Peluche (44 page)

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Authors: Juan Ernesto Artuñedo

BOOK: Peluche
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—Preséntasela —le digo a Gisela

—¿Qué dices? —dice el Dani

—Vamos —Gisela cogiendo al Dani del brazo

—Que no

—Chico

—Que he dicho que no

—Pero si se te cae la baba

—¿No tenéis nada mejor que hacer?

—No —los dos al unísono

—Pues daros una vuelta

—Vamos —le digo a Gisela agarrándola

—Hasta luego

—Ale, a tomar viento fresco —nos dice el Dani

—Ven —me dice Gisela—, vamos a hablar con ella

—Pero si ha dicho Dani que...

—Ha dicho que no quiere ir a verla, no que ella vaya a verle a él

—Serás

—Vamos

—Tu verás

—¡Hola Andrea!

—Alicia

—Ay, perdona, Alicia

—Cuánto tiempo sin verte por aquí

—Estoy viviendo en Dublín

—Anda

—He venido a pasar un fin de semana y de paso al FIB

—Nosotros ya tenemos la entrada para mañana

—Igual que nosotros

—¿Qué tal por Irlanda?

—Bien, un poco más fresquito

—Sí, es acostumbrarse

—Ven, que quiero presentarte a un amigo

—Hola —me dice

—Hola —le digo

—No, a éste no, este es Lucas, Alicia, Lucas

—Encantado —le digo

—Es aquél

—Ah, el de la puerta del Rico

—El mismo

—Pues vamos

—Vamos

—Dani, te presento a Alicia

—¿Andrea? —duda el Dani

—Alicia

—Perdona, encantado

—Igualmente —dos besos

—Dice que mañana van al FIB —comenta Gisela

—Ah, nosotros también —Dani

—Ya me lo ha dicho

—¿Eres tapicero, verdad? —le pregunta el chico que acompaña a Alicia al Dani

—Sí

—La semana pasada llevé el camión a tu...

—Ah, sí, para la cabina

—Nosotros nos vamos a por más cerveza —Gisela cogiéndome con su jarra llena

—¿Queréis algo? —pregunto

—Una cerveza —Alicia

—Otra —Dani y el chico

—Toma —nos da Alicia

—No es nada —le rechazo el billete

—¿Qué tal? —pregunto a Gisela en la barra

—Bueno, parecía más interesado el camionero que Alicia

—Todo se verá

Nos sirven las cervezas. Se las llevamos.

—¿Dónde puedo tomar una
Budweiser
? —me pregunta Gisela

—Vamos al Galaxia

—Ahora venimos —les decimos

La cojo de la cintura. Caminamos.

—¿Qué me cuentas? —le pregunto

—Nada, chiquitín, os echaba de menos

—Nosotros también

—Tengo unas ganas de ir a la playa, mírame, estoy blanca

—Sí, como la cal

—No te pases

—¿Quedamos mañana?

—Vale

—Te recojo a las once y media, ¿va bien?

—Cuando quieras

—Así estaré un rato con mis padres, que todavía no los he visto

—Yo también —dice abriendo la puerta del Galaxia

—Te ayudo

—Una
Bud
—Gisela al camarero

—¿Cómo?


Budweiser

—Ah

—Dos —le digo

—Pues eso, mi niño, qué guapo te veo

—¿Sí?

—Pero qué desperdicio de hombre —dice sacando el monedero del bolso

—¿A ver? Qué monedero más chulo

—¿Te gusta?

—Es una pasada. ¿Se cobra? —al camarero

—Trae, Lucas

—No

—Serás capullo

—Gracias —al camarero

—Ya te vale

—Joder tía, no lo vas a pagar todo —devolviéndole el monedero

—Tío, encima que venís a recogerme

—¿Nos sentamos aquí?

—Vale

—Uf, estoy hecho polvo, no he parado en todo el día

—Ay, pobrecito, y encima yo os he molestado

—Gisela, queríamos ir, de verdad

—Gracias, a ver cuándo os venís a Dublín, aunque sea un fin de semana, si queréis yo os busco un vuelo baratillo

—Si me prometes que no volveré a dormir en el sofá

—Joder, ¿por qué te fuiste de la cama?

—Sobraba uno de los tres

—Si no íbamos a hacer nada

—Ya, pero cuando escuché al filipino respirar entrecortado

—Es que era muy joven

—Y poca práctica

—Calla, calla

—¿Te acuerdas tú y yo al día siguiente en la oficina de planificación familiar?

—Tú eras el padre

—Sí


Pobret
, te debo una

—Por nosotros —brindo


Cheers

—Uf, que cansado

—¿Nos vamos?

—Me sabe mal, acabamos de llegar

—Nos pillamos las cervezas de estranjis Salimos.

—¿Puedo cogerte de la cintura? —le pregunto

—Si me prometes que no me soltarás cuando pase un gordito

—Lo intentaré

—Qué malo eres

—Es broma

—Como me lo vuelvas a hacer

—Si te quiero un montón —abrazándola—, me alegro tanto que estés aquí conmigo

—Yo también. ¿Qué habrá sido del Dani?

—A saber

—¿Vamos?

—Corre, rápido

—¿Lo ves? —me pregunta

—Aquí ya no hay nadie

—Ostia, que mis maletas están en su coche

—Y mi mochila

—¿Dónde hemos aparcado?

—Por allí

—No lo veo

—Espera, están dentro del coche

—¿Con la de los rizos?

—Creo que sí, a ver, sí, es ella

—¿Qué hacemos?

—Sólo están hablando

—Yo los veo muy agarrados

—¿Nos hacemos un cigarro?

—Vale

—Ven —sentándonos en la acera entre dos coches

—Qué bien, aquí juntitos

—Como en los viejos tiempos

—Todavía me acuerdo de las sentadas que nos pegábamos en tu coche cuando me dejabas en casa

—Yo también, sobre todo la noche que te ibas para Dublín

—Fumando porros

—Sí

—Se te ponían los ojos rojos

—Todavía me pasa, ¿llevas?

—Me ha pasado esta noche un amigo

—Joder, qué rápida

—Es que allí el costo es una mierda

—¿Te vas a llevar esta vez?

—No sé, ahora vigilan mogollón en el aeropuerto

—Yo te lo envío

—Pero no pongas remite, o mejor, una contraseña para que yo sepa qué es

—¿Y qué pongo?

—Pon “Rico”

—Vale

—Mira, el Dani

—¿Dónde?

—Qué pasa, parejita, ¿os he pillado haciendo manitas? —el Dani irónico

—¿Y Alicia? —pregunto

—Se ha marchado ya. ¿Qué hacemos?

—Éste se está durmiendo —Gisela mirándome—, por mí nos vamos a casa. Lucas y yo vamos mañana a la playa, ¿te apuntas?

—¿A qué hora vais?

—A las once y media

—Joder, qué madrugón

—Vente más tarde —le digo—. En la curva, donde siempre

—Ya me pasaré si eso, ¿vamos?

—Dani —le dice Gisela—, saca la maleta que coja el móvil y llamaré a un taxi para que me lleve, así no os molesto más

—Anda, Gisela, no digas tonterías

—Que no, hombre, lleva a Lucas a su casa que se está durmiendo

—Vamos —le digo subiéndola al coche

—Pues toma para gasolina —al Dani

—Es diesel

—Pues para diesel

—Qué mujer —arrancando

—¿Has quedado con Alicia para mañana? —pregunto

—Me ha dado su teléfono, sólo espero que mi coleguita del curro me cambie el horario

—Yo quedaré con éstos

—¿A qué hora?

—A partir de las nueve donde siempre, Gisela y yo iremos antes para echar un vistazo al mercadillo

—Bueno, ¿qué me cuentas Gisela? —el Dani

—Me han ascendido en el curro, ahora soy manager de un grupo de diez personas en el departamento de finanzas...

Me duermo. Despierto en mi calle. Dani me abre la puerta. Saco la mochila y nos despedimos con dos besos. La llave oxidada del portal. Ascensor al primer piso. Abro la puerta de casa. Oscuridad. Entro en el aseo. Meo. Bajo la persiana del comedor. Pongo la Ono pirata y me hago dos pajas. Vuelvo a mear. Me meto en la cama. Estrellas en el techo. Me duermo.

Me despiertan los gritos de mi sobrina que quiere algo de la cocina que dice que es suyo y mi madre no se lo da. Estoy en casa. Mi colchón blandito. Sábanas de ositos. Abren la puerta. Me hago el dormido. Mi madre hace como si yo estuviera durmiendo. Ha engañado a mi sobrina. Deja calcetines en la mesita. Mi sobrina hace como si mi madre creyera que yo estoy durmiendo y me mira con una sonrisa de oreja a oreja. Cierran la puerta. Estrellas. Suena el despertador. Las nueve y media. Tengo que hacerme el ánimo. Veinte minutos más tarde me levanto. Subo la persiana. El edificio de delante refleja la luz del sol. Sonrío. Abro la ventana y respiro la mañana. El vecino de enfrente ya está sentado en la mesa estudiando. Sin camisa. Ahora entraría por su ventana y me lo comería a besitos. Cuarto de baño y meo. Vuelvo. Paseo desnudo por delante de la ventana. Sin complejos. Hay que ver cómo me ha cambiado el viaje. Miro de reojo. Creo que mira hacia aquí. Lo imagino haciéndose una paja con la mano bajo la mesa. Voy a por los calzoncillos. Él frotando. Paso de nuevo por delante. Yo posando. Me agacho. Él con un ojo en el libro y el otro en sus pensamientos: haciéndolo conmigo. Yo tumbándome en la cama con el culo abierto. Él penetrando mi ser. Yo acompasando sus golpes con los muelles de la cama. Él follando a tutiplé. Ahora yo activo. Él dejándose caer. Yo dominando. Él mujer. Yo poseyendo. Él como que no va con él. Yo acosando. Él borreguito blanco de Norit. Yo demonio rojo rabo en alto. Él saliendo de sus pensamientos y leyendo el libro. Llego al comedor. Abrazo a mi madre. Corre mi sobrina y la aúpo. Que me han echado de menos. Saludo a mi padre. Me sonríe con cariño. Beso a mi sobrina y la dejo caer en el sofá porque pesa. Hablamos los cuatro y la televisión. La serie Padre de Familia. Me duermo un segundo. Sueño que estoy dentro del cuerpo de Peter, mientras suena
Un Viaje Alucinante
de La Habitación Roja. Despierto. Me ducho. Bañador, piratas, camiseta, chanclas. Protector, toalla, fresca, el agua. Besos para todos. Salgo, cierro, llamo. Mi madre que quien no tiene cabeza, piernas. Cojo las llaves. Coche al Grao. Casa de Gisela. Hablo con su madre mientras se arregla. Gisela que sí, mamá, que no le agobies que no se va a casar conmigo. Salimos. Aparcamos. Protector y cuerpos al sol. A ver si se acerca algún gordito remolón. Gisela me riñe. Yo le digo que sí y me pongo más protector. Se acercan papá, mamá y niños. Esto no me lo pierdo por nada del mundo. Papá clavando la sombrilla, mamá colocando las sillas y niños dando por culo. Papá se acerca a la orilla. Ella hojea una revista. La niña y yo que papá se bañe. Él que juguemos con la arena. Mamá vigilándonos. Papá mirando al horizonte con las manos en la cintura. Mamá relajándose en la tumbona. Papá sudando. Nosotros incordiando. Papá quitándose las chanclas y metiendo los pies en el agua. Mi hermana tirándome un pegote de arena en la boca. Yo bajándole las bragas. Papá que la deje en paz. Yo tranquilo. La mujer observando. Papá se quita la camisa y me desmayo. Yo tomando el sol con mi chica. Papá mirando el culo a Gisela. Mamá que si papá no se ha dado cuenta que el niño se ha caído de morros contra la arena. Papá corriendo. El niño que era una broma. Gisela a su rollo. Yo por qué coño no puedo vivir sin gordos. Ella viviendo el momento. Yo la vida de otros. Ella siempre ella. Yo así pierdo el tiempo, así es como...

—¡Lucas!

—¿Sí?

—¿Me estás escuchando?

—Perdona, ¿qué decías?

—Déjalo

—No, dime, por favor

—Que si nos bañamos

—Vale

—¿No te quitas los piratas?

—Ay, sí

En el agua.

—Qué rica —echándose a nadar

—Un poco fría, ¿no?

—¿Qué dices?

—Uf

—Venga hombre

—Ya voy

—¡Cuidado!

—No, la ola

—Ala, ya está, ahora ya te puedes tirar

Adentro. Abro los ojos bajo el agua. Muevo aletas y cola. Libre. En

silencio. Fuera del mundo. Dentro del océano. Vacío pensamientos. Grito: ¡Nadar hasta que falte el aire y volver a nacer dentro del mar! Salgo a respirar.

—Yo digo, este capullo se ha ahogado —me dice Gisela

—¿No te zambulles?

—Es por las rastas

—¿No puedes mojarlas?

—Sí

—¿Entonces?

—¿Y con qué pelo quieres que vaya al FIB?

—Es verdad, que una tiene que cuidar su imagen

—Cierto

—¿Salimos?

—Vale

Nos abrazamos.

—Ui, qué poquita cosa —le digo

—¡Quita!

—Era broma, no me sueltes

—Te quiero, Lucas

—Yo también —mirando al padre con su hija en brazos que le estira

de la barba y él sonríe con la cara roja de amor y de sol

—Por fin —me dice echándose en la toalla

—¿No te pones protector?

—Qué dices, para un día que tengo, ¿tú has visto qué blanca estoy?

—Ui sí, blanquísima

—Se me ha ido todo el moreno en Dublín

—Bueno, yo me pongo que no me quiero quemar

—¿Qué barriguita te está saliendo?

—La de siempre

—Pero estás un poco más gordo

—No sé, gano y pierdo

—Yo también, mira qué michelín me ha salido

—¿Cuál?

—¿No lo ves? —doblando la barriga

—¿Eso?

—Joder, antes estaba más plana

—Pero si casi no te ves

—Me da vergüenza llevar hasta el piercing en el ombligo

—No me hagas reír

—Claro, como a ti te gustan barrigones

—Pero si estás chupada, y no es porque lo diga yo

—¿Sí?

—Como un palo

—Cambiemos de tema que no me quiero agobiar, que estamos de

vacaciones

—Cuéntame tus ligues

—Lo que te dije ayer, el rollete ese

—¿Qué hace?

—Es escritor

—¿Y?

—Buen karma

—¿De Dublín?

—Sí

—¿Has leído algo de él?

—Algunas cosas

—¿Qué te parece?

—No está mal

—¿Y cuándo le vas a traer?

—Joder, Lucas, que sólo es un amigo

—Igual puede venir, ¿no?

—De momento cada uno en su casa

—Vale, vale

—Bueno, ¿y tu viaje?

—Nada, un par de semanas

—Me dijiste que por España

—Sí, por algunas ciudades

—¿Y?

—Bien, he conocido a gente maja, la verdad es que todavía no me

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