Read La morada de la Vida Online

Authors: Lee Correy

Tags: #Ciencia ficción

La morada de la Vida (13 page)

BOOK: La morada de la Vida
10.75Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

—Puede que haya muchas cosas en Mercaniad que resulten insólitas porque ha sido zarandeada por ese plegamiento del espacio que la trajo hasta aquí, Spock.

—Ciertamente, capitán, pero no he conseguido detectar ningún incremento de los niveles de radiación aparte de los que he mencionado… y no deberían ser de una intensidad capaz de causar daños permanentes en las formas de vida humanoide, aunque las condiciones de la superficie podrían hacerse incómodas desde el punto de vista medioambiental.

—Bueno, Spock, manténgame informado, porque a Scotty y a mí se nos ha prohibido el acceso a las Reservas protectoras, aunque a McCoy y la ordenanza Rand les permitirán entrar en ellas como controles experimentales…

—Según eso, señor, ¿debo suponer que no han creído en su historia y han decidido experimentar con ustedes como una forma de vida insólita?

—Como diría usted, totalmente correcto. ¿Existe alguna posibilidad de que la fase de inestabilidad pueda llegar a perjudicar a la
Enterprise
?

—Necesito consultar con el señor Scott, capitán. No estoy seguro de que tengamos suficiente energía en los cristales de dilitio restantes.

—Scotty, hable con Spock por su comunicador —indicó Kirk. Escuchó durante unos instantes mientras el ingeniero hablaba con el oficial científico. Lo que oyó no era muy alentador.

Finalmente, Scott le informó a Kirk.

—Spock y yo estamos de acuerdo, basándonos en los datos que me ha transmitido. Los escudos de la nave resistirán sin duda el incremento de radiación estelar desde los infrarrojos a los rayos gamma, siempre y cuando la intensidad del incremento en órbita no supere el quíntuplo durante más de cincuenta horas. A partir de ese punto, comenzaremos a agotar rápidamente las reservas de dilitio restantes.

—¿Disponemos de reservas suficientes como para alejar a la
Enterprise
de Mercaniad la distancia necesaria para que quede fuera de peligro en caso de que las radiaciones superen ese nivel y duración? —preguntó Kirk.

—Negativo, capitán —les llegó la voz de Spock a través del comunicador—. Dicha maniobra agotaría gravemente los restantes cristales de dilitio que necesitamos de forma perentoria para regresar al brazo de Orión, desde donde podríamos conseguir hacer llegar un mensaje de socorro al alto mando de la Flota Estelar.

—A menos que podamos encontrar cristales de dilitio aquí, en Mercan —agregó Scott.

La situación se hacía cada ves más difícil. Los guardianes y procuradores iban a dividir el grupo de descenso, lo que significaría que los guardianes tendrían dos rehenes: Janice Rand y McCoy. Él y Scotty, con la ayuda de Orun, probablemente conseguirían sobrevivir a la Prueba, aunque ello significara transportarse de regreso a la nave cuando las cosas se pusieran muy mal en la superficie de Mercan. Pero ni siquiera Spock estaba seguro de que la
Enterprise
pudiera resistir el aumento de radiaciones de Mercaniad si la estrella liberaba demasiada energía y dicha emisión duraba demasiado tiempo. Y en aquel momento no había forma de saber si eso ocurriría o no.

Por otra parte, había algunos datos extraños que ni siquiera Spock era capaz de evaluar, referentes a los estallidos que se avecinaban en la superficie de la estrella, datos que podrían empeorar las cosas todavía más.

—Spock, ¿puede la sala del transportador fijar las coordenadas sobre esta señal? Puede que tengamos que sacar de aquí a la ordenanza Rand y al doctor McCoy, independientemente de las circunstancias existentes. Scotty y yo tenemos que permanecer aquí, ya que se supone que la Técnica intentará llevar a cabo un rescate antes o durante la Prueba.

Era una decisión que a Kirk no le gustaba tomar, pero tenía la sensación de que no podía permitirse que dividieran su grupo de tierra, y dejar a su oficial médico y un miembro femenino de la tripulación en las manos de los guardianes y los procuradores en un lugar desconocido, las Reservas… Al menos no cuando algunos de los guardianes los consideraban animales y por tanto aptos para la vivisección.

—Capitán —replicó Spock desde la
Enterprise
—, en su presente emplazamiento se hallan tan rodeados de la actividad de los transportadores que el teniente Kyle no puede mantener la fijación de desmaterialización sobre ninguno de ustedes. Y esa actividad de transportación parece ir en aumento.

—Habrá muchos desplazamientos aquí durante las próximas veinticuatro horas, Spock. Las fuerzas vivas de la sociedad están trasladando a toda la población del planeta al interior de las Reservas que tienen debajo de los océanos, mediante el sistema de desplazamiento planetario.

—Tengo a la sala del transportador funcionando ininterrumpidamente con turnos consecutivos y en alerta amarilla —replicó Spock—. Intentaremos fijar sobre ustedes las coordenadas de desmaterialización y mantenerlas durante todo el tiempo posible y bajo cualquier circunstancia, capitán. Pero debe tener en cuenta que podríamos no poder transportarlos de inmediato en un momento dado.

—Lo tendré en cuenta, señor Spock. Pero también me preocupan esos datos insólitos que ha captado como provenientes de Mercaniad. ¿Hay algún análisis nuevo?

—Negativo, capitán.

—Muy bien, especule. ¿Qué aspecto tienen?

—Nada que yo haya visto antes en una estrella de clase G —informó el oficial científico—. Pero guarda algún parecido con las emisiones raras y hasta ahora poco comprendidas que provienen de las estrellas de clase K…

—Jim —dijo con seriedad Bones McCoy, que había estado escuchando la conversación, de pie al lado de Kirk—, eso suena a los rayos de Berthold…

—Puede que esté usted en lo cierto, doctor —replicó la voz de Spock.

—Pero si provienen de una estrella de clase G, podrían tener efectos que desconocemos. ¡Los rayos de Berthold ya son de por sí bastante malos! —agregó McCoy—. Incapacitación tras varias horas de exposición a ellos, seguida de la desintegración de los tejidos durante el período de la agonía, y la muerte en un plazo de setenta y dos horas.

—Si eso es cierto —intervino Scott—, significa que los que se hallan en la
Enterprise
están en un aprieto, porque ésas son radiaciones realmente fuertes, y requieren una enorme potencia en los escudos para detenerlas. Podríamos no tener la suficiente.

La situación estaba deteriorándose de verdad. Kirk podía emprender una línea de acción de último recurso, pero sentía terribles reticencias a adoptarla. Podía, sin duda, cambiar al «modo conquistador» haciendo una demostración de poder con los cañones fásicos de la
Enterprise
e incluso quizá haciendo descender a la lanzadera. Pero no quería hacerlo. Tenía que conseguirlo por otros medios porque los mercanianos podían ser tremendamente importantes para la Federación. Además, tenía muy arraigadas en su naturaleza las prohibiciones de violación flagrante de la Orden General Número Uno. La Primera Directriz puede violarse sólo en los casos más extremos, cuando han fallado todas las demás alternativas.

Todavía no habían fallado todas las demás alternativas, pero estaban desapareciendo con rapidez.

8

—Capitán Kirk, no pienso ir con esos procuradores a una cueva suboceánica como animal de experimentación a menos que usted me dé la orden directa de que lo haga —dijo con firmeza la ordenanza Janice Rand.

—Tampoco yo, Jim —agregó McCoy—. De todas formas, ¿qué clase de disparate es éste? Como médico, se supone que soy yo quien tiene que practicar las biopsias y las autopsias, no al revés.

—James Kirk, estoy seguro de que la Técnica está enterada de nuestra difícil situación —intervino Orun—. Sin duda, Delin y Othol han transmitido ya sus informes completos, y podríamos estar incluso bajo la vigilancia de la Técnica. Podrían estar esperando la oportunidad más adecuada para llegar hasta nosotros con controles de desplazamiento con el fin de que podamos reunirnos con ellos en nuestras propias Reservas… que son enormemente avanzadas respecto a las de los guardianes y procuradores a causa de lo que hemos averiguado de la naturaleza de la Prueba…

Kirk tomó la decisión en aquel preciso instante.

—No vamos a permitir que Pallar y Lenos nos separen —declaró lisa y llanamente—. En primer lugar, somos un equipo y ésa es la razón de que fueran ustedes elegidos para esta misión en tierra. En segundo lugar, si la Técnica hace el intento de establecer contacto con nosotros como afirma Orun que hará, quiero que todos nosotros estemos allí… y no quiero tener que registrar el planeta entero para encontrar a la otra mitad de mi equipo.

Era la dirección que Kirk no quería seguir, pero las acciones de los guardianes al no aceptar ni siquiera parte de la verdad de su relato lo empujaban en esa dirección. Sin embargo, como resultado de ello comenzó a ver que se le abrían nuevas opciones. Tendría que caminar por la delgada línea que separaba al conquistador del diplomático, pero las nuevas opciones le permitirían utilizar todo el poder que hasta aquel momento había mantenido reticentemente bajo control.

—A partir de este mismo momento —continuó—, dejaremos de ser cooperadores. Comenzaremos a darles algunos problemas a los guardianes… y eso significará hacer que resulte muy difícil encontrarnos. El siguiente paso del proceso será hacernos muy difíciles de manejar para los procuradores. —Sacó su pistola de rayos fásicos de debajo del uniforme—. Que todos programen sus pistolas para paralizar… y las utilizaremos si los procuradores intentan detenernos.

—¡Ahora está hablando como se debe! —observó Scotty con una sonrisa.

—Comenzaba a preguntarme qué haría falta para conseguir que volviera de nuevo a ser usted el capitán James T. Kirk —agregó Bones McCoy—. Ciertamente, ha esperado bastante para emprender la acción. Estoy comenzando a sentirme un poco preocupado por usted, Jim.

Kirk pasó por alto los comentarios de McCoy.

—Orun, ¿estoy en lo cierto al pensar que los procuradores no tienen ninguna forma real de localizarnos si nos marchamos de aquí? —le preguntó el capitán de la
Enterprise
a su compañero mercaniano.

—Está en lo cierto. Tendrán que buscarnos, pero pueden hacerlo desplazándose rápidamente a muchos sitios, completando una búsqueda que les llevaría mucho tiempo si tuvieran que caminar.

—De todas formas, les pondremos las cosas tan difíciles como nos sea posible. ¿Y qué hay de la Técnica? ¿Tendrán ellos las mismas dificultades para encontrarnos?

—No lo creo, pero desconozco todo lo que la Técnica posee en ese campo…

—Lo que significa que pueden localizarnos si quieren hacerlo —lo interrumpió Kirk—. Muy bien, todo el mundo, allá vamos. Orun, abra la marcha y llévenos a algún lugar en el que resulte improbable que se les ocurra buscarnos.

Kirk había vuelto a la acción y su grupo de descenso se alegraba de ello.

Al salir de la casa, Kirk abrió su comunicador.


Enterprise
, aquí Kirk.

—Aquí Uhura, capitán.

—Infórmele al señor Spock que nos marchamos de la villa de nuestros anfitriones. Están amenazando con separarnos. Vamos a hacer que resulte difícil encontrarnos, por lo que incluso Spock podría tener problemas para localizar nuestras coordenadas.

—Ya está teniendo problemas, señor —le informó la voz de la oficial de comunicaciones—. La actividad de transportación del planeta está aumentando rápidamente.

—Disminuirá hacia la puesta de sol, hora de Celerbitan, Uhura. A esa hora, la población se hallará en las Reservas, y Mercaniad estará ya avanzada en su fase de inestabilidad. Mantendremos el contacto. Kirk fuera.

DIARIO DEL CAPITÁN, suplemento, fecha estelar desconocida, grabado en un sensor cuando nos hallamos en alguna parte de la isla–ciudad mercaniana de Celerbitan.

No es fácil ocultarse de los procuradores. Parecen estar por todas partes en Celerbitan, corriendo la voz entre la gente e instándola a transportarse a las Reservas. El refugio que corresponde a Celerbitan parece estar en las profundidades de un océano muy grande llamado Sel Ethan, directamente el sur de esta cadena de islas. Debido a nuestros uniformes y apariencia diferente, estamos escondidos en lo que parece ser un depósito lleno de plataformas de madera, cajas y otras mercancías empaquetadas, emplazado al pie norte de la colina donde se halla la zona principal de la ciudad y la villa de los guardianes. Orun sugirió que obtuviéramos ropas mercanianas, pero yo me opuse porque no hay forma de que podamos tener la apariencia de los mercanianos, ni siquiera con sus sencillas ropas holgadas. Simplemente somos demasiado bajos de estatura como para que alguien pueda confundirnos con los pobladores del planeta.

En cualquier caso, no sería más que tiempo y esfuerzo malgastados porque incluso en el caso de que nos tomaran por mercanianos, los procuradores intentarían conducirnos al interior de la Reserva… y allí alguien nos descubriría sin lugar a dudas. En este momento estamos bien escondidos, y la mayor parte de la población de esta zona ya ha sido evacuada. Disponemos del agua de un arroyuelo que pasa por el depósito y atraviesa el bosque semitropical del exterior, así que podremos mantenernos durante algún tiempo con las raciones de emergencia. No obstante, Orun espera que los miembros de la Técnica establezcan contacto con nosotros antes de la puesta de sol de mañana. Hasta donde podemos saber, los procuradores no nos han seguido hasta aquí. Nuestros sensores no detectan ninguna forma de vida en un radio de aproximadamente un kilómetro, lo que indicaría la presencia de los procuradores.

Otro informe suplementario:
puesta de sol, un día mercaniano antes del comienzo de la Prueba predicho por los guardianes. Cuando se observa Mercaniad a través de la bruma del aire oceánico, se hace bastante evidente que algo le está ocurriendo a la estrella. Presenta manchas solares lo suficientemente grandes como para que pueda vérselas a simple vista. Incluso desde el fondo de esta capa atmosférica, resulta posible ver enormes prominencias que comienzan a extenderse desde la fotosfera que rodea el disco. No creo que nadie haya observado, antes de ahora, los caprichos de una variable irregular de clase G desde esta distancia. Espero que el señor Spock esté recogiendo abundantes datos.

Spock lo estaba haciendo. El comunicador de Kirk emitió un silbido aproximadamente a la medianoche, despertándolo del sueño más bien ligero que echaba sobre unos sacos mullidos de algo parecido al plástico que contenían una fibra y estaban apilados en un rincón del almacén. Sacó el comunicador, lo abrió y habló en voz baja.

BOOK: La morada de la Vida
10.75Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Lord of the Wings by Donna Andrews
Scarlet and the Keepers of Light by Brandon Charles West
Metal Boxes by Black, Alan
Tarnished by Julia Crouch
Jimmy by Malmborg, William
For the King's Favor by Elizabeth Chadwick