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Authors: Alfredo de Hoces García-Galán

Fuckowski - Memorias de un ingeniero (12 page)

BOOK: Fuckowski - Memorias de un ingeniero
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—Igualmente. Espero que tengas listos los planos, acabo de terminar con los cimientos y tengo que pasar a la siguiente fase.

Los planos no eran ningún problema, solo le hacía falta un poco de tiempo.

—Los planos… sí, ahora mismo están en fase de
conceptualización
.

—¿Cómo que “conceptualización”? ¿Quieres decir que aún no son un concepto? O sea, ¿que no tenemos nada?

Pues sí que era negativo el tipo. Nada más empezar, y ya estaba montando el numerito.

—Los planos estarán listos en breve —dijo Minglanillas, con aire autoritario.

—En breve. Pues mientras llegan los planos, ya me dirás que hacemos con los albañiles. ¿Los mandamos a casa hasta que tengan algo que hacer?

Eso nunca
, se dijo Minglanillas. ¿Qué dirían en la corporación si se enterasen de que los recursos humanos habían abandonado la obra y se habían ido por ahí a hacer el vago, como si fueran un puñado de hippies?

—Aquí nadie puede estar sin hacer nada. Que vayan adelantando trabajo.

—A ver. El problema es muy simple. Tenemos unos cimientos, unos albañiles, y un puñado de ladrillos. Hay unos documentos donde se relacionan las tres cosas; indica al albañil “A” el punto “X” donde colocar el ladrillo “Z”. Los planos. Cuando me entregues los planos, asignaré a cada albañil sus tareas. No hay planos, no hay trabajo.

El tal Fuckowski dibujaba pequeños esquemas en el aire mientras hablaba. Ese tipo se creía muy listo, con sus ideas simplonas; se notaba que nunca había derivado un forlayo. Minglanillas estaba visiblemente molesto.

—Ya he dicho que los planos estarán en breve. Mientras tanto, que se dediquen a la autoformación —dijo Minglanillas, haciendo ademán de entrar al despacho. Quería dar la conversación por terminada.

—¿Autoformación? ¿No se te olvida un “pequeño” detalle? Todos nuestros albañiles son becarios; se les paga una mierda porque, en teoría, aquí les enseñamos a hacer las cosas. Decirles que aprendan solos es reírse de ellos; no seré yo el que se lo sugiera.

Carajo. ¿Habría algo a lo que aquel tipo no pusiera pegas? Minglanillas intentaba imaginar el motivo de esa actitud tan negativa. Tenía que ser odio, frustración… o envidia. Eso, seguro que era envidia. Ese tío no tenía
ningún estilo
, no había más que mirar su peinado. Era uno más del montón, y la única forma que encontraba de llamar la atención era con sus protestas. Ah, ese Fuckowski le caía mal, pero que muy mal. Era un muro interpuesto entre él y su ascenso, iba a tener que derribarlo como fuera.

—Mira, todos estamos en el mismo equipo. Tenemos que cooperar. Yo voy a trabajar duro con los planos. Vosotros id empezando la construcción de la forma habitual.

—¿¡¡La forma habitual!!? Mira, según tengo entendido, ShopMaster incorpora novedosas técnicas de derivación de filostros, y nosecuantas filigranas más de quinta generación. Yo de filostros no entiendo, te lo filostreas tú y a mí me hablas en el lenguaje de los ladrillos. Y te digo otra cosa: mi análisis técnico está estimado en dos semanas. Hoy es lunes 4; el Lunes 18 empiezo mis vacaciones. Tú te puedes retrasar con los planos si quieres, pero yo no voy a retrasar mi viaje a Suiza. Ya tengo los billetes.

Minglanillas no podía soportarlo más. Entró al despacho y dijo:

—Fuckowski, vas a tener que aprender a
confiar en tus superiores
.

—Hazme un favor. Conmigo deja los mandamientos de la biblia profesional del todo a veinte duros. Yo soy ateo.

Se oyó un fuerte portazo y un silencio blanco se apoderó de todo. Blanco como los planos de ShopMaster.

Parte 6

El martes a primera hora recibió Minglanillas un correo del señor Smith solicitando un
status report
. Minglanillas empezó a sudar. Le presionaban por todas partes, y encima ese Fuckowski… así no se podía trabajar.

Lo intentó con el viejo método de la patata caliente. Hizo un forward del mail del señor Smith a
fuckowski@teddybearconsulting
. A los diez minutos recibió un mail en blanco. El asunto decía:

Vigila tu Chotus Notes, que se te están escapando los correos
.

Vaya. Encima el tipo se creía gracioso. Desde luego que no le faltaba un detalle; era el perfecto gilipollas.

Los planos, los planos, los putísimos planos. A ver. Vamos a empezar por lo fácil. Minglanillas se quedó mirando la simulación 2D de la fachada de ShopMaster largo rato. Finalmente envió un correo:

A: Fuckowski

Asunto: Primer bloque de análisis funcional

Componente: Tejado

Dimensiones: Idénticas a los cimientos

Color: Rojo

Inclinación: 30 grados

Impermeabilización: Estándar

Realícese el análisis técnico a la mayor brevedad.

Luego envió otro correo al señor Smith:

Status: Iniciado análisis funcional.

Solapando análisis técnico.

El proyecto avanza suavemente.

Suavemente
. Sugería un avance a velocidad reducida, pero sin problemas. Indicaría al señor Smith que debía disminuir la presión, para no correr el riesgo de provocar un
avance brusco
. Estaba claro, Minglanillas tenía un don.

Recibió otro correito jocoso del Fuckowski.

Pues nada, empezaremos la casa por el tejado.

No le importó; ShopMaster era pan comido.

Bueno, estamos en racha. ¡Vamos a por lo de dentro! Veinte tiendas. Bien, diseñamos una tienda, y copypaste. Tirado. La cuestión es: ¿cómo mierda se hace el análisis funcional de una tienda? Ese capullo de Fuckowski seguro que lo sabía. Pero claro, no cooperaría, por mucho que Minglanillas se lo pidiera.

A no ser que…

Parte 7

En recepción, Clarisa discutía acaloradamente con Álvaro.

—Es que ya no es como antes —decía ella—. Ya casi no salimos, no nos divertimos…

—Pero cariño, esto es temporal… en cuanto esté acabado este maldito ShopMaster, me harán finalmente coordinador de mantenimiento, dejaré de ser pretending y se acabará el echar horas, estoy seguro. Entonces todo volverá a ser como antes.

—¿Te das cuenta de que llevamos así casi un año? Yo lo único que sé es que nunca tienes tiempo para mí. ¡Le prestas más atención a ese husky siberiano!

—Amor, ya me gustaría a mí no tener que trabajar doce horas al día, ni tener que venir a éste puto sitio los fines de semana. Pero es esto, o la calle. Es un proyecto de vital importancia para todos, según dicen. Y a Tara le dedico justo la atención que requiere, el resto de mi tiempo es tuyo…

Clarisa no parecía prestar mucha atención. Se colocaba una y otra vez los rubios cabellos detrás de las orejas con la mirada perdida.

—Creo que me he equivocado contigo. Tú no tienes
ambición
.

—¿¡QUÉ!? —a Álvaro se le hincharon las pelotas—. Pero, ¿se puede saber a qué viene eso? Oye, que tú eres recepcionista, eh…

—¡Ya estás otra vez! ¿Qué pasa, que no soy suficientemente buena para ti? ¿Por eso me hiciste ir a esa gilipollez de curso, no?

—Yo no he dicho eso. Es sólo que no es justo que te comportes como una princesita; todos tenemos que arrimar el hombro. Yo estoy más jodido que tú.

Era inútil, habían tenido la misma discusión cientos de veces. Él no tenía más remedio que aguantarse con su situación laboral; ella tenía serias dificultades para ver las cosas desde otro punto de vista que no fuera el de su propio bienestar.

Clarisa se quedó pensando que en realidad él no era el tipo de hombre que ella necesitaba. A ella le iba más alguien que estuviera por encima de toda la mierda, un triunfador, alguien con estilo.

En respuesta a su plegaria, sonó el teléfono.

—TeddyBear Consulting, división Shopmaster, dígame…

—¿Clarisa? Le habla Minglanillas, el arquitecto… Escuche, veo en su ficha que tiene usted un curso de desarrollo. Necesito a alguien para hacer un trabajito… puede ser una buena oportunidad. ¿Alguna vez se planteó ser consultora?

Quedaron a las 19:00 en el despacho de Minglanillas. Clarisa se disculpó con Álvaro; había surgido un imprevisto y tenía que preparar unos documentos. Le acompañó a la puerta, le despidió con un frío beso y volvió a la mesa.

Al sentarse, resbaló en la silla y casi cayó al suelo. Tenía el chocho hecho agua.

Parte 8

Se encaminó al despacho de Fuckowski intentando recordar todo lo que le habían explicado. Estaba oscuro, era ya bastante tarde. Llovía a mares.

Llamó a la puerta.

—¡Adelante, está abierto! —se oyó.

Entró a la oficina, tan sólo iluminada por una pequeña lámpara de escritorio. El tipo la recibió de pie junto a su mesa, sonriente.

—Señor Fuckowski, soy Clarisa, ¿puedo hablar con usted?

—Claro, cómo no. Por favor, siéntese —señaló a una silla situada en la esquina del despacho.

Clarisa tomó asiento, se obligó a sonreír, y dijo:

—Señor Fuckowski, como sabe soy recepcionista, pero tengo un diploma de desarrolladora. Verá, ha surgido un puesto de consultoría; quiero presentarme al examen y me gustaría aprender de usted…

Se tocaba continuamente el pelo para ocultar su nerviosismo. Fuckowski volvió a sentarse en su mesa. Su cara quedó iluminada por la pequeña lámpara, dándole un aire tenebroso.

—Oh… ¿Y qué desea aprender exactamente? —preguntó, mirando fijamente a Clarisa.

—Bueno, lo usual… he traído unos casos prácticos que me gustaría que resolviera.

Clarisa le pasó un montón de papeles. Él empezó a ojearlos a toda prisa, con ademán desinteresado.

—Si pudiera tenerlos resueltos para mañana, le estaría infinitamente agradecida… —le indicó.

Fuckowski acabó de leer el último folio y dijo:

—Dígale al subnormal de Minglanillas que si quiere sacarme un análisis funcional, va a tener que darme la mitad de su salario. No basta con enviarme esta mierda de especificaciones y una rubia que me toque el ego —soltó los papeles sobre la mesa.

—¡Oh! ¡Señor Fuckowski! ¿Cómo puede usted pensar que…?

—¿Cree que me chupo el dedo, Clarisa? ¿Qué pensaban? ¿Que me iba a poner cachondo y le iba a hacer su trabajo al de los pelos chisposos por la posibilidad de echarle a usted un polvo? —dijo, y le guiñó un ojo.

—Me parece que es usted
un paranoico
, señor Fuckowski.

—Ah, ¿sí? Pues, ¿sabe lo que me parece usted, Clarisa? ¿Sabe lo que veo tras esa sonrisa de porcelana y esos tics tan estudiados? Veo
un pendón
. Un pendón descerebrado que quiere aparentar clase. Trabaja usted en una gran corporación, sí, pero me apuesto que le ha costado un par de revolcones, ¿eh? Se ha tenido que comer un par de forlayos —puso la boca en forma de O, y con una mano hizo ademán de meterse algo con forma de tubo.

Clarisa le miraba con los ojos como platos.

—Cada tarde al llegar a casa —siguió—, se quita usted su traje corporativo, deja la tarjeta de identificación al lado del pintalabios, y se dice a sí misma que ha llegado lejos. Pero apuesto a que a veces se despierta sudando en mitad de la noche, después de soñar con los forlayos, y ahora piensa que si aprueba ese examen dejará de sentirse un pendón, y entonces los forlayos callarán para siempre…

Clarisa se levantó de un salto y gritó:

—¡Es usted UN MONSTRUO, Fuckowski! ¡¡Un monstruo fascista y misógino!!

Corrió hacia la puerta.

—¿Me escribirá, Clarisa? ¿Me enviará un mail cuando guarden silencio los forlayos?

—¡¡¡Váyase usted a tomar por culo, desgraciado!!!

—Hala, hasta luego Lucas.

Salió del despacho dando un portazo y echó a correr. Sus lágrimas se mezclaron con la lluvia.

Iría a casa a toda prisa, se daría una ducha, se tomaría un Valium y se metería en la cama. Los forlayos habían empezado a gritar de nuevo.

Parte 9

Minglanillas se dio por vencido. Asumió la situación y empezó a trabajar duro; grapó diferentes vistas de la simulación 2D de ShopMaster a la pared de su oficina y empezó a trazar líneas en sus papeles en blanco.

Aquí se ven seis escaparates, pues tienen que estar separados por cuatro paredes. Aquí pongo otras cuatro, entonces en medio pongo el pasillo. Puertas. Aquí pongo las puertas. Esto irá en moqueta roja. Aquí un cuarto de baño, aquí un trastero… en este hueco pongo una columna para sostener el tejado.

Ocho días pasó Minglanillas encajándolo todo. Envió a Fuckowski el desglose de los planos: Diez columnas, veinticinco puertas, treinta claraboyas, cuarenta secciones de pared, ciento veinte secciones de moqueta, veintidós ventanas correderas, y multitud de accesorios. Fuckowski comenzó el análisis técnico, y sugirió que se nombrara a un sustituto para cubrir sus vacaciones.

El lunes a primera hora Fuckowski embarcaba a Zurich por la puerta A69 mientras Monchito recogía el equipaje en la cinta 13.

Parte 10

Monchito no tenía la más puta idea de aproximadamente nada en absoluto, pero su actitud era muy positiva. Minglanillas estaba encantado; jamás obtuvo un no por respuesta.
Haz esto ahora, esto tiene que estar mañana a primera hora, esto es máxima prioridad, esto también
. Monchito no rechistaba; por cada difusa especificación del arquitecto se pegaba cuatro o cinco horas navegando por la red, descargaba algún análisis técnico parecido, cambiaba medidas y cantidades, lo imprimía todo y entregaba un folio a cada albañil.

Nunca llegaba al hotel antes de las doce de la noche. Clarisa tampoco; al terminar su turno de recepcionista se iba al despacho de Minglanillas y le ayudaba en todo lo que podía. Ellos sí que sabían lo que era el trabajo en equipo.

Diecisiete coma dos maridos maltrataron a sus mujeres, el precio de la vivienda subió un ocho por ciento, los tipos de interés un tres, veintidós moros se ahogaron en el estrecho, Quiquito fue expulsado de la casa de Gran Hermano, y finalmente, para gloria de la humanidad, ShopMaster estuvo terminado.

Parte 11

Al regreso de Fuckowski estaban dándole la última capa de pintura a la fachada; había quedado idéntica a la simulación. El primer gran proyecto de Minglanillas ya era una realidad.

Dio comienzo la fase de pruebas: Fuckowski debía inspeccionar todo el edificio y listar las más que improbables incidencias. Minglanillas le abrió las enormes puertas con una gran sonrisa, pensando:
a ver qué tienes que objetar ahora, pequeña cucaracha sabelotodo.

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