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Authors: Ian Shaw & Stan Hendrickx & Pierre Vermeersch & Beatrix Midant-Reynes & Kathryn Bard & Jaromir Malek & Stephen Seidlmayer & Gae Callender & Janine Bourriau & Betsy Brian & Jacobus Van Dijk & John Taylor & Alan Lloyd & David Peacock

Tags: #Historia

Historia del Antiguo Egipto (35 page)

BOOK: Historia del Antiguo Egipto
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Otro cambio religioso del Reino Medio fue la idea de que todas las personas (no sólo el rey) poseían ba, o fuerza espiritual. La prueba más evocadora de esto es el texto literario titulado
Diálogo entre un hombre cansado de la vida y su «ba»
, que quizá sea el más antiguo debate sobre la cuestión del suicidio, un poderoso tratado filosófico. También hubo un énfasis notable en la «piedad personal» (es decir, el acceso directo y personal a las deidades en vez de por intermediación del rey o los sacerdotes; un concepto religioso que se haría aún más popular durante el Reino Nuevo). Las estelas del Reino Medio hacen hincapié en la piedad del difunto y de ahí nació el concepto de la «confesión negativa» (una lista ritual de faltas que el difunto afirmaba no haber cometido). Las propias estelas se convirtieron en monumentos populares, sobre todo las decoradas con ojos
wedjat
, el símbolo máximo de protección; pero durante este período también aparecieron otros símbolos (como por ejemplo el anillo
shen
y el disco solar alado), iguales a los encontrados en las estelas reales.

Los complejos mortuorios reales de la XI y la XII Dinastías sufrieron cambios considerables en su diseño, resultado de la búsqueda de los reyes de la forma arquitectónica más adecuada para reflejar sus creencias religiosas. Ingenieros y arquitectos alcanzaron gran maestría y los canteros superaron la notable habilidad de sus homólogos del Reino Antiguo. Esta capacidad no sólo se puso al servicio de los complejos reales, sino también de la creación de templos más grandes y construidos con mayor maestría. En esta época nos encontramos con una compleja disposición interna en las pirámides reales y experimentos estructurales en arquitectura, como los caminos aterrazados de Mentuhotep II en Deir el Bahari, los pilonos y el santuario triple de Mentuhotep III en la colina de Thoth en Tebas y las galerías de Senusret II en su pirámide de Lahun. Los relieves, que en el Reino Antiguo sólo encontrábamos en los complejos mortuorios, ahora los podemos ver en los muros de los templos del Reino Medio, tanto los dedicados a los dioses como a los reyes. Fue también durante este período cuando se inauguró el vasto complejo de templos de Karnak y se construyeron los importantes templos y sistemas de irrigación de Fayum.

A partir de la XI Dinastía encontramos también innovaciones en las tumbas regionales de los nomarcas que muestran la visión del mundo que tenían estos funcionarios, con su interés en la caza, la pesca y los combates de lucha, así como su fascinación por el exótico mundo de los asiáticos. Los grandes y espléndidamente decorados hipogeos contaban por lo general con fachadas con pilares, estando las tumbas situadas por encima de las de los miembros de sus «cortes», repartidos más abajo por la ladera. Los ataúdes de los nomarcas —sobre todo los de Deir el Bersha— albergan las mejores imágenes de todos los que se han conservado. En varios casos están decorados con las copias más antiguas del
Libro de los dos caminos
, una serie de instrucciones para llegar sano y salvo al más allá. No obstante, al ir disminuyendo la importancia del cargo de nomarca, el carácter de las necrópolis provinciales cambió: el tamaño y número de las tumbas menores aumentó, existiendo una «graduación» menos evidente en la disposición espacial de las mismas. En cambio, en la capital las cosas eran muy diferentes: las tumbas de los «funcionarios» se encuentran situadas en las necrópolis reales más que en los cementerios familiares locales, la mastaba se convirtió en el tipo preferido de tumba particular y se volvió imperativo para todo el mundo contar con un monumento en Abydos.

En el Reino Medio la momificación se había extendido mucho, pero no era efectiva. Si bien la evisceración se había vuelto más habitual, la momificación de los cuerpos era de baja calidad, por lo que la carne residual apenas se ha conservado, a pesar de que a menudo el vendado exterior era generoso. Se dotaba a las momias de máscaras de cartonaje, por lo general bellamente pintadas, y los cuerpos se colocaban de lado en ataúdes rectangulares orientados atendiendo tanto a los puntos cardinales como a los textos escritos en las paredes de las tumbas.

Otro cambio significativo en las prácticas funerarias fue la introducción del
shabti
, una palabra que en ocasiones se escribe
ushabti
o
shawabti
y que puede significar «bastón», «respondedor» o quizá ambas cosas a la vez. Los
shabtis
eran estatuillas de diversos materiales (cera, arcilla, cerámica, fayenza, madera o piedra) destinadas a actuar como sustitutos mágicos del dueño de la tumba cuando a éste se le pidiera realizar trabajos para Osiris. Los primeros ejemplares, fechados en la época de Mentuhotep II, tienen a menudo forma de figurillas desnudas sin fórmulas funerarias escritas sobre ellas, mientras que otros son momiformes. Esta figurillas eran recordatorios tridimensionales de la fórmula 472 de los
Textos de los sarcófagos
, que aparecen en el interior de unos pocos ataúdes del Reino Medio. No obstante, a finales de la XII Dinastía el texto había comenzado a escribirse en el propio
shabti
. Se piensa que el papel del
shabti
puede estar relacionado con el sistema de azofra, según el cual todas las personas estaban obligadas a realizar trabajos para el rey, o con el trabajo que las personas del común tenían que llevar a cabo para mantener los canales locales. Al igual que los trabajadores humanos, los
shabtis
posteriores llevan azadas y cestas para realizar sus tareas.

Los logros culturales del Reino Medio

El Reino Medio fue una época en la cual el arte, la arquitectura y la religión alcanzaron nuevas cotas; pero, sobre todo, fue un período de confianza en la escritura, sin duda animada por el crecimiento de la «clase media» y el sector escriba de la sociedad, que a su vez se debió en no poca medida a la ampliación de la burocracia durante el reinado de Senusret III. Florecieron muchas formas literarias diferentes y los propios egipcios parecen haber considerado ésta como la época «clásica» de su literatura. Narraciones como
La historia de Sinuhé
(cuya popularidad se refleja en el elevado número de copias que se han conservado),
El náufrago
y los fantásticos episodios del Papiro Westcar se escribieron durante el Reino Medio, siendo también muy populares obras religiosas y filosóficas como el
Himno a Hapy
, la
Sátira de los oficios
y el
Diálogo de un hombre cansado de la vida con su «ba»
. Además, se ha conservado una amplia variedad de documentos oficiales, como informes, cartas y estadillos de cuentas, que no sólo nos ayudan a conseguir una imagen más precisa de la época, sino que también nos indican que el alfabetismo estaba más extendido que durante el Reino Antiguo.

Dirigido por los soberanos del Reino Medio, Egipto abrió sus ojos al amplio mundo de Nubia, Asia y el Egeo, beneficiándose del intercambio de materias, productos e ideas. El Reino Medio fue una época de tremenda inventiva, gran visión y proyectos colosales, al mismo tiempo que se prestaba una cuidadosa y elegante atención al detalle cuando se trataba de crear los más pequeños objetos de uso cotidiano o de decoración. Esta escala más humana se aprecia en el sentimiento predominante de que los seres humanos se habían vuelto más significativos en términos cósmicos, ya fuera respecto a sus obligaciones para con el Estado (mediante los impuestos y la azofra), sus disposiciones para el enterramiento o su mayor presencia en la literatura de la época. Ni Sinuhé ni el náufrago podrían haber sido protagonistas literarios durante el Reino Antiguo, pero encajan perfectamente en la literatura del Reino Medio, una época de mayor humanidad.

8. EL SEGUNDO PERÍODO INTERMEDIO
(c. 1650-1550 a.C.)
JANINE BOURRIAU

El Segundo Período Intermedio está definido por la división de Egipto: la fragmentación de las Dos Tierras. «¿Por qué he de contemplar mi poder mientras hay un Gran Hombre en Avaris y otro en Kush, sentados unidos con un asiático y un nubio mientras cada hombre posee su parte de Egipto?». Esta era la queja del rey egipcio Kamose (1555-1550 a.C.) a finales de la XVII Dinastía.

El comienzo del Segundo Período Intermedio se caracteriza por el abandono de la Residencia de Lisht, a 32 kilómetros al sur de Menfis, y el establecimiento de la corte real y sede del gobierno en Tebas, la ciudad meridional. El final del período llegó con la conquista de la capital de los reyes hyksos, Avaris, en el delta oriental, a manos de Ahmose, rey de Tebas. La reunificación de Egipto conseguida por Ahmose perduró durante cuatrocientos años. El tiempo transcurrido entre ambos acontecimientos fue de aproximadamente un siglo y medio. El último faraón de Lisht probablemente fuera Merneferra Ay (c. 1695-1685 a.C.), porque se trata del último soberano de la XIII Dinastía (siguiendo la secuencia proporcionada por la lista real del Canon de Turín) que aparece en inscripciones tanto en monumentos del Alto Egipto como del Bajo Egipto. La conquista de Avaris se puede fechar con mucha mayor precisión, entre los años 18 y 22 de Ahmose, 1532-1528 a.C. en la cronología que utilizamos aquí.

En el transcurso de sólo seis generaciones (cada una calculada en veinticinco años) tuvieron lugar profundos cambios culturales y políticos; pero la desunión imperante en Egipto significa que se produjeron de modos diferentes y a distintas velocidades en cada región. En vez de presentar la historia del período como una narración continua, parece más adecuado describirla desde el punto de vista de cada una de las regiones principales de Egipto, de norte a sur. Estas regiones sólo pueden definirse atendiendo a nuestras fuentes, pero dadas las lagunas existentes en las pruebas, es probable que el país estuviera todavía más fragmentado de lo que pensamos. Sólo tras el comienzo de la guerra entre los reyes hyksos y tebanos, que terminó implicando a todo Egipto, parece adecuado recurrir a una única narración histórica.

Las fuentes escritas presentan problemas peculiares, debido a su abundancia más que a su escasez; pero la dificultad de integrar lo que nos dicen con la documentación arqueológica sigue existiendo. Se pueden dividir en seis categorías: listas reales, de las cuales la más detallada es el papiro hierático conocido como el Canon de Turín (compilado durante el reinado de Ramsés II a partir de listas anteriores conservadas en Menfis); la
Aegyptíaca
de Manetón, una historia escrita en el siglo III a.C. de la que sólo se conservan fragmentos copiados por cronistas posteriores; inscripciones regias contemporáneas y no contemporáneas escritas como «propaganda», pero que por esa misma razón nos ofrecen una
mise en scène
vivida y dramática; inscripciones particulares contemporáneas, en especial las «biografías funerarias»; los registros de la administración, tanto públicos como privados; y, por último, textos literarios y científicos como el Papiro Sallier I y el Papiro matemático Rhind. Estos textos siempre son valiosos, pero pueden aparecer ambigüedades, porque los más significativos, las inscripciones reales, a menudo han sido desplazados de sus contextos originales. La mayor parte de las estelas tebanas reales se encontraron rotas y reutilizadas en edificios posteriores, mientras que en Avaris ninguno de los elementos de piedra inscritos de los edificios monumentales de adobe de los reyes hyksos se ha encontrado en el estrato al que pertenecía originalmente.

Las fuentes arqueológicas poseen sus propios problemas; el principal es la abundancia de lagunas existentes en el registro, ya sea porque no se han conservado o como resultado de una excavación incompleta. No se han excavado yacimientos del período ni en la región occidental del delta ni en el Egipto Medio, entre Maiyana y Deir Rifa. Los fuertes de adobe de la región de la segunda catarata, en Nubia, nos cuentan la historia de las relaciones entre Egipto y Kush; pero tras su excavación parcial en la década de 1960 durante la campaña de salvamento de la Unesco se perdieron bajo las aguas de lago Nasser. Lo que nos queda es un montón de información, amplia, pero fragmentaria y esporádica. La adopción de un estudio regional de la documentación sirve para enfatizar una cuestión recurrente en la historia del valle del Nilo: la rivalidad entre el Alto y el Bajo Egipto, cuyo punto álgido fue la batalla entre Tebas y Avaris, ocurrida a finales del período.

El territorio de Avaris

La cuestión que subyace en el meollo del Segundo Período Intermedio es la naturaleza de los hyksos. La mayor parte de las historias dependen de las fuentes escritas y, con unas pocas excepciones (el Papiro Rhind es una), éstas proceden del lado egipcio. No existe contrapartida hyksa a los textos de Kamose. En cambio, lo que tenemos es la documentación proporcionada por la excavación sistemática de su capital, Avaris (Tell el Daba). Sabemos qué aspecto tenían sus palacios, templos, casas y tumbas y podemos observar cómo evolucionó su cultura con el tiempo; pero los hyksos no fueron un fenómeno único o sencillo.

El término contemporáneo que se utilizaba para diferenciar a la gente de Avaris de los egipcios era
aamu
. Se llevaba empleando desde mucho antes del Segundo Período Intermedio y se siguió utilizando mucho tiempo después (por ejemplo, Ramsés II lo usa para mencionar a sus oponentes en Qadesh) para referirse, en sentido amplio, a los habitantes de Siria-Palestina. Los egiptólogos traducen de manera convencional
aamu
por «asiáticos» (es decir, habitantes de Asia occidental). Por otro lado, el término «hyksos» deriva, a través del griego, del epíteto egipcio
hekau khasut
, «soberanos de países extranjeros (literalmente "montañosos")», y se aplicó sólo a los gobernantes de los asiáticos. En sí mismo carece de significado peyorativo, excepto porque denota una categoría inferior a la del rey egipcio, siendo utilizado tanto por los egipcios como por los propios reyes hyksos.

Cuando su etimología puede ser determinada, todos los nombres de los asiáticos de este período, tanto de los reyes como de los de particulares, derivan de lenguas semitas occidentales. La antigua propuesta de que algunos eran hurritas, o incluso hititas, no se ha confirmado. Durante el Reino Medio, las referencias a los asiáticos son numerosas: trabajaban en varias ocupaciones, en ocasiones adoptando nombres egipcios al tiempo que mantenían la designación de «asiáticos» (
aamu
). Se pensaba que se trataba de emigrantes económicos, pero una inscripción del soberano de la

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