Read La caverna Online

Authors: José Saramago

Tags: #Ciencia Ficción

La caverna (29 page)

BOOK: La caverna
6.31Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads
20

Marta le había propuesto al marido que el primer día libre que tuviera desde que vivían en el Centro lo emplearan yendo a la casa de la alfarería a recoger algunas cosas que, según ella, estaba echando de menos, En una mudanza se suele transportar todo lo que se tiene, pero ése no es nuestro caso, es más, estoy convencida de que tendremos que ir más veces, en el fondo hasta tiene cierta gracia, podemos pasar la noche en nuestra cama y venirnos a la mañana siguiente, como tú hacías antes. Marcial respondió que no le parecía bien crear una situación en la que acabarían por no saber dónde vivían realmente, Tu padre pretende darnos la impresión de que está muy divertido descubriendo los secretos del Centro, pero yo lo conozco, por detrás de esa cara la cabeza sigue trabajando, No me ha dicho ni una sola palabra de lo que pasó en casa de Isaura, se ha cerrado totalmente, y no es su hábito, de una u otra manera, incluso irritado, incluso con malos modos, siempre acaba abriéndose conmigo, pienso que si fuésemos a casa tal vez le sirviese de ayuda, es lógico que quiera ver cómo está Encontrado, conversaría otra vez con ella, Muy bien, si ésa es tu idea, iremos, pero acuérdate de lo que te digo, o vivimos aquí, o vivimos en la alfarería, pretender vivir como si los dos lugares fueran uno solo sería como vivir en ningún sitio, Quizá para nosotros tenga que ser así, Así, cómo, Vivir en ningún sitio, Todas las personas necesitan una casa, y nosotros no somos una excepción, Nos quitaron la casa que teníamos, Sigue siendo nuestra, Pero no como lo era antes, Ahora nuestra casa es ésta. Marta miró alrededor y dijo, No creo que llegue a serlo nunca. Marcial se encogió de hombros, pensó que estos Algores son personas difíciles de comprender, pero que, aun así, por nada de este mundo los cambiaría. Se lo decimos a tu padre, preguntó, Sólo a última hora, para que no se esté reconcomiendo y se envenene la sangre.

Cipriano Algor no llegó a saber que la hija y el yerno tenían proyectos para él. El día libre de Marcial Gacho fue cancelado, y lo mismo le sucedió a sus colegas de turno. Bajo sigilo absoluto, a los guardas residentes, y sólo a ellos, por ser considerados dignos de más confianza, se les comunicó que las obras para la construcción de los nuevos depósitos frigoríficos habían sacado a la luz en el piso cero-cinco algo que exigiría una cuidadosa y demorada investigación, Por ahora el acceso al lugar está restringido, dijo el comandante a los guardas, dentro de algunos días un equipo mixto de especialistas estará trabajando allí, habrá geólogos, arqueólogos, sociólogos, antropólogos, médicos, legistas, técnicos de publicidad, incluso me han dicho que forman parte del grupo dos filósofos, no me pregunten por qué. Hizo una pausa, pasó los ojos por los veinte hombres alineados ante él, y continuó, Queda prohibido hablar con quienquiera que sea de lo que les acabo de comunicar o de lo que lleguen a saber en el futuro, y cuando digo sea con quienquiera que sea es con quienquiera que sea, mujer, hijos, padres, secreto total y absoluto es lo que estoy exigiendo, entendido, Sí señor, respondieron a coro los hombres, Muy bien, la entrada de la gruta, me había olvidado de decir que se trata de una gruta, el acceso está en el piso cero-cinco, permanecerá guardada día y noche, sin interrupción, en turnos de cuatro horas, en esta pizarra pueden ver el orden en que se hará la vigilancia, son las cinco de la tarde, a las seis comenzamos. Uno de los hombres levantó la mano, quería saber, si era posible, cuándo se había descubierto la gruta y quién estuvo de guardia desde entonces, Sólo seremos responsables de la seguridad, dijo, a partir de las seis, por tanto no se nos podrá responsabilizar de algo incorrecto que haya sucedido antes, La entrada de la gruta fue descubierta esta mañana cuando se estaba removiendo manualmente la tierra, el trabajo fue interrumpido acto seguido y la administración informada, a partir de ese momento tres ingenieros de la dirección de obras se han mantenido en el lugar todo el tiempo, Hay alguna cosa dentro de la gruta, quiso saber otro guarda, Sí, respondió el comandante, tendréis ocasión de ver de qué se trata con vuestros propios ojos, Es peligroso, conviene que vayamos armados, preguntó el mismo guarda, Por lo que se sabe, no existe ningún peligro, sin embargo, por precaución, no debéis tocar ni acercaros demasiado, ignoramos las consecuencias que podrían derivarse de un contacto, Para nosotros o para lo que hay allí, se decidió Marcial a preguntar, Para unos y para otros, Hay más de uno en la gruta, Sí, dijo el comandante, y su rostro mudó de expresión. Después, como si hubiera hecho un esfuerzo para sobreponerse, continuó, Y ahora, si no tienen otras cuestiones que exponer, tomen nota de lo siguiente, en primer lugar, en cuanto a la duda de ir armado o no, considero suficiente que lleven la porra, no porque piense que tengan necesidad de usarla, sino para que se sientan más reconfortados, la porra es como una prenda de vestir fundamental, sin ella el guarda uniformado se siente desnudo, en segundo lugar, quien no esté de guardia deberá vestirse de paisano y circular por todos los pisos con el fin de escuchar conversaciones que tengan o parezcan tener alguna relación con la gruta, en el caso de que eso suceda, aunque las probabilidades sean prácticamente inexistentes, el servicio central deberá ser informado de inmediato para tomar las providencias necesarias. El comandante hizo una pausa y concluyó, Es todo cuanto necesitaban saber, y, una vez más, atención a la consigna, sigilo absoluto, es vuestra carrera la que está en juego. Los guardas se aproximaron a la pizarra donde se encontraban establecidos los turnos de vigilancia, Marcial vio que el suyo era el noveno, por tanto estaría de centinela entre las dos de la madrugada y las seis de la mañana del segundo día después de éste. Allí abajo, a treinta o cuarenta metros de profundidad, no se notaría la diferencia entre el día y la noche, ciertamente no habría más que tinieblas cortadas por la luz cruda de los proyectores y las de posición. Mientras el ascensor lo llevaba al trigésimo cuarto piso, iba pensando en lo que podría decirle a Marta sin faltar demasiado al compromiso asumido, la prohibición le parecía absurda, una persona tiene, más que el derecho, la obligación de confiar en su propia familia, sin embargo, esto son teorías, por más vueltas que le dé al asunto no tendrá otro remedio que acatar el mandato, órdenes son órdenes. El suegro no estaba en casa, andaría en sus exploraciones de niño curioso, a la búsqueda de los sentidos de las cosas y con astucia suficiente para encontrarlos por más escondidos que estuviesen. Le dijo a Marta que había cambiado temporalmente de servicio, ahora iría de paisano, no sería siempre, sólo unos días. Marta preguntó por qué y él respondió que no estaba autorizado a decirlo, que era confidencial, Di mi palabra de honor, justificó, y no era verdad, el comandante no le había exigido que se comprometiese por el honor, son fórmulas de otro tiempo y de otra costumbre que de cuando en cuando nos salen sin pensar, como sucede con la memoria, que siempre tiene más para darnos que lo poquísimo que le reclamamos. Marta no respondió, abrió el armario y retiró de la percha uno de los dos trajes del marido, Supongo que te servirá éste, dijo, Me sirve perfectamente, dijo Marcial, satisfecho por estar de acuerdo en tan importante punto. Pensó que lo mejor sería avisarla ya del resto, resolver la cuestión de una vez, si estuviese en el lugar del colega que dentro de poco entrará de guardia estaría comunicándole a Marta en este preciso momento, Tengo un servicio desde las seis a las diez, no me preguntes nada, es secreto, esta misma frase sirve, sólo es preciso cambiarle las horas y los días, Tengo un servicio pasado mañana, desde las dos de la madrugada hasta las seis de la mañana, no me preguntes nada, es secreto. Marta lo miró intrigada, A esa hora el Centro está cerrado, Bueno, no será propiamente en el Centro, Entonces será fuera, Es dentro, pero no es en el Centro, No lo comprendo, Preferiría que no me hicieras preguntas, Sólo estoy diciendo que no entiendo cómo puede ocurrir una cosa, al mismo tiempo, dentro y fuera de un lugar, Es en las excavaciones destinadas a los almacenes frigoríficos, pero no te diré nada más, Encontraron petróleo, una mina de diamantes o la piedra que señala el sitio del ombligo del mundo, preguntó Marta, No sé lo que han encontrado, Y cuándo lo sabrás, Cuando sea mi turno de guardia, O cuando le preguntes a tus colegas que han estado antes, Nos han prohibido hablar entre nosotros del asunto, dijo Marcial, desviando los ojos porque éstas no eran palabras que mereciesen el nombre de verdaderas, mas sí una versión interesada de las órdenes y recomendaciones del comandante, libremente adaptada a sus dificultades retóricas de la ocasión, Gran misterio, por lo visto, dijo Marta, Parece que sí, condescendió Marcial, mientras intentaba concertar con preocupación exagerada los puños de la camisa para que apareciesen en la medida justa por debajo de las mangas de la chaqueta. Vestido de paisano aparentaba más edad de la que realmente tenía. Vienes a cenar, preguntó Marta, No tengo ninguna orden en contra, pero, si no puedo venir, telefoneo. Salió antes de que a la mujer se le ocurriera hacerle otras preguntas, aliviado por haber conseguido escapar a su insistente curiosidad, pero también disgustado porque la conversación no había sido, por su parte, un recomendable modelo de lealtad, Fui leal, sí señor, se justificó ante sí mismo, de entrada la avisé de que se trataba de un secreto. Pese a la vehemencia y la razón que asistían a su justificación, Marcial no consiguió convencerse. Cuando, una hora después, Cipriano Algor, apenas recuperado de los sustos del tren fantasma, regresó a casa, Marta le preguntó, Vio a su yerno, No, no lo he visto, Probablemente, aunque lo hubiese visto no sería capaz de reconocerlo, Por qué, Vino a cambiarse de ropa, ahora hace la vigilancia vestido de paisano, Y eso, Son las órdenes que ha recibido, Vigilancia de paisano no es vigilancia, es espionaje, sentenció el padre. Marta le contó lo que sabía, que era casi nada, pero era lo bastante para que Cipriano Algor sintiese esfumársele el interés por el río amazonas con indios adonde había hecho intención de viajar al día siguiente. Es extraño, desde el principio tuve como un presentimiento de que algo se estaba preparando aquí, Qué quiere decir con eso, desde el principio, preguntó Marta, Ese suelo que sentí temblar, vibrar, el barullo de las máquinas excavadoras, te acuerdas, cuando vinimos a ver el apartamento, Estaríamos apañados si tuviésemos presentimientos cada vez que oímos una máquina excavadora trabajando, como aquel ruido de máquina de coser que creíamos oír en la pared de la cocina y que madre decía que era señal de la condena de una modista, pobrecilla, por el pecado de haber trabajado en domingo, Pero esta vez parece que acerté de lleno, Parece que sí, dijo Marta, repitiendo palabras del marido, Veremos lo que nos cuenta cuando llegue, dijo Cipriano Algor. No supieron más. Marcial se encerró en las respuestas que ya había dado, las repitió una y otra vez, y por fin decidió poner punto final al asunto, Seré el primero, si insisten, en admitir que la orden es disparatada, pero es la que he recibido, y sobre esto no hay más que hablar, Al menos dinos por qué de pronto haces la patrulla vestido de paisano, pidió el suegro, Nosotros no hacemos patrullas, velamos por la seguridad del Centro, nada más, Muy bien, sea, No tengo nada que añadir, no insista, por favor, cortó Marcial, irritado. Miró a la mujer como preguntándole por qué motivo estaba callada, por qué no lo defendía, y ella dijo, Marcial tiene razón, padre, no insista, y, dirigiéndose a él, al mismo tiempo que le besaba en la frente, Perdona, nosotros, los Algores, somos un poco brutos. Después de cenar vieron un programa de televisión transmitido por el canal interno del Centro, exclusivo para residentes, después se recogieron en sus dormitorios. Ya con las luces apagadas, Marta volvió a pedir disculpas, Marcial le dio un beso, y si no siguió adelante con segundos y terceros fue porque comprendió a tiempo que, por ese camino, acabaría contándole todo. Sentado en su cama, con la luz encendida, Cipriano Algor pensaba y volvía a pensar, para concluir que tenía 'que descubrir lo que pasaba en las profundidades del Centro, que, si había otra puerta secreta, al menos esta vez no podrían decirle que al otro lado no había nada. Volver a la carga con Marcial no valía la pena, aparte de que estaban cometiendo una injusticia con el pobre mozo, si tenía órdenes de no hablar y las cumplía, debería ser felicitado por eso, no someterlo a las variadas e impúdicas modalidades de chantaje sentimental en que las familias son eximias, yo soy tu suegro, tú eres mi yerno, cuéntamelo todo, Marta tenía razón, pensó, nosotros, los Algores, somos bastante brutos. Mañana dejaría tranquilo el río amazonas con indios y se dedicaría a recorrer el Centro de una punta a otra oyendo las conversaciones de la gente. En lo esencial, un secreto es más o menos como la combinación de una caja fuerte, aunque no la conozcamos sabemos que se compone de seis dígitos, que es posible que incluso se repita alguno o algunos de ellos, y que por muy numerosas que sean las variables posibles, no son infinitas. Como en todas las cosas de la vida es una cuestión de tiempo y de paciencia, una palabra aquí, otra palabra allá, un sobrentendido, un intercambio de miradas, un súbito silencio, pequeñas grietas dispersas que se van abriendo en el muro, el arte del investigador está en saber aproximarlas, en eliminar las aristas que las separan, llegará siempre un momento en que nos preguntemos si el sueño, la ambición, la esperanza secreta de los secretos no será, finalmente, la posibilidad, aunque vaga, aunque remota, de dejar de serlo. Cipriano Algor se desnudó, apagó la luz, pensó que iba a pasar una noche de insomnio, pero al cabo de cinco minutos ya dormía en un sueño tan espeso, tan opaco, que ni siquiera Isaura Madruga habría podido escudriñar tras la última puerta que en él se cerraba.

Cuando Cipriano Algor salió del dormitorio, más tarde de lo que solía, el yerno ya se había marchado al trabajo. Todavía medio soñoliento dio los buenos días a la hija, se sentó a desayunar, y en ese instante sonó el teléfono. Marta fue a atender y volvió sin tardar, Es para usted. El corazón de Cipriano Algor dio un salto, Para mí, quién puede querer hablar conmigo, preguntó, ya segurísimo de que la hija le iba a responder, Es Isaura, pero lo que ella dijo fue, Es del departamento de compras, un subjefe. Indeciso entre la decepción de que la llamada no procediera de quien le gustaría y el alivio de no tener que explicar a la hija la razón de estas intimidades con la vecina, aunque no debamos olvidar que podría simplemente tratarse de algún asunto referente a Encontrado, la tristeza de la ausencia, por ejemplo, Cipriano Algor se dirigió al teléfono, dijo quién era y poco después tenía al otro lado de la línea al subjefe simpático, Ha sido una sorpresa para mí saber que se había venido a vivir al Centro, como ve, el diablo no está siempre detrás de la puerta, es un dicho antiguo, pero mucho más verdadero de lo que se imagina, De hecho es así, dijo Cipriano Algor, El motivo de esta llamada es pedirle que se pase por aquí esta tarde para cobrar las figurillas, Qué figurillas, Las trescientas que nos entregó para el muestreo, Pero esos muñecos no fueron vendidos, por tanto no hay nada que cobrar, Querido señor, dijo el subjefe con inesperada severidad en la voz, permita que seamos nosotros los jueces de esa cuestión, de todos modos quede sabiendo desde ya que, aunque un pago represente un perjuicio de más del cien por cien, como ha sucedido en este caso, el Centro liquida siempre sus cuentas, es una cuestión de ética, ahora que vive con nosotros podrá empezar a comprender mejor, De acuerdo, pero no entiendo por qué el perjuicio se eleva a más del cien por cien, Por no pensar en estas cosas las economías familiares van a la ruina, Qué pena no haberlo sabido antes, Tome nota, en primer lugar vamos a pagar por las figurillas el valor exacto que nos fue facturado, ni un céntimo menos, Hasta ahí llega mi entendimiento, En segundo lugar, obviamente, también tendremos que pagar el sondeo, es decir, los materiales usados, a las personas que analizaron los datos, el tiempo que se empleó en todo esto, aunque piense que esos materiales, esas personas y ese tiempo podrían ser aplicados en tareas rentables, no necesitará estar dotado de gran inteligencia para llegar a la conclusión de que se trató de hecho de una pérdida superior al cien por cien, considerando lo que no se vendió y lo que se gastó para concluir que no lo deberíamos vender, Lamento haber ocasionado tantos perjuicios al Centro, Son gajes del oficio, unas veces se pierde, otras veces se gana, en cualquier caso no fue grave, se trata de un negocio minúsculo, Yo podría, dijo Cipriano Algor, invocar también mis propios escrúpulos éticos para negarme a cobrar por un trabajo que las personas rehusaron comprar, pero el dinero me viene bien, Es una buena razón, la mejor de todas, Pasaré por ahí a la tarde, No necesita preguntar por mí, vaya directamente a la caja, ésta es la última operación comercial que hacemos con su extinta empresa, queremos que guarde los mejores recuerdos, Muchas gracias, Y ahora disfrute del resto de la vida, está en el lugar ideal para eso, Eso me ha parecido, señor, Aproveche la racha de suerte, Es lo que estoy haciendo. Cipriano Algor colgó el teléfono, Nos pagan las figurillas, dijo, no lo hemos perdido todo. Marta hizo un gesto con la cabeza que podría significar cualquier cosa, conformidad, desacuerdo, indiferencia, y se retiró a la cocina. No te sientes bien, le preguntó el padre, asomándose a la puerta, Sólo un poco cansada, será el embarazo, Te encuentro apática, ajena, deberías distraerte, dar unas vueltas por ahí, Como usted, Sí, como yo, Le interesa mucho todo lo que hay fuera, preguntó Marta, piense dos veces antes de responderme, Es suficiente con que lo piense una, no me interesa nada, sólo finjo, Ante usted mismo, claro, Ya eres bastante mayor para saber que no hay otra manera, aunque lo parezca, no fingimos ante los otros, fingimos ante nosotros mismos, Me alegra oírlo de su boca, Por qué, Porque confirma lo que pensaba de usted en el asunto de Isaura Madruga, La situación se ha modificado, Todavía me alegra más, Si la ocasión llega hablaré, ahora soy como Marcial, una boca cerrada.

BOOK: La caverna
6.31Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Someday Angeline by Louis Sachar
The Prometheus Project by Douglas E. Richards
White Crow by Marcus Sedgwick
Training Amber by Desiree Holt
Dust & Decay by Jonathan Maberry
Island Heat by Davies, E.
The Traitor's Story by Kevin Wignall
Ghost Aria by Jeffe Kennedy