Papelucho Historiador (2 page)

Read Papelucho Historiador Online

Authors: Marcela Paz

Tags: #Infantil

BOOK: Papelucho Historiador
8.42Mb size Format: txt, pdf, ePub
III

El descubrimiento

RESULTA QUE HACE como quinientos años vivía un señor que se llamaba Cristóbal Colón. Yo había oído hablar muchas veces del huevo de Colón. Así que lo conocía de nombre. Porque una vez Colón le dijo a sus amigos que sujetaran un huevo parado. El huevo se caía y se caía. Llegó Colón y le dio un golpecito al pararlo. La cáscara del huevo se trizó y el huevo se paró. Fuera de esta idea el señor Colón tenía otras.

Por ejemplo, se le había metido en la cabeza que la tierra era redonda.

Todos creían que era plana. Pero él decía: ¿Por qué cuando uno mira un buque en el mar lo ve desaparecer poco a poco como si se fuera hundiendo?

La gente se reía de él. Colón era portugués pero como nadie lo tomaba en cuenta en Portugal, se fue a España que está al lado.

Entonces llegó un buen día donde la Reina de España Isabel la Católica. Le contó su idea y la Reina se quedó pensando.

En ese tiempo la gente quería ir todo el tiempo a las Indias así como ahora van a Estados Unidos. Pero el viaje era terriblemente largo.

—Yo creo Majestad —le dijo Colón a la Reina de España— que he encontrado un camino más corto a las Indias.

—¿Más corto? —preguntó ella.

—Sí, Majestad.

Colón tenía su famoso huevo en el bolsillo y le había hecho a un lado un garabato para mostrar lo que era España y al otro lado otro garabato para mostrar lo que eran las Indias. Entonces le explicó que por el lado donde iban los portugueses a las Indias resultaba más largo. Y por el otro lado, el lado que él decía, llegaban más ligero.

Claro que Colón se equivocó porque el camino resultó mucho más largo por donde él decía. Pero de todos modos, si no se le mete esa idea en la cabeza tal vez todavía ni nos habrían descubierto.

La Reina no se atrevió a pedirle plata al Rey para darle a Colón. Creo que le dio miedo que él le dijera: "Déjate de tonterías". Por eso ella prefirió regalarle sus joyas para que él las vendiera. Y le entregó todos sus collares, sus anillos, sus brillantes y pulseras. Y Colón las vendió al tiro y mandó hacer tres grandes carabelas.

IV

Yo me imagino lo feliz que estaría Colón con esas carabelas. Es como si a mí me regalaran tres motos. ¡Qué pena que ahora no haya Reinas de ésas!

Parece que se demoraron mucho tiempo en hacer las famosas carabelas.

Cuando por fin estuvieron listas las bautizó: la Santa María, la Pinta y la Niña. Yo sé por qué.

Entonces Colón las llenó de cosas de comer y agua para tomar. Porque en ese tiempo no había Coca-Cola. Y contrató a la gente que quería correr con él esa aventura. Era una gran aventura salir al mar navegando para el otro lado del que navegaban todos los barcos. Había el peligro de salirse de la tierra si resultaba que no era redonda como decía Colón.

Y un buen día se embarcaron. Todos los parientes fueron a despedir a la gente al puerto de Palos. Ellos izaron las velas cantando. Cuando sopló el viento las hinchó como si fueran tambores. Las carabelas partieron como enormes castillos navegando despacito, y los que las miraban las vieron perderse de vista poco a poco.

Eso fue el 3 de agosto de 1492 ya mí no se me olvida porque el 3 de agosto se me cayó el primer diente y también porque 1492 es el único número de que me acuerdo.

V

Y DIGO QUE LA SRTA. CARMEN me tiene mala barra porque siempre le da con preguntarme.

—Papelucho, ¿cuánto tiempo navegó Colón sin divisar tierra?

—Mucho tiempo —dije porque ya sabía que las carabelas no tenían motores y que cuando no soplaba viento la cosa era a puro remo.

—¿Cuánto crees tú? ¿Diez años, dos meses o una semana?

Yo ya sé que ella siempre dice lo que hay que contestar entre medio y trata de confundirlo a uno. Pero a mí no.

—Dos meses —dije.

—Muy bien, Papelucho. ¿Y estarían contentos los tripulantes navegando dos meses sin ver tierra?

—Todo lo contrario —le dije, porque yo ya sé lo que son dos meses.

Cuando me quebré la pierna estuve dos meses sin chutear. Y estar dos meses haciendo la misma cosa, aunque sea tomando helados, es tremendo.

—¿Qué sucedió entonces? —preguntó.

—Lo que tenía que suceder —dije yo.

—Muy bien, Papelucho. Como tú dices, la tripulación se puso rabiosa porque creía que Colón los había engañado. También estaban cansados de comer pura carne salada y frutas secas. Los remeros rezongaban y Colón vio que se podían sublevar. ¿Qué pasaría entonces?

—Motín a bordo —dije yo. No se me olvida nunca lo que me gusta el motín a bordo en los cuentos de piratas. Me habría gustado que Colón fuera pirata.

—Muy bien, Papelucho. Si la tripulación hacia motín a bordo matarían a Colón y la gran aventura no habría resultado. A Colón no le quedaba más remedio que pedirle ayuda a Dios o morirían todos en alta mar. ¿Qué hizo entonces?

—Rezó —dije yo. Porque para pedirle ayuda a Dios hay que rezar, creo yo.

—Se encerró en su camarote y se arrodilló al pie de su litera. ¿Qué pasó entonces?

—Se quedó dormido —dije porque cuando yo rezo mucho a veces me pasa eso.

—Y despertó con unos gritos que al principio él no comprendía. Tal vez creyó que había estallado el motín a bordo. Golpeaban furiosamente en su puerta. Colón se levantó a abrir sin saber si lo iban a matar. Los marineros tenían la cara rara y gritaban todos a un tiempo. ¿Qué gritaban?

—¡Tierra, Capitán! —dijo Gómez que hacía de marinero en la comedia que representaron el otro día. Era el descubrimiento de América, y lo único que tenía que decir Gómez en toda la comedia era eso.

—¡Qué lástima! —dije yo.

—¿Lástima de qué?

—Lástima de que Colón rezara tanto. Habría sido mejor el motín a bordo.

—No digas tonterías, Papelucho. ¿Por qué decían "Tierra, Capitán"? Yo no contesté. ¿Hasta cuándo me preguntaban a mí?

—Papelucho…

—Presente.

—Te estaba preguntando. ¿Por qué no contestas?

—Porque estoy ocupado —dije.

—Ya sé lo que te pasa. Estás distraído otra vez. Pon atención y trata de comprender.

—Tengo un poco de hipo —le dije.

—Bueno. Voy a explicarles bien, pero pongan mucha atención. Cuando Colón salió del camarote, estaba amaneciendo. Los marineros parecían locos de alboroto y gritaban.

—¡Tierra, Capitán! —chilló Gómez otra vez.

"Había un pájaro en el mástil, Capitán", dijo uno. "Lo hemos visto y esa es seña de que estamos cerca de tierra."

Colón se persignó y dio gracias a Dios. Enfocó el catalejo y miró al mar. Por fin se divisaban unas manchas oscuras. Todos querían verlas y pedían el catalejo. Gritaban.

—¡Tierra, Capitán! —dijo Gómez.

Se apiñaban en la proa de la carabela. Les parecía estar soñando. Después de tanto tiempo ver…

—¡Tierra, Capitán! —Gómez otra vez.

Ver árboles, cosas verdes. Los remeros bogaban con furia y al poco rato las tres carabelas atracaron en la playa. Estaban seguros de haber llegado a las Indias. Pero esa playa parecía solitaria. No había hombres ni casas. Puros pájaros y tal vez animales. ¿Qué hicieron entonces Colón y sus hombres?

—Saltaron a tierra —dije yo.

—Demos gracias a Dios —dijo Colón y clavó una cruz en la arena. Todos se arrodillaron a rezar. Colón, creyendo que era una isla desconocida de las Indias, la llamó San Salvador.

—Era un poco despistado Colón —dije.

—¿Por qué dices eso? —la Srta. Carmen me miró con ojos redondos.

—Porque creía que América era las Indias…

—Es cierto. El no supo que había descubierto América. Dime ahora, Papelucho, ¿qué sucedió cuando estuvieron en tierra los españoles?

—Bueno, supongo que se bañarían en el mar, y estirarían las piernas chuteando cocos… Supongo que comerían frutas y también se revolcaría en la arena.

—Bien. ¿Qué día fue todo eso?

Nadie contestó.

—Fue el doce de octubre —dijo la Srta. Carmen— el día de la raza que es día de fiesta en toda América.

—Yo creo que debería ser día de fiesta para España no más —dije yo—. Porque yo encuentro que para los indios de América fue un día completamente fatal. Yo creo que es terrible ser descubierto. Si no hubiera llegado Colón, los indios serían completamente felices, con flechas, plumas y todo.

—¿Tú preferirías que no fuera día de fiesta?

—Bueno, entre celebrarlo y no celebrarlo, más vale celebrarlo… Pero, debía ser una fiesta de indios. Me gustaría ser Presidente para obligar a todo el mundo a ser indio ese día…

VI

CUANDO SALIMOS DE CLASE yo le dije a Gómez:

—¡Tierra, Capitán! —y él se picó y me dio una cachetada.

—Tú te crees Colón —me dijo, pero se quedó sobrando, porque yo le hice un quite a la cachetada y se pegó a toda fuerza contra el pilar donde yo estaba afirmado.

—¡No me dolió! —dijo soplándose la mano—. Y para que veas que Colón no descubrió la América porque creyó que había llegado a las Indias…

—Pero la descubrió de todos modos.

—Puro carril —dijo metiéndose la mano al bolsillo.

—En todo caso la tierra era redonda como él decía. Y él descubrió eso. Claro que habría sido mejor que no nos descubriera. Me carga ser descubierto. Pero como no era su intención descubrirla… Si yo fuera él no me habría vuelto a España.

—Yo sí. Alguien tenía que contarle a la Reina y sacarle pica a los que no creían que la tierra era redonda —dijo Gómez.

—Pero si él se queda aquí todo el mundo habría creído que se había muerto. Colón habría sido el descubridor de América, pero sin molestar a los Indios —pensé fuerte.

—Fue un tonto. Primero porque descubrió América sin querer y segundo porque tampoco se dio cuenta que la había descubierto.

—Cuando uno hace un descubrimiento lo importante es que lo haga y no que la gente sepa quién lo hizo —alegué.

—Pero se necesita ser bien despistado para venir a América y creer que uno ha ido a las Indias —dijo Gómez.

—Yo no encuentro. A mí no me importa que me alaben.

—Para que veas fue un Américo el que descubrió la América —Gómez seguía sacándome pica.

—Ese fue el que se dio cuenta que Colón la había descubierto. Y a los tontos les dio por decir "las tierras de Américo" y por eso quedó con ese nombre —le expliqué al muy tarado.

—¿Tú crees que debía llamarse Colona?

—A Colón y a mí no nos importa cómo se llame. La cuestión es que él la descubrió —le contesté.

Other books

My Man Pendleton by Elizabeth Bevarly
My Biker Bodyguard by Turner, J.R.
Further Out Than You Thought by Michaela Carter
Son of Serge Bastarde by John Dummer
This Monstrous Thing by Mackenzi Lee
Body Work by Sara Paretsky