Grabado que representa a Carlomagno. La batalla de Roncesvalles (778) simboliza los enfrentamientos armados de los vascos con los francos.
No se consolidó este poder político. Sancho el Mayor repartió tan amplio territorio entre sus hijos. A García le correspondió el Reino de Pamplona, las Vascongadas y el Norte del actual Burgos. Había comenzado la descomposición de la monarquía, que llegó a desaparecer en 1076, tras la tragedia de Peñalén —el asesinato de Sancho IV por sus hermanos. Los reinos de Aragón y de Castilla se repartieron sus territorios.
En 1134 Navarra recuperó la independencia. García Remírez se alzó como rey, titulándose ya
rey de Navarra.
Su reino tenía los perfiles actuales, pues incorporó Tudela y territorios al sur del Ebro, conquistados en el intervalo a los árabes. Algunos años después, llegó a dominar la Rioja y las Vascongadas, que, excepto breves momentos, permanecieron en la esfera navarra hasta acabar el siglo. Terminaron entonces las vicisitudes territoriales. Desde 1234, cuando comenzó a reinar la dinastía Teobaldo, con intereses en Francia, los vaivenes políticos de Navarra dependieron del acercamiento a Francia o a la política peninsular.
Hasta el 1200 el territorio de las Vascongadas fluctuó entre la monarquía navarra y la asturleonesa/castellana. Al tiempo, surgieron las tres demarcaciones en que se dividiría en lo sucesivo. Álava y Bizkaia son los primeros nombres de los que tenemos noticia. Aparecen en la
Crónica de Alfonso III,
del año 900, al relatar acontecimientos de mediados del siglo VIII. Es sólo una mención geográfica, pero evidencia que existían ya unos enclaves con tales nombres, cuyo contenido político o territorial desconocemos. De Bizkaia se excluían Orduña, Sopuerta y Carranza, mencionados aparte en el texto, por lo que quizás comprendía el territorio al este del Nervión que habitaran los caristios.
En el siglo IX el término
Álava
adquirió connotaciones políticas, pues se le cita como condado. La
Crónica de Alfonso II
menciona, primero, que Eylo era conde de los alaveses hacia el 868; después, a los Vela Jiménez como condes de Álava. Y en torno al 918 Monio Vélaz, casado con una hija del navarro Sancho Garcés I, ostentó los títulos de conde de Álava y de Bizkaia.
Las vinculaciones políticas de estos territorios son imprecisas. La cita del 918 los relaciona con la Corte navarra, pero antes, cuando aún no se había consolidado el Reino de Pamplona, posiblemente estaban en la esfera asturiana: Alfonso II, hijo de alavesa, se refugió una vez en Álava a fines del siglo VIII; y los Vela Jiménez y los condes de Castilla, ambos bajo la égida asturiana, colaboraron estrechamente en la lucha contra los musulmanes. La relación que en el siglo X tuvieron las Vascongadas con Navarra debió de ser transitoria. Álvaro Herramélliz figura como conde de Álava entre el 919 y el 931 dentro de este ámbito. Después, entre el 932 y el 970 el título lo ostentó Fernán González, que reunió los condados de Castilla y de Álava. Por contra, a comienzos del siguiente siglo, durante el reinado de Sancho el Mayor, el conde de Álava figura en el ámbito de Navarra, coincidiendo con la expansión de esta monarquía. Y dentro de la misma corte se movían el conde de Gipuzkoa, cuya primera mención es de 1025, y los condes de Bizkaia, documentados de forma continua desde 1040.
Teobaldo I (1234-1253). Músico y poeta, desarrolló el Arte Gótico en Navarra, y consiguió, en el plano militar, fama en la sexta Cruzada a Tierra Santa.
Es posible que al principio el condado de Álava incluyese todas las Vascongadas, y que en el siglo XI se convirtiesen en entidades diferenciadas Gipuzkoa y Bizkaia.
Con la crisis del Reino de Pamplona estos enclaves pasaron en 1076 a Castilla, en cuya órbita estuvieron hasta la reconstitución de la monarquía navarra en el 1135. Desde entonces, y hasta fines de siglo, por lo común permanecieron en Navarra. Desde 1 180 el señor de Bizkaia figura siempre en la corte de Castilla. Al terminar el siglo, Álava y Gipuzkoa se incorporaron definitivamente a los dominios del rey castellano. En 1199, tras el cerco y capitulación de Vitoria, Alfonso VIII conquistó Álava; al año siguiente, el rey navarro le entregó algunas plazas alavesas que seguían en su poder. También en el 1200 Castilla se hizo con Gipuzkoa; se ha escrito que por entrega voluntaria, pero la documentación es imprecisa: dice a veces que el rey
adquirió
la provincia, y otras que la
prisó,
que la
tomó;
en todo caso, no menciona enfrentamientos armados.
Los condes de Álava y Gipuzkoa eran, al parecer, cargos designados por el rey, para gobernar comarcas fronterizas que exigían atención militar. Titular y territorio no tenían más nexo que la voluntad del rey, que era la máxima autoridad. Quizás el condado de Álava fue de los Vela Jiménez hasta el 918, pero desde entonces los reyes designaron los condes de Álava sin tener en cuenta vinculaciones anteriores. Sancha de Navarra, Fernán González, Munio González, Lope Iñiguez, los Ladrón de Guevara, entre otros, ostentaron sucesivamente el título. En el mismo caso estuvo el condado de Gipuzkoa, en manos de García Armáriz, Orbita Arnárez, Vela de Guevara, Lope Iñiguez, los Ladrón de Guevara. Ambos títulos desaparecieron con la ocupación castellana.
El Señorío de Bizkaia estuvo vinculado a sus titulares en mayor grado. Al menos desde el 1040 los Señores de Bizkaia fueron los López de Haro: sólo perdieron el condado entre 1135 y 1180, cuando recayó en los Guevara, hasta que se lo devolvió el rey castellano. Los Haro cambiaron varias veces la fidelidad monárquica sin perder el dominio sobre Bizkaia, de forma que ostentaron el Señorío en Navarra y en Castilla.
A diferencia de los otros, el de Bizkaia era un
señorío jurisdiccional.
Posiblemente, el ejercicio de la autoridad gubernativa generó un dominio que no dependía estrictamente de la voluntad del Rey. El señor de Bizkaia tenía competencias que en Álava y Gipuzkoa ejercía el rey: tenía el mando militar, cobraba tributos, nombraba funcionarios (prestameros y merinos), y ejercía la potestad judicial. Mientras en Álava y Gipuzkoa las villas las fundó el rey, en Bizkaia lo hizo el Señor.
En el siglo XIV nació otra ruta mercantil. Unía el interior de la península con los puertos del norte de Europa, privilegiando el papel de las Vascongadas.
Tras la definitiva entrada en la órbita castellana no desapareció el Señorío de Bizkaia, que siguió en manos de los Haro. Era ésta la más poderosa familia de Castilla después de la real, lo que sin duda contribuyó a consolidar el Señorío. Al extinguirse la casa de Haro, el Señorío pasó a los Lara, otro linaje importante. Recayó en 1371 en el infante don Juan, que en 1379 heredó la corona de Castilla. Reino y Señorío tendrían desde entonces un mismo titular, pero Bizkaia mantuvo sus peculiaridades jurídicas.
Durante la Alta Edad Media se forjó la composición territorial de las cuatro demarcaciones vascas.
Navarra, formada por la anexión de territorios al reino de Pamplona, que al principio comprendía la Navarra Media, reproducía básicamente la zona de los antiguos vascones, si bien perdía en 1200 la franja entre Oyarzun y el Bidasoa, conquistada por Castilla.
La antigua distribución tribal tuvo, pues, influencia en la división territorial. La principal novedad fue la aparición de Álava como enclave diferenciado. Probablemente, se debió a la dinámica histórica de este área, con personalidad propia por el papel fronterizo que jugó durante siglos. Lo tuvo ya durante la crisis del Bajo Imperio; después, fue frontera entre godos y vascones, entre éstos y árabes —las crónicas árabes refieren 21 incursiones por tierras alavesas— y, por fin, entre la monarquía navarra y la asturleonesa o castellana.
Álava no incluía en el 1200, cuando la anexión a Castilla, todo el actual territorio alavés. Varias plazas militares las dirigían sus señores, hasta que se agregaron a la provincia las de Portilla, Treviño y Laguardia.
Bizkaia accedió a la unidad por adscripción personal de diversos territorios al Señor de Bizkaia. Al principio, tenía éste la Bizkaia nuclear, que excluía el Duranguesado y las Encartaciones. Era la vertiente norte de la antigua zona caristia. Durango formó en los siglos XI y XII una circunscripción política, que en 1 195 pasó a manos castellanas; en 1212 Alfonso VIII lo donó a Diego López de Haro. Más compleja fue la incorporación de las Encartaciones (antiguo territorio autrigón), pues careció de una unidad política como la de Durango. Santurce y Gordejuela eran del Señor de Bizkaia en el siglo XI; Sopuerta, Somorrostro y Carranza lo fueron en el XII; Lanestosa se incorporó a fines del siglo XIII, y Valmaseda al acabar el XIV.
Gipuzkoa no incluía durante la primera mitad del siglo XI territorios al oeste del Deva, de forma que reproducía la franja norte de los antiguos bárdulos, pero sí durante la centuria siguiente. Se incorporó el antiguo territorio vascón situado al este de Oyarzun en 1200, conquistado por el rey castellano. Dentro de Gipuzkoa hubo un demarcación diferenciada, el señorío de Oñate, que no entró en la provincia hasta la Edad Moderna.
No conocemos bien la economía del País Vasco medieval. La documentación sugiere que en el sur y en Navarra la agricultura estaba más desarrollada que en el norte: en Álava existían fincas agrícolas protegidas por torres; y el asentamiento árabe en el Ebro, en el sur navarro, hizo progresar las técnicas agrícolas, con la noria y sistemas de riego. Posiblemente, esta zona practicaba el pastoreo, pero sin que alcanzase la importancia que tenía en la vertiente septentrional, de economía ganadera y forestal: la ganadería era su actividad más importante; el bosque, que se usaba para la cría del ganado, sólo desaparecía para dejar sitio a las pomaradas; las huertas eran escasas.
El Rey de Castilla o el Señor de Bizkaia crearon
Villas
en la Costa, para potenciar los puertos; así nacía Bermeo en 1237.
Así, el
Fuero de los labradores de Durango
de 1150, se promulgó para una sociedad en la que primaba la ganadería. Los labradores tenían que pagar al señor según sus cabezas de ganado. Varios documentos aluden a los pastos, y a
tierras, huertas y manzanales, árboles, montes, y pastos,
como figura en la donación de la iglesia de Yurreta a San Millán de la Cogolla de 1072. Posiblemente, en los siglos XI y XII se introdujeron prácticas agrícolas pues a mediados del XIII una mala cosecha tenía ya secuelas de hambres y pestes; se paliaban con sacrificios ganaderos, de forma que se complementaban ambas producciones agropecuarias.