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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

Guía de la Biblia. Nuevo Testamento (41 page)

BOOK: Guía de la Biblia. Nuevo Testamento
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Juan 2.20.
Replicaron los judíos: Cuarenta y seis años se han empleado en edificar este templo. ¿y tú vas a levantarlo en tres días)

En realidad, la construcción del Segundo Templo se inició en el 538 aC, durante el reinado de Ciro de Persia, concluyéndose en el 516 aC en el reinado de Darío (v. cap. I, 15), de modo que sólo se tardaron 22 años.

Sin embargo, en un intento por ganarse la buena voluntad de sus súbditos. Herodes el Grande emprendió importantes obras de restauración y ampliación del Templo que prácticamente equivalían a una reconstrucción. Tales obras comenzaron en el 19 aC, no concluyendo definitivamente hasta el 63 dC, tres años antes del comienzo de la guerra que lo destruiría para siempre. La restauración duró 82 años.

Pero supongamos que las obras durasen 16 años en la época de la primera visita pascual de Jesús a Jerusalén, y que los sacerdotes dijesen en esencia: «¡Hasta el momento sólo la restauración del Templo ha durado 46 años, y ahora te ofreces tú a levantarlo de la nada en tres días!»

Si es así, el año de la visita sería el 27 dC. Las otras dos visitas pascuales mencionadas en Juan serían en el 28 y 29 dC, y si la última de las tres fue la de la crucifixión, tal cronología estaría de acuerdo con la que da Lucas respecto al reinado de Tiberio (v. cap. 7).

Nicodemo

Curiosamente, en la primera ocasión que Juan nombra a un fariseo, le describe como simpatizante de Jesús (los evangelios sinópticos no lo mencionan):

Juan 3.1.
Había un fariseo de nombre Nicodemo, principal entre los judíos

Juan 3.2.
que vino de noche a Jesús y le dijo: Rabbí, sabemos que has venido como maestro de parte de Dios...

Hizo preguntas a Jesús y escuchó las respuestas, que no se dieron en forma de parábola como en los evangelios sinópticos, sino más bien en un discurso filosófico que a Nicodemo le resultó difícil seguir.

Pero Nicodemo, influido, al parecer, por las palabras del Maestro, se alzó en su defensa más tarde, cuando los fariseos planeaban eliminar a Jesús por blasfemia, insistiendo en que se celebrara un juicio justo y frustrando así, de momento, el propósito de los enemigos del Mesías. (Fue a Nicodemo a quien irónicamente le preguntó si él también era de Galilea.)

Según Juan, después de la crucifixión Nicodemo se hizo cargo junto con José de Arimatea (v. cap. 5), del cuerpo de Jesús, comprobando que se le enterrara de manera adecuada. Una tradición del cristianismo primitivo supone que Nicodemo se hizo cristiano. Se le atribuye un «Evangelio según Nicodemo», apócrifo. Trata del juicio y ejecución de Jesús, su descendimiento a los infiernos y su resurrección.

Samaria

Al parecer, el éxito de Jesús para atraer seguidores en Judea llamó la atención de los fariseos, y el Maestro creyó conveniente volver a Galilea.

Juan 4.3.
abandonó Judea y partió de nuevo para Galilea.

Juan 4.4.
Tenía que pasar por Samaria.

En Mateo y Marcos, escritos para lectores judíos, se indica que Jesús compartía la hostilidad general de los judíos hacia los samaritanos. Incluso en Lucas, escrito para gentiles, con descripción favorable de algunos samaritanos, se señala (v. cap. 7) que los samaritanos se oponen en conjunto a Jesús.

En Juan no ocurre lo mismo. En el más gentil de los evangelios, se ve a Jesús hablando libremente con una mujer samaritana (algo de lo que se asombran sus discípulos), ofreciéndole la salvación en el mismo plano que a los judíos. Lo que concuerda con la tesis de Juan de que Jesús ha venido a salvar a todos los hombres, y no sólo a los judíos. Si no explicaba claramente esta tesis, su evangelio no habría tenido valor para su público.

Desde la ventaja de una generación posterior a la destrucción del Templo, Juan hace indicar a Jesús que el provincianismo de samaritanos (que rinden culto en el monte Garizim) y de judíos (que veneran en el monte Sión) pronto iba a quedar desprovisto de significado:

Juan 4.21.
Jesús le dijo: Créeme, mujer, que es llegada la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.

Jesús anuncia tranquilamente que es el Mesías, y la mujer samaritana lo cuenta a sus vecinos. Como es característico en el evangelio de Juan, los samaritanos creen en seguida, aceptando a Jesús como Mesías no sólo enviado a los judíos, sino a todo el mundo. (Una vez más el enfoque de Juan concuerda con el de su público.)

Juan 4.40. ...
le rogaron
(los samaritanos)
que se quedase con ellos...

Juan 4.41.
y muchos más creyeron...

Juan 4.42.
decían a la mujer: Ya... creemos... pues... que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.

Una vez que Jesús está de vuelta en Galilea, el evangelista cita en un aparte la famosa frase de Jesús de que el profeta no es reconocido en su tierra, y después, en otro inciso, expresa el escepticismo respecto a Jesús por parte de su familia:

Juan 7.5.
Pues ni sus hermanos creían en Él.
[17]

Sin embargo, Juan no incluye el relato (repetido en todos los evangelios sinópticos) del fracaso de Jesús en impresionar a sus paisanos de Nazaret. Tal fracaso no encajaría en la descripción que Juan hace de Jesús.

Tierra de los judíos
[18]

Jesús realiza un segundo viaje a Jerusalén, donde cura a un paralítico en sábado y se atrae las iras de los judíos conservadores por haber quebrantado el día santo. En la discusión subsiguiente, Jesús da a entender que es el Mesías, y los elementos conservadores montan en cólera ante esta blasfemia.

Por prudencia, Jesús vuelve a emprender viaje a Galilea, y allí, cerca ya la segunda Pascua, realiza otros milagros, incluyendo el de alimentar a miles de personas mediante cinco panes y dos peces, único que recogen todos los evangelios.

Jesús permanece un tiempo en Galilea.

Juan 7.1. ...
pues no quería ir a Judea,
[19]
porque los judíos le buscaban para darle muerte

La expresión «Jewry» sólo se emplea en tres ocasiones en la King James. Sólo una vez en el Antiguo Testamento, en Daniel, libro muy tardío, cuando el rey de Babilonia pregunta al profeta:

Daniel 5.13. ...
¿Eres tú, Daniel, de los hijos de Judá, a quien el rey, mi padre, trajo de Jerusalén?
[20]

La segunda ocasión es en Lucas, cuando Jesús es acusado de sedición ante Pilato:

Lucas 23.5. ...
Subleva al pueblo, enseñando por toda la Judea...
[21]

«Jewry» es un término arcaico que designa a Judá o Judea; en el versículo de Daniel, la Revised Standard Versión emplea «Judá», y «Judea» en los dos versículos de los evangelios.

En la actualidad, «Jewry» no tiene exactamente la misma connotación que «Judea». Este último es un término geográfico, distinto de «Galilea» en tiempos de Jesús. Los enemigos sacerdotales de Jesús eran poderosos en Judea («Jewry»), pero no en Galilea, y Jesús se hallaba más seguro en su provincia natal.

Pero si «Judea» tiene un significado preciso, «Jewry» ya no lo tiene. En la actualidad, parece más bien análogo al de la palabra «Christendom».
[22]
Abarca toda la región en que vive Jesús; es una forma de decir «todos los judíos». Póngase esto en relación con la frase siguiente: «porque los judíos le buscaban para darle muerte» (los evangelios sinópticos habrían dicho: «porque los fariseos le buscaban para darle muerte»), y se tendrá la impresión de la maligna hostilidad hacia Jesús por parte de todos los judíos; algo que claramente no es así.

Abraham

Pero Jesús volvió a Jerusalén por tercera vez, en fecha de la fiesta de los Tabernáculos, y sus enseñanzas se hicieron aún más audaces. En efecto, llegó a proclamarse Mesías en los términos más claros.

Juan 8.54.
Respondió Jesús...

Juan 8.56.
Abraham, vuestro padre, se regocijó pensando en ver mi día, lo vio y se alegró.

Juan 8.57.
Pero los judíos le dijeron: ¿No tienes aún cincuenta años y has visto a Abraham?

Para los dirigentes judíos, la blasfemia había llegado al colmo, pues Jesús no sólo afirmaba ser el Mesías, sino el mismo Dios. El empleo deliberado de las palabras «Yo soy» en la decisiva respuesta de Jesús:

Juan 8.58.
Respondió Jesús: En verdad, en verdad os digo: Antes que Abraham naciese, era yo

se remonta a la revelación por parte de Dios de su propio nombre a Moisés:

Éxodo 3.14.
Y Dios dijo a Moisés: Así: responderás a los hijos de Israel: YO SOY me manda a vosotros.

Sólo por eso, muchos judíos debieron creer perfectamente justificado el hecho de apedrear a Jesús, pues la lapidación era la forma tradicional de ejecución de los blasfemos:

Levítico 24.16.
Y quien blasfemare el nombre de Yahvé será castigado con la muerte; toda la asamblea le lapidará...

Sobre el comentario de que Jesús «aún no tenía cincuenta años» se han hecho conjeturas acerca de su edad, y algunos piensan que en ese momento le faltaba poco para cumplir los cincuenta. Incluso es posible argumentar que Jesús tenía cuarenta y seis años por el comentario de Juan de que cuando Jesús hablaba de reedificar el Templo se refería a su propio cuerpo (v. cap. 8). Por consiguiente, cuando los fariseos dijeron que se había tardado cuarenta y seis años en levantar el Templo, ¿no querrían decir que Jesús tenía esa edad? Pero resulta difícil tomar en serio ese argumento, porque aun cuando Jesús se refiriese a su cuerpo, los fariseos no lo hacían, y utilizar sus palabras como fundamento para deducir su edad es pedirle mucho a una conversación que seguía propósitos contrarios. Es mucho más lógico aceptar la sencilla afirmación de Lucas (v. cap. 8) de que Jesús tenía treinta años al comienzo de su misión.

Sin embargo, si Jesús tuviera cuarenta y seis años en el momento de su muerte, y si la crucifixión se produjo en el 29 dC, como indica Lucas (v. cap. 7), entonces Cristo debió nacer en el 17 aC. Es evidente que esto no tiene nada de imposible, pero basarlo en el comentario de «Tú aún no tienes cincuenta años» ofrece una fundamentación muy endeble. La expresión podría ser simplemente una manera metafórica de decir: «Aún no has alcanzado la edad de la sabiduría», o «Ni siquiera eres anciano», y esto puede decirse con mayor razón de un hombre de treinta y tres años que de uno de cuarenta y seis.

Jesús sigue afirmando su calidad divina y su mesianismo.

En cierto momento dice:

Juan 10.11.
Yo soy el buen pastor...

Esto se remonta a un pasaje de los escritos del profeta Ezequiel en el que se citan las palabras con que Dios acusa a los dirigentes judíos, metafóricamente descritos como pastores ladrones:

Ezequiel 34.2.
Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel... ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! Los pastores, ¿no son para apacentar el rebaño?

Ezequiel sigue citando las palabras de Dios, que se ofrece a ser el pastor que salve a su pueblo:

Ezequiel 34.11.
Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y las reuniré.

Ezequiel 34.12.
Como recuenta el pastor a sus ovejas... así recontaré yo mis ovejas...

Al hablar del reino mesiánico, se menciona al Mesías con la misma metáfora:

Ezequiel 34.23.
Suscitaré para ellas un pastor único, que las apacentara. Mi siervo David...

Al hablar de sí mismo como el buen pastor. Jesús se proclama o Mesías o Dios, o ambas cosas. Si el tema no queda claro, lo expresa categóricamente un poco después:

Juan 10.30.
Yo y el Padre somos una sola cosa.

Y de nuevo escapa por poco a la lapidación, y se retira a la Transjordania.

Lázaro

Malas noticias llaman ahora a Jesús a Judea por cuarta vez, mientras se aproxima la tercera y última Pascua del evangelio de Juan. Un amigo ha caído gravemente enfermo.

Juan 11.1.
Había un enfermo. Lázaro, de Betania, de la aldea de María y su hermana.
[23]

Juan 11.3.
Enviaron, pues, las hermanas
(Marta y María)
a decirle: Señor, el que amas está enfermo.

Los evangelios sinópticos no mencionan en parte alguna a este Lázaro, y es raro, porque el incidente que se produce a continuación lo describe Juan como el punto culminante de los milagros de Jesús en la tierra. Pero si es verdaderamente la culminación, ¿por qué el absoluto silencio de los demás evangelios?

Algunos han sugerido que la historia de Lázaro es una alegoría, y su propósito el de mostrar de manera concreta la fuerza del magisterio de Jesús. Por eso, podría argumentarse que Juan se limitó a tomar textos prestados con esa finalidad. El nombre de Lázaro pudo tomarlo del pobre de la parábola de Lucas (v. cap. 7), el que fue al cielo mientras el rico descendía a los infiernos.

¿Por qué el pobre? Porque cuando el rico está en el infierno, pide que se envíe de nuevo a Lázaro a la tierra para advenir a los cinco hermanos del primero del tormento que les aguarda. Pero Abraham, desde el cielo, asegura al rico que:

Lucas 16.31. ...
Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se dejarán persuadir si un muerto resucita.

Se establece así una relación entre el pobre Lázaro y la idea de resucitar, con la historia que cuenta Juan del Lázaro de Betania que Jesús resucita de entre los muertos.

En los demás evangelios también hay resucitados. En Lucas, por ejemplo, viene el relato del hijo de una viuda al que Jesús vuelve a la vida:

Lucas 7.14. ...
Él dijo: joven, a ti te hablo, levántate.

Lucas 7.15.
Sentóse el muerto...

En Lucas la historia se cuenta con rapidez, y se sitúa al comienzo de la misión mesiánica. Está simplemente en conformidad con otros milagros curativos de Jesús.

Pero en Juan, la historia análoga del resucitado se relata con detalles mucho, más dramáticos, y está situada al final de la misión de Jesús, como una conveniente culminación de la fuerza creciente de sus milagros y de su presencia.

Cuando Jesús llega a Betania, Lázaro está muerto y enterrado, llevando varios días en la sepultura. Jesús manda que retiren la lápida que cierra la tumba.

Juan 11.43. ...
gritó
(Jesús)
con voz fuerte: Lázaro, sal fuera..

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