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Authors: Ian Shaw & Stan Hendrickx & Pierre Vermeersch & Beatrix Midant-Reynes & Kathryn Bard & Jaromir Malek & Stephen Seidlmayer & Gae Callender & Janine Bourriau & Betsy Brian & Jacobus Van Dijk & John Taylor & Alan Lloyd & David Peacock

Tags: #Historia

Historia del Antiguo Egipto (40 page)

BOOK: Historia del Antiguo Egipto
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La suerte de uno de estos fuertes, Buhen, se puede reconstruir a partir de pruebas todavía sin publicar al completo. Tras la XII Dinastía, los soldados se enterraron junto a sus familias en el Cementerio K de Buhen; estos enterramientos se caracterizan por su cerámica de la región menfita, lo que confirma que el fuerte seguía recibiendo suministros procedentes de los talleres de la Residencia. El Cementerio K presenta una ocupación continuada hasta bien entrado el Segundo Período Intermedio y existen al menos dos grupos de enterramientos múltiples intactos que contienen jarritas de cerámica de Tell el Yahudiya, incluido un tipo que no aparece en Tell el Daba hasta el estrato E/1 (probablemente comienzos de la XV Dinastía). Uno de los cuerpos lleva una gran pepita de oro en torno al cuello, lo que sugiere que los habitantes de Buhen lo ocupaban sobre todo por su cercanía a la región de las minas de oro. En esta época ya existía la frontera entre el Alto y el Bajo Egipto, de modo que los suministros procedentes del Bajo Egipto sólo pudieron haber llegado mediante la ruta de los oasis, que sabemos que se utilizó durante el reinado de Apepi. ¿Quién se ocupaba de organizar este comercio en el extremo septentrional? Podemos especular con que en Itjtawy todavía había funcionarios que trabajaban a las órdenes de los soberanos hyksos y sabemos que el cementerio de Lisht seguía en uso. La propia Avaris era un centro de manufactura y distribución de jarritas Tell el Yahudiya, cuyo muy preciado contenido no ha sido identificado todavía.

A pesar de sus lazos con el Bajo Egipto, los habitantes de los fuertes se debieron de sentir cada vez más aislados y vulnerables, de modo que tuvieron que acomodarse al poder militar de la zona, que no era ni hykso ni tebano, sino del rey de Kush. Cinco generaciones de una misma familia dejaron inscripciones en Buhen y en ellas se observa que las dos últimas sirvieron al rey de Kush e incluso dirigieron campañas locales en su nombre. Este período está marcado arqueológicamente por la presencia de cerámica importada desde el Alto Egipto, de la zona tebana, en vez de por la cerámica del Bajo Egipto. Entre Tebas y los fuertes el río estaba abierto, pero como queda implícito en los textos de Kamose, sólo si se pagaban impuestos al señor del Nilo meridional, el rey de Kush. Buhen terminó por ser saqueada (hay rastros de un gran fuego), perr es más probable que los responsables fueran los ejércitos de Kamose / no los del rey nubio. Los otros fuertes, Mirgissa y Askut, poseen una historia similar de ocupación continuada por egipcios, pero acompañados por nubios hasta finales del Segundo Período Intermedio. Finalmente, los soberanos tebanos terminaron por considerar intolerable que la región de las cataratas estuviera controlada por el rey de Kerma, lo cual convirtió la reconquista de los fuertes en algo esencial antes de poder dedicarse con seguridad a los hyksos. Las primeras pruebas de que la región estaba de nuevo controlada por los tebanos las encontramos en el tercer año del reinado de Kamose. En Buhen se recoge la construcción de un muro, probablemente como parte de la renovación de las fortificaciones tras la exitosa campaña mencionada en la carta del soberano hykso Apepi al rey de Kush.

El reino de Kush

Rey de Kush es el nombre dado por las fuentes egipcias al soberano cuya capital se encontraba en Kerma. Los arqueólogos utilizan la palabra «kerma» como adjetivo para describir la cultura de los kushitas y diferenciarla de otras culturas nubias contemporáneas, como el Grupo C y la «pan-grave». Kerma se encuentra situada al sur de la tercera catarata, en el extremo final de la ruta de los oasis y está siendo excavada por Charles Bonnet, de la Universidad de Ginebra.

La gente de Kerma no produjo documentación escrita, pero sabemos que su cultura, que encontramos en toda Nubia, se remonta al Reino Antiguo. El momento de mayor poder del rey se sitúa durante el Período Kerma Clásico, que se corresponde aproximadamente con el Segundo Período Intermedio. Es posible que Kamose lograra reconquistar Buhen; pero sólo mucho después, durante la XVIII Dinastía y tras al menos tres campañas más largas, la propia Kerma fue conquistada. La destrucción subsiguiente fue tan completa que hoy día resulta difícil reconstruir la ciudad tal cual fue durante los reinados de sus últimos soberanos independientes. Sabemos que los grandes túmulos en los que se enterraba a los reyes albergaban servidores sacrificados y grandes cantidades de provisiones, muchas de ellas importadas del Alto Egipto, quizá los impuestos pagados por aquéllos que deseaban dejar atrás Elefantina y continuar más al sur. Al menos hasta mediados de la XIII Dinastía, el rey estuvo comerciando tanto con el Alto como con el Bajo Egipto, un comercio administrado probablemente mediante los fuertes de las cataratas.

Los nubios de Kerma eran criadores de ganado y unos guerreros particularmente reconocidos como arqueros. Los arcos y flechas de sus tumbas y las masivas fortificaciones de Buhen, diseñadas para defenderse de los arqueros, confirman esta reputación. El palacio del rey de Kerma era una enorme choza redonda situada dentro de una empalizada. También había grandes lugares sagrados y edificios administrativos. Un extenso programa de construcción y reconstrucción durante la fase Kerma Clásico da fe de los inmensos recursos materiales y de mano de obra de los cuales disponía el rey.

La presencia de nubios de Kerma en el ejército de Kamose y Ahmose es innegable, pero no está claro si estaban allí de forma voluntaria o si fueron reclutados por la fuerza durante la campaña de Kamose. Es posible que los nubios de Kerma fueran una federación de tribus, de las cuales no todas aceptaban necesariamente la autoridad del rey de Kerma y, con ella, la política de enemistad hacia los reyes tebanos. A pesar de todo, cualquiera que fuera la política del rey, durante el Segundo Período Intermedio el comercio floreció entre Kerma y Tebas. Las personas y los bienes viajaban: quizá artesanos egipcios hacia Kerma y ciertamente nubios de Kerma hacia Egipto. Se han encontrado enterramientos de varias personas dispersos entre Tebas y Abydos. En Tebas se halló un rico enterramiento intacto de época de Kamose perteneciente a una mujer y a su hijo. Es completamente egipcio en su estilo y la mujer lleva un regalo regio, «el oro del honor», un collar formado por muchos pequeños anillos de oro. Junto a su sarcófago había una percha de la que colgaban dentro de redes seis vasos de cerámica, de un estilo tan específico de la cultura Kerma que se conoce como «cerámica Kerma». El oro unió a tebanos y nubios, primero como aliados, pero finalmente y de forma inevitable como enemigos.

Avaris y Tebas en guerra

Todo estaba dispuesto para la guerra: los reyes tebanos se habían hecho con el dominio de su región; Kamose había recuperado Buhen, de modo que la ruta hacia las minas de oro quedaba expedita para él; los nubios de Kerma habían sido rechazados hacia el sur; y la flota de combate estaba preparada. Como dice Kamose: «Me enfrentaré a él, de modo que pueda rajarle el vientre; pues mi deseo es rescatar Egipto y expulsar a los asiáticos».

La mayor parte de nuestras fuentes escritas sobre la guerra proceden del lado tebano y, como resulta predecible, muestran a los tebanos como los protagonistas más fuertes y beligerantes. La guerra duró como mínimo treinta años, pues sabemos que Seqenenra Taa, padre de Ahmose, luchó contra los hyksos, pero también que Avaris no fue conquistada hasta los años entre 18 y 20 del reinado de Ahmose. Tras el saqueo de la ciudad, ya fuera de forma inmediata o no, Ahmose llevó su ejército a Palestina, en una campaña que culminó con un asedio de tres años a Sharuhen, cerca de Gaza. Se suele considerar que esta ciudad fue la última fortaleza del rey hykso, pero las fuentes se muestran mudas al respecto. La guerra no fue continua: las campañas eran cortas y los ejércitos pequeños, según estándares modernos. Ahmose, hijo de Ibana, un importante funcionario militar enterrado en un hipogeo en Elkab, describe cómo mató a dos hombres y capturó a otro en batallas ocurridas alrededor de Avaris, hazañas lo bastante importantes como para recibir por ellas recompensas en forma de «oro del rey».

El primer enfrentamiento conocido tuvo lugar durante el reinado de Seqenenra Taa (quien en la actualidad se considera que es el mismo rey que Senakhtenra Taa). Un papiro escrito 350 años después, durante la XIX Dinastía, en el reinado de Merenptah (1213-1203 a.C.), conserva fragmentos de una disputa entre Seqenenra y Apepi. Comienza con una queja de Apepi, a quien los bramidos de los hipopótamos de Tebas no le dejaban dormir. Seqenenra es descrito como el «Príncipe de la Ciudad Meridional», mientras que Apepi es rey (
nesu
), al cual paga tributo todo Egipto. La historia se interrumpe cuando Seqenenra reúne a sus consejeros, pero la estructura narrativa, tan cercana a los textos de Kamose, sugiere que estamos ante el prólogo de una batalla.

Tenemos más pruebas de actividad militar durante el reinado de Seqenenra en Deir el Bailas, el emplazamiento de un asentamiento construido sobre terreno virgen en el extremo del desierto, cuarenta kilómetros al norte de Tebas. La interpretación de los restos, excavados por primera vez por Reisner en 1900 y examinados más recientemente por Peter Lacovara en 1980-1986, no es sencilla; pero la fecha de la primera fase del yacimiento, los reinados de Seqenenra Taa, Kamose y Ahmose, es indudable. Durante el reinado del propio Seqenenra se construyó un palacio, con un inmenso muro de recinto. Al igual que todos los edificios que se conservan en Deir el Bailas, era de adobe, con los marcos de las puertas y las columnas de piedra. Consistía en una serie de patios y un largo corredor de entrada en torno a una zona central elevada donde, suponemos, se encontraban las estancias regias privadas. Los muros estaban pintados con escenas de hombres y armas en un estilo poco delicado, además de decorados con azulejos de fayenza. En un recinto situado al oeste había grandes corrales para animales. Fuera del muro del recinto había grupos de grandes casas privadas muy dispersas, otro grupo de casas más para trabajadores dispuestas según un patrón artificial, una zona abierta para la preparación de comida y un taller textil. En el extremo más meridional, sobre una colina que domina el río y el desierto circundante, había una plataforma con un edificio, actualmente destruido, al que se accedía mediante una escalera monumental. Lo más probable es que se tratara de un puesto militar de observación.

Entre la cerámica encontrada en Deir el Bailas había grandes cantidades de cerámica Kerma, sobre todo de los tipos utilizados para cocinar y almacenar comida. Es indudable que junto a los egipcios allí vivieron muchos nubios de Kerma. Resulta difícil obviar la conclusión de que el propósito de este asentamiento, construido de forma deliberada en un lugar remoto, era militar, quizá la reunión de un ejército con un amplio contingente de nubios de Kerma.

El estudio de la momia de Seqenenra demuestra que murió violentamente. La frente presenta un hachazo horizontal, un pómulo está destrozado y la parte posterior del cuello lleva la marca de la estocada de una daga. Se ha dicho que la forma de la herida de la frente sólo puede corresponder a un hacha del Bronce Medio, similar a las encontradas en Tell el Daba. Las hachas egipcias, como las representadas en los muros del palacio de Bailas, poseen una forma diferente. Hasta el momento, es la prueba más reveladora de que durante el reinado de Seqenenra tuvo lugar una batalla importante contra los hyksos, en la que el propio rey fue brutalmente masacrado. El ángulo del golpe de la daga sugiere que el rey ya estaba tendido boca abajo cuando se acometió.

Kamose sucedió a Seqenenra Taa. A menudo se afirma que era hijo del rey y hermano mayor de Ahmose; pero no sabemos quiénes eran sus padres y su ataúd no albergaba ningún uraeus, emblema de la realeza. Sólo se tiene constancia del tercer año del reinado de Kamose, en una estela de

Karnak y en la inscripción de Buhen. Ambas expediciones, contra Buhen y contra Avaris, tuvieron lugar antes o durante este tercer año de reinado (la expedición nubia antes que la egipcia). Kamose era un guerrero, «Kamose el Bravo» es uno de sus epítetos más frecuentes, pero probablemente murió poco después de su tercer año de reinado. No obstante, su culto funerario, asociado al de Seqenenra Taa, sobrevivió hasta la época ramésida y al menos una de sus estelas de Karnak seguía en pie más de doscientos años después de su muerte.

Podemos utilizar los textos de las dos «Estelas de Kamose» y la copia casi contemporánea encontrada en una tablilla de escriba en una tumba tebana para reconstruir su expedición a Avaris. Dejando de lado las hipérboles, su campaña estuvo lejos de resultar definitiva; quizá no fue más que una incursión, pues la destrucción de Avaris no tuvo lugar hasta veinte años después y el contrincante de Kamose era Aauserra Apepi, el más poderoso y longevo de los reyes hyksos.

Kamose se dirigió hacia el norte con su ejército y su flota de guerra, enviando exploradores nubios en avanzadilla para reconocer las guarniciones del enemigo. El saqueo de Nefrusi, al norte de Cusae, es descrito gráficamente como «igual que el león hace con su presa, así hizo mi ejército con sus sirvientes, su ganado, su leche, grasa y miel, al dividirse sus posesiones con el corazón feliz». Al avanzar hacia el norte, en Sako (El Qes) interceptó un mensajero enviado por Apepi al rey de Kush, lo que le hizo mandar soldados al oasis de Bahariya para interrumpir las comunicaciones entre ellos e «impedir que haya ningún enemigo a mi espalda». A continuación se produce una laguna en la narración, hasta que Kamose alcanza Avaris, donde despliega su flota en los canales en torno a la ciudad para bloquearla, mientras patrulla las orillas para impedir un contraataque. Describe a las mujeres de palacio mirando a los egipcios desde la ciudadela como «jóvenes lagartos desde su agujero». Entonces se produce el jactancioso discurso que le lanza a Apepi: «Mira, estoy bebiendo el vino de tus viñedos. […] Estoy despedazando tu lugar de residencia, cortando tus árboles», acompañado de una lista de los saqueos que estaba llevando a cabo. A pesar de la grandilocuencia, está claro que Avaris no fue atacada y que Apepi se negó a entablar combate con él. Los textos de Kamose terminan con el feliz regreso del rey: «Todos los rostros estaban brillantes, la tierra era próspera, la orilla del río estaba emocionada y Tebas estaba en fiesta».

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