Authors: Douglas Coupland
Supongo que en administración se vuelven locos. Contrataron a 3.100 personas sólo en 1992, y es evidente que no todos son una joya.
Aunque parezca extraño, Bug es un devoto de Microsoft. Es como si cuanto más pasaran de él, más rabiosamente se dedicara a defender el honor corporativo.
Si valoras tu tiempo libre, no te enzarces en una discusión con él acerca del famoso pleito «Look and Feel» de Apple contra Microsoft, ni sobre ninguna de las decisiones de la Comisión Federal de Comercio ni del Departamento de Justicia:
«Esos gilipollas que se dedican a poner pleitos me cabrean. Me gustaría que compitieran en el mercado, donde de verdad hay que hacerlo, en lugar de ser unos cobardicas y lloriquear para conseguir ayudas del Gobierno para competir...»
El que avisa no es traidor.
Por último, Michael. Las siete categorías de Michael serían:
• FORTRAN
• Pascal
• Ada (lenguaje de programación de Defensa)
• LISP
• Neil Peart (batería de Rush)
• ganadores de los premios Nébula y Hugo
• Lanzarote del Lago
Michael es lo más parecido que conozco a alguien que vive en un estado místico. Vive para ensamblar elegantes cadenas de código de instrucciones. Es como un Mozart entre Salieris: entra en los despachos donde están escribiendo líneas de código en las pizarras blancas y se dedica a optimizarlo todo como si nada, sin dejar de hablar con la gente, como si alguien hubiera escrito unas instrucciones equivocadas sobre el modo de ir a la playa y se limitara a corregirlas para que no se perdieran.
A menudo utiliza soluciones de baja tecnología para problemas de alta tecnología: los palitos de polo, las gomas elásticas y las pequeñas tiras de papel alrededor de un alambre de percha doblado lo ayudan a resolver complejos problemas de matrices. Cuando se trasladó al nuevo despacho con ventana (buen programador, buen despacho), tuvo que poner notas adhesivas con «No es arte» en sus artilugios para que los mozos de la mudanza no los colocaran en las vitrinas del vestíbulo central.
Esta mañana, antes de ir a la oficina, he leído un detallado artículo sobre el divorcio de Burt Reynolds y Loni Alexander en la revista
People
. De este modo se inutilizaron 1.474.819 células cerebrales que podrían haberse dedicado a buscar una fórmula para conseguir la paz mundial. ¿Son análogas la memoria del ordenador y la memoria humana? Michael debe de saberlo.
Al mediodía he ido con la bici de montaña a las oficinas de Nintendo, al otro lado de la Interestatal 520.
Debo reconocer que nunca he estado en la planta sudafricana de, por ejemplo, Sandoz, pero apuesto a que se parece un montón a las oficinas de Nintendo: edificios de aspecto industrial de dos plantas con ventanas negras a lo Estrella de la Muerte y un paisaje de árboles alrededor del aparcamiento que parecen colocados en su sitio con un ratón. Es casi idéntico a Microsoft, salvo que Microsoft utiliza en las ventanas fibra de vidrio verde y tiene grandes campos de fútbol por si alguna vez necesita terreno para hacer ampliaciones.
He estado jugando un rato con un saquito relleno Hacky Sack con mi amigo Marty y algunos de sus amigos tésters durante la hora de la comida. El domingo es un gran día para los chicos que llevan las líneas telefónicas de atención al cuente porque toda la juventud norteamericana no tiene colegio y está utilizando su producto. En Nintendo son jovencísimos. Es como si estuvieran en el año 1311, cuando cualquiera con más de 35 años estaba muerto o tullido y desaparecía del mapa.
Nos hemos enzarzado en una gran discusión sobre la clase de software que tendrían los perros si supieran diseñar. Marty ha sugerido programas de marcado del territorio con simuladores de meadas e interfaces de lametazos. A Antonella se le ha ocurrido el Buscahuesos. A Harold, un sistema de CAD para remodelar casetas. Todo muy cartográfico/hipersensorial: visual a tope.
Al final ha salido, cómo no, el tema de los programas para gatos. Antonella ha sugerido un programa de agenda personal que diga al mundo: «No, no tengo ganas de que me acaricien. Ah, y toma nota de todas mis llamadas.» Yo he sugerido un programa que duerme todo el rato.
En cualquier caso, está bien ser humano. Diseñamos hojas de cálculo, programas de dibujos y equipo de tratamiento de textos. Y eso es indicativo del lugar en el que estamos como especie. ¿Qué es la búsqueda de la próxima gran aplicación sino la búsqueda de la identidad humana?
Me ha gustado ir a Nintendo, donde todo el mundo es un poco más joven y enrollado que en Microsoft y están metidos de verdad en el rollo de Seattle.
En Microsoft todo el mundo parece viejo, viejo de 31,2 años, literalmente, y eso se nota.
Hay en el Campus una ausencia misteriosa, como de ciencia ficción, de todo el que no parezca tener 31,2 años. Es algo opresivo. Parece como si desde la semana pasada todo el mundo se hubiera vuelto loco por las camisetas de franjas horizontales compradas en Gap. Ahora están todos comprando los mismos apartamentos gris púrpura con 3 dor./2 b. en Kirkland.
Por naturaleza, los microsiervos están condenados a realizar las cosas típicas de los que tienen 31,2 años: la primera casa, el primer matrimonio, la crisis «qué hago con mi vida», el adiós al Miata/bienvenido el monovolumen y, por supuesto, la gran negación de la muerte. Hace unos meses murió de cáncer un vicepresidente de Microsoft y daba la impresión de que no podías mencionar el tema. Punto. Las tres cosas que no puedes discutir en el trabajo: la muerte, los sueldos y tus opciones de compra de acciones.
Tengo 26 años y todavía no estoy preparado para cumplir los 31,2.
Últimamente he estado pensado bastante en esto de la negación de la muerte. Septiembre siempre me hace pensar en Jed. Es como si estuviera rondando por ahí el Jed virtual que podría haber sido. A veces lo veo cuando paso con el coche junto al mar; lo veo de pie sobre un tronco, sonriendo y haciéndome señas; lo veo cabalgando una orca en el puerto, frente a la parte baja de la ciudad, mientras estoy atascado en medio del tráfico en el viaducto de la autopista de Alaska. O lo veo caminando delante de mí en el restaurante Space Needle, siempre dando la vuelta a la esquina.
Me gustaría creer que Jed es feliz en el otro mundo, pero, como me educaron sin creencias religiosas, no tengo imágenes propias del más allá. En otro tiempo, intenté convencerme de que no hay vida después de la muerte, pero me he descubierto incapaz de hacerlo, así que supongo que intuitivamente siento que hay algo; aunque el caso es que no sé cómo empezar a descubrir cuáles son esas imágenes.
En las últimas semanas, he estado preguntando disimuladamente a la gente que conozco qué imágenes tienen del más allá. No puedo sacar el tema de entrada y preguntar directamente porque, como digo, la muerte es tema tabú en Microsoft.
Los resultados han sido bastante descorazonadores. Diez personas encuestadas y ni una sola imagen. Ni un ángel o una luz brillante, ni siquiera una mísera pastilla para encender barbacoas. Cero.
Todd estaba más preocupado por los asistentes a su funeral.
Bug Barbecue me soltó un rollo depresivo diciéndome que, si los elementos constitutivos de su personalidad no estaban juntos antes de que naciera, ¿por qué tenía que preocuparse de lo que les pasara después?
Susan ha cambiado en el acto de tema.
(«Pues lo tiene crudo Louis Gerstner, el jefe de IBM
,
¿no?»)
A veces, en la cocina del trabajo, cuando estoy rodeado de cajas llenas de refrescos ofrecidos por cortesía de Bill, no puedo evitar preguntarme si el entusiasmo empresarial de Microsoft por el reciclado de aluminio, plástico y papel no es una sublimación del deseo oculto de inmortalidad de todo el personal. O si todo este rollo de Bill no es la fabricación inconsciente de Dios.
De vuelta de Nintendo he estado pedaleando por el Campus, retrasando mi regreso al infierno de la entrega. He visto un grupo de
deadheads
buscando hongos mágicos por el césped oeste junto al bosque rebrotado. El otoño está a la vuelta de la esquina. Los árboles del Campus están perdiendo las hojas. Esta primavera y verano ha hecho un tiempo extraño. El periódico dice que los árboles están confundidos y se están deshojando antes de tiempo.
Todd estaba fuera en el césped principal entrenándose con el equipo de frisbee de Microsoft. Los he saludado. Todos parecían tan jóvenes y sanos... Me he dado cuenta de que Todd y su cohorte de veinteañeros son la primera generación de Microsoft: el primer grupo de personas que no han conocido nunca un mundo sin un entorno MS-DOS. El tiempo vuela.
También son la primera generación de empleados de Microsoft que se enfrenta con unas opciones de compra reducidas y, para colmo, con un estancamiento en los precios de las acciones. Supongo que eso los convierte en simples empleados, como los de cualquier otra compañía. Bug Barbecue y yo nos preguntábamos la semana pasada lo que pasará cuando esta nueva hornada de trabajadores alcance el inevitable Cansancio de los Siete Años del Programador. Y al final no tengan dos millones de dólares con los que irse a Hawai y montar una tienda de cebos en Hilo, como han hecho los veteranos de Microsoft. No todos pueden pasar a puestos de dirección.
Descartado.
No nos engañemos: siempre estamos al borde de caer en un trabajo de telemárketing. Todos los que conozco en la compañía tienen un tiempo estimado de partida y en todos es menor de cinco años. Debe de haber sido algo tan raro vivir como lo hizo mi padre, pensando que tu compañía iba a cuidar de ti para siempre...
Unos instantes más tarde he topado con Karla, que cruzaba el césped oeste. Camina muy rápido y es muy pequeña, como una niña.
A los dos nos ha resultado extraño vernos fuera de las paredes color avena y la moqueta color ostra del despacho. Nos hemos detenido, nos hemos sentado en el césped y hemos charlado un rato. Compartíamos la sensación de estar conspirando por no estar dentro ayudando a cumplir el plazo previsto.
Le he preguntado si estaba buscando hongos con los heavys, pero me ha dicho que estaba volviéndose loca en el despacho y que acababa de salir a tomar el aire un rato por el bosque que hay junto al Campus. He pensado que era un aspecto inusual de su personalidad, bueno, por lo tímida y lo dada a encerrarse que parece. Me he alegrado de encontrarla y de, por una vez, no tenerla gritándome para que dejara de molestar. Hemos trabajado a unos diez despachos de distancia durante medio año y nunca habíamos hablado en serio.
Le he enseñado un trozo de corteza de abedul que había pelado de un árbol frente al edificio Nueve y ella me ha mostrado unas hojas de zumaque glabro que había encontrado en el bosque. Le he contado la discusión que Marty, Antonella, Harold y yo habíamos sostenido acerca de los perros y los gatos en las mesas de picnic para el personal de Nintendo. Se ha estirado en la hierba y se ha quedado pensando, así que yo también me he echado. El sol calentaba y era agradable. Me he quedado mirando el cielo y oyendo sus palabras. Me ha sorprendido.
Ha dicho que nosotros, los seres humanos, llevamos la carga de tener que ser todos los animales del mundo metidos en uno solo.
Ha dicho que no poseemos realmente una identidad propia.
Ha dicho: «¿Qué es el comportamiento humano sino el intento de demostrar que no somos animales?»
Ha dicho: «Creo que nos hemos alejado tanto de nuestros orígenes animales que nos empeñamos en crear una nueva identidad supraanimal.»
Ha dicho: «¿Qué son los ordenadores, sino la Máquina Pananimal?»
No podía creer que hablara de ese modo. Parecía un episodio de
Star Trek
hecho carne. Ha sido como si cayera por un agujero muy hondo mientras su voz me hablaba, pero entonces ha pasado un abejorro zumbando y ha atraído nuestra atención como sólo suelen hacerlo las cosas que vuelan.
Ha dicho: «Imagina que eres una abeja y que vives en una gran colmena. No tendrías ni idea de que el mañana fuera a ser en algún modo diferente al hoy. Si regresaras a la misma colmena mil años más tarde, tendrías la misma percepción del mañana como algo que nunca va a ser diferente. Los humanos somos completamente distintos. Damos por supuesto que el mañana es otro mundo.»
Le he preguntado que a qué se refería y me ha dicho: «Me refiero a que los animales viven con otro sentido del tiempo. Nunca podrán tener un sentido de la historia porque no pueden ver ninguna diferencia entre el hoy y el mañana.»
He empezado a hacer malabarismos con unas piedrecitas que he encontrado a mi lado. Ha dicho que no sabía que supiera hacer malabarismos y le he dicho que era algo que había aprendido por osmosis en mi último grupo de producción.
Nos hemos levantado y hemos regresado juntos al edificio Siete. He vuelto empujando la bicicleta. Hemos regresado por el serpenteante sendero blanco de hormigón salpicado de guano de cuervo, pasando junto a las fuentes entre cicutas y abetos.
Las cosas parecen diferentes entre nosotros ahora, como si de algún modo nos hubiéramos puesto de acuerdo para estar de acuerdo. Qué flaca que es. Creo que mañana voy a llevarle algo de picar al trabajo.
Espero que no sea como alimentar un mapache.
He trabajado hasta pasada la medianoche y he vuelto a casa. Me he duchado. Tres boles de Corn Flakes y deportes en el canal por cable ESPN. Para mí los días de entre semana no son diferentes de los fines de semana. Un día de éstos me largaré a un lugar bonito, como la isla Whidbey, y me dedicaré a vegetar dos días enteros.
Todd está optimizando código esta semana y, de paso, ha inventado lo que llama un «Emulador Prince»: un programa que convierte cualquier cosa que escribas en el título de una canción de Prince, el Funkmeister de Minnesota. Lo he probado utilizando parte de lo que he escrito hoy.
1s instanTs + tarD E topado kon Karla, q kruzaba el CsPd oesT. Kmina muy ráπdo & es muy Pkenya, komo una ninya.
A los 2 nos A resultado ekstranyo Brnos fuera D 1♠ pareDs kolor aBna & la moketa kolor ostra del Dspacho. Nos Emos DTnido, nos Emos sentado en el CsPd & Emos charlado 1 rato. Kompartíamos la sensación D Estar konsπrando x no estar Dntro ayudando a kumplir el plazo previsto.
Le E preguntado si estaba busKndo Ongos kon los DdGds, Pro me A dicho q estaba volviéndose loK en el Dspacho & q aKbaba D salir a tomar el aire 1 rato x el boske q Ay jlto al Kmpus. E Pnsado q era 1 ♠Pkto inusual D su Prsonalidad, bueno, x lo tímida & lo dada a enCrrarse q pareC. Me alegré D enkontrarla y D, x 1a Bz, no Tnerla gritándome para q Djara D molestar. Emos trabajado a 1s 10 Dspachos D distancia duranT ½ anyo & nunK Abíamos Ablado en serio.