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Authors: Noelia Amarillo

Tags: #Erótico

Falsas apariencias (5 page)

BOOK: Falsas apariencias
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La apoyó contra la pared, Luka le envolvió la cintura con las piernas y él la penetró sin más preámbulos, cuando se tiene prisa no hay nada que hacer. Luka se derritió y Drácula se detuvo en seco.

—Joder. ¡El condón!

Hubo un momento de pánico y luego el inevitable roce de algo largo y duro saliendo de ella, un sonido rasgado, algo que se enfunda, de nuevo penetración y vuelta a empezar... al fin y al cabo todo tiene arreglo en esta vida... La lástima es que el momento erótico, casi sicalíptico se perdió... y Luka se encontró apoyada contra la pared, con Drácula penetrándola apasionadamente y pensando en el presupuesto que tenía que hacer el lunes sin falta para el cliente pesado que no paraba de cambiar de medidas... Un rollo, porque el cliente llevaba ya más de cinco presupuestos distintos en lo que iba de semana y no parecía que tuviera las cosas muy claras. Uf, qué postura más incómoda, pensó sujetándose a los hombros de Draculín. Cuando una está a lo que está, es decir a follar salvajemente contra la pared, no se notan las incomodidades, pero cuando se está a un presupuesto mientras te folian, pues se nota el cansancio en las piernas, se nota que la pared está más dura que... una pared y que el tío que te folla no hace más que resoplar en tu oído... un verdadero fastidio, porque además con el pelo revuelto, tanto resoplido acaba mandándote el flequillo a los ojos y la verdad es que es muy molesto. Así que a Luka no le quedaba otro remedio que fingir como buenamente podía —era muy mala actriz— y esperar a que el vampirito acabase de una buena vez. En fin, quizá si cambiase una de las medidas de los cristales, podría abaratar un poco el coste, y si no...

—Luka...

—¿Eh?

—¿¿¿Dónde estás???

—Ah... ¿¿¿Apoyada en una pared???

Colmillitos enarcó una ceja, la miró detenidamente y salió de ella. Luka aliviada soltó las piernas de su cintura y las apoyó en el suelo. ¡Qué descanso!

—En fin... —dijo esperando que él se hubiera corrido... entre cristales y medidas ni se había fijado... ¿Había terminado o no?

Draculín no dijo nada, la cogió en brazos, atravesó la habitación y la tumbó en la cama. Se apresuró a desnudarla, mientras ella buscaba a toda prisa una excusa para irse de allí, estaba claro que se había equivocado de cabo a rabo... sobre todo en el rabo.

—Estoy pensando que...

—Sí, estoy seguro de que ese es el problema. No deberías pensar.

—¡Oye! Yo pienso lo que quiero, cuando quiero y como quiero.

—Perfecto. Pues si tuvieras la amabilidad de pensar en voz alta me harías un favor, así sabría por dónde me ando...

—Por supuesto —dijo Luka enfurruñada, aunque sabía perfectamente que si alguien tenía el derecho a estar enfadado era Draculín—. Estaba pensando que ya es bastante tarde y es hora de regresar a casa, tengo tareas pendientes.

—A las... —miró el reloj— ¿tres menos cuarto de la mañana tienes tareas pendientes? ¿Acaso un negocio que no puede esperar? ¡Buff! —dijo dando un manotazo al aire, como espantado una mosca.

—Pues mira, sí. Justo eso.

—¿¿Me estás diciendo que mientras estabas apoyada en la pared has recordado que tenías trabajo pendiente??

—Pues, sinceramente, sí.

—Y... ¿a cuento de qué te ha venido eso a la mente?

—Eh... —a ver ahora cómo explicaba que por culpa del parón se le había ido la cabeza a otro lugar—, pues, mira, yo... esto, verás, mientras te "acoplabas" de nuevo se me ha venido a la mente, eso mismo, ¿cómo "acoplar" las medidas de unos cristales para cuadrar un presupuesto?

—Ah, tienes razón, tiene mucho que ver —dijo Drácula cociéndose en la humillación. O sea, que mientras él se esforzaba por "acoplarse" a ella y darle placer, ella se esforzaba por "acoplar" cristales. Su orgullo maltrecho pedía compensación.

—Es algo muy importante —explicó ella sin saber qué decir.

—Sí, claro. ¿Y cómo va el tema?

—¿Eh?

—¿Cómo va el... presupuesto?

—Bueno... pues, la cuestión es que tengo que cortar una serie de cristales —le fue contando, no porque tuviera el más mínimo interés en que él lo supiera, sino porque realmente no sabía qué decir, y esa era una manera igual de buena que cualquier otra para llenar el incómodo silencio.

Drácula se tumbó de costado mientras ella hablaba, lo cierto es que no estaba prestando ninguna atención. Estaba tumbado al lado de una mujer hermosa que le atraía poderosamente y no pensaba quedarse de brazos cruzados. Fue girándose hasta quedar echado a lo ancho del colchón con la cabeza apoyada en el estómago de Luka. Sí, definitivamente estaba tan blandita como había pensado, mullidita, suave y además olía estupendamente. Su cabeza reposaba justo a la altura del ombligo y no pudo evitar lamerlo. En ese momento Luka paró su monólogo.

—Eh...

—¿Cómo consigues "acoplar los cristales"? —distrajo él.

—Pues, verás, tenemos planchas de 1.600x1.200mm y planchas de 2.010xl.070mm, todo es cuestión de... —Luka siguió explicando a pesar de notar que la cabeza de él estaba tibia sobre su tripa y que su lengua le lamía de vez en cuando el ombligo. ¡Hombres! Se creen que con unas cuantas caricias nos encendemos, pues Colmillitos va listo. Y se concentró más todavía en cuadrar cristales, que aunque no lo parezca puede resultar algo verdaderamente adictivo... Ni de coña.

Drácula dejó la lengua quieta y aprovechó para observar las piernas de Luka desde la increíble perspectiva que tenía apoyado en su vientre. Tenía unas piernas larguísimas, con buenos muslos, redonditos y bien formados, se veía algo de pelusa en ellos, sonrió para sí mismo. Luka se depilaba de rodilla para abajo, pero la pelusilla de los muslos estaba intacta. Deliciosa. Era de un color mucho más claro que el castaño de su cabeza, casi transparente y muy fino, tanto que si no hubiera estado tumbado como estaba no lo hubiera visto. No lo pudo resistir, pasó las yemas de sus dedos por esa pelusilla encantadora y casi inexistente. Apenas se notaba. Fascinante. Le recorrió los muslos una y otra vez, le excitaba mucho acariciarla y sentir ese suave vello bajo sus dedos. Ella enmudeció de nuevo, inhaló, y comenzó a hablar con un tono de voz más enérgico.

—Por tanto, si la medida de serie es de 400x300mm, lógicamente nos viene mejor las planchas de...

—¿Pero qué le había dado a este vampiro en sus muslos? Vale que tenían algunos pelillos, pero llevaban con ella desde que nació, no pensaba depilárselos por mucho que le molestaran, apenas se notaban. Además la cera dolía horrores.

—¿Y si la serie fuera de 425x365mm? —Drácula se lo estaba pasando de maravilla acariciándola, así que mejor entretenerla con más medidas de esas.

—Pues entonces lo que interesaría, espera que calculo...

—Ajá...

Draculín oía su voz pero no escuchaba sus palabras. Estaba totalmente inmerso en misterio oculto entre la unión de sus muslos. Una nube de rizos castaños cubría su sexo impidiéndole ver la forma de su clítoris y realmente se moría por verlo. Sí, la había acariciado ahí la noche pasada pero con la oscuridad reinante en el coche no había podido ver cómo era. No es que le hubiera importado nunca ver el clítoris de sus amantes, pero con Luka la curiosidad y el deseo le estaban matando. De hecho, aún tenía el pene durísimo y enfundado en el condón, no se había corrido, le había cortado todo el rollo verla pensando en sus cosas cuando estaba dentro de ella. Así que ahora tenía un dolor en los testículos atroz y una curiosidad indecente por ver sus secretos.

Los rizos se veían húmedos, sopló sobre ellos. Ella se calló de nuevo, inspiró, y volvió a la carga con las medidas de los cristales. Desde luego esta mujer era tozuda.

—Además en nuestra empresa no tenemos máquinas de corte, lo hacemos todo de forma artesanal... —decía aferrándose a los prolegómenos de su trabajo.

—¿De forma artesanal?

—Sí, ya sabes, artesanal, con las manos. De forma manual.

—Ah.

—Sí, tiene más calidad, no se ensucia con el aceite de coco porque...

Manual... interesante. Dejó que sus dedos subieran por los muslos hasta llegar al origen de su curiosidad. Lo manual estaba bien. Comenzó a peinar los rizos suavemente, estaban muy mojados, lentamente los fue separando hasta que descubrió el clítoris, se veía rosado, medio oculto entre los pliegues. Luka se movió inquieta.

—¿Qué haces?

—Trabajo manual —contestó él muy serio.

—Ah... pues como decía, si se usan máquinas —dijo empuñando férreamente su explicación; que el vampiro lo intentara, ya vería lo que era bueno.

El apoyó una mano en el muslo, haciendo presión hasta conseguir abrirle un poco las piernas, el movimiento anterior había ocultado lo que estaba tan encaprichado en ver... ¡Sí! Ahí estaba de nuevo, tan pequeño y radiante, aún seguía oculto pero se veía algo más hinchado, deslizó un dedo a lo largo de la abertura separando un poco los pliegues; sí, definitivamente se estaba tensando por momentos. Sopló sobre él otra vez, ella se movió de nuevo, esta vez separando un poco más las piernas, él acarició el botón lentamente con su índice, era muy suave, estaba muy terso, continúo acariciando, trazando círculos con el dedo cada vez más húmedo, la abertura de su vagina resplandecía, le llegó un delicioso aroma. La esencia especial de Luka. ¿Qué sabor tendría? Sin poder resistirse bajó la cabeza hasta reposarla entre los muslos de la mujer que, por cierto, eran tan mullidos como pensaba, y comenzó a lamer su clítoris. Dulce. Salado. Embriagador. Ella no hablaba. Drácula sonrió.

—¿Y qué pasa si se usa aceite de coco?

—¿Eh?

—En las máquinas... ¿Qué pasa si se usa ese aceite?

—Ah, se mancha el cristal... nada importante.

—Aps, creía que sí era importante...

—Ah. Sí, bueno. — ¡Demonios! ¿Qué narices le importaba a ese maldito hombre el puñetero aceite de coco?—. Importa, pero da igual.

—No, claro que no da igual, estoy seguro de que has dicho que era importante —dijo él sonriente y vengativo. Si quería pensar, él se ocuparía de que lo hiciera.

—Bueno, sí, verás... —estaba claro que no iba a hacer nada hasta que no le contara el tema del aceite de coco de los cojones. Mierda. — El aceite de coco…

Bien. ¿Por dónde íbamos? Repasó Drácula... Embriagador... exactamente. Volvió a recorrer con sus dedos la vulva hasta que los labios vaginales estuvieron henchidos y el clítoris apareció en toda su majestuosidad. Estaba hinchado, terso, dispuesto. Le propinó lánguidos azotes con la punta de la lengua y cuando ella comenzó a gemir, apoyó los labios y succionó, despacio al principio y más fuerte según aumentaban los gemidos femeninos. ¡Dios! Sabía delicioso, los dedos recorrieron la vulva arriba y abajo, una y otra vez, hasta que un dedo juguetón se coló en su vagina totalmente empapada, empujó y lo hizo girar a la vez que la lengua.

Ella gimió más alto. Un momento... ¿y qué pasaba con el aceite de coco? Pensó burlón.

Luka estaba a punto, la lengua de Draculín hacía maravillas, su dedo trabajaba magistralmente el punto "G", que por cierto acababa de descubrir que SÍ existía, y en ese momento, en el momento exacto en que NO tenía que parar, paró.

—Joder —gruñó sin pensarlo.

—¿Y no se puede limpiar el aceite de coco? —preguntó él a la vez que se chupaba el dedo que había estado dentro de ella.

—¿Qué? — ¿De qué coño está hablando este gilipollas?

—El aceite de coco, ese que ensucia, ¿no se puede limpiar? —Dios, se la veía muy enfadada... y eso le encantaba.

—¿Eh? Sí, claro...

—¿Pero qué mosca le ha picado?

—Y entonces, ¿cuál es el problema? —fastidió un poquito más.

—¿Cuál es el problema?

—Sí. Si se puede limpiar no veo ningún problema.

—El puto problema es que es una mierda limpiarlo. ¿Vale? ¿Alguna cuestión más? ¿Algún puto asunto de vida o muerte? ¿Alguna duda?

—No —dijo él enarcando las cejas travieso—, sólo pensaba...

—Pues no pienses —dijo ella agarrándole del pelo para acercarle y besarle salvajemente.

Drácula sonrió, se incorporó, se colocó entre sus piernas, hundió la cabeza en su ingle y se dio un festín. Lamió, mordisqueó, succionó, metió un dedo, metió dos, y cuando ella empezó a temblar la penetró. Como aún tenía el condón puesto no hubo ningún parón.

Ella notó el primer envite y se estremeció, le ciñó la cintura con sus piernas pero él se las agarró y las colocó sobre sus hombros, luego mordisqueó sus pechos a la vez que una mano complaciente se deslizó entre los dos y comenzó a enredar con su clítoris. Luka arqueó la espalda, clavó los dedos en sus bíceps —muy bien formados, por cierto— y se corrió.

Al sentir el primer apretón de la vagina, Drácula se dejó ir.

La respiración jadeante de ambos se mezcló. Él la agarró y se tumbó de lado, aún dentro de ella. Se miraron extasiados.

—Y si el aceite de coco se puede limpiar... ¿Qué problema hay? —señaló él muy serio.

Luka soltó una carcajada y le estampó la almohada en la cara... Drácula no se quedó atrás.

Y así fue como un conserje avispado que no quería encontrar semen en su ascensor, se encontraría al día siguiente con una habitación llena de relleno de almohada desparramado.

Capítulo 3

Domingo 2 de noviembre de 2008, 7.30h

Era de madrugada y el sol debía estar todavía durmiendo porque no se veía ni un solo rayo de luz. Luka estaba en la cama con los ojos abiertos, pensando. De nuevo tenía tres opciones:

Opción A: quedarse en la cama con Draculín hasta que saliera el sol, y luego ya se vería... y de paso le preguntaría su nombre.

Opción B: levantarse sigilosamente y salir de la habitación sin decir esta boca es mía. Pero entonces seguiría sin saber su nombre. Y lo mismo Mr. Colmillos se enfadaba.

Opción C: Realmente no se le ocurría una opción C.

Recapitulemos:

Si elijo la opción A me despertaré a su lado, él tendrá un aspecto impresionante y yo disfrutaré de un estupendo mal aliento, un pelo asqueroso y como el maquillaje ya ni siquiera existe, unas ojera impresionantes y el rímel corrido. Además me despertaré muerta de hambre y mi estómago rugirá dejándome en vergüenza. Por si fuera poco, tengo un despertar bastante malo, pésimo. Así que el pobre Drácula se despertará al lado del Yeti y toda la magia que hay entre ambos desaparecerá...

Por otro lado, si elijo la opción B seguro que le sienta mal despertarse y ver que me he ido sin decir ni pío. Se enfadará. Pero no me verá las ojeras, ni olerá mi aliento apestoso, ni oirá mi estómago impaciente. No se llevará una mala impresión de mí y no huirá asustado ante mi mal humor mañanero...

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