Lazos de amor (3 page)

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Authors: Brian Weiss

BOOK: Lazos de amor
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EUGENE O'NEILL

Antes de iniciar el tratamiento de Catherine, nunca había oído hablar de la terapia de regresión a vidas pasadas. En la época en que yo estudiaba, el programa de enseñanza no incluía esta materia, ni en la Facultad de Medicina de Yale ni en ninguna otra. Todavía recuerdo perfectamente la primera vez que apliqué este método. Había indicado a Catherine que retrocediera en el tiempo con el objetivo de descubrir traumas de la infancia que tenía reprimidos ti olvidados, y que yo pensaba que eran los responsables de su ansiedad y su depresión.

Ella había llegado a un estado de hipnosis profunda que yo le había provocado hablándole con voz suave y relajante. Muy concentrada, atendía a mis instrucciones.

En la primera sesión de terapia realizada una semana antes habíamos practicado la hipnosis por primera vez. Catherine había recordado algunos traumas de su infancia con bastante detalle y emoción. Normalmente, en la terapia de regresión, si los traumas olvidados que se evocan van acompañados de emociones, un proceso que recibe el nombre de «catarsis», el paciente empieza a mejorar. Pero los síntomas de Catherine seguían siendo graves y supuse que lo mejor era que continuara recordando episodios de su niñez aún más reprimidos. De esta manera podría mejorar.

Conseguí que se trasladara a la edad de dos años, pero no fue capaz de recordar nada significativo.

—Regresa al punto en donde tus síntomas empiezan a manifestarse —le ordené claramente y con firmeza.

Me quedé atónito al oír su respuesta.

—Veo unas escaleras de peldaños blancos que conducen a un edificio, un edificio blanco con columnas, abierto. N o hay puerta de entrada. Llevo un vestido largo... y un saco de tela tosca. Tengo el pelo rubio y largo, y lo llevo trenzado.

Era una mujer joven llamada Aronda que vivió hace unos cuatro mil años. Murió inesperadamente en una inundación o un maremoto que arrasó su pueblo.

—Unas olas enormes arrancan los árboles. N o hay escape posible. Hace frío, el agua está helada. Tengo que salvar a mi bebé, pero no puedo... sólo puedo apretado bien fuerte entre mis brazos. Me ahogo; el agua me asfixia. No puedo respirar, no puedo tragar... agua salada. Me arrancan a mi hija de las manos.

Durante este trágico y emotivo recuerdo, Catherine jadeaba y tenía dificultad para respirar. De repente, su cuerpo se relajó por completo y empezó a respirar profunda y regularmente.

—Veo nubes... Mi hija está conmigo. Y también otras personas de mi pueblo. Veo a mi hermano.

Estaba descansando. Aquella vida había terminado. Aunque ni ella ni yo creíamos en otras vidas, acabábamos de vivir intensamente una experiencia ancestral.

De un modo increíble, el miedo al ahogo y a la asfixia prácticamente desapareció de la vida de Catherine después de aquella sesión. Yo sabía que la fantasía y la imaginación no podían curar aquellos síntomas crónicos, tan profundamente arraigados. Pero la memori4 catártica sí.

A medida que pasaban las semanas, Catherine iba recordando más vidas anteriores. Sus síntomas desaparecieron. Se curó sin la ayuda de medicamentos. Juntos descubrimos el poder curativo de la terapia de regresión.

Debido a mi escepticismo y a mi rigurosa formación científica, me costó mucho aceptar la existencia de vidas pasadas. Dos factores acabaron minando mi escepticismo: uno rápido y muy emotivo, y otro gradual e intelectual. En una de las sesiones, Catherine acababa de I recordar que en una vida anterior había muerto víctima de una epidemia que había asolado la región. Cuando todavía se hallaba en profundo estado de trance, consciente de que flotaba por encima de su cuerpo, fue atraída hacia un hermoso rayo de luz. Empezó a hablar:

—Me dicen que hay muchos dioses, porque Dios está en cada uno de nosotros.

Entonces empezó a revelarme detalles muy íntimos sobre la vida y la muerte de mi padre y de mi hijo pequeño. Ambos habían muerto años atrás, muy lejos de Miami. Catherine, que era ayudante de laboratorio del Mount Sinai Hospital, no sabía absolutamente nada de ellos. Nadie podía haberle proporcionado todos aquellos datos. En ningún lugar podía haber conseguido toda aquella información. La precisión de sus detalles fue impresionante.

Yo estaba sobresaltado y me estremecía a medida que ella iba revelando aquellas ocultas, secretas verdades.

—¿Quién está contigo? ¿Quién te está explicando todo esto? —le pregunté.

—Los Maestros —susurró—, me hablan los Espíritus Maestros. Me cuentan que he vivido ochenta y seis veces en un cuerpo físico.

En el transcurso de las sesiones restantes, Catherine transmitió muchos más mensajes que procedían de estos Maestros, unos mensajes hermosos sobre la vida y la muerte, sobre cuestiones espirituales y sobre el cometido de nuestra vida en la tierra. ,

Mis ojos empezaban a abrirse al tiempo que mi escepticismo era cada vez menor.

Recuerdo que pensaba: «Puesto que Catherine no se equivoca respecto a mi padre y mi hijo, ¿podría entonces averiguar algo sobre las vidas pasadas, la reencarnación y la inmortalidad del alma?»Creía que sí.

Los Maestros también hablaban de las vidas anteriores.

Elegimos el momento en que entramos en nuestro estado físico y el momento en que lo abandonamos. Sabemos cuándo hemos cumplido la tarea que se nos encomendó realizar aquí en la tierra. Sabemos cuándo se nos acaba el tiempo y entonces aceptamos nuestra muerte. Pues sabemos qué esta vida que hemos vivido ya no da más de sí. Cuando llegue el momento, cuando hayamos disfrutado del tiempo necesario para descansar y alimentar de energía nuestra alma, se nos permitirá escoger nuestro regreso al estado físico. Aquellos que dudan, que no están seguros de querer regresar aquí, es probable que pierdan la oportunidad que se les ha brindado, la oportunidad de cumplir con su deber cuando se hallan en estado físico.

Desde que viví esta experiencia con Catherine, he sometido a la terapia de regresión a más de mil pacientes. Pocos, muy pocos, alcanzaron el nivel de los Maestros. Sin embargo, he observado una sorprendente mejoría clínica en la mayoría de estas personas. He visto cómo los pacientes recuerdan un nombre durante la evocación de una vida anterior reciente y después he encontrado documentos que verifican la existencia de esa persona en el pasado, confirmando los detalles de la rememoración. Algunos pacientes incluso han encontrado sus propias tumbas de vidas anteriores.

Varios de mis pacientes han pronunciado algunas palabras en idiomas que nunca han aprendido o incluso oído en su vida actual. También he examinado a algunos niños que hablan lenguas extranjeras que no han aprendido con anterioridad. A esta capacidad se la denomina «xenoglosia» .

He leído artículos de otros científicos que trabajan con la terapia de regresión y que han llegado a conclusiones muy similares a las mías.

Tal como describo con detalle en mi segundo libro,
A través del tiempo,
este método es muy útil para pacientes de distintas patologías, especialmente para aquellos que sufren trastornos emocionales y psicosomáticos.

La terapia de regresión es también muy práctica cuando se trata de identificar y eliminar los hábitos negativos recurrentes en un paciente, como por ejemplo la drogadicción, el alcoholismo y los problemas en las relaciones.

Muchos de mis pacientes evocan hábitos, traumas y relaciones desequilibradas que no sólo se manifestaron en sus vidas pasadas, sino que siguen apareciendo en su vida actual.

Pondré como ejemplo el caso de una paciente que al regresar a una de sus vidas anteriores recordó que tenía un marido agresivo y violento que ha aparecido de nuevo en el presente encarnado en su padre. Una pareja muy conflictiva descubrió que se habían matado mutuamente en cuatro de sus vidas pasadas. Las historias y las pautas son interminables.

Cuando se ha identificado la pauta que se repite constantemente y se entienden los motivos de su manifestación, entonces puede romperse. No tiene sentido seguir sufriendo.

No es obligatorio que el terapeuta y el paciente crean en la existencia de vidas anteriores para que la técnica y el proceso de la terapia de regresión funcionen. Pero si se intenta, es frecuente que se obtenga una mejoría.

Casi siempre se produce un crecimiento espiritual.

En una ocasión sometí a la terapia de regresión a un suramericano que recordaba haberse pasado una vida entera atormentado por los remordimientos, tras haber formado parte del equipo que colaboró en la elaboración y más tarde en el lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima con el objetivo de poner fin a la Segunda Guerra Mundial. Actualmente es radiólogo en un importante hospital y utiliza la radiación y los avances tecnológicos para salvar vidas en lugar de exterminadas. En su vida actual este hombre es un ser sensible, bondadoso y solidario.

Éste es un ejemplo de cómo puede evolucionar el alma y transformarse aunque haya pasado por vidas deleznables. Lo más importante es aprender, no juzgarse. Él aprendió lecciones de su vida durante la Segunda Guerra Mundial y ha aplicado sus conocimientos y habilidades para ayudar a otras almas en su vida actual. El sentimiento de culpabilidad que sintió en su vida anterior no es importante. Lo que cuenta es aprender del pasado, y no seguir pensando en ello y sintiéndose culpable.

Según una encuesta de
USA Today/CNN/
Gallup realizada el 18 de diciembre de 1994, la creencia en la reencarnación está aumentando en Estados U nidos, un país que no se caracteriza por ir a la zaga en estos fenómenos. El porcentaje de estadounidenses adultos que cree en la reencarnación es del 27 %, cuando en 1990 era del 21 %.

Pero todavía hay más. El porcentaje de los que creen que puede establecerse contacto con los muertos ha aumentado del 18 % en 1990 al .28 % en diciembre de 1994. El 90 % cree en la existencia del cielo y el 79 % en los milagros. Hasta me parece oír a los espíritus aplaudiendo.

Capítulo 4

De modo que la idea de la reencarnación explica de forma muy reconfortante la realidad, permitiendo con ello que el pensamiento hindú venza aquellas dificultades que dejan paralizados a los pensadores europeos.

ALBERT SCHWEITZER

La primera vez que Elizabeth experimentó una regresión fue una semana después. No me costó provocarle un estado hipnótico mediante el rápido método de inducción cuyo objetivo es evitar los bloqueos y las barreras de la mente consciente.

La hipnosis es un estado de gran concentración, pero el ego, la mente, tienen la capacidad de interferir en esta concentración con pensamientos perturbadores. Mediante la rápida técnica de inducción, logré que Elizabeth entrara en un estado de hipnosis profunda en un minuto.

Le había dado una cinta magnetofónica de relajación para que la escuchara durante la semana anterior al inicio de estas sesiones. La había grabado para ayudar a mis pacientes a practicar las técnicas de auto hipnosis. Me di cuenta de que cuanto más ensayaban en casa, más profundo era el estado al que llegaban en mi consulta. Esta cinta les ayuda a relajarse y muy a menudo también a dormirse.

Cuando llegó a casa, Elizabeth intentó escucharla, pero no conseguía relajarse. Estaba demasiado ansiosa. ¿Y si pasaba algo? Ella tenía miedo, porque estaba sola y nadie podría ayudarla.

Su mente la "protegía" dejando que la inundaran pensamientos cotidianos para distraer así su atención de la cinta de relajación. El nerviosismo y los pensamientos le impedían concentrarse.

Cuando me explicó lo que le había pasado, decidí llevar a la práctica otro método de hipnosis más rápido con el fin de superar los obstáculos y temores que bloqueaban su mente.

El método más utilizado para provocar un trance hipnótico se llama «relajación progresiva». En primer lugar hay que conseguir que el paciente respire lentamente. A continuación el terapeuta le suscita un estado de relajación indicándole con suavidad que distienda los músculos poco a poco. Después le pide que intente visualizar imágenes agradables y relajantes. Mediante técnicas como la de contar hacia atrás, el terapeuta ayuda al paciente a llegar a un estado de relajación todavía más profundo.

En ese momento, el paciente está en un trance hipnótico entre ligero y moderado, y el terapeuta puede intensificado si lo desea. El proceso entero dura unos quince minutos.

Sin embargo, durante este cuarto de hora, es posible que la mente del paciente piense, analice o delibere en lugar de dejarse llevar por la sugestión. En ese caso, se interrumpe el proceso hipnótico,

Los contables y otras personas cuyas profesiones les obligan a pensar de un modo lógico, lineal y muy racional, suelen dejar que su mente interrumpa el proceso. Aunque estaba convencido de que Elizabeth podía llegar a un estado de hipnosis profundo fuera cual fuera la técnica que usara, decidí emplear un método más rápido para asegurarme.

Le indiqué que se sentara inclinada hacia delante, que no apartara la vista de mis ojos y que hiciera presión con la palma de su mano derecha sobre la mía. Yo estaba de pie frente a ella.

A medida que la palma de su mano presionaba la mía, con el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante, empecé a hablarle. Sus ojos no se apartaban de los míos.

De repente, sin avisarla, retiré la mano de debajo de la suya. Su cuerpo, entonces sin apoyo alguno, se tambaleó hacia delante. En aquel preciso momento, le dije en voz muy alta: «¡Duérmete!»

Su cuerpo se desplomó al instante sobre el respaldo del sillón. Entró en un profundo trance hipnótico. Mientras su mente se concentraba en no perder el equilibrio del cuerpo, la orden que acababa de darle pasó directamente y sin interferencia alguna a su subconsciente. Elizabeth entró en un estado de «sueño» consciente equivalente a la hipnosis.

—Puedes recordado todo, cada experiencia que hayas vivido —le dije.

Ahora ya podíamos emprender el viaje hacia atrás. Quería asegurarme de cuál de sus sentidos predominaba en sus recuerdos y le pedí que pensara en la última vez que había comido bien. Le indiqué que empleara todos sus sentidos al recordar comida. Elizabeth recordó el olor, el sabor, la imagen y la sensación de que la comida estaba recién hecha, y de este modo comprobé que era capaz de evocar recuerdos vívidos. Al parecer, el sentido que predominaba en su caso era la vista.

Seguidamente hice que se trasladara a la infancia para ver si recuperaba algún recuerdo placentero de sus primeros años en Minnesota. Sonrió como una niña pequeña, llena de satisfacción.

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