Read Marea oscura I: Ofensiva Online
Authors: Michael A. Stackpole
Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción
El que parecía el jefe dejó que su anfibastón se enrollara en su cintura, dio un paso a un lado e indicó a su subordinado que avanzara. El otro yuuzhan vong, que a Corran le parecía más joven, dio unos pasos y se colocó en una pose de grandeza marcial. El anfibastón se deslizó por su mano y se puso rígido.
—Ganner, sigo oyéndote respirar ahí detrás. ¡Vete! ¡Vete ya! Mételos en la nave y largaos de aquí —Corran se giró y miró a Ganner con toda la dureza de la que fue capaz—. Tú eres el único que puede salvarlos, y yo el único que puede concederte el tiempo necesario para ello. ¡Vete!
El joven Jedi asintió una vez, hizo un gesto y los dos estudiantes se elevaron del suelo como si estuvieran sujetos por hilos invisibles. Ganner comenzó a retirarse por uno de los muchos túneles con los dos chicos flotando tras él. El joven yuuzhan vong bajó dos pasos más y levantó el anfibastón como si fuera una porra, listo para arrojarlo.
El jefe siseó algo y detuvo a su subordinado.
Corran describió un círculo con su sable láser y se situó entre los yuuzhan vong y la línea de retirada de Ganner.
—Espero que ambos consideréis que hoy es un buen día para morir.
El yuuzhan vong joven bajó despacio los escalones e hizo girar su anfibastón en la mano derecha. Luego alargó la izquierda hacia Corran con los enguantados dedos extendidos. El yuuzhan vong se movía con la elegancia no premeditada de los depredadores. Dio un paso a la izquierda de Corran, en un claro intento de que éste diera la espalda al otro guerrero.
Corran respondió a su vez saltando hacia la izquierda y llevando la zurda a la empuñadura del sable, que había sido construida a partir del manillar de un viejo deslizador y era lo bastante larga como para dar cabida a las dos manos.
Corran las bajó hasta la altura de las caderas y apuntó a la garganta del yuuzhan vong joven.
El guerrero blandió su bastón y lanzó un barrido hacia la pierna izquierda de Corran, que bloqueó el golpe. La punta del sable se introdujo sin dificultades en el suelo de concha, dejando una oscura cicatriz entre ambos combatientes.
Por lo menos ahora sé que Ganner puede salir de aquí cortando la concha
. Corran retrocedió y apuntó de nuevo al yuuzhan vong.
El guerrero intentó el mismo ataque por segunda vez. Corran lo esquivó un poco más arriba y giró sobre el pie derecho. El izquierdo se alzó en una patada que dio al yuuzhan vong en el pecho. El guerrero cayó hacia atrás, apartándose de la estocada de revés de Corran, estocada que dejó otra marca en el suelo.
Cuando Corran liberó la hoja, el vong ya se había levantado y estaba listo para atacar.
Corran le hizo frente y presentó el flanco izquierdo para atacar. Alzó la empuñadura del sable hasta la altura de las orejas, apuntó la hoja directamente hacia delante, la niveló con los ojos del alienígena y asintió.
—Si me buscas, ven a por mí.
El yuuzhan vong dio un paso adelante, y Corran volteó la muñeca derecha.
Hizo girar el manillar, cambiando la piedra del interior del arma de esmeralda a diamante. El haz de energía se estrechó, dejó de ser plateado y pasó a ser púrpura, duplicando su tamaño. La punta de la hoja se clavó profundamente en la cuenca izquierda del ojo del vong.
El alienígena se encogió y se estiró cuando las articulaciones se le pusieron rígidas. Resbaló de la punta de la hoja y cayó de espaldas. Le salía humo del cráneo. El guerrero se derrumbó estrepitosamente en el suelo y sus inertes miembros rebotaron en la dura superficie. Con una última sacudida, se quedó inmóvil.
Y Ganner se reía de mí por tener un anticuado sable láser bifásico
. Corran puso la hoja en su tamaño normal e hizo un gesto al otro guerrero.
—Estaba demasiado ansioso. Yo sabía que sólo podía emplear ese truco una vez, y sólo con él.
El Jedi dudaba sinceramente de que el guerrero alienígena entendiera lo que había dicho, pero sabía que el tono de su voz indicaba la naturaleza de su mensaje.
El yuuzhan vong bajó los escalones con elegancia y sin apresurarse. No quería desperdiciar el esfuerzo de girar el anfibastón, sino que lo agarraba con ambas manos, la derecha arriba y la izquierda abajo, preparado para rechazar cualquier estocada larga contra sus ojos. Las junturas curtidas de su armadura rechinaban cuando se movía en círculo. Miraba a Corran con ojos hambrientos, y pareció llamarle la atención la sangre que el Jedi derramaba por la muñeca izquierda al alargar el brazo.
El yuuzhan vong se detuvo de repente y alzó ambas manos por encima de la cabeza. El anfibastón se estiró hasta convertirse en una porra con la cabeza aplastada en una fina cuchilla. Empuñando el sable láser con las dos manos, Corran se agachó para convertirse en un objetivo más pequeño. El siseante haz plateado derramaba reflejos deslumbrantes sobre la armadura del vong.
Esperaron.
Corran no podía percibir al yuuzhan vong con la Fuerza, y la magnificencia del guerrero abrumaba sus sentidos físicos. Toda la actividad exterior de la concha se desvaneció cuando se concentró en su enemigo. A pesar de sus diferencias: su naturaleza y sus orígenes, ambos contendientes estaban hechos de la misma pasta. Los yuuzhan vong habían asesinado a gente que Corran consideraba de los suyos, y viceversa. Ambos estaban entrenados para la guerra y se enfrentaban a un enemigo competente, pero sólo uno de ellos saldría de allí con vida.
Corran sospechó que sería él. Su mente se llenó de imágenes de su mujer y sus hijos. Se obligó a recordarlos sonriendo y felices, y se negó a verles sufriendo.
Si voy a perderlos, y ellos a mí, quiero buenos recuerdos, no malos.
Se preguntó si el guerrero estaría pensando lo mismo, y entonces éste atacó.
Hacia abajo y por la derecha. Corran detuvo el golpe y atacó con su hoja. El vong se apartó a la derecha, echando humo de la armadura en el punto donde le había alcanzado el sable, a la altura de la cadera, y atacó de nuevo con su anfibastón. La punta dio a Corran en el muslo y le cortó la ropa y la carne, salpicando las paredes de sangre.
Ignorando el dolor, Corran giró, se lanzó hacia delante y soltó dos estocadas al yuuzhan vong en el flanco derecho. El guerrero alzó el anfibastón en un bloqueo vertical y, con un giro de la muñeca izquierda, levantó la hoja del sable láser y la apartó a un lado. Corran volteó las muñecas, echó el sable hacia atrás hasta casi tocarse la coronilla y lo lanzó hacia delante. El arma luminosa desprendió chispas al aterrizar sobre el hombro derecho de la armadura del vong.
El yuuzhan vong se alejó al sentir el corte del cuello y continuó girando hasta asestar un revés a Corran en las rodillas. El Jedi saltó por encima y, al hacerlo, cortó al yuuzhan vong en el hombro izquierdo. La hoja plateada perforó la juntura de la armadura y le dio en la carne, provocando un zumbido. El vong empezó a sangrar.
Los dos combatientes retrocedieron un instante, mirándose fijamente. Corran podía sentir el calor procedente de su pierna. La sangre del yuuzhan vong chorreaba por debajo de la armadura, lo que le obligó a quitarse el guante y secarse la mano en el pecho. Los combatientes se hicieron un gesto de respeto con la cabeza.
Y de miedo, aunque sólo un poco
.
Ambos se enderezaron. El yuuzhan vong levantó el anfibastón por encima de la cabeza. Corran bajó la punta del sable y apuntó a las rodillas de su adversario. Respiró hondo y se estremeció.
Ahí vamos
.
Un grito de guerra resonó en la cámara cuando los combatientes saltaron al unísono uno a por el otro. Corran agachó la cabeza y el anfibastón casi rozó su hombro derecho. Corran introdujo con rapidez el sable láser entre las piernas del yuuzhan vong y alzó ambas manos. La hoja plateada seccionó la armadura del vong a la altura de la cadera derecha. El Jedi hundió la hoja, la levantó y giró después hacia la izquierda.
Pero, inexplicablemente, Corran se descontroló en la vuelta y cayó al suelo.
Sintió una punzada de dolor en la espalda, cerca de la columna, y dejó de sentir las piernas. El sable láser se desprendió de su mano y describió un pequeño círculo sobre el suelo de la concha. La caída de espaldas había sido contundente, pero evitó que se golpeara la cabeza contra el suelo.
El miedo y la ansiedad le invadieron. Intentó sentarse, pero no pudo. Más allá de sus pies, vio que el anfibastón del yuuzhan vong se enroscaba junto a su amo, siseando y sacando los colmillos, y enseguida supo lo que le había pasado.
Se llevó la mano a la espalda y notó las ropas rasgadas y el mordisco. Cuando se miró la mano, la tenía llena de sangre.
Y veneno también, sin duda. Estoy perdiendo la sensibilidad
.
El yuuzhan vong se estremeció y, apoyándose en las manos, se enderezó. Casi lo consiguió, pero la pierna derecha se le torció de una forma extraña. Se desequilibró por su propio peso y volvió a caer al suelo. El casco se desprendió de su cabeza y cayó al suelo con un estruendo.
¿Tiene la pierna amputada y sigue moviéndose?
Corran se arrastró hacia su sable láser y puso la mano sobre él.
Ojalá esas cosas no cauterizaran las heridas, así se moriría desangrado
.
El yuuzhan vong se tumbó bocabajo y cogió el anfibastón. Luego comenzó a arrastrarse hacia Corran. El Caballero Jedi le atacó con el sable láser, haciendo saltar esquirlas de la armadura. Sus golpes descascarillaron el suelo y desperdigaron la arena que había debajo, pero el vong permanecía impasible ante sus débiles ataques.
Sabe que el veneno podrá conmigo
. Corran ya no podía sentir la espalda y le costaba respirar. Intentó utilizar la Fuerza para limitar el daño y restringir el flujo de sangre, pero esas técnicas le hubieran dejado en trance.
Y el vong me matará
.
Corran se arrastró hacia atrás, dejando un rastro sangriento en el suelo. Atacó una y otra vez al yuuzhan vong, pero el guerrero seguía aproximándose, lento pero seguro, y esperando que a Corran se le cansara el brazo y perdiera toda la sensibilidad en la mano.
No tendrá que esperar mucho
.
A Corran comenzó a costarle respirar. Tenía estertores. Supo que había llegado al final y recordó imágenes de su familia. Imágenes felices. Imágenes que le hacían sentirse orgulloso. Los vio en varios momentos y situaciones, y acabó visualizando los recuerdos más fuertes y recientes que tenía de ellos.
Utilizó la Fuerza en un último intento desesperado. Entrecerró los ojos y una sonrisa afloró a sus labios. El yuuzhan vong, con la ayuda de su anfibastón, se había levantado sobre la pierna sana. El guerrero le miró desde arriba, con la cara descubierta y desfigurada, los dientes desiguales y los rasgos contraídos.
Una imagen de pesadilla que Corran iba a llevarse consigo a la eternidad.
Y, en ese momento, una explosión de slashrats surgió del agujero que Corran había creado en el suelo del interior de la concha. Uno de los roedores dentados lanzó una dentellada al brazo del yuuzhan vong y lo partió como si fuera la cáscara de un huevo. Otros dos se colgaron de su pierna malherida y forcejearon, arrastrando al guerrero hasta donde Corran no podía verlo.
Si el vong gritó, y Corran supo que no llegó a hacerlo, los gruñidos de los slashrats desgarrando su cuerpo ahogaron completamente el grito.
Con una sonrisa, Corran retrocedió, alejándose todo lo que pudo de los slashrats que estaban destrozando al yuuzhan vong. La última imagen de su hijo Valin, recordando cómo había conseguido que los garnants atacaran a Ganner, le sugirió utilizar la Fuerza para invitar a los slashrats a merendar yuuzhan vong. Los slashrats enzarzados en la matanza le estaban demostrando lo efectiva que había sido la estrategia.
Corran se rió para sus adentros y descansó la cabeza.
Pero claro, yo soy el postre
. Dejó escapar lentamente el aire de sus pulmones y cerró los ojos antes de que la inconsciencia le impidiera hasta esa sencilla tarea. Por un momento se preguntó si abandonaría su existencia hacia la muerte, como habían hecho otros Jedi, privando a los slashrats de su comida.
Da igual. Los demás están a salvo y han huido. He hecho mi trabajo.
Antes de quedar completamente inconsciente, sintió que flotaba. Hubiera sonreído si hubiera podido.
Así que esto es así. Así es morir como un Jedi y deshacerse en la nada.
Aunque no dio ninguna señal externa, sintió una plenitud en el alma. Corran Horn se sumergió en el olvido eterno siendo un hombre feliz.