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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

Guía de la Biblia. Antiguo Testamento (3 page)

BOOK: Guía de la Biblia. Antiguo Testamento
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El Tigris y el Éufrates tuvieron que seguir fluyendo por la nueva tierra a medida que se formaba. Dio la casualidad de que el Tigris fluyó hacia el Sur y el Éufrates hacia el Este. Al fin confluyeron para formar un solo río, conocido en nuestros días como Chat-el-Arab, que tiene 193 kilómetros de longitud.

En la época en que el libro del Génesis se llevó a su forma escrita, el Tigris y el Éufrates ya habían confluido para formar la corriente común, y el Génesis 2.10 se refiere seguramente a la partición (corriente arriba) del Chat-el-Arab en el Tigris y el Éufrates. Por tanto, la referencia al jardín de Edén señalaría los brazos inferiores de esos dos ríos en las cercanías de su confluencia, y da la casualidad de que allí fue precisamente (en épocas anteriores a la unión de ambos ríos) donde surgió aquella civilización.

Con ello quedan descartados los ríos primero y segundo del jardín, el Pisón y el Guijón. No es posible identificar a ninguno de ellos, aunque se han formulado hipótesis brillantes. Así, el Pisón («Pishon», en la Revised Standard Version) «rodea toda la tierra de Evila, donde abunda el oro... bedelio y ágata». (La Revised Standard Version dice ónice en vez de ágata, y la Anchor Bible, lapislázuli.)

De ese modo se describe Evila como una tierra de la abundancia donde se encuentra oro y otros minerales preciosos. Al buscar un país de riqueza legendaria que correspondiera a Evila, los europeos modernos se inclinan a identificarlo con la India debido a la proverbial «riqueza de las Indias». En ese caso, el Pisón, o Pishon, podría ser el Indo, río tan largo como el Éufrates que desemboca en lo que ahora es Pakistán, en el mar Arábigo.

El Guijón parece descrito con claridad al decirse que rodea toda la tierra de Etiopía. En tiempos antiguos, Etiopía era una tierra situada al sur de Egipto, y en nuestros días la nación que lleva ese nombre sigue situada a unos setecientos cincuenta kilómetros al sur de aquel país. En Etiopía nace un afluente del Nilo y, por tanto, parece lógico suponer que el Guijón es el río Nilo.

En consecuencia, si no llevamos más adelante nuestro razonamiento, los cuatro ríos de Edén serían el Indo, el Nilo, el Tigris y el Éufrates, en ese orden. Es una hipótesis fascinante. Por lo que se sabe, sólo hay dos civilizaciones que rivalizan en edad con la de la región Tigris-Éufrates. Una surge en las orillas del Nilo, y la otra en la ribera del Indo.

Pero tal argumentación no puede ser exacta. Ni el Indo ni el Nilo se acercan en modo alguno al Tigris y al Éufrates. El punto máximo de acercamiento del Indo al Tigris-Éufrates está a dos mil kilómetros, y a mil quinientos del Nilo, de manera que no concuerda con la afirmación bíblica de que los cuatro ríos tenían un origen común. (Aunque en la Biblia no todo debe tomarse en sentido literal, hay ciertamente que suponer que los autores bíblicos sabían cuándo confluían cuatro ríos en una región que ellos conocían bien.)

Consideremos primero la tierra de Evila. Cualquiera que sea, no puede ser la India, ya que la palabra que designa a la India aparece en el libro de Ester, y en hebreo es «Hoddu». Luego se menciona más veces a Evila, especialmente en Génesis 25.18, donde se describe como parte de la región donde viven los descendientes de Ismael:

Génesis 25.18.
Sus hijos habitaron desde Evila hasta el Sur, que está frente a Egipto, según se va hacia Asiria.

Es casi seguro que los ismaelitas eran tribus de la frontera arábiga, al sudeste de Canán y al sudoeste del Tigris-Éufrates y, por tanto, sin tratar de asegurarlo categóricamente, podemos suponer que Evila estaba en algún lugar al sur del río Éufrates.

Si ello es así, el Pisón podía ser un afluente del Éufrates que corriera en sus tramos más cortos desde Evila hacia el Sur y el Oeste. Quizá no fuese un río importante y tal vez desapareciera con la gradual desecación de la zona que tuvo lugar en épocas recientes. Incluso pudo ser un canal artificial que el autor bíblico confundiera con una corriente natural.

¿Y qué hay de Etiopía? Está muy lejos, en África. La palabra hebrea, que en la versión King James se traduce por Etiopía, es «Cush».
[4]
Sin duda, en la Biblia hay ocasiones en que Cus se refiere efectivamente a la región sur de Egipto, y su traducción por Etiopía es justificada. Es muy probable que no se trate de ninguno de esos dos lugares. De hecho, en la Revised Standard Version, se dice que el Guijón rodea la «tierra de Cus». La palabra se deja en su forma hebrea y no se intenta igualarla con Etiopía.

La mayoría de las veces, la Cus bíblica se refiere a una tribu arábiga. Existe una razonable posibilidad de que la palabra «Cus» en Génesis 2.13 se refiera al país del pueblo que los antiguos geógrafos griegos llamaban kossaenos, y a quienes los historiadores modernos se refieren como kassitas. Habitaban al oriente del Tigris y tuvieron un período de grandeza en los siglos anteriores al surgimiento de Asiria, de 1600 a 1200 aC.

Si esto es así, el Guijón pudo ser un afluente, ya desaparecido, del Tigris, que corriera desde el Este; o posiblemente fuera otro canal artificial.

Así, pues, nos hemos quedado en la situación siguiente. El Pisón confluye con el Éufrates cerca de su embocadura, y el Guijón se une con el Tigris cerca de su desembocadura antigua. Los dos ríos dobles se unen luego en el nuevo territorio que más tarde fue formándose poco a poco. Los cuatro ríos convergen en una zona relativamente pequeña, y la civilización antigua que surgió en esa región puede representar el núcleo histórico de la historia del jardín de Edén.

En el período primitivo tal región recibió un nombre que ahora transcribimos por «Sumer» o «Sumeria». En lenguaje sumerio, la palabra
eoden
significa «llanura». Nadie sabe exactamente de dónde procedían los sumerios, pero si, como parece probable, entraron originalmente en la zona desde las regiones montañosas hacia el este, quizá pensaran ir «a Edén»; es decir, «a la llanura».

Si es así, el término «Edén» puede apuntar concretamente a Sumeria, y su identificación con el posterior Edén de corriente arriba del Éufrates puede ser accidental (aunque ello nos situara en la posición correcta).

En hebreo,
eden
significa «placer» o «gozo», cosa que parece apropiada en relación con el jardín, pero con toda probabilidad esto no es más que un afortunado accidente etimológico, porque el hebreo y el sumerio no son lenguas emparentadas. De hecho, el sumerio no tiene relación con ningún idioma conocido. Sin embargo, la significación accidental del hebreo contribuyó a afianzar la impresión de que Edén podría ser un término místico sin un sentido geográfico real, y de que el lugar originalmente habitado por la humanidad era simplemente «el jardín de las delicias», sin ningún nombre específico de lugar.

Aún es posible otra consideración. Hacia el 2500 aC, siglos antes del nacimiento de Abraham, los sumerios ya habían sobrepasado su punto culminante. Nuevas tribus procedentes del Norte, los acadios, conquistaron «la llanura», y los sumerios, como pueblo conquistado, debieron pasar tiempos difíciles y mirar al pasado con ojos nostálgicos, a los días grandiosos de «la llanura».

¿Puede el relato bíblico del glorioso jardín de Edén, perdido para siempre, haber sido un reflejo, cuando menos parcial, de la añoranza sumeria por un pasado que había desaparecido?

La serpiente

Después de instalado Adán en el jardín de Edén, Dios le concede el derecho de disfrutar plenamente de sus delicias, con una excepción. Dice:

Génesis 2.17.
Pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas...

Dios crea a una mujer como compañera de Adán, formándola de una costilla del hombre. Probablemente ambos hubieran vivido eternamente felices en el jardín si hubiesen respetado la prohibición de Dios, Sin embargo, en el jardín había un aguafiestas:

Génesis 3. 1.
Pero la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo...

Se describe a la serpiente con la facultad de hablar y de lograr por medio de tretas que la mujer coma del fruto prohibido, transgrediendo la prohibición de Dios. Luego, la mujer incita a Adán a que lo coma también.

En el relato, la maldad de la serpiente carece de móviles; o bien, en el mejor de los casos, obedece a una mera complacencia en la perversidad. Los judíos de épocas postexiliares, sin embargo, lo hacen más comprensible al identificar la serpiente con Satán, que es el espíritu del Mal, al igual que Dios es el espíritu del Bien. Este concepto se deriva del pensamiento religioso persa: v. cap. 13.

En realidad, la historia de la serpiente es de un ambiente bastante poco bíblico. Sólo en éste y en otro caso (el de la burra de Balam, v. cap. 4) mencionan las escrituras hebreas animales que hablan. No sería nada extraño que el relato de la serpiente fuese sumamente primitivo y representara un resto de los mitos de la naturaleza (v. cap. 4).

Eva

A causa de la desobediencia del hombre y de la mujer, que comen del fruto del árbol a pesar de la prohibición, Dios los arroja de Edén. Ya no podrán vivir, cómodamente, recogiendo el alimento, sino que se verán obligados al duro trabajo de la agricultura.

Varios miles de años antes de los albores de la historia escrita, se inventó la agricultura en algún lugar del suroeste de Asia. La agricultura proporcionaba al hombre un abastecimiento de comida más pleno y seguro, y posibilitaba un amplio incremento de la población en las zonas donde se practicaba. Como las cosechas eran fijas y tenían que atenderse, los agricultores debían permanecer en un solo lugar. Para su protección mutua, los labradores se congregaban en pueblos que poco a poco se convertían en ciudades; así surgió la civilización, término derivado de una palabra latina que significa «ciudadano».

Pese a las ventajas materiales que la agricultura aportó al hombre, es muy probable que los pueblos habituados a la falta de responsabilidades que conllevaba el libre vagabundeo de la caza y la simple recogida del alimento (una vida que retrospectivamente parece mucho más divertida de lo que era en realidad), no podían sino considerar la agricultura como una especie de esclavitud rechazable.

¿No es posible, entonces, que una segunda vertiente de importancia histórica en el relato de la expulsión de Edén incluyera un vago recuerdo de los aspectos desfavorables del cambio producido por la agricultura?

Una vez que el hombre y la mujer iniciaron su vida fuera del jardín, Adán dio nombre a su compañera:

Génesis 3.20.
El hombre llamó Eva a su mujer, por ser la madre de todos los vivientes.

En la época en que se escribieron estas tradiciones, los judíos solían poner nombres propios con un significado concreto en hebreo y, por lo general, con un sentido religioso. Así, Josafat significa «Yahvé ha juzgado»; Ezequiel, «Dios da fuerza»; Ananías, «Yahvé es misericordioso »; etcétera.

En las tradiciones primitivas, los nombres de hombres y mujeres, no solían ser hebreos y, en consecuencia, no tenían un significado claro. Al buscar la significación que, según ellos, debían tener todos los nombres, los autores bíblicos atisbaban algún parecido con una palabra o una frase hebrea e inventaban una explicación al respecto.

De ese modo, el nombre hebreo equivalente a nuestra Eva es Havvah, que tiene cierta semejanza fónica con
hayah
, que significa «vivir». (En realidad, la «h» inicial es un sonido gutural que no se encuentra en nuestra lengua, pero que es semejante a la alemana «ch».) Como se considera a Eva madre de la raza humana, resulta tentador identificar Havvah con
hayah
y afirmar que recibió tal nombre por ser madre de todos los vivientes. Este es un ejemplo de «etimología por parentesco», que abunda en la Biblia. Desde luego, se desconoce el verdadero significado de Havvah o Eva.

Caín y Abel

Adán y Eva tuvieron hijos:

Génesis 4.1.
Que (Eva) concibió y parió a Caín, diciendo: «He alcanzado de Yahvé un varón».

Génesis 4.2.
Volvió a parir, y tuvo a Abel, su hermano. Fue Abel pastor y Caín labrador.

Suele admitirse que el nombre Caín («Kayin» en hebreo) significa «herrero». El uso de los metales apareció en los albores de la civilización, y el nuevo material se hizo sumamente importante tanto en la ornamentación como en la manufactura de armas para la caza y la guerra. Aquellos que sabían preparar los metales y trabajarlos hasta darles la forma necesaria eran artesanos importantes a los que se otorgaba gran consideración. El hecho de ser herrero y de ser así llamado era una cuestión de honor, y en la actualidad «Herrero» es un apellido frecuente (más aún entre ingleses y norteamericanos: «Smith»).

Este significado de Caín aparece con mayor claridad en una utilización posterior de la palabra, en el mismo, capítulo, como parte del nombre de un descendiente de Caín:

Génesis 4.22.
También Sela tuvo un hijo, Tubalcaín, forjador de instrumentos cortantes de bronce y de hierro.

Tubalcaín significa «herrero de Túbal»; Túbal es una región de Asia Menor. En los siglos inmediatamente anteriores al período en el cual recibieron forma escrita las leyendas del Génesis, en Asia Menor se elaboraron las técnicas para obtener hierro del mineral. Por tanto, los herreros de Túbal debieron ser famosos por producir armas de hierro superiores a todas las que se habían conocido hasta entonces, y los herreros de Túbal, «Túbal-caín», bien podrían haber entrado en la leyenda como los iniciadores de la metalurgia.

Sin embargo, durante el período del Exilio se buscó un significado claramente hebreo para la palabra, y se encontró en la semejanza de
kayin
con
kanah
, que significa «alcanzar». Por lo tanto, se hizo decir a Eva: «He alcanzado de Yahvé un varón», y poner un nombre a su hijo que recordaran sus primeras palabras al saber su nacimiento. Así quedó dispuesta la etimología.

Caín y Abel parecen representar respectivamente al labrador y al pastor. Las historias primitivas se escriben desde el punto de vista de los labradores, de los hombres asentados en ciudades, y en ellas se considera a los nómadas como depredadores bárbaros, crueles y sanguinarios.

Pero fueron los labradores quienes se multiplicaron, y la civilización se extendió. Los nómadas podrían triunfar cuando las disensiones internas debilitaran a los hombres de las ciudades, pero a la larga, la civilización contaba con hombres, organización y armas avanzadas que sólo podían producirse en cantidad mediante una tecnología elaborada. (Caín no era solamente labrador, también era herrero.)

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