Más tarde, tras un despliegue de coraje y valentía, el Capitán Carter se gana su posición como guerrero de Marte, recorriendo de polo a polo el planeta rojo, retornando a la Tierra por un período de algunos años y regresando de nuevo a Barsoom, donde encuentra una gran variedad de extrañas razas de hombres y bestias, salvajes naciones y violentos pueblos.
Finalmente, gana el título de Príncipe de Helium (no el gas inerte, sino la principal ciudad-imperio de Barsoom) y consigue la mano de la incomparable Dejah Thoris, princesa de Helium. Los volúmenes de esta trilogía son «Una Princesa de Marte”, «Dioses de Marte» y «El Señor de la Guerra de Marte». Su extrema calidad hizo posible su traducción a muchos idiomas incluido el esperanto. Después, este mismo libro fue incluido por la Oxford University Press en la serie «Historias Contadas y Repetidas» como una novela básica para uso escolar. Otros autores de “Historias…» son Dickens, Doyle, Shakespeare, Stevenson, Defoe, Wells, Sabatini, Anthony Hope y Nordoff y Hall.
Una extraña mezcla de autores, aunque todos tienen un común denominador: la característica de una literatura de calidad, que perdurará a través del tiempo y hará que sus trabajos formen parte del cuerpo de la literatura de la lengua inglesa con una sólida oportunidad de pervivir en los siglos venideros. La presencia entre ellos de «Una Princesa de Marte» es quizás el primer signo importante de que este autor, cuyos trabajos han merecido la aclamación del público desde el principio, esté empezando a recibir la aceptación de los educadores y críticos para bien.
Habiendo dejado Carter en los tres últimos libros, de ser un desnudo y desarmado extranjero a Señor de la Guerra del planeta rojo, Burroughs se encaró con la cuestión: ¿Qué hacer ahora? La misma pregunta se le planteó con la serie de Tarzán., llevando al Hombre Mono a una tal sucesión de exóticos lugares, ciudades perdidas y olvidados imperios a través del horizonte africano que, de haber existido en realidad, habrían hundido el continente en el océano con su peso.
En la serie marciana, B.R.B. intentó otra aproximación, pensando algo más audaz y completamente acertado. Apartando su atención de John Carter y Dejah Thoris, Burroughs llamó a su cuarto libro «Thuvia, Doncella de Marte”. La figura titular había sido presentada en “Dioses de Marte» como carácter ambiguo. La joven era un juguete en manos de un grupo de sacerdotes de una religión degenerada, casi una esclava.
Rescatada por John Carter de su infeliz vida, Thuvia, al final del libro, es apresada junto con Dejah Thoris y una tercera belleza marciana, la exuberante pero traidora Phaidor en una especie de siniestro tiovivo que constituye las cárceles marcianas. La entrada o salida de la celda queda bloqueada durante un año mientras la gigantesca rueda gira a través de una enorme roca ahuecada. Cuando la celda conteniendo a las tres mujeres desaparece de la vista, Phaidor ataca a Dejah Thoris con un afilado cuchillo. Thuvia se interpone entre las dos tratando de salvar a Dejah Thoris y… la línea de puntos no es «… continuará en la próxima emocionante entrega”, sino “…continuará en el próximo emocionante libro: “El Señor de la Guerra de Marte».
Así, Dejah Thoris y Thuvia escapan, claro, y en la continuación, Thuvia retoma el papel no sólo de heroína principal, carácter de honor que comparte con Dejah Thoris —La Princesa de Princesas— sino la de nieta de John Carter y Dejah Thoris en «Llana de Gathol» —décimo volumen de la serie.
La acción de «Thuvia, Doncella de Marte” no es simplemente un retorno de las aventuras de John Carter, sino nuevos caminos a través del horizonte barsoomiano. La novela está llena de imaginación e intrigas, y su creación más brillante es, probablemente, los Arqueros de Lothar, una fantasmal legión de arqueros creados por el poder mental de los lotharianos para detener la agresión de los warhoons, sus enemigos seculares. «Thuvia» fue publicada en 1916, y posteriormente Burroughs volvió su atención hacia otros asuntos, incluyendo algunos libros de Tarzán y la serie Pellucidar, así como algunos otros títulos aislados. En 1922 retomó de nuevo la serie marciana, produciendo “El Ajedrez Viviente de Marte».
De nuevo Burroughs cambia el enfoque, esta vez sobre Tara de Helium, la joven hermana de Carthoris. De nuevo no solo hay aventuras, sino que prodigiosas creaciones de su imaginación marcan el libro. Las mejores creaciones de «El Ajedrez Vivo de Marte» son los rykors y los kaldanes, habitantes de la ciudad de Bantoom. Extrañamente simbióticas, estas dos razas, los rykors semejantes a humanos descabezados, y los kaldanes, nada más que cabezas animadas, se acoplan entre sí, los rykors controlando los cuerpos. Un kaldane puede cambiar de cuerpo cada vez que quiera, siendo hombre un día y mujer al siguiente.
«El Cerebro Supremo de Marte», siguiente título de la serie, apareció en Amazing Stories Annual en 1927 y presenta un nuevo héroe en la persona del capitán del ejército norteamericano Ulysses S. Paxtón, aparentemente muerto en las trincheras de la Primera Guerra Mundial pero transportado milagrosamente en el acto a Marte. Vive su aventura junto con Ras Thavas, un brillante cirujano marciano que ha perfeccionado el transplante quirúrgico de cerebro desde un humano a otro. Valla Dia, una adorable muchacha marciana, es asesinada por Ras Thavas quien fuerza un cambio de cuerpos con la odiosa Reina Xaxa. La acción que comienza así, acaba con el retomo de Valla Dia a su auténtico cuerpo y su matrimonio con Paxton —que recibe el nombre barsoomiano de Vad Varo.
El séptimo libro de la serie, «Un Guerrero de Marte”, es enviado a la Tierra vía una suerte de emisión llamada la Onda Gridley. La narración es algo complicada: Una introducción de Burroughs explica que la historia registrada en el libro llegó a él (vía Onda Gridley) por Ulises S. Paxtón/ Vad Varo. Pero Paxton ha recibido la historia de su propio protagonista central, Tan Hadron de Hastor —una ciudad que disfruta de un cierto grado de autonomía, pero dentro del imperio Heliumita y sujeta a la autoridad de Helium—. «Un Guerrero de Marte», quizá aplique esa forma de ciencia ficción formalmente llamada «romance científico», una historia de gran acción y maravilla donde la ciencia es la base de la situación aunque juega un pequeño papel en el desarrollo de la historia. Tan Hadron viaja a través de dos maravillosas ciudades ocultas, se enfrenta a un loco monarca especializado en torturar bellas doncellas, es sentenciado a una forma de ejecución conocida solo como “La Muerte», atraviesa un bosque habitado por gigantescas arañas… y en general es un placer total para el lector.
En «Espadas de Marte», señalizada en la revista Blue. Book entre 1934 y 1935, Burroughs vuelve a hacer de John Carter su héroe. La novela presenta una sorprendente predicción del control automático de las naves espaciales experimentales por ordenador, incluyendo su tamaño, emplazamiento y funcionamiento, así como las características de programación del piloto automático, todavía no conseguido hoy para guiar a los cohetes que llevaran los primeros instrumentos y los primeros hombres a otros planetas. Qué sorpresa si uno de ellos llegara a Marte y encontrara allí Barsoom…
En «Espadas de Marte» la nave espacial es utilizada para llevar a Carter y a varios marcianos desde la ciudad de Zodanga, en Marte, hasta la luna Thuria (Phobos). Aquí Carter encuentra más extraños pueblos y bestias antes de volver a Barsoom.
«Los Hombres Sintéticos de Marte» (1939) es la novela final de la serie, y presenta a un nuevo héroe, Vor Daj, que pide a Ras Thavas que salga de su retiro para efectuar nuevos experimentos. El problema aparece cuando Ras Thavas. como un doctor Frankestein, crea vida artificial. Tiene éxito, pero produce sólo monstruos que se rebelan y amenazan con tomar todo el planeta.
Sin ser la más imaginativa ni la mejor escrita de la serie marciana, «Los Hombres Sintéticos» es, no obstante, una historia lo suficientemente interesante y sobradamente cargada de conflictos y acción para hacer de su lectura un gran momento.
El décimo volumen «Llana de Gathol” no es una novela, sino una colección de cuatro novelettes interconectadas. Todas son excelentes aunque quizás la mejor sea la publicada originalmente como «La Ciudad de las Momias» y titulada en «Llana», “La Vieja Muerte». En ella, un grupo de antiguos marcianos son descubiertos preservados durante milenios en un trance como estatuas. Despertados, encuentran su mundo desaparecido, su ciudad muerta. Es una escena muy melancólica y marca el más alto punto en un libro excelente.
Finalmente, por supuesto, se encuentra el presente volumen «John Carter de Marte».
En la revista, hace décadas, aparecían una serie de notas a pie de páginas firmadas «Ed.”. No sabemos aun hoy si este “Ed.» era Raymond A. Palmer, editor de Amazing Stories, o Edgar Rice Burroughs que a veces se describía a sí mismo como meramente el editor de John Carter y sus auténticas aventuras y no como su autor.
Estas notas vuelven a aparecer en la presente edición y el lector es libre para formarse su propia opinión sobre su autenticidad.
Para el lector que lee ciencia ficción como si degustara un caramelo, recién salido de su clase de física y química, así como al lector más serio, que lee extrapolaciones sociológicas, las novelas marcianas de Burroughs les resultarán muy insatisfactorias.
Pero para el lector que busca magníficas aventuras con la finalidad de dejar volar su imaginación por exóticos lugares, estos libros, sin duda, representan lo mejor en este campo.
RICHARD A. LUPOFF New York City Jasoom Junio de 1964
JOHN CARTER Y EL GIGANTE DE MARTE
RAPTO
Las lunas de Marte iluminaban al gigantesco thoat marciano mientras corría silenciosamente sobre la blanda tierra musgosa. Ocho poderosas patas llevaban a la criatura hacia adelante entre largas y ágiles zancadas.
El paso de la poderosa bestia era guiado telepáticamente por las dos personas que rebotaban sobre una enorme silla de montar enchichada sobre el extenso lomo del thoat. Era costumbre de Dejah Thoris, Princesa de Helium, cabalgar semanalmente inspeccionando el vasto reino agrícola e industrial de su abuelo.
Su recorrido por las tierras rurales finalizaba en los solitarios bosques de Helium donde crecen los enormes árboles que proveen sobradamente de madera a las naciones civilizadas de Marte.
El amanecer rompía ya por el cielo oriental de Marte y la jungla estaba oscura y todavía húmeda por el rocío mañanero. La oscuridad del bosque hacía a Dejah Thoris agradecer la presencia de su compañero que cabalgaba en la silla ante ella. Sus manos reposaban sobre su espalda de hombros broncíneos, mientras sus dedos percibían los relajados y flexibles músculos que le daban una viva sensación de confianza. Una de las manos de él reposaban en la enjoyada empuñadura de su larga espada, mientras cabalgaba sentado en su silla muy recto y arrogante, pues era el más poderoso guerrero de Marte.
John Carter volvió su mirada hacia la adorada cara de su princesa.
—¿Asustada. Dejah Thoris? —preguntó.
—Nunca mientras estés conmigo, mi capitán —le respondió sonriendo Dejah Thoris.
—¿Aun a pesar de esos monstruos del bosque, los arboks?
—Mi abuelo los expulsó. En la última batida, mi guardia mató al único reptil arbóreo que quedaba.
De pronto Dejah Thoris, gritó, sujetándose vanamente a John Carter, intentando recuperar el equilibrio. El poderoso thoat cayó pesadamente sobre la tierra musgosa.
Los jinetes fueron catapultados sobre su cabeza. En un instante después los dos se pusieron en pie, pero el thoat permaneció inmóvil.
Carter extrajo la larga espada de su funda y puso a Dejah Thoris a su espalda.
El silencio del bosque fue roto abruptamente por un gruñido misterioso que sonaba directamente sobre ellos.
—¡Un arbok! —gritó Dejah Thoris.
El reptil arbóreo se lanzó hacia los odiados humanos. Carter blandió su espada y se echó rápidamente a un lado, distrayendo la atención del monstruo mientras Dejah Thoris se echaba tras el caído thoat.
La primera acometida del terrestre arañó inofensivamente la piel externa de la bestia. Una enorme garra le desequilibró y cayó sobre el musgo con los grandes colmillos amenazando su garganta.
—¡Dejah Thoris, coge la pistola atómica de la alforja del thoat! — ordenó roncamente Carter a la joven. No hubo respuesta.
Haciendo uso de hasta el último gramo de su gran fuerza, Carter clavó la espada en el cuello del arbok. La criatura se estremeció y una cascada de sangre borboteó de la herida. El hombre salió arrastrándose bajo la forma muerta y se puso en pie.
—¡Dejah Thoris! ¡Dejah Thoris! —gritó salvajemente.
Carter busco tras los árboles que rodeaban al muerto thoat y al arbok, No había rastro alguno de Dejah Thoris. Había desaparecido.
Un rayo de luz desde el sol naciente se filtró a través del follaje reflejándose sobre un objeto tirado a los pies del terrestre. Carter lo tomó; se trataba de un casquillo grande, un casquillo eyectado hacía poco de una silenciosa pistola atómica. Precipitándose hacia el cadáver del thoat, examinó la silla y sus adornos. El arma de la que había hablado a Dejah Thoris seguía en su funda de cuero.
El terrestre se detuvo junto a la cabeza del thoat. Había una pequeña y sangrante herida en al cráneo. El disparo y el arbok atacante eran parte de un plan bien concebido para raptar a Dejah Thoris y matarle a él.
Pero Dejah Thoris… ¿cómo había desaparecido tan rápidamente?
Lleno de ira, Carter dejó atrás los bosques con destino a Helium.
La medianoche halló al terrestre en audiencia privada en la cámara de Tardors Mors, Jcddak de Helium, abuelo de Dejah Thoris.
El viejo Jeddak estaba preocupado. Depositó una hoja de basto pergamino en las manos de John Carter. Unas palabras de letra desigual habían sido escritas sobre el pergamino. Cuando lo leyó, sus ojos ardieron con furia.
«Yo, Pew Mogel, el más poderoso caudillo de Marte, he decidido tomar todo el hierro de Helium. El hierro podrá proveerme de todas las naves que necesito para proteger Helium y las otras ciudades de Barsoom de la invasión. Si no habéis desplazado a todos vuestros trabajadores hacia las minas de hierro y las fábricas en tres días, me veré obligado a enviaros, primero, los dedos de la Princesa Real de Helium. Rápido, porque podría decidir enviaros su lengua, lo que quizás haga a modo de broma para John Carter. Recordad, obedeced a Pew Mogel, pues El es el más poderoso».