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Authors: Ian Shaw & Stan Hendrickx & Pierre Vermeersch & Beatrix Midant-Reynes & Kathryn Bard & Jaromir Malek & Stephen Seidlmayer & Gae Callender & Janine Bourriau & Betsy Brian & Jacobus Van Dijk & John Taylor & Alan Lloyd & David Peacock

Tags: #Historia

Historia del Antiguo Egipto (32 page)

BOOK: Historia del Antiguo Egipto
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En realidad no sabemos cuántos de estos trabajos de irrigación se pueden adscribir específicamente al reinado de Senusret II, pero su relación con el renacimiento general de Fayum probablemente se manifieste por el hecho de que erigió monumentos religiosos en los límites de la región. La cerámica encontrada en el santuario para estatuas de Qasr es Sagha, en el desierto situado junto al extremo noreste de Fayum, permite fecharlo en torno a esta época. Sin embargo, al igual que otros edificios del reinado, éste quedó sin decorar y sin terminar, contribuyendo así a la impresión de que Senusret II gobernó durante escaso tiempo. El uso a partir de esta época de diversos lugares de Fayum para construir complejos reales con pirámide quizá nos indique la importancia del programa de irrigación, puesto que en general se asume que el palacio real de cada soberano se construyó cerca de su monumento funerario.

Se conoce un pequeño grupo de estatuas de Senusret II y al menos dos de ellas fueron usurpadas por Ramsés II (1279-1213 a.C.). Sus anchas y musculadas espaldas recuerdan a las estatuas de Senusret I, si bien la influencia de la estatuaria regia del Reino Antiguo también es evidente. Los rasgos faciales de Senusret II son más vigorosos y plásticos, careciendo de la insipidez propia de la estatuaria de sus predecesores de la XII Dinastía: sus amplios pómulos son muy característicos y probablemente sean un indicio de que nos encontramos ante retratos que anuncian los asombrosos estudios escultóricos de Senusret III (1870-1831 a.C.). Posteriormente tuvo lugar la acostumbrada copia de una tendencia regia por parte de los miembros acomodados de la sociedad, con lo que a finales de la XII Dinastía contamos con vividos ejemplos de individualidad entre la estatuaria privada. El reinado de Senusret II quizá merezca ser considerado como una de las fases importantes del retrato humano en la historia del arte egipcio.

Mejor conocidas incluso que las estatuas del rey son un par de estatuas de granito negro muy pulidas pertenecientes a la reina (?) Nefret, conservadas en el Museo Egipcio de El Cairo. De tamaño mayor que el natural, representan a una mujer de la realeza cuya posición en la corte todavía no conocemos con seguridad. Si bien Nefret no posee el título de «esposa real», sí posee otros ostentados por reinas. ¿Se trata de la primera esposa de Senusret II, fallecida quizá antes del bastante tardío ascenso de su esposo al trono, o nos encontramos ante su hermana? Como sucede con muchas reinas egipcias, los datos relativos a Nefret son ambiguos e incompletos. Sin embargo, una nueva mujer de la realeza apareció hace poco. En 1995 se descubrieron los restos de su esposa principal, Khnumetneferhedjetweret, en la pirámide de su hijo (Senusret III) en Dashur, junto a unas pocas joyas.

Senusret II construyó su complejo funerario en Lahun. La pirámide es una gigantesca estructura de ladrillos de adobe con un núcleo de roca; grandes muros de caliza entrecruzados proporcionan apoyo a los sectores de ladrillo, que finalmente fueron revestidos con caliza. En el extremo meridional del complejo se plantaron árboles; la entrada a la pirámide también estaba en el sur. La disposición de los corredores y cámaras en el interior de la pirámide es única y quizá refleje creencias relacionadas con Osiris y la otra vida. Se sospecha que otra tumba, muy bien construida y situada en el lado norte del complejo (Tumba 621), puede ser un cenotafio, como los de los complejos funerarios reales del Reino Antiguo. Los miembros femeninos de la familia del rey estarían representados por ocho sólidas mastabas y una pirámide satélite, todas ellas alineadas junto a la cara norte de la tumba del rey; pero parece que más bien se trata de estructuras simbólicas que de lugares de enterramiento. En una tumba pozo situada en el extremo sur del recinto de la pirámide del rey, Petrie y Brunton encontraron en 1914 las joyas y otras posesiones de la princesa Sathathoriunet; la factura de estas piezas figura entre lo mejor de todo el repertorio de joyas egipcias.

La conquista de Nubia durante el reinado de Senusret III

Si bien el Canon de Turín le concede a Khakaura Senusret III (c. 1870-1831 a.C.) un reinado de más de una treintena de años, el último año atestiguado por las fuentes es el decimonoveno. Por otra parte, varios descubrimientos realizados durante la década de 1990 pueden apoyar una duración mayor (véase la discusión cronológica al comienzo del capítulo). No existen pruebas reales para una corregencia con Senusret II, pero si ésta pudiera demostrarse, ayudaría a resolver varios problemas originados por la inusual duración del reinado.

Senusret III quizá sea el monarca más «visible» del Reino Medio. Sus hazañas le dieron renombre con el paso del tiempo y contribuyeron de manera sustancial al carácter de Senusret (una figura ficticia que conjuga la imagen ideal del soberano heroico del Reino Medio) descrito por Manetón y Heródoto. El rey guerreó en Nubia en sus años de reinado sexto, octavo, décimo y decimosexto y por lo que parece se trató de conflictos brutales: mataron a los varones nubios, esclavizaron a sus mujeres y niños, quemaron sus campos y envenenaron sus pozos. Poco después, los egipcios habían comenzado de nuevo a extraer piedras y a comerciar con los habitantes de la zona, pero las condiciones habían cambiado. En el octavo y decimosexto año de reinado se erigieron estelas en los fuertes de Semna y Uronarti, en lo que parece haber sido la frontera meridional; en estas inscripciones se recuerda a todos la conquista y castigos infligidos por Senusret. Esta región fronteriza quedó sellada al reforzarse el inmenso fuerte y mediante la presencia de guardias las veinticuatro horas del día atentos a cualquier circunstancia. La estela del año octavo de Semna afirma que no se permitía a ningún nubio llevar su ganado o sus barcos más al norte de la frontera fijada.

Estas fortalezas enfatizan la naturaleza inestable del control egipcio en Nubia. Los llamados «despachos de Semna» —un grupo de cartas e informes militares enviados desde Semna a Tebas en la XIII Dinastía— revelan el rigor con que vigilaban los egipcios a los nativos. También nos muestran el estrecho contacto que mantenían estas fortalezas entre sí. Si bien los fuertes principales eran de tamaño comparable, realizaban varias tareas distintas. Algunos, como Mirgissa, estaban más implicados en el comercio (se intercambiaba pan y cerveza a cambio de productos locales), mientras que otros (como Askut) parecen haber sido utilizados como almacén de suministros para las campañas en la Alta Nubia. Entre el visir y los fuertes se intercambiaban informes y de este modo el rey permanecía en contacto con los límites de sus dominios. La campaña final de Senusret en Nubia, en el año decimonoveno, fue larga y a la postre no especialmente exitosa: el rey tuvo que retirarse cuando el nivel del río comenzó a decrecer de forma alarmante, haciendo peligrosa la navegación.

Senusret III llevó a cabo al menos una campaña en Palestina, aparentemente similar a la expedición enviada por Amenemhat II contra los
aamu
(asiáticos). En estas fechas parece haber habido un importante número de asiáticos en Egipto; algunos eran prisioneros capturados con anterioridad, pero la narración bíblica de los hermanos de José vendiéndolo como esclavo a un amo egipcio (Gen. 37, 28-36) puede estar describiendo otro modo de llegada de emigrantes. La intolerancia egipcia hacia los «orientales» ya era visible durante el reinado de Senusret I, que se describe a sí mismo como el «cortacuellos de Asia»; una percepción general que se ve reforzada por los llamados «textos de execración». Se trata de listas de enemigos escritas en objetos o figurillas de cerámica, muchos de los cuales son personajes asiáticos concretos o de pueblos de Asia en general. La intención de este tipo de texto parece haber sido asegurar la destrucción mágica de los enemigos de Egipto, quemando o aplastando los recipientes o figuritas en cuestión.

Senusret también siguió una dirección diferente en cuanto a sus reformas políticas. Aunque a menudo se le ha atribuido el desmantelamiento del sistema de nomarcas, no existen pruebas reales que apoyen semejante afirmación (véase más adelante la sección sobre el cambio político). No obstante, sus intentos por conseguir que Egipto regresara a una forma de gobierno más centralizada supusieron un importante reajuste político y social (sobre todo para las clases medias) y su reinado se considera con toda razón un punto de inflexión crucial en la historia del Reino Medio.

La tumba de Senusret III, una pirámide de adobe de sesenta metros de altura revestida con bloques de caliza, se encuentra en Dashur, como la de Amenemhat II. Dentro del recinto delimitado por el muro del
temenos
se construyeron mastabas para su familia inmediata; pero los verdaderos enterramientos se encuentran en galerías bajo tierra, un nivel para las reinas y otro para las princesas. Dieter Arnold ha demostrado que este complejo toma algunas de sus ideas del de la Pirámide Escalonada de Djoser en Sakkara (III Dinastía). La cámara funeraria posee un techo abovedado y está construida con granito enlucido con yeso blanco. Ni la cámara del rey ni su sarcófago parecen haber sido utilizados. Sin embargo, en el extremo sur de Abydos se construyó para Senusret un segundo complejo funerario, consistente en una tumba subterránea y un templo mortuorio, donde el culto al soberano continuó durante dos siglos. Algunos estudiosos sospechan que el complejo de Abydos puede haber sido el verdadero lugar de enterramiento, pero tampoco en él se han encontrado los restos del soberano.

Amenemhat III: el climax cultural del Reino Medio

El único hijo conocido de Senusret fue Nimaatra Amenemhat III (c. 1831-1786 a.C.). Podría decirse que fue durante este largo y pacífico reinado cuando el Reino Medio alcanzó su cima cultural. La marca del gobierno de Amenemhat parece haber sido la consolidación de lo que se había conseguido hasta entonces. Reforzó la frontera de Semna y amplió alguno de los fuertes. Entre otros trabajos constructivos figuran numerosos santuarios y templos y la inmensa estructura de Biahmu (en el noroeste de Fayum), que contaba con dos colosales estatuas sedentes del rey en cuarcita mirando hacia el lago y que posteriormente sería descrita por Heródoto (2, 149). También construyó un gran templo para Sobek en otro emplazamiento de Fayum, Kiman Faras (Cocodrilópolis),y amplió el templo de Ptah en Menfis. Las estatuas que se conservan de Amenemhat III son sorprendentes y se caracterizan tanto por su originalidad como por su factura, como ocurre con una pequeña cabeza del soberano que hoy día forma parte de la colección del Museo Fitzwilliam (Cambridge), uno de los más sutiles y elegantes de sus muchos retratos. Las llamadas esfinges
hyksas
y partes de sus santuarios se han encontrado reutilizados en los templos del Tercer Período Intermedio en Tanis, igual que dos estatuas gemelas de granito negro del rey con forma de dios del Nilo portando ofrendas de pescado, flores de loto y gansos, un diseño que posteriormente imitarían soberanos del Reino Nuevo como Amenhotep III (1390-1352 a.C.).

Muchas inscripciones recogen la actividad minera de Amenemhat III. Sólo en la región del Sinaí, donde los funcionarios del rey trabajaron de forma casi continua en las minas de turquesa y cobre, se han identificado cincuenta y nueve grafitos. También se explotaron las canteras de Wadi Hammamat, Tura, Asuán y varios lugares de Nubia.Todos estos edificios y la actividad industrial son un símbolo de la prosperidad que disfrutó Egipto durante este reinado, pero también pudieron haber agotado la economía; si a esto unimos una serie de malas crecidas del Nilo a finales del reinado, el resultado fue el declive político y económico. Resulta irónico que la gran cantidad de asiáticos traídos al país, al parecer para trabajar en las numerosas construcciones del soberano, pudiera haber animado el asentamiento de los llamados hyksos en el delta, que terminará por originar el colapso final del gobierno nativo egipcio.

Antes de la construcción de las presas modernas en Asuán y de la creación del lago Nasser, la inundación anual de Nilo era crítica para el suministro de alimentos de Egipto. Los registros de Amenemhat de los niveles de la inundación en Kumma y Semna, en Nubia, son numerosos, y revelan unas crecidas extremadamente altas durante una parte de su reinado; la mayor tuvo lugar en el año 30, cuando alcanzó 5,1 metros. Sin embargo, esta tendencia se invirtió de forma extrema, de modo que en el año 40 el nivel era de sólo 0,5 metros. Semejantes fluctuaciones tendrían un efecto desestabilizador en la economía. Como Fayum es el único oasis de Egipto que depende del río, su sistema de irrigación necesitaría de las aguas de la crecida, lo que quizá explique el gran interés del rey en los niveles de la inundación. También es probable que las crecidas del Nilo fueran escrutadas de cerca para evitar posibles daños en el norte. Amenemhat III mantuvo el programa hidráulico de Fayum y posteriormente llegaría a ser adorado allí como Lamares, el dios de la zona; pero como sucede con Amenemhat II, no está claro qué parte de los trabajos hidráulicos se realizaron durante su reinado. Su deificación pudo haber tenido lugar en una fecha tan temprana como el comienzo del reinado de su sucesor, la reina Sobekneferu; pues ésta tenía mucho que ganar con la deificación de un hombre que posiblemente fuera su padre.

Amenemhat construyó su primera pirámide en Dashur, pero como sucediera con la Pirámide Romboidal de Esnefru (IV Dinastía), parece que durante la construcción aparecieron fracturas en el edificio. La pirámide terminada constaba de un núcleo de ladrillos de adobe revestido por una capa de caliza (en la actualidad desaparecida); su piramidión de piedra se encuentra en el Museo Egipcio de El Cairo. En la zona suroccidental de la pirámide, dentro de dos corredores recientemente descubiertos, se encontraron los restos de la reina Aat y de otro miembro femenino de la realeza. Sus criptas contaban con entradas independientes por fuera de la pirámide, un detalle que habría permitido acceder a ellas una vez que se hubiera sellado aquélla. El sarcófago de la reina Aat es idéntico al del rey.

Cada una de las cámaras funerarias de las reinas en Dashur cuenta con su propia «cámara ka», donde se colocaron los vasos canopos. Se trata de un tipo de habitación funeraria que antaño fue privilegio de los reyes, por lo que probablemente se trate de un aspecto bastante especializado de la llamada democratización de la otra vida (véase la sección sobre religión más adelante); es posible que estas capillas representen nuevas creencias respecto a la otra vida de las mujeres de la realeza. Sus corredores estaban comunicados con el del rey y, de no haber sido por los fallos estructurales aparecidos, hubieran compartido la tumba con él.

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