En los dos siglos siguientes alcanzó su época de esplendor, siendo una ciudad próspera, culta, orgullosa de su helenismo, en cuyo seno había un grupo de filósofos y también una universidad importante. En su adolescencia, el emperador Augusto estudió en una isla del mar Egeo, teniendo como maestro a Atenodoro, un filósofo de Tarso. Era verdaderamente una «ciudad ilustre».
Tras el asesinato de Julio César, su antiguo lugarteniente, Marco Antonio, recibió el Oriente como esfera de influencia fijando su residencia en Tarso.
Mientras estaba allí, Marco Antonio convocó a Cleopatra para una conferencia con el fin de sacar dinero al próspero Egipto. Cleopatra llegó a Tarso en un barco equipado con un lujo extremo y ella misma especialmente engalanada para embelesar al romano, amante de los placeres. Tuvo éxito, y el segundo acontecimiento más importante de la ciudad de Tarso fue el encuentro inicial en el puerto de Marco Antonio y Cleopatra.
Pero aún más importante fue un suceso que pasó completamente inadvertido en la época. Como Tarso era un importante centro comercial, albergaba una colonia de judíos creciente y próspera. En un año concreto que desconocemos, pero que podría ser el 10 aC, Saulo nació en Tarso, y ese fue sin duda el acontecimiento más notable de la historia de la ciudad.
Por lo visto, su familia era de una importancia considerable. Para empezar, eran ciudadanos romanos, por lo que debían de ser lo bastante ricos para comprar la ciudadanía. A veces se otorgaba ésta por algún servicio rendido a Roma, pero también se vendía, como ha ocurrido, por ejemplo, con los títulos nobiliarios en la historia de Inglaterra. La Biblia no especifica nada a este respecto, pero cualesquiera que fuesen las circunstancias, el propio Saulo heredó de su familia esa condición, siendo ciudadano romano desde su nacimiento.
La ciudadanía romana era algo valioso en tiempos del Nuevo Testamento, pues no sólo daba prestigio y categoría social, sino también ciertos privilegios importantes.
Así, en cierto momento, cuando Saulo estaba a punto de ser azotado, se aprovechó de la inmunidad que la ciudadanía romana otorgaba respecto a los castigos físicos. Dijo al soldado romano que empuñaba el látigo:
Hechos 22.25. ...
¿Os es lícito azotar a un romano sin haberle juzgado?
El centurión informó inmediatamente a su capitán, que pronto interrogó al prisionero:
Hechos 22.27.
El tribuno se le acercó y dijo: ¿Eres tú romano? Él
(Saulo)
contestó: Sí.
El tribuno anunció con orgullo que él también era romano, que había pagado la ciudadanía por una gran suma, y Saulo le replicó tranquilamente informándole de que él era ciudadano por nacimiento:
Hechos 22.28.
Añadió el tribuno: Yo adquirí esta ciudadanía por una gran suma. Pablo replicó: Pues yo la tengo por nacimiento.
Saulo evitó el tormento; su ciudadanía le salvó.
Muy poco se sabe de sus parientes; parece que no se casó y que, por tanto, no tuvo hijos. Pero al menos tenía una hermana y un sobrino, porque los Hechos se refieren a ellos:
Hechos 23.16.
Habiendo tenido noticia de esta asechanza el hijo de la hermana de Pablo...
La prosperidad de la familia de Saulo viene confirmada por el hecho de que podían permitirse enviar a Judea a su hijo para que recibiera una completa instrucción religiosa en la propia Jerusalén.
A consecuencia de ello, Pablo obtuvo un buen conocimiento del arameo (a diferencia de muchos de la facción helénica); lo bastante bueno para entender no sólo los comentarios arameos a las Escrituras, sino también para mantener conversaciones y predicar en esa lengua. Tal capacidad bilingüe le proporcionó entre los habitantes de Judea una influencia mucho mayor de la que habría obtenido por otros medios:
Hechos 21.40. ...
Pablo ... hizo señal al pueblo con la mano. Luego se hizo un gran silencio, y Pablo les dirigió la palabra en hebreo
(arameo)...
Hechos 22.2.
Oyendo que les hablaba en lengua hebrea, guardaron mayor silencio...
En Jerusalén, Saulo fue discípulo nada menos que de Gamaliel, el destacado fariseo de la época que abogó por la tolerancia hacia los cristianos (v. cap. 9). Así, Saulo dijo:
Hechos 22.3.
Yo soy judío, nacido en Tarso..., educado en esta ciudad
(Jerusalén)
e instruido a los pies de Gamaliel, según el rigor de la Ley patria...
Y claro está, Saulo se convirtió en fariseo, tal como él mismo; admite, pues en el mismo versículo en que se define como hebreo hijo de hebreos, añade que es:
Filipenses 3.5.
[5]
...
según la Ley, fariseo.
A lo largo de su actividad, Saulo no tuvo escrúpulos en lograr el apoyo de los fariseos afirmando tener la misma filosofía que ellos y ser enemigo de las facciones saduceas. Ante el sanedrín, se; ganó astutamente el apoyo del grupo fariseo declarando:
Hechos 23.6. ...
Hermanos, yo soy fariseo e hijo de fariseos...
Tal vez su familia no fuese lo bastante rica para mantenerle ocioso durante sus años de instrucción. Quizá debió de «pagarse los estudios», por así decir. Si lo hizo, aprendió un oficio. Era trabajador manual además de erudito. Hay una referencia a su oficio cuando, estando de viaje, ciertos miembros de su misma profesión le dan hospitalidad:
Hechos 18.3. y
como era del misma oficio que ellos, se quedó en su casa y trabajaban juntos, pues eran ambos fabricantes de lonas.
[6]
Tal vez fuese mejor decir que su trabajo era el de «tejedor», pues no es probable que estuviese tan especializado como para hacer solamente tiendas, sobre todo si practicaba su profesión en ciudades griegas, donde no habría mucha demanda de tiendas de campana. Tal oficio podía ser el de la familia de Pablo, pues Tarso era famosa por los tejidos confeccionados con pelo de cabra que se llamaban «cilicium» por la región donde se encontraba Tarso.
En su juventud Saulo fue un fariseo completo, enteramente opuesto a las ideas de quienes creían que Jesús era el Mesías. Es posible que Saulo frecuentara la sinagoga a la que asistían «los de Cilicia y Asia» (v. cap. 9), porque era natural de Cilicia. Sin duda discutió con Esteban, y debió de ser uno de su principales acusadores. Desde luego, fue miembro destacado de la multitud que lo lapidó.
Según la Ley mosaica los testigos de cargo contra Esteban tenían la obligación de tirar las primeras piedras.
Deuteronomio 17.7.
Las manos de los testigos se alzarán las primeras contra él
(el condenado)
para hacerle morir...
Al cumplir con su deber, los testigos se despojaban de sus mantos con el fin de tener los brazos libres para tirar las piedras.
Hechos 7.58. ...
Los testigos depositaron su mantos a los pies de un joven llamado Saulo;
Hechos 7.60.
[7]
...Saulo aprobaba su muerte
(de Esteban).
Es la primera mención de Saulo en los Hechos, y es claro que debió tirar su cupo de piedras después de que los testigos arrojaran las suyas.
Además, Saulo capitaneó las fuerzas que luego emprendieron una persecución de cristianos:
Hechos 8.3. ...
Saulo devastaba la Iglesia
[8]
y entrando en las casas, arrastraba a hombres y mujeres y los hacía encarcelar.
En su vida posterior, refiere una serie de ocasiones de su primera etapa en que persiguió a la secta de la que después fue su mayor partidario. Por ejemplo, en la Epístola a los Gálatas dice:
Gálatas 1.13. ...
habéis oído ... cómo con exceso perseguía a la Iglesia
[9]
de Dios y la devastaba.
Saulo no se contentaba con perseguir celosamente a los cristianos en Jerusalén o incluso en Judea. Por lo visto, la nueva secta hacía su aparición entre congregaciones judías fuera de Judea. Saulo pretendió autoridad para viajar por tales ciudades y extirpar el cristianismo de ellas:
Hechos 9.1.
Saulo ... se llegó al sumo sacerdote,
Hechos 9.2.
pidiéndoles cartas de recomendación para las sinagogas de Damasco, a fin de que, si allí hallaba quienes siguiesen este camino
(cristiano) ...,
los llevase atados a Jerusalén.
De ese modo vuelve a entrar Damasco en la corriente histórica de la Biblia. Durante los reinos había sido la capital de una nación gravemente enemistada con Israel, pero su importancia desapareció a raíz de su destrucción por Asiria en el 732 aC. Sucesivamente, pasó a ser dominio de asirios, caldeos y persas. Tras la época de Alejandro Magno, unas veces la dominaron los tolomeos y otras, los seléucidas.
Los romanos la conquistaron en el 64 aC, pero en el 31 dC le concedieron una autonomía considerable bajo el gobierno de Aretas, el reyezuelo que combatió contra Herodes Antipas por el divorcio y posterior matrimonio de éste (v. cap. 5), y que ahora, en tiempos de Saulo, se acercaba al fin de un largo reinado de medio siglo.
Pero cerca de Damasco, Saulo vivió una experiencia insólita:
Hechos 9.3.
...al acercarse
(Saulo)
a Damasco, se vio de repente rodeado de una luz del cielo;
Hechos 9.4. y
al caer a tierra, oyó una voz que decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Hechos 9.5.
Él contestó
(Saulo):
¿Quién eres. Señor? Y
Él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
Saulo quedó cegado por la visión y tuvieron que llevarle a Damasco, donde permaneció sin vista durante tres días. La recobró al contacto de un discípulo cristiano de la ciudad.
En consecuencia, Saulo se convirtió al cristianismo, haciéndose tan fanático de esa creencia como antes fuera enemigo de ella. (Esto no es en absoluto inhabitual en las conversiones.) El año en que tuvo lugar su conversión se desconoce; se cree que fue entre el 32 dC (año siguiente a la muerte de Esteban) y el 36 dC.
Saulo empezó pronto a predicar en Damasco la doctrina cristiana, para sorpresa de todos los que conocían su fama de fervoroso anticristiano. Sus éxitos, por lo visto, fueron grandes, lo suficiente para que los judíos no conversos creyeran que Saulo merecía la muerte por blasfemo.
Hechos 9.23.
Pasados bastantes días, resolvieron los judíos matarle;
Los hechos no dicen cuánto tiempo permaneció Saulo en Damasco, aparte del vago «bastantes días». Pero en la Epístola a los Gálatas, Saulo habla de ese período:
Gálatas 1.17 ...
partí para la Arabia y de nuevo volví a Damasco.
Gálatas 1.18.
Luego, pasados tres años, subí a Jerusalén...
Así, es de suponer que Saulo meditara sobre la nueva doctrina durante tres años (pasando algún tiempo en tranquila introspección en la región semidesértica al oriente de Damasco, aquí referida como «Arabia»). Poco a poco fue creando su propio punto de vista.
Quizá se quedara más tiempo en Damasco y sus alrededores, por si el peligro se agudizaba. Finalmente hubo de ocultarse para que los indignados judíos de Damasco no le prendieran y le sometieran a juicio. En realidad, se hizo necesario sacarle de la ciudad, y aquello fue una tarea difícil.
Hechos 9.24. ...
Día y noche guardaban
(los enemigos de Saulo)
las puertas para darle muerte,
Hechos 9.25.
pero los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por la muralla descargándole en una espuerta.
Pero debía tratarse de algo más que una simple disputa ideológica entre judíos y cristianos. Damasco albergaba gran número de judíos, pero en su mayor parte era una ciudad gentil regida por gentiles. Sólo con su autoridad, los judíos no podían guardar las puertas. Por lo visto, sus actividades también inquietaron al rey Aretas, que envió a sus soldados en busca de Saulo.
El propio Saulo, al describir ese episodio, dice:
2 Corintios 11.32.
En Damasco, el etnarca del rey Aretas puso guardias en la ciudad de los damascenos para prenderme,
2 Corintios 11.33.
Y por una ventana, en una espuerta, fui descolgado por el muro y escapé a sus manos.
Saulo volvió entonces a Jerusalén y trató de incorporarse a la comunidad cristiana de la ciudad. Al principio no lo consiguió, pues era muy natural que los discípulos sintieran recelos hacia su antiguo perseguidor. Saulo necesitaba un padrino, y lo encontró;
Hechos 9.27.
Tomóle
(a Saulo)
entonces Bernabé y le condujo a los apóstoles, a quienes contó cómo ... había visto
(Saulo)
al Señor...
Los Hechos se refieren antes a Bernabé en relación con el régimen comunitario de los primeros cristianos. Al contrario de Ananías, que intentó hacer creer que entregaba todos sus bienes al fondo común mientras retenía cierta parte, Bernabé lo cedió todo:
Hechos 4.36.
José, el llamado por los apóstoles Bernabé, que significa hijo de la consolación, levita, chipriota de raza,
Hechos 4.37.
que poseía un campo, lo vendió y llevó el precio, y lo depositó a los pies de los apóstoles.
Tal vez por ese acto le dieran el apodo de Bernabé, pues en aquellos días primeros de la comunidad, tanto el dinero en sí mismo como el sentimiento de confianza que significaba su entrega, debía ser realmente un consuelo.
Bernabé era otro miembro del grupo helénico, pues había nacido en la isla de Chipre. Debió tener una sólida sensación de parentesco hacia Saulo, pues sus lugares de nacimiento no estaban muy alejados. Chipre está cerca de la costa de Cilicia, y la punta noreste de la isla sólo se encuentra a ciento sesenta kilómetros al sur de Tarso,
Los Hechos dicen poco en concreto sobre lo que hizo Saulo después de ser presentado a los apóstoles, pero el propio Saulo dice en su Epístola a los Gálatas:
Gálatas 1.18. ...
subí a Jerusalén para ver a Cefas,
[10]
a cuyo lado permanecí quince días.
Gálatas 1.19.
A ningún otro de los apóstoles vi, si no fue a Santiago, el hermano del Señor.
Es decir, Pablo vio a los dos jefes cristianos. A Pedro, como cabeza del grupo original de doce apóstoles, puede considerársele el representante en la tierra más cercano al recuerdo de Jesús. Pero Santiago, «el hermano del Señor», era el verdadero administrador de la hermandad de Jerusalén, o de la «Madre Iglesia», por decirlo así.