Las Palabras y los Mitos (2 page)

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Authors: Francesc Gironella,Isaac Asimov

Tags: #Ensayo

BOOK: Las Palabras y los Mitos
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En la mayor parte de los sistemas mitológicos, los primeros seres que surgen del caos inicial no son hombres, sino dioses. A éstos se les representa frecuentemente con figura de hombres, aunque a veces su aspecto es en parte o totalmente animal. Se diferencian de los hombres en que son mucho más poderosos. Pueden controlar las fuerzas de la naturaleza. Pueden gobernar el Sol, lanzar destellos de luz, azotar el mar con huracanes, hacer crecer las plantas o desencadenar plagas. Por lo común, son inmortales.

En los mitos griegos de tipo más familiar, los primeros seres que surgieron del caos fueron
Gea
y
Urano
. Gea es la palabra griega que corresponde a «tierra» y Urano es la que corresponde a «cielo», lo que equivale a decir que la tierra y el cielo fueron formados del Caos inicial.

Los griegos dieron carácter femenino a la tierra (también nosotros hablamos de la «tierra madre») y por ello Gea no sólo era la tierra física, sino también un dios femenino (una «diosa») que simbolizaba la tierra. Era la «diosa de la tierra». Del mismo modo, Urano era el «dios del firmamento».

Cuando los romanos conquistaron Grecia, quedaron fascinados por la forma de vida de los griegos y adoptaron de éstos cuanto pudieron. Por ejemplo, se interesaron mucho por los dioses y diosas griegos. Sin embargo, al escribir los nombres de éstos, los transcribieron con su propia grafía. El alfabeto latino era diferente del griego, y para conservar la correcta pronunciación, tuvieron que alterar las combinaciones de letras.

Por ejemplo, no existe la «k» en el alfabeto latino; por ello, siempre que los griegos usaban una «k» como en «kosmos», los romanos empleaban una «c» como en «cosmos». Si los griegos empleaban «ou» y «ai», los romanos las sustituían por «u» y «ae». Los griegos solían terminar los nombres con «os», pero los romanos casi siempre los cambiaron por «us».

Por ello, la grafía romana del nombre griego de la diosa de la tierra es
Gea
, y el del dios griego del cielo
Uranus
.

Los nombres del castellano moderno suelen seguir la grafía romana, con preferencia a la griega, dado que nuestro alfabeto es casi el mismo que el latino.

Los romanos identificaban sus dioses y diosas con los de los griegos. Es decir, que equiparaban a uno de sus dioses o diosas con un determinado dios o diosa de los griegos. Entonces sustituían el nombre griego por el suyo propio. Dado que muchas lenguas europeas modernas se derivan del latín, las terminaciones latinas nos resultan más familiares que las griegas.

Por ejemplo: la diosa romana de la tierra tenía dos nombres,
Terra
y
Tellus
. Ambas se identificaban con
Gea
y esos nombres son más utilizados en castellano que
Gea
. Así, en los relatos de ciencia ficción, un ser humano puede ser denominado un «terrestre» o un «telúrico», pero nunca un «geano». Igualmente, un ser procedente de otro planeta es casi siempre llamado «extraterrestre», donde «extra» es la palabra latina equivalente a «fuera de».

Terra
también aparece en otras palabras que nos resultan más familiares. El balcón amplio de una casa es una «terraza» y la forma que adquiere el paisaje que nos rodea es el «terreno». Y la superficie que ocupa una nación es el «territorio».

Tellus
no ha dejado muchas huellas, pero existe una importante en química. En 1798, un químico alemán llamado Martin Heinrich Klaproth propuso un nombre para un nuevo elemento que había sido descubierto quince años antes. Ya había denominado otro elemento con el nombre del cielo, y creyó oportuno utilizar el de la tierra con el mismo fin. Y escogió
Tellus
para simbolizar a la tierra y, de esta forma, llamó «telurio» al nuevo elemento.

Sin embargo,
Gea
no ha sido olvidado por completo. Son muchas las palabras que llevan el prefijo «geo», recordándonos a esa antigua diosa.

El más común es «geografía» («descripción de la tierra») y «geología» («ciencia de la tierra») y «geometría» («medición de la tierra»). El primer uso que se hizo de la geometría fue la agrimensura o medición de la tierra, con vistas a fijar los límites de las fincas.

Del mismo modo, la teoría griega según la cual la Tierra era el centro del universo y el Sol, la Luna y los planetas giraban en torno a ella, es denominada «teoría geocéntrica».

El estudio de los procesos físicos en la superficie de la Tierra o en su seno, tales como su calor y magnetismo, o bien las corrientes marinas y los vientos, constituye la «geofísica». El «Año Geofísico Internacional» que se celebró desde el 1 de julio hasta el 31 de diciembre de 1958, y durante el cual fue lanzado el primer satélite artificial, tiene una referencia a
Gea
.

Otras palabras están basadas en Urano. «Uranografía» es la descripción de las constelaciones del firmamento y «uranología», la ciencia del cielo (aunque el término más usual es «astronomía»).

Sin embargo, Urano se ganó un renombre en la ciencia moderna que ninguna de las diosas de la Tierra podían disputarle. En 1781, un astrónomo inglés de origen alemán, William Herschel, descubrió un nuevo planeta más lejano que cualquier otro de los entonces conocidos. Hasta aquel momento, todos los planetas que se conocían eran objetos brillantes en el cielo, fácilmente visibles y descubiertos desde tiempos prehistóricos. Pero el nuevo planeta era un objeto de luz muy débil, escasamente visible a simple vista.

Herschel deseaba ponerle el nombre de
Georgium Sidus
(que es el equivalente latino de «estrella de Jorge») en honor de Jorge III, entonces rey de Inglaterra. Otros astrónomos sugirieron que fuese denominado Herschel en honor a su descubridor.

Ninguna de las dos propuestas fue aceptada. Todos los restantes planetas llevaban nombres de dioses y diosas, y había que seguir la costumbre. El nuevo planeta fue denominado Urano, a instancias del alemán Johann Bode.

El descubrimiento del nuevo planeta produjo una gran sensación y, con ello, Urano ganó nueva fama y puso el nombre en labios de mucha gente que nunca había oído hablar o había olvidado aquel mito griego. Sin embargo, pocos años después del descubrimiento de Urano, sucedió algo que hizo que el nombre del dios fuese todavía más sensacional.

En 1789, Klaproth (el químico que he mencionado un poco más arriba) descubrió un nuevo metal. Los químicos de la Edad Media habían seguido la vieja costumbre de bautizar los metales con nombres de planetas del cielo. Klaproth consideró que debía poner al nuevo metal el nombre del planeta, por lo que lo denominó
uranium
(y luego denominó
telurium
a otro nuevo elemento, para equilibrar las cosas, tal como dije anteriormente). Hoy día, y a consecuencia del desarrollo de la bomba atómica, la palabra uranio es muy famosa. El más viejo de los dioses griegos perdura en una palabra relacionada con la más reciente y mortífera de las armas científicas.

Urano y Gea fueron considerados por los antiguos griegos como hombre y mujer, los cuales engendraron hijos. Podéis ver que, cuando los griegos hablaban de matrimonio y de hijos, no hacían más que simbolizar la caída de la lluvia del cielo (Urano) sobre la tierra (Gea) y el crecimiento de las plantas.

Muchos de los hijos de este viejo matrimonio eran seres feroces, de un tamaño y un poder enormes, llamados
Gigantes
. Probablemente representaban las fuerzas destructoras de la naturaleza. Derivada de estos gigantes tenemos la palabra «gigantesco» para referirse a cosas de gran tamaño. La persona que sobrepasa en altura las medidas normales a causa de problemas hormonales, sufre «gigantismo», según la terminología médica. Los gigantes circenses suelen sufrir esta enfermedad.

Muchos de estos gigantes eran tan monstruosos como altos. Algunos tenían cien brazos. Otros sólo disponían de un ojo en medio de la frente, que miraba fijamente. Eran llamados
Cíclopes
, que en griego significa «ojo circular». Se les suponía trabajando en las fraguas de los volcanes, de los que llegaban misteriosos ruidos y salían disparadas rocas y cenizas fundidas cuando, según creían los griegos, el fuego de la fragua se elevaba demasiado. Los Cíclopes podían simbolizar los propios volcanes, ya que estos tienen un cráter en su cúspide, que semeja un ojo mirando fijamente el cielo.

También se suponía que los Cíclopes producían los rayos, por lo que incluso llegaron a simbolizar a veces esta forma de poder destructor. La realidad es que los tres primeros Cíclopes nacidos de Urano y Gea fueron llamados
Brontes
,
Estéropes
y
Arges
, que son los términos griegos para denominar al «trueno», al «rayo» y al «resplandor». Esta es una manera de decir que, cuando la lluvia cae de Urano sobre Gea, nacen de este proceso el trueno y el rayo, produciendo un resplandor.

Se creía que los Cíclopes habían construido las murallas de Micenas y Tirinto, las dos ciudades más poderosas de Grecia en los primeros tiempos. Pero cuando Grecia se encontraba en pleno esplendor, las dos ciudades eran sólo un montón de ruinas, y los griegos se preguntaban cómo podían haberse encajado aquellas enormes rocas sin ayuda de mortero. Resolvieron que únicamente unos seres gigantescos, como los Cíclopes, podían haber apilado aquellas rocas.

El resultado es que, todavía hoy, las murallas erigidas con grandes rocas sin mortero son denominadas «ciclópeas». Pero esta palabra es un sinónimo menos común de «gigantesco». Aunque Cíclope también es el nombre de una minúscula pulga de agua que mide escasamente un veinteavo de pulgada. Por supuesto no se le dio este nombre por su tamaño, sino porque da la impresión de tener un ojo en el centro de la cabeza. (En realidad, el ojo es doble).

Los Titanes

La descendencia más importante de Urano y Gea fue un grupo de criaturas, varones y hembras, llamados
Titanes
. Dado que los griegos solían representarlos (aunque no siempre) como enormes gigantes, la palabra «titán» se ha convertido en sinónimo de «gigante». Lo que se califica de «gigantesco» también puede calificarse de «titánico».

En 1911, fue botado un buque gigantesco, el mayor en aquellos tiempos. Para dar idea de su tamaño fue bautizado con el nombre de «Titanic». Era tan grande y había sido construido con técnicas tan avanzadas, que se consideraba que no podía naufragar. Tan convencidos estaban sus constructores y armadores de que no podría hundirse, que no se preocuparon gran cosa por instalarle botes de socorro, salvavidas, compartimientos estancos, salidas de emergencia, etc.

El día 14 de abril de 1912, en el transcurso de su viaje inaugural, chocó contra un iceberg. Aquel barco que no podía naufragar se hundió en tres horas. De un total de 2.206 pasajeros, se ahogaron 1.500. Fue el mayor desastre marítimo de la historia.

Tal vez si los armadores hubiesen sabido algo de mitología y hubiesen sido más supersticiosos, habrían desechado este jactancioso nombre. Precisamente, era éste el tipo de orgullo que, según los griegos, acarreaba la destrucción, tal como explicaré más adelante. Además, los Titanes sufrieron una completa destrucción según la mitología, por lo que usar su nombre, en opinión de los supersticiosos, pudo haber sido de mal agüero.

Volviendo a la química, Klaproth, que ya había incorporado los nombres de
Uranus
y
Tellus
(el romano de Gea) a la lista de elementos, hizo lo propio con sus hijos, los Titanes. En 1791, un clérigo inglés llamado William Gregor descubrió un nuevo metal. La sugerencia de Klaproth de denominarlo «titanium» fue aceptada.

Este nombre resultaba muy adecuado, aunque sea casi por casualidad, porque cuando el titanio es impuro resulta bastante frágil e inservible. Pero, recientemente, los químicos consiguieron obtener titanio completamente puro, y en este caso se convierte en el metal más duro conocido hasta ahora. Su nombre concuerda con su titánica dureza.

El nombre de algunos animales prehistóricos de gran tamaño también está basado en estos gigantes mitológicos. Hay un tipo de dinosaurio llamado «titanosaurio» («lagarto titánico») y, por la misma razón, uno llamado «gigantosaurio» («lagarto gigante») y otro denominado «brontosaurio» («lagarto atronador»), nombre que se deriva de Brontes, uno de los Cíclopes anteriormente citados. También hay una antigua especie de rinoceronte gigante llamado «titanoterio» («animal titánico»).

El más poderoso de los Titanes era Crono. Acaudilló una revuelta de los Titanes contra su padre, Urano. Gea había quedado exhausta de dar a luz tantos gigantes y monstruos. Por ello, procuró a Crono una hoz y éste, armado con ella, atacó a Urano y le hizo huir.

De esta forma, los griegos pudieron simbolizar su creencia de que la tierra y el cielo estaban originariamente unidos. Crono y sus hermanos Titanes simbolizaban el Sol, la Luna y los planetas que separaron la tierra del cielo y tomaron posesión del vasto espacio que quedó entre ellos. Y así el universo adquirió su configuración definitiva.

La palabra Crono no es de origen griego y probablemente proviene de los que habitaron Grecia antes de la llegada de los propios griegos. Fue fácil suponer que la poco usual palabra Crono fuese, en realidad, la familiar palabra griega
Chronos
, que significa «tiempo».

Por esta razón Crono fue considerado frecuentemente el «dios del tiempo». Todavía hoy se suele representar al «Tiempo» como un viejo con una hoz en sus manos, el arma con la que Crono derrotó a Urano. Esta es la forma más corriente en que Crono perdura hoy día, pero es incorrecta.

Para el pueblo que precedió a los griegos, Crono fue probablemente un dios de la agricultura. La hoz que se le atribuía para atacar a su padre, Urano, era originariamente una herramienta para segar el trigo, sin más significación mortífera que ésta.

Los romanos tenían un dios de la agricultura llamado Saturno, y lo identificaron con Crono. Honraban a Saturno durante unas fiestas de una semana, del 19 al 26 de diciembre, que llevaban el nombre de Saturnales. Había muchos festejos y bullicio, y se intercambiaban presentes. En nuestros días todavía perdura algo de aquel ambiente con la celebración de la Navidad, en las mismas fechas.

Sin embargo, durante aquella celebración se cometían tantas locuras y la gente se embriagaba de tal forma que, actualmente, la palabra «saturnal» significa una fiesta turbulenta en la que corre mucho el vino.

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