La vida instrucciones de uso (77 page)

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Authors: Georges Perec

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BOOK: La vida instrucciones de uso
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Bartlebooth está sentado delante de la mesa, en el sillón de su tío abuelo Sherwood, un sillón Napoleón III, basculante y giratorio, de caoba y piel color vino tinto. A su derecha, en la cubierta de un mueblecito de cajones, una bandeja lacada de color verde oscuro contiene una tetera de porcelana llena de grietas, una taza con un platillo, una jarrita de leche, una huevera de plata con un huevo intacto y una servilleta blanca atada a un servilletero de forma atormentada, cuyo diseño se atribuye a Gaudí para el refectorio del Colegio de Santa Teresa; a su izquierda, en la librería giratoria junto a la que James Sherwood se fotografió antaño, se amontonan en desorden libros y objetos diversos: el gran Atlas de Berghaus, el Diccionario de Geografía de Meissas y Michelot, una fotografía que representa a Bartlebooth, cuando tenía unos treinta años, haciendo alpinismo en Suiza, con gafas de glaciar ventiladas, alpenstock, guantes y gorro de lana calado hasta las orejas, una novela policiaca titulada
Dog Days
, un espejo octogonal de marco incrustado de nácar, un rompecabezas chino de madera que tiene la forma de un dodecaedro de caras estrelladas,
La montaña mágica
, editada en dos tomos encuadernados en fina tela gris, con los títulos impresos en oro sobre etiquetas negras, un pomo de bastón con secreto que muestra un reloj con engaste de brillantes, un retrato muy pequeño de cuerpo entero de un hombre del Renacimiento con cara afilada, sombrero de anchas alas y largo manto de pieles, una bola de billar de marfil, algunos tomos sueltos de una gran edición en inglés de las obras de Walter Scott, con magníficas encuadernaciones marcadas con el escudo del clan de los Chisholm, y dos estampas de Epinal que representan, una a Napoleón I visitando en 1806 la manufactura de Oberkampf y arrancándose del pecho su propia cruz de la Legión de Honor para clavarla en el del hilador, la otra una versión poco escrupulosa de
El telegrama de Ems
en la que el artista, reuniendo en un mismo decorado, contrariamente a toda verosimilitud, a los principales protagonistas del suceso, muestra a Bismarck, con los dogos echados a sus pies, rompiendo a tijeretazos el mensaje que le ha entregado el consejero Abeken, mientras en el otro extremo de la estancia el emperador Guillermo I, con una sonrisa insolente en los labios, significa al embajador Benedetti, que baja la cabeza ante la afrenta, que da por concluida la audiencia que le había concedido.

Bartlebooth está sentado frente a su puzzle. Es un anciano flaco, casi descarnado, de cráneo calvo, tez cerosa, mirar apagado; viste bata de lana de un azul desvaído ceñida en el talle con un cordón gris. Sus pies, calzados con chinelas de cabritilla, se apoyan en una alfombra de seda de bordes desflecados; con la cabeza ligeramente echada hacia atrás y la boca entreabierta, agarra con la mano derecha el brazo de la butaca mientras la izquierda, apoyada sobre la mesa en una postura poco natural, casi al límite de la contorsión, mantiene entre el pulgar y el índice la última pieza del puzzle.

Es el veintitrés de junio de mil novecientos setenta y cinco y falta poco para las ocho de la tarde. La señora Berger de vuelta del dispensario prepara la cena y el gato Poker Dice dormita sobre un cubrecama de peluche azul celeste; la señora Altamont se maquilla delante de su marido que acaba de llegar de Ginebra; los Réol acaban ahora mismo de cenar y Olivia Norvell se dispone a emprender su quincuagésimasexta vuelta al mundo; Kléber hace un solitario y Hélène cose la manga derecha de la chaqueta de Smautf, y Véronique Altamont mira una fotografía antigua de su madre, y la señora Trévins le enseña a la señora Moreau una postal que viene del pueblo natal de ambas.

Es el veintitrés de junio de mil novecientos setenta y cinco y pronto serán las ocho de la tarde. En su cocina Cinoc abre una lata de pilchards en escabeche mientras consulta sus fichas de palabras muertas; el doctor Dinteville termina de examinar a una paciente vieja; sobre la mesa de despacho abandonada de Cyril Altamont dos maîtres d’hôtel extienden un mantel blanco; en el pasillo de la puerta de servicio cinco repartidores se cruzan con una señora que anda en busca de su gato; Isabelle Gratiolet levanta un frágil castillo de naipes junto a su padre que está consultando un tratado de anatomía humana.

Es el veintitrés de junio de mil novecientos setenta y cinco y son cerca de las ocho de la tarde. La señorita Crespi está durmiendo; en el salón del doctor Dinteville esperan todavía dos clientes; la portera en su cuchitril está cambiando dos fusibles que regulan las luces del portal; un empleado del gas y un obrero inspeccionan la instalación de la calefacción central; en su altillo, en lo más alto de la casa, Hutting está trabajando en el retrato de un hombre de negocios japonés; un gato todo blanco con ojos de color diferente duerme en el cuarto de Smautf; Jane Sutton relee una carta que aguardaba con impaciencia y la señora Orlowska está limpiando la araña de cobre de su habitación diminuta.

Es el veintitrés de junio de mil novecientos setenta y cinco y son casi las ocho de la tarde. Joseph Nieto y Ethel Rogers se preparan para bajar al piso de los Altamont; en las escaleras, unos mozos han venido a llevarse los baúles de Olivia Norvell, y una empleada de una agencia inmobiliaria ha venido a visitar tarde el piso que ocupó Gaspard Winckler, y Hermann Fugger sale, descontento, del piso de los Altamont, y dos representantes vestidos de idéntico modo se cruzan en el rellano del cuarto piso, y el nieto del afinador ciego espera a su abuelo en las escaleras leyendo las aventuras de Carel van Loorens, y Gilbert Berger baja el cubo de la basura preguntándose cómo va a solucionar el embrollado enigma de su novela por entregas; en el portal Ursula Sobieski está buscando el nombre de Bartlebooth en la lista de inquilinos, y Gertrude, que ha venido a hacer una visita a su antigua señora, se para un momento a saludar a la señora Albin y a la asistenta de la señora de Beaumont; arriba de todo los Plassaert están haciendo sus cuentas y su hijo vuelve a clasificar otra vez su colección de secantes ilustrados, y Geneviève Foulerot está tomando un baño antes de bajar a la portería a buscar a su niño, y «Hortense» escucha música con los cascos mientras llegan los Marquiseaux, y la señora Marcia en su habitación está abriendo un tarro de pepinillos a la rusa, y Béatrice Breidel invita a sus compañeras de clase, y su hermana Anne prueba otra de sus dietas para adelgazar.

Es el veintitrés de junio de mil novecientos setenta y cinco y dentro de un instante serán las ocho de la tarde; los obreros que están arreglando el antiguo cuarto de Morellet han concluido la jornada; la señora de Beaumont se ha echado a descansar en su cama antes de cenar; Léon Marcia se acuerda de la conferencia que Jean Richepin fue a dar a su sanatorio; en el salón de la señora Moreau dos gatitos, ahítos, están profundamente dormidos.

Es el veintitrés de junio de mil novecientos setenta y cinco y van a dar las ocho de la tarde. Sentado delante de su puzzle, Bartlebooth acaba de morir. Sobre el paño negro de la mesa, en algún punto del cielo crepuscular del puzzle cuatrocientos treinta y nueve, el hueco negro de la única pieza no colocada aún dibuja la figura casi perfecta de una X. Pero la pieza que tiene el muerto entre los dedos tiene la forma, previsible desde hacía tiempo en su ironía misma, de una W.

F
IN

DE LA SEXTA Y ÚLTIMA PARTE

Epílogo

Serge Valène murió a las pocas semanas, durante la fiesta de la Asunción. Hacía cerca de un mes que no había salido prácticamente ya de su cuarto. La muerte de su antiguo alumno y la desaparición de Smautf, que abandonó la casa al día siguiente, lo habían afectado muchísimo. Casi no tomaba ningún alimento, se le olvidaban las palabras, dejaba las frases sin concluir. La señora Nochère, Elzbieta Orlowska y la señorita Crespi se relevaban para cuidarlo: iban a verlo dos o tres veces al día, le preparaban un tazón de caldo, le arreglaban las mantas y la almohada, le lavaban la ropa, lo ayudaban a lavarse, a mudarse, lo acompañaban hasta el retrete al final del pasillo.

La escalera estaba casi vacía. Varios de los que no iban nunca, o no iban ya, de vacaciones se habían marchado aquel año: la señora de Beaumont había ido invitada como presidenta de honor al festival Alban Berg celebrado en Berlín para conmemorar a un tiempo el nonagésimo aniversario del nacimiento del compositor, el cuadragésimo de su muerte (y del
Concierto a la memoria de un ángel
) y el quincuagésimo del estreno mundial de
Wozzeck
; Cinoc, venciendo su aversión a los aviones y a los servicios de inmigración americanos que creía instalados aún en Ellis Island, había respondido por fin a las invitaciones que desde hacía muchos años le mandaban dos primos lejanos, un tal Nick Linhaus que poseía un cabaret (el
Club Némo
) en Dempledorf, Nebraska, y un tal Bobby Hallowell, médico forense en Santa Mónica, California; Léon Marcia se había dejado arrastrar por su mujer y su hijo hasta una villa alquilada cerca de Divonne-les-Bains; y Olivier Gratiolet, pese al malísimo estado de su pierna, se había empeñado en ir a pasar tres semanas con su hija a la isla de Oléron. Hasta los que se habían quedado todo el mes de agosto aprovecharon el puente de la Asunción para salir tres días fuera de París: los Pizzicagnoli fueron a Deauville y se llevaron a Jane Sutton; Elzbieta Orlowska fue a Nivillers a ver a su hijo y la señora Nochère se fue a Amiens a asistir a la boda de su hija.

El jueves catorce de agosto por la noche no quedaron en toda la escalera más que la señora Moreau, velada día y noche por su enfermera y por la señora Trévins, la señorita Crespi, la señora Albin y Valène. Y cuando, al día siguiente, al final de la mañana, fue la señorita Crespi a llevarle al viejo pintor dos huevos pasados por agua y una taza de té, se lo encontró muerto.

Yacía vestido encima de la cama, plácido e hinchado, con las manos cruzadas en el pecho. Una gran tela cuadrada de más de dos metros de lado estaba arrimada junto a la ventana, reduciendo a la mitad el escaso espacio de la habitación de servicio en que había pasado la mayor parte de su vida. La tela estaba prácticamente intacta: algunas líneas al carboncillo, cuidadosamente trazadas, la dividían en cuadrados regulares, esbozo de la sección de una casa que ninguna figura vendría ya a ocupar.

F
IN

París, 1969-1978

Apéndices
Plano del edificio

Índice de nombres
A

Aachen, véase Aquisgrán.

Aarhus.

Abadía de Hautvillers.

Abbeville.

ABC del trabajador, El
, Edmond About.

A
BEKEN
, consejero de Bismarck.

Aberdeen.

Abidján.

Abigoz (Iowa).

Academia de Medicina.

Acapulco.

Adamaoua, altiplano del Camerún.

A
DÈLE
, cocinera de Bartlebooth.

Aden (Arabia).

Administrador de la finca, véase Romanet.

A
ECIO
, general romano, hacia 390-454.

Aeroe (Dinamarca).

Aesculape
, revista médica.

Afganistán.

África
, porcelana de Sajorna.

África.

África del Norte.

África negra.

Agadir.

A
GAMENÓN
, personaje de la
Ifigenia
de Racine.

Agamenón
, tragedia de Népomucène Lemercier.

Agárrate a la barra, Jerry
, película de Gordon Douglas.

Agen.

A
GRÍCOLA
(Martin Sore, llamado Martin), compositor alemán, Schliebus, 1486-Magdeburgo, 1556.

A
GUSTONI
(Henri), director de escena suizo.

A
HMED
III, sultán.

Aiglon, L
’, (Francisco-Carlos-José-Napoleón Bonaparte, duque de Reichstädt, llamado), París, 1811-Schönbrunn, 1832.

Aigues-Mortes.

Aix-en-Provence.

Ajaccio.

Akkas, pueblo enano de África.

Aktuelle Probleme aus der Geschichte der Medizin
.

A la brega
, de Mark Twain.

Álamo.

A la renommée de la bouillabaisse
, restaurante parisino.

A
LBERT
(Stephen).

Albi.

A
LBIN
(Flora, Champigny de soltera).

A
LBIN
(Raymond).

A
LBIN
(René).

Alcyon, yate de Bartlebooth
.

A
LDROVANDI
(Ulises), naturalista, Bolonia, 1527-1605.

Alegres Mosqueteros, Los, tienda de juguetes.

Alegre Labrador, El
, canción tradicional.

Alegría, La
, novela de Georges Bernanos.

Alejandría (Egipto).

A
LEJANDRO
M
AGNO
, rey de Macedonia, hacia 356-hacia 323.

A
LEJANDRO
III (Alejandrovitch), 1845-1894, emperador de Rusia.

Alemania.

A
LEXIS
I M
IJAILOVITCH
, 1629-1676, emperador de Rusia.

A
LFIERI
(Vittorio), 1749-1803.

Algeciras.

Alicia, personaje de Lewis Carroll.

A
LIKUT
, jefe indio.

A
LKHAMAH
, emir.

A
LLÉGRET
(Yves).

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