora ya hablaba con ella misma, así por lo menos no oía el silencio—. Los hombres lobo no existen, así que esos no me pueden atacar. Y si viene un ladrón, seguro que le doy tanta pena, que hasta me hace un donativo... lo peor sería un violador o un asesino. A un violador podría hacerle frente, tengo buenos pulmones para gritar y según el Vinagres doy buenas hostias, pero un asesino... ufff... a ver cómo escapo de eso... y además, ¿por qué narices no hay nadie en la calle?
Dejó de hablar consigo misma porque ahora estaba metida dentro de sus pensamientos, pensamientos repletos de hombres lobo asesinos que habían matado a todo el barrio y que la seguían sigilosamente... Estaban a punto de lanzarse sobre ella y no podría hacer nada, jamás ganaría a esos seres en una carrera. Jadeó. Dios, esto es increíble, recapacitó en un momento de madurez, que la mente humana pueda pensar semejantes chorradas... y peor aún, que YO sea capaz de asustarme por ellas... joder. Y aunque sabía que estaba haciendo el idiota más espantoso, empezó a correr... sólo pretendía llegar hasta el bar y mirar a través de las ventanas. Asegurarse de que la raza humana seguía existiendo, y además es que tenía prisa... Bueno, no tenía mucha prisa, pero nadie lo sabía, ¿no? Si la veían correr pensarían que llegaría tarde a algún lado, no que estaba asustada por los hombres lobo... joder.
—Prometo solemnemente que jamás volveré a ver películas de miedo... —afirmó en voz alta.
Y en el preciso momento en que se plantaba de un salto frente al bar, un rugido atronador rompía el silencio. Un alarido que salió de miles de gargantas a la vez. Tan coordinado, tan enérgico, que a Luka le dio un vuelco el corazón. Fue tal el susto que tropezó perdiendo momentáneamente el equilibrio y se estampó contra la puerta cerrada del bar, para a continuación rebotar y acabar tumbada sobre la acera mientras el aullido seguía sonando sin parar desde todos los puntos del barrio, un rugido atronador, repitiendo una y otra vez la misma palabra...
—¡Goooooooooooooooool, gooooooooooooooooool!
—Jooooooooooder, joooooooooder —repetía en perfecta sincronía Luka tirada en la acera. En ese mismo instante un hombre salió del bar y se agachó a su lado.
—Luka, ¿estás bien? Vaya golpe que te has dado, ha retumbado todo el bar. ¿Qué mosca te ha picado?
—Hola Javi, encantada de verte —dijo Luka cogiendo la mano que le ofrecía para levantarse. De entre todas las personas desconocidas que podían haber visto su ridícula caída, tenía que ser Javi, el novio de Pili, el que la observara... Joder, se iba a reír a su costa una semana.
—¿Estás bien?
—Sí. Gracias. Mira, resulta que...
—Ya, ya, Pili está en casa. Oye, te dejo, el Madrid acaba de marcar gol, nos ponemos en cabeza. Eh... ¡eso es falta! —dijo mirando la pantalla del televisor a través de los cristales—. Te veo luego.
—Ciao
—se despidió Luka, aunque Javi ya había entrado otra vez en el bar totalmente pendiente del partido—. Joder con el puto fútbol, qué susto me ha dado.
Llegó al portal con un ligero dolor de cabeza, mañana tendría un buen chichón en la frente en el lugar exacto en que se había encontrado con la puerta del bar. Llamó al telefonillo y subió. Pili había dejado la puerta de casa abierta, así que Luka entró sin llamar. Su amiga estaba acabando de hacer una labor en punto de cruz. Se le daba de maravilla. Sentada en el sillón, sus manos de dedos largos y finos daban con facilidad diminutas puntadas en la tela. Levantó la mirada para sonreírle mostrando sus hermosos labios gruesos, su nariz delgada, el pelo rubio y liso cayendo en cascada por su espalda y resbalando por sus hombros, tan delgada que apenas sí ocupaba la mitad del asiento del sillón.
Luka se quitó el abrigo, lo dejó sobre la mesa del salón y entró a la cocina a servirse un café. Cuando conoces a alguien desde hace un cuarto de siglo, no esperas a que te pregunte qué quieres tomar, lo coges directamente. Se lo puso bastante cargado y regresó al salón; Pili esperó justo hasta que su amiga se sentó. Luego disparó.
—¿Tan mal le huele el aliento? ¿Qué te ha pasado en la frente?
—No, es que me he explicado mal. Me refería a que si me despertaba junto a él se daría cuenta de las ojeras, el aliento mañanero y todo eso... un horror. Y en la frente, naaaaaa, un golpe sin importancia...
—¡Ahhhh!
Y Luka procedió a contarle a Pili lo que había pensado, el aliento, las ojeras y todo lo demás... Pili escuchó atentamente, preguntando cuando algo no le quedaba lo suficientemente claro.
Cuando acabó la narración se quedaron calladas un instante mientras Pili recapacitaba... Luego emitió su sentencia.
—¿Sabes lo que te pasa? Que llevas tanto tiempo sin salir con un hombre "normal" que no sabes cómo actuar.
—¿Un hombre "normal"? Perdona, bonita, pero siempre he salido con hombres normales.
—No. Has salido con dos hombres, tres si contamos a Drácula; por cierto, a ver si averiguas su nombre... Y esos dos hombres eran raros hasta decir basta.
—Qué va, eran de lo más normales, solo tenían sus cosas.
—A ver, el primero de los dos, Emilio el Zombi. Incapaz de pronunciar dos palabras seguidas.
—Eso es mentira. Pronunciaba muchas palabras seguidas.
—Sí, pero de diez palabras seguidas que pronunciaba solo tenían sentido dos. Por tanto las demás no cuentan. Además no tenía cerebro.
—Sí tenía cerebro.
—Vale, pues tenía cerebro. Lleno de tanta mierda que los pensamientos se quedaban pegados con la cola o se destruían con la coca...
Luka torció los labios recordando... Lo cierto es que el Zombi había sido uno de los grandes errores de su vida. Empezó a salir con él a los 17 años y lo dejó tres meses después, pero la experiencia fue tan aterradora que los tres años siguientes se había visto incapaz de salir con ningún hombre, y como las mujeres no le gustaban para eso, pues su vida sentimental se había vuelto inexistente.
El Zombi no era un mal tipo, lo que pasaba es que no era nada. Al principio había resultado divertido, un tipo sin cabeza que hacía tonterías, y a Luka le gustaba reírse, así que cuando aquel día en la discoteca él la había besado —su primer beso—, ella le había correspondido, lo malo fueron los noventa días siguientes. Al tercer día descubrió que la mitad de las tonterías que decía provenían de su adicción a la coca y que la otra mitad venían de su apego por esnifar pegamento cuando no tenía coca a mano. Era incapaz de decir una frase coherente y por supuesto no recordaba jamás que había prometido no volver a meterse mierda. A los diez días le mandó a la mierda por primera vez, él lloró un poco, prometió un mucho y volvieron a empezar. Al mes le dejó por segunda vez, él volvió a llorar otro poco y a prometer otro mucho, Luka ya no esperaba nada, pero se lo seguía pasando bien con el grupo así que siguió adelante, además normalmente estaba tan ido que no había ningún problema con el sexo, directamente no se le levantaba. Aguantó dos meses más, aunque no se puede decir que salieran como pareja exactamente, ella iba con el grupo y de vez en cuando el Zombi se acordaba de que tenía novia. A los tres meses él recordó de golpe que tenía novia, también recordó que tenía un apéndice de su cuerpo al que si se le prestaba atención incluso podía llegar a levantarse y usarse y se puso pesado para conseguir esa atención. Ese día Luka lo dejó por tercera vez. De su relación obtuvo un odio tremendo hacia cualquier droga, un recelo descomunal hacia los hombres, su virginidad intacta y los nudillos desollados. El Zombi por su parte ganó un ojo morado que jamás recordó cómo se golpeó y si consiguió algo más, pues lo olvidó a los cinco minutos, al fin y al cabo no tenía muy buena memoria.
—Sí, la verdad es que no fue una buena elección —dijo Luka volviendo al presente.
—Y luego, tras unos cuantos años de secano, vas y te lías con el Vinagres. Joder... salir de la sartén para caer a las brasas.
—Buenooooo, tampoco fue tan malo...
—No. Fue peor.
Vicente, alias el Vinagres. Ufff. Lo conoció en una discoteca cuando tenía veinte añitos, era un tío serio, sereno, inteligente y más aburrido que una ostra. Luka empezaba a sentir de nuevo la revolución de las hormonas y ya era hora... así que cuando decidió que necesitaba sexo —joder, veinte y virgen, parecía el título de una canción—, se dedicó a buscar su hombre ideal y eso incluía un tío limpio, sin drogas. Inteligente, que pudiera articular más de mil frases coherentes. Con memoria, que se acordara de que ella existía. Serio y trabajador, no era pedir mucho, ¿verdad?
Luka llevaba un par de años trabajando con galerías de arte montando exposiciones, y no es que allí tuviera muchas oportunidades de conocer hombres de ese tipo, sus jefes y compañeros eran más bien del tipo soñador, más inmersos en sus creaciones que en lo que pasaba por el mundo. Gente muy agradable y divertida, pero con ataques de creatividad que les hacían olvidar el resto de la creación... y Luka estaba incluida en ese resto. Así que, cuando conoció al Vinagres en la discoteca y se cercioró de que cumplía sus normas, se tiró de cabeza al río. Lástima que antes no hubiera probado cuan profundo era.
El Vinagres resultó ser un tipo soso los días normales y un tipo obsesivo los días anormales. Y la cuestión es que al principio todo había sido miel sobre hojuelas. Quedaban cuando ella acababa de trabajar, que nunca solía ser a la misma hora porque dependía de cómo se desarrollara el montaje, salían a tomar unas Coca-Colas y luego cada uno a su casita. Todos los sábados, sin faltar ni uno, iban al cine y luego a cenar al burguer, y los domingos paseaban por el parque hasta las diez de la noche, que al día siguiente el Vinagres madrugaba (ella no, qué va). A los tres meses exactos de comenzar a salir cambió la rutina de los sábados. Hicieron el amor por primera vez. Un beso, cinco minutos de sobeteo, penetración, cinco minutos de embestidas, orgasmo (masculino), esperar media hora, sobeteo cinco minutos y otra vez penetración, bombeo durante quince minutos (la segunda vez era más lento), orgasmo (masculino) y a vestirse que había que llegar a casa a una hora prudencial. La primera vez le dolió un poco, pero entre bostezo y bostezo tampoco se enteró demasiado. No es que fuera el polvo de su vida, ni de la de nadie, pero bueno, tampoco era tan malo. Estaba a gusto con él, no se pasaba de listo y en el cine echaban buenas películas. A los seis meses de relación, la rutina de los sábados volvió a cambiar, Luka decidió que mientras él bombeaba ella podía perfectamente acariciarse a sí misma y así fue como, tres meses después de empezar a hacer el amor, llegó al orgasmo por primera vez; nada del otro mundo, pero bueno, quince minutos de "comba" daban para bastante en la imaginación y además estaba de moda la película de Brad Pitt,
Troya
, y ella la había visto un par de veces en el cine, así que tenía el cuerpo de Brad muy presente, siempre y cuando tuviera los ojos cerrados. Al cabo de año y medio y después de innumerables sábados de sobeteos, penetraciones y bombeos perfectamente cronometrados, y por qué no decirlo, después de muchos Brads Pitts, Erics Bañas, Hughs Jackmans, Heaths Ledgers, Orlandos Blooms, Vigos Morttesens, un par de Batman y joder, hasta un Harry Potter —¡Dios!, lo que hace el aburrimiento, hasta con yogurines se lo montaba, tan desesperada estaba—, el Vinagres decidió que había llegado el momento idóneo de irse a vivir en pareja, alquiló un estudio y Luka, sin saber bien cómo —probablemente estaba tan aburrida que cualquier cosa distinta le pareció en ese momento una aventura—, se encontró viviendo en pareja. Tenía veintidós años y el aburrimiento de una ameba. El primer año de convivencia no fue malo, solo aburrido. En el segundo año el Vinagres empezó a estar todavía más avinagrado. Ya no solo cronometraba los polvos, sino que cronometraba cada segundo del día. A las dos comida, a las cinco merienda, a las diez cena, a las once en la cama. Si era viernes película en la tele hasta las doce y luego cama y si era sábado, pues un polvo de doce a doce y cuarto y luego a dormir. Ya ni siquiera echaban el segundo. Luka dejó sus montajes de exposiciones porque el Vinagres se enfurecía cuando ella no era puntual y en montajes jamás se puede ser puntual. Estuvo un tiempo en paro y fue a peor, porque ahora debía tener la casa perfectamente simétrica. Los paños de cocina tenían que ser del mismo color que la encimera, las toallas del baño del mismo color que los toalleros, las sabanas solo blancas, la ropa de diario solo vaqueros y camisa, si era algo más elaborado levantaba sospechas en el Vinagres y tenía que someterse a interrogatorio. Los fines de semana únicamente eran admitidos camisones y estaba prohibido salir a la calle a no ser que fuera primeros de mes y tocara cine. Por supuesto la casa debía estar impoluta a cualquier hora del día, si no trabajaba fuera entonces debía trabajar dentro. Los lunes filetes de pollo, los martes lentejas, los miércoles filetes de ternera, los jueves puré de verdura, los viernes garbanzos. Los sábados y domingos el Vinagres traía comida de fuera, el sábado del chino, el domingo del turco. Y jamás había variación. A no ser que Luka quisiera bronca. Lo único en lo que Luka jamás cedió fue en su tarde de los viernes con Pili.