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Authors: Ian Shaw & Stan Hendrickx & Pierre Vermeersch & Beatrix Midant-Reynes & Kathryn Bard & Jaromir Malek & Stephen Seidlmayer & Gae Callender & Janine Bourriau & Betsy Brian & Jacobus Van Dijk & John Taylor & Alan Lloyd & David Peacock

Tags: #Historia

Historia del Antiguo Egipto (48 page)

BOOK: Historia del Antiguo Egipto
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Si tenemos razón al asumir que el topónimo Nahrin no aparece en las inscripciones egipcias antes de la octava campaña de Tutmosis III (en el año 33 de su reinado), sencillamente porque era demasiado poderoso como para mencionarlo en los monumentos reales egipcios, entonces la conquista de los vasallos sirios por parte del rey fue un logro realmente significativo. El hasta entonces pobremente documentado Estado de Nahrin, aparece de repente en los últimos años del reinado de Tutmosis III en todo tipo de inscripciones jeroglíficas: además de en los
Anales
, el aparente cruce del Eufrates por parte del rey aparece en la Estela de Gebel Barkal (erigida en la cuarta catarata en Nubia), en un obelisco de Karnak, en la Estela Poética de Karnak y en la Estela de Armant. Aparecen también referencias a Nahrin en las numerosas listas de topónimos del reinado. La cantidad de botín conseguido durante las campañas sirias es impresionante, tanto para el soberano como para sus soldados. Con la excepción del período subsiguiente a la octava campaña, ocurrida en el año 33, en los
Anales
los ingresos procedentes de Nahrin aparecen mencionados como botín, ya sea originado por los saqueos del ejército o capturado por el rey. Parece que por entonces Nahrin no realizaba entregas anuales (
inu
), como señalan claramente los
Anales
al comparar esta entrega única tras la campaña del año 33 con la de otras zonas designadas como «de este año». Esto puede interpretarse como que la fuente de los ingresos de Egipto eran sólo los derrotados vasallos de Mitanni y no el rey de Mitanni en su capital, Washshukanni. Si bien los objetos y personas conseguidos en Nahrin son considerables, los ingresos anuales procedentes de Retjenu y Djahy incluyen muchos más objetos y materiales preciosos. Es evidente que Tutmosis III todavía seguía en guerra con Mitanni.

La participación en la conquista de Siria, Nahrin incluida, de una recién formada élite militar egipcia se conmemora en al menos siete tumbas tebanas del reinado de Tutmosis III y de comienzos del de Amenhotep II, además de en numerosas estatuas y estelas de particulares (TT 42, 74, 84, 85, 86, 88, 92, 100, 131, 155 y 200). En las capillas de estas tumbas el énfasis se pone tanto en los cautivos de las expediciones militares, las guerras o los propios soldados, como en los objetos de lujo conseguidos de las entregas extranjeras. No obstante, el aspecto militar de los encuentros egipcio-mitannios tendría una vida corta, porque sería sustituido por el cada vez mayor prestigio concedido a los productos sirios. Las tumbas decoradas a partir de la primera década del reinado de Amenhotep II celebran los ingresos como si fueran tributos extranjeros, sobre todo los de naturaleza exótica, formalizándose los elementos de conquista dentro de procesiones de celebración. Por ejemplo, en la tumba de Kenamon (TT 93), decorada avanzado el reinado de Amenhotep II, no hay ningún texto que describa las guerras sirias, ni un listado del botín, como sí sucede en la capilla de Suemniwet (TT 85), o la presentación de los hijos de los jefes extranjeros, como sí vemos en la capilla de Amenemheb (TT 85). En vez de ello, sus paredes muestran los regalos de Año Nuevo para el rey, entre los cuales hay numerosas armas y armaduras, así como dos carros. La filacteria del carro que aparece en el registro superior alardea de que la madera se trajo desde el país extranjero de Nahrin, mientras que el carro de debajo está diseñado para ser utilizado en la guerra contra los meridionales y los septentrionales. Debajo del carro superior hay una pila de cascos de estilo sirio, mientras que debajo del otro carro vemos un montón de marfil; es evidente que se trata de una alusión a la antigua guerra en ambas regiones, Asia y Nubia respectivamente.

Entre los regalos de Año Nuevo de la tumba de Kenamon también hay un grupo de recipientes de cristal que imitan mármol. Este tipo de cristal es particularmente característico del norte de Siria y del norte de Irak. De hecho, la introducción a gran escala de cristal formado a partir de un núcleo puede muy bien haber sido resultado de las guerras contra Mitanni. Muy posiblemente, los recipientes de cristal, aparecidos primero en centros mitannios como Tell Brak y Tell Rimah, se convirtieron con rapidez en objetos copiados (y muy mejorados) en Egipto. Los recipientes de plata y oro (descritos a menudo en las listas de botines como «de fondo plano») asociados al litoral mediterráneo (aparecen mencionados como «trabajo de Djahy») también llegan como ingresos procedentes de Nahrin (en el año 33) y, al igual que con el cristal, las copias de estilo egipcio de estos recipientes sirios no tardaron en ponerse de moda. El famoso recipiente de plata de fondo plano inscrito para el soldado Djehuty durante el reinado de Tutmosis III es uno de estos cuencos; un recipiente de oro de Djehuty, también en el Museo del Louvre, puede que sea una copia moderna de uno de plata; hay muchas imágenes de ellos en las paredes de los templos y tumbas de Tebas.

Junto con los productos de lujo de estilo sirio hicieron su aparición los dioses de la región y durante el reinado de Amenhotep II los cultos de las deidades asiáticas Reshef y Astarté se fomentaron ampliamente en Egipto. Resulta significativo que el gusto por los productos de estilo mitannio durara mucho más que la moda de las condecoraciones militares. Un tipo especial de león de oro, que se entregaba a los soldados en las campañas sirias, deja de encontrarse tras los primeros momentos del reinado de Amenhotep II; pero los recipientes metálicos y de cristal de estilo sirio siguieron siendo símbolos de categoría a lo largo de toda la XVIII Dinastía, y se copiaron de formas diversas en Egipto. Del mismo modo, las escenas donde se presentan cautivos y botín sirios desaparecieron tras los primeros momentos del reinado de Amenhotep II, en favor de escenas de representantes extranjeros ofreciendo sus preciados objetos de lujo como muestra de homenaje al faraón.

En la transformación iconográfica de Mitanni, desde archienemigo a dócil fuente de productos de prestigio, podemos ver el camino recorrido por Egipto hacia una alianza con Nahrin. No se sabe con certeza si las tres esposas de Tutmosis III enterradas en Wadi Qubbanet el Qirud (en la orilla occidental de Tebas) eran sirias, pero sus nombres ciertamente sí son asiáticos y su riqueza en oro era grande. Quizá se trate de un reflejo del cambio del punto de vista egipcio respecto al este: el mismo rey que durante veinte años estuvo organizando campañas para conquistar Retjenu y Nahrin se casa después con mujeres de la región y las cubre de riquezas. A pesar de las futuras batallas de Amenhotep II en Siria, al terminarse el reinado de Tutmosis III el interés egipcio por la paz era inminente.

Entre las esposas de Tutmosis III figura una mujer llamada Sitiah, hija de una «niñera real». Posee los títulos de «gran esposa real» y —en un único texto— «esposa del dios». Si realmente reemplazó a Nefrura en el puesto de sacerdotisa, sólo fue hasta que la hija del soberano, Merytamon, fue lo suficientemente mayor como para hacerse cargo del mismo. No se sabe con total certeza si Sitiah tuvo o no hijos, mientras que la madre de Amenhotep II, Merytra, parece haber tenido varios. Aparentemente, Merytra (hija de Huy, «divina adoratriz de Amón y Atum» y «jefa de las cantantes del coro de Ra») dio a luz a Amenhotep, a la princesa Merytamon, al príncipe Menkheperra, a la princesa Isis, a otra princesa llamada Mery(t)amon y a una pequeña princesa llamada Nebetiunet. Merytra aparece como reina en el templo de Medinet Habu y en la tumba de Tutmosis III, donde también podemos ver a una tercera esposa, Nebetta, y a la princesa Nefertiry.

Amenhotep II

No sabemos si a finales del reinado de Tutmosis III todavía seguía vivo algún miembro de la rama familiar de Hatshepsut (descendiente de la reina Ahmose). No obstante, en el quincuagésimo primer año de su reinado, el anciano soberano nombró corregente a su hijo Amenhotep y compartió con él la monarquía durante poco más de dos años. La
damnatio memoriae
de Hatshepsut, comenzada en torno al año 46 o 47, había abierto el camino para este reinado conjunto; pues el propio Amenhotep II completó la profanación de los monumentos de la soberana. Para terminar con las posibles reclamaciones de Hatshepsut y su linaje, sus monumentos se modificaron sistemáticamente: algunos quedaron oscurecidos por nuevos trabajos, otros se mutilaron para borrar cualquier resto de su nombre y muchos se alteraron de tal modo que los nombres de Tutmosis III o Amenhotep II reemplazaron a los de Hatshepsut. Dado que Tutmosis intentó acabar con el recuerdo de la reina veinticinco años después de su desaparición, no parece que se tratara de un acto de pura venganza contra su madrastra, sobre todo porque el rey había conservado a varios de los funcionarios de Hatshepsut, que completaron su carrera y construyeron sus tumbas destacando en ellas el nombre de Tutmosis. Quizá la muerte de hombres que sirvieron a ambos soberanos, como Puyemra, «segundo sacerdote de Amón», e Intef, alcalde de Thinis (la región de Abydos) y gobernador de los oasis, debilitó las objeciones a la execración de Hatshepsut.

El reinado de Amenhotep II fue un punto de inflexión en el comienzo del Reino Nuevo; si bien en la actualidad a menudo queda oscurecido por la sombra tanto de sus dos predecesores como de sus sucesores de finales de la XVIII Dinastía. Durante su reinado de casi treinta años (la fecha más alta conocida del mismo es el año vigésimo sexto) el rey tuvo éxitos militares en Levante, llevó la paz y sus recompensas económicas a Egipto y amplió fielmente los monumentos a los dioses. En su época, Amenhotep II se ganó el reconocimiento de los suyos, sobre todo por sus virtudes atléticas (de hecho, sus monumentos a menudo aluden a ellas). Cuando era joven, el rey vivía en la región de Menfis y entrenaba caballos en los establos de su padre (si hemos de creer la inscripción que dejó en una estela en el templo de la Esfinge en Guiza). Su mayor hazaña tuvo lugar cuando atravesó con sus flechas blancos de cobre mientras conducía un carro con las riendas atadas a la cintura. La fama de este logro se plasmó en monumentos, no sólo en la inscripción de la estela de Guiza, sino en relieves de Tebas. También apareció miniaturizada en escarabeos encontrados en Levante. Sara Morris, una historiadora de arte clásico, sugiere que el éxito de Amenhotep con los blancos es la base sobre la que, cientos de años después, se construyó el episodio de la
Ilíada
en el que se dice que Aquiles atravesó con sus flechas una serie de blancos dispuestos en una trinchera.

La mayor parte del reinado de Amenhotep II fue pacífica, siendo un largo período de estabilidad. Algunos papiros administrativos de su reinado documentan florecientes organizaciones agrícolas e industriales en varias zonas de Egipto. Funcionaba una eficaz burocracia y Amenhotep II parece haber hecho buen uso de sus administradores. Animó a los hombres que habían servido a su padre a que continuaran con él y situó a amigos íntimos en puestos clave. En esta época también se copiaron algunas composiciones literarias del Reino Medio, lo cual sugiere un creciente interés en el refinamiento cultural más que en el valor militar. Si bien el arte real continuó igual de idealizado y formal que durante el reinado de Tutmosis III, el estilo de la pintura en contextos no regios comenzó a traicionar un individualismo artístico que posteriormente se acentuaría.

El programa constructivo de Amenhotep II

Amenhotep II construyó edificios o añadió anejos a monumentos ya existentes en casi todos los centros importantes donde su padre había dejado su impronta. Durante los tres primeros años de su reinado se erigieron construcciones con el nombre de ambos monarcas, sobre todo en Amada (Baja Nubia), donde se edificó un templo en honor de Amón y Ra-Horakhty que los conmemoraba a los dos por igual, y en Karnak, donde ambos reyes participaron en la eliminación de los vestigios de los monumentos de Hatshepsut enmascarándolos con los suyos. En el patio situado entre el Cuarto y el Quinto Pilono, las columnas añadidas y la manipostería situada en torno a los obeliscos de la reina en ocasiones llevan el nombre de un soberano y en otras el del otro. Es imposible saber si estas modificaciones se efectuaron de forma simultánea (durante la corregencia) o consecutiva.

Nuestro faraón también dejó monumentos en Pnubs (en la isla de Argo), Sai, Uronarti, Kumma, Buhen, Qasr Ibrim, Amada, Sehel, Elefantina, Gebel Tingar (una capilla cerca de la cantera de cuarcita en la orilla occidental de Asuán), Gebel el Silsila, Elkab,Tod (una capilla de la barca de la corregencia), Armant, Karnak, Tebas (incluida su tumba, la KV 35 del Valle de los Reyes, y un templo funerario hoy destruido), Medamud, Dendera, Guiza y Heliópolis. En el año 4 de su reinado se reabrieron las canteras de Tura para construir un templo de caliza, pero su localización es incierta y no se trata del templo funerario del rey en Tebas, puesto que su estructura es de arenisca y adobe.

Los sitios donde los esfuerzos constructivos de Amenhotep II dejaron una impresión mayor fueron Guiza y Karnak, a pesar de que los trabajos del soberano en Guiza no fueran especialmente ambiciosos. Con todo y con ello, construyó un templo para el dios Horemakhet, el dios sol identificado con la Gran Esfinge. Se ha podido observar que, desde el reinado de Tutmosis I, la zona en torno a la Esfinge era visitada por príncipes y peregrinos que recorrían los grandes complejos piramidales de Khufu y Khafra. La Esfinge y su anfiteatro se convirtieron en la sede de un culto a los antepasados regios, incluidos el propio Amenhotep II y su hijo, Tutmosis IV, que erigió la Estela de la Esfinge entre las patas anteriores de esta gran estatua leonina. El culto a Horemakhet y la veneración regia continuaron hasta la época romana, cuando los peregrinos dejaban ofrendas votivas en el muro del recinto del anfiteatro o, si era posible, en las capillas. Por lo tanto, la dedicación por parte de Amenhotep II de un pequeño templo a Horemakhet (también descrito como Hauron en el depósito de fundación del rey en este lugar) es un momento importante de la historia de la Esfinge como centro de adoración. Sus propios hijos dejaron estelas en el templo, algunas con imágenes que muestran que en su momento una estatua de Amenhotep II se alzó junto al pecho de la Esfinge. Mark Lehner ha reconstruido el aspecto de la Esfinge con esta estatua de la XVIII Dinastía en su lugar.

Cuando Amenhotep II hubo terminado su programa de borrado en los monumentos de Hatshepsut en Karnak, pudo concentrarse en los preparativos de su jubileo real en su templo. Al igual que Tutmosis III había construido en el recinto de Amón en Karnak el templo de la fiesta conocido como «Efectivo de monumentos», Amenhotep II creó un edificio para su fiesta
Sed
. Su pabellón, tal cual lo ha reconstruido Charles van Siclen, consistía en un patio con pilares cuadrados y muros decorados con relieves en los laterales. Fechado en la parte final de su reinado, a juzgar tanto por su estilo artístico como por sus inscripciones, se encontraba delante de la entrada sur del templo, en el Octavo Pilono, creando así un nuevo acceso principal al templo, del mismo modo que Hatshepsut había hecho antes que él. Delante de su patio de la fiesta
Sed
había terrenos de Amón, jardines con vegetales y plantas agradables. Los pilares llevaban la inusual dedicatoria: «La primera vez de repetir [o "y repetición de"] la fiesta
Sed
», la cual puede implicar que antes de la construcción de este patio ya había celebrado un jubileo. No obstante, son fórmulas difíciles de interpretar y pueden tratarse sencillamente de deseos para la futura fiesta
Sed
del rey. Siguiendo una antigua tradición, la decoración en relieve del pabellón de la fiesta contenía elaborados símbolos para el soberano, que enfatizaban sobre todo las conexiones solares; por ejemplo, múltiples discos solares sobre las coronas y sobre ellos diminutos halcones, identificándolo así con Ra-Horakhty con cabeza de halcón.

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