En griego, el plural de iris es irides. Ésta es empleada en otras palabras castellanas. Por ejemplo, las películas delgadas como el aceite sobre el agua, las pompas de jabón, la madreperla, etc., muestran juegos de colores según el lado por el que se las mire. Este fenómeno se denomina, en recuerdo de la diosa, «iridiscencia».
En 1830, un químico inglés llamado Smithson Tennant descubrió un nuevo elemento que podía combinarse con otros para formar sustancias de variados colores. En honor a estos colores, recibió el nombre de «iridio».
Un ejemplo todavía más agradable de esas diosas menores (en este caso, todo un grupo de ellas) son las
Musas
. Se decía que eran nueve bellas muchachas, hijas de Zeus. La madre era la Titánide
Mnemósine
. El nombre, en griego, significa «memoria» y así perdura en nuestros días, especialmente en la palabra «mnemotecnia», que significa todo cuanto se relaciona con la memoria y, de modo concreto, lo que ayuda a la memoria (como aquel verso «Treinta días tiene noviembre, con abril, junio y septiembre…»).
Las Musas eran las diosas de las bellas artes. En particular, eran las diosas de la inspiración poética, y los poetas de épocas antiguas e incluso de principios de la era moderna solían empezar sus poemas con una llamada a la inspiración que les otorgaban las Musas. Dado que la poesía tenía que ser memorizada en aquellos tiempos en que todavía no se escribía, no es sorprendente que las Musas, símbolo de la inspiración poética, fuesen consideradas hijas de la memoria (Mnemósine).
Además, como la poesía, el drama y otras formas de recitado en tiempos antiguos siempre se hacían con acompañamiento de sonidos melodiosos, no debe sorprendernos que ese sonido melódico recibiera el nombre de «música».
Los templos erigidos en honor de las Musas estaban consagrados al estudio y la enseñanza, y eran conocidos con el nombre de «museos». Esta palabra tiene actualmente un sentido un poco diferente. Se refiere a los edificios utilizados para coleccionar objetos de interés en una determinada rama del arte o de la ciencia.
Cada una de las nueve Musas tenía a su cargo una rama de las bellas artes. La lista suele empezar con
Calíope
, Musa principal. Su nombre proviene de las palabras griegas que significan «bella voz». Era la Musa de la elocuencia y de la poesía heroica. Su nombre se utiliza actualmente para designar una especie de órgano de vapor. Solemos verlo en el circo o en los músicos callejeros. Sin embargo, aunque resulta animado su sonido, no es exactamente una «bella voz».
Clío
, que significa «hablar de», era la Musa de la historia.
Erato
y
Urania
son dos Musas, cuyos nombres son las formas femeninas de Eros y Urano, respectivamente. Erato es, naturalmente, la Musa de la poesía amorosa, y Urania la de la astronomía, ya que «eros» significa (amor) y «urano» (cielo).
Euterpe
, que significa «deleitar», es la Musa de la música ordinaria, mientras que
Polimnia
lo es de la música religiosa. El nombre de esta Musa significa «muchos himnos» e «himno» todavía se emplea para designar cualquier canción de tema religioso.
Talía
, que significa «florecer», es la Musa de la comedia, mientras que
Melpómene
, que significa «cantar», es la Musa de la tragedia.
Finalmente,
Terpsícore
es la Musa de la danza. Por esta razón, la palabra perdura y el baile a veces se describe, con matiz irónico, como el «arte terpsicóreo».
Tres de los primeros planetoides descubiertos recibieron el nombre de Musas. El decimoctavo, fue nombrado Melpómene; el vigésimo segundo, Calíope y el número treinta y tres, Talía. Los tres fueron descubiertos en 1852.
Otro agradable grupo de hermanas, son las tres «Gracias» latinas. Son las diosas de todo cuanto resulta encantador en las mujeres. Todos estamos familiarizados con las palabras «gracioso» y «agraciado».
Los planetoides han sido un medio para que algunas de las diosas secundarias entrasen a formar parte de nuestro lenguaje. Citaré sólo unos cuantos a título de ejemplo.
El planetoide número cinco,
Astrea
, representa la diosa de la justicia, aunque su nombre es la palabra griega que significa «estrella». Se la describía como la última diosa que abandonó la Tierra, hacia el final de la Edad de Oro. Los griegos la señalaban como la sexta constelación del zodíaco,
Virgo
, que significa «soltera». Solía ser representada en forma de muchacha alada con una gavilla de trigo en la mano. El trigo está señalado por una brillante estrella denominada «Spica», que es la palabra latina para indicar la espiga del trigo. En realidad, la constelación en un principio tenía un significado agrícola. Cuando empieza a aparecer en el firmamento, significa que llegó el tiempo de sembrar el grano.
El planetoide número seis es
Hebe
, palabra que significa «juventud» y Hebe es la diosa de la juventud y la copera de los dioses, hasta que llegó Ganímedes para reemplazarla en esta labor.
Planetoide número diez:
Higia
, hija de Asclepio y diosa de la salud, que es el significado de su nombre. Utilizamos la palabra «higiene» para indicar el estudio de los métodos para conservar la salud. Otra hija de Asclepio era
Panacea
, palabra que significa «lo cura todo» en griego. Esta palabra se utiliza todavía hoy para indicar todo aquello que sirve para resolver cualquier dificultad.
La diosa romana de la salud, identificada con Higia, era
Salus
. De ahí la palabra «saludable». Además, cuando damos la bienvenida a alguien, normalmente le deseamos buena salud o lo hacemos implícitamente preguntándole por su estado. «¿Cómo estás?», solemos decir. Por ello, la palabra que define este acto es el «saludo».
Un dios secundario romano debe mencionarse en relación con el nombre de uno de los meses, todos ellos de origen latino.
Ya he mencionado a marzo (Marte), mayo (Maia) y junio (Juno); pero hay un mes que hace referencia a
Jano
, que era el dios romano de las puertas, del comienzo. Por consiguiente, se convirtió en el dios que presidía todos los comienzos (entrada a través de un puerta) y los finales (salida por la puerta). Se le solía representar con dos caras, una mirando hacia adelante y otra hacia atrás.
El primer mes del año es la época para empezar el nuevo año y terminar el pasado. Todavía lo celebramos como ocasión para contemplar sentimentalmente el pasado y esperanzados el futuro. De ahí que lleve el nombre de «enero», forma evolucionada de Jano.
Los nombres de los restantes meses no tienen origen mitológico.
Los romanos tenían muchos personajes míticos secundarios, cada uno de los cuales gobernaba una parte de la vida. Tenían una diosa que cuidaba de los primeros pasos que daba un niño, otra que estaba al cuidado del primer diente, y así sucesivamente. Tenían dioses o espíritus especiales encargados de un lugar determinado e incluso de cada persona en particular. Los romanos daban el nombre de
genio
a este espíritu personal.
Cuanto hacía un individuo, diferenciándose de las otras personas, era atribuido a su genio. Cuando una persona despuntaba sobre las demás por su inteligencia, brillantez o habilidad creativa, su genio debía de prestarle una atención especial, ya que un hombre no podía ser tan perfecto sin un poco de ayuda sobrenatural. Más que un hombre, en ese momento era el propio espíritu que le guiaba. De hecho, era un «genio».
La palabra griega que significa un espíritu poseído y conductor de un hombre, era
daimon
. Como para los cristianos primitivos cualquier clase de espíritu que poseyere a un ser humano era malo, la palabra, que en castellano es «demonio», ha pasado a significar un tipo de diablo.
Los imaginativos griegos no se limitaron a los dioses y semidioses. También imaginaron una gran variedad de monstruos de todas clases; algunos de ellos, lo eran principalmente por su tamaño. Ya he mencionado a los Gigantes, Cíclopes y Titanes.
Una vez Zeus hubo derrotado a los Titanes y se hubo nombrado a sí mismo conductor del universo, se sucedieron revueltas ocasionales, siempre infructuosas. (Puede que ello sea un reflejo de las revueltas de los griegos primitivos sojuzgados contra los griegos invasores).
La historia de la revuelta de los Gigantes era utilizada por los creadores de mitos como una oportunidad para llegar a casos extremos. Por ejemplo, Atenea mató al gigante
Encélado
, aplastándole con una roca tan grande que todavía perdura en el Mediterráneo en forma de la isla de Sicilia. También hicieron que los Olímpicos usaran de sus habilidades para ganar las batallas. Por ejemplo, Hefesto consiguió matar al gigante
Mimante
arrojándole metal fundido. (En esta misma batalla, se supone que Atenea mató al gigante Palas, tomando su nombre).
La huella moderna de esta revuelta perdura en los satélites de Saturno. En 1789, Herschel, el descubridor de Urano, también descubrió los satélites uno y dos de Saturno. Estos eran los únicos que no tenían nombres de Titanes. Herschel los llamó «Mimas» y «Encélado», para que los gigantes que guerreaban contra los Olímpicos pudiesen unirse a los Titanes que hacían lo mismo.
Después de esto, un par de gigantes llamados
Oto
y
Efialtes
atacaron el Olimpo. Para hacerlo, colocaron la vecina montaña de Pelión sobre la de Osa, para conseguir una montaña suficientemente alta que les permitiese contemplar el Olimpo. Fueron derrotados, pero desde entonces, la frase «apilar Pelión sobre Osa» ha sido empleada para describir una tarea de dificultades sobrehumanas.
La revuelta más peligrosa vino luego. Gea, la diosa de la tierra, enojada por la destrucción de sus hijos, los Gigantes, se trajo al más terrible monstruo y al mayor de los gigantes que jamás existió. Se llamaba
Tifón
. Tenía una altura y una anchura de centenares de millas, y sus brazos y piernas terminaban en serpientes.
Por un momento, los Olímpicos se sintieron aterrorizados ante él. Por ejemplo, Afrodita y Eros se encontraron en cierta ocasión con Tifón, a la orilla de un riachuelo. Atemorizados, se arrojaron al río y se transformaron en peces para escapar. Con ello, crearon la imagen de los dos peces en el cielo, que es el duodécimo signo del zodíaco,
Piscis
, que significa «pez».
Finalmente, Zeus fue desafiado a luchar contra Tifón. Por un instante pareció que Zeus podía ser vencido y destruido, pero tras una terrible lucha, Zeus consiguió hacer uso de sus rayos y venció.
La palabra Tifón fue tomada de este mito (que se hizo bastante famoso a causa de la emoción despertada por la gran batalla) por los árabes, en la Edad Media, y la llevaron al sudeste de Asia, donde actualmente se usa para denominar un huracán.
En cierta ocasión, fueron los propios Olímpicos quienes se revelaron contra Zeus, y pudieron haber vencido de no haber venido un monstruoso gigante en ayuda de éste. Era
Briareo
, uno de los tres gigantes representados extrañamente con un centenar de brazos.
No todos los gigantes se vieron involucrados en revueltas contra los dioses.
Orión
era un gigante dedicado especialmente a la caza. Era el gigante que he mencionado en el capítulo precedente, como perseguidor de las Pléyades.
En cierta ocasión, Orión ofendió a Apolo, quien le envió un escorpión para matarle. El escorpión fracasó, pero Apolo engañó a Artemis para que lo hiciera. Artemis (que amaba a Orión), al comprobar que le había matado, suplicó entristecida a Asclepio que le devolviera la vida. Asclepio lo hizo, y fue cuando Hades se quejó (como dije antes) y Zeus mató a Orión y a Asclepio con rayos.
No sólo Asclepio fue colocado en el cielo como constelación (tal como dije anteriormente), sino también Orión y el escorpión. Este último se convirtió en el octavo signo del zodíaco, Escorpio. En esta constelación está la brillante estrella Antares, de la que también he hablado anteriormente.
La constelación Orión puede verse en el cielo cerca de Tauro, y en el lado opuesto a Escorpión (como si el haberlos colocado juntos hubiese podido renovar la lucha).
Cerca de Orión, y al otro lado de Tauro está la estrella más brillante del cielo,
Sirio
. Los griegos explicaron su existencia diciendo que Orión poseía un perro cazador llamado Sirio, y convirtieron a éste en parte de la constelación que, en latín, se denomina
Canis Major
(«Perro Mayor»).
Probablemente, esta explicación fue elaborada más tarde. Sirio aparece con el Sol en pleno verano, y los antiguos consideraban que su brillantez se sumaba a la del Sol, con lo que originaba el calor del verano. No es así, por supuesto, pero la parte más calurosa del verano todavía se sigue llamando «los días perros». Sirio procede probablemente de una palabra griega que significa «abrasar».
Otra estrella brillante cercana a Orión es
Proción
, palabra griega que significa «antes del perro», porque aparece un poco antes que Sirio. Los griegos integraron a Proción en otra constelación llamada, en latín,
Canis Minor
(«Perro Pequeño») y de este modo, Orión cuenta con la ayuda de dos perros para enfrentarse al toro.
Los griegos se especializaron en monstruos que eran en parte animales y en parte hombres (y, más frecuentemente, mujeres). Por ejemplo, las
Harpías
son descritas como seres con cabeza de mujer y cuerpos de ave. Originariamente, debían de haber sido espíritus del viento, que arrebataban las almas de los hombres moribundos.
También se las representaba muy sucias, hediondas y codiciosas. Lo que ellas deseaban no eran almas, sino comida. Se presentaban en las celebraciones de los hombres, les arrebataban la comida y ensuciaban todo cuanto no podían llevarse consigo. Esta palabra se usa todavía para señalar a las mujeres muy codiciosas.
Un tipo todavía más terrible de «mujeres-pájaro» eran las
Gorgonas
, palabra de origen griego que significa «terrible». Al igual que las Harpías, tenían alas y garras de ave, pero lo peor de todo era que su cabello estaba hecho de serpientes vivas retorciéndose. Era tan horrible su aspecto que quienquiera que las contemplase quedaba convertido en piedra. Todavía seguimos dando el nombre de «gorgona» a una mujer fea y repelente.
La más conocida de las tres Gorgonas que se suponía existían, era la más joven y horrorosa. Su nombre era
Medusa
. Ha quedado incorporada a la zoología, ya que un animal marino tiene unos largos tentáculos que serpentean en busca de alimento, y parecen serpientes vivas que salen de su cuerpo: son las «medusas».