Cuando contrata a los trabajadores de su sección, el director de ventas más capaz busca como primer requisito de todo vendedor la cualidad del magnetismo personal. Las personas a las que les falta energía sexual nunca llegarán a ser entusiastas, ni inspirarán entusiasmo, y éste es uno de los requisitos más importantes de todo vendedor, sin que importe lo que venda.
El portavoz público, el orador, el predicador, el abogado o el vendedor al que le falte energía sexual es un
pesado
en cuanto a su capacidad para influir sobre los demás se refiere. Si a ello se añade el hecho de que la mayoría de la gente sólo es influible a través de una apelación a sus emociones, comprenderá usted la importancia de la energía sexual como parte de la habilidad innata de un vendedor. Los buenos vendedores lo son porque transmutan, consciente o inconscientemente, la energía del sexo en entusiasmo de ventas. En esta afirmación se puede encontrar una sugerencia muy práctica en cuanto al verdadero significado de lo que es la transmutación sexual.
El vendedor que sabe cómo apartar su mente del tema del sexo y dirigirla hacia el esfuerzo de venta con el mismo entusiasmo y determinación con que la aplicaría a su propósito original, ha adquirido el arte de la transmutación del sexo, tanto si lo sabe como si no. La mayoría de los vendedores que transmutan su energía sexual, lo hacen sin ser en absoluto conscientes de ello, ni de cómo lo están llevando a cabo.
La transmutación de la energía sexual exige más fuerza de voluntad de la que la persona ordinaria dispone para este propósito. Aquellos a quienes les resulta difícil reunir la fuerza de voluntad suficiente para la transmutación, pueden adquirir esta habilidad gradualmente. Aunque eso requiere fuerza de voluntad, la recompensa que se obtiene con esta práctica hace que el esfuerzo valga la pena.
La gran mayoría de la gente parece ser imperdonablemente ignorante acerca de todo lo referente al sexo. En términos generales, la urgencia del sexo ha sido interpretada mal por parte de los ignorantes y las personas malvadas, que la han calumniado y se han burlado de ella.
Aquellos hombres y mujeres conocidos por haber sido bendecidos —sí, bendecidos— con una elevada naturaleza sexual, suelen ser considerados como personas a las que vale la pena observar. Pero, en lugar de considerarlas como benditas, se las considera como malditas.
Millones de personas sufren complejos de inferioridad, incluso en nuestra época, que se han desarrollado debido a la falsa creencia de que una elevada naturaleza sexual es una maldición. Estas afirmaciones sobre la virtud de la energía sexual no deben interpretarse como una justificación del libertinaje. La emoción del sexo sólo es una virtud cuando es utilizada con inteligencia y con discriminación. Puede ser mal empleada, y a menudo lo es, hasta el punto de que empobrece, en lugar de enriquecer, tanto el cuerpo como la mente.
Al autor le pareció muy importante el descubrimiento de que casi todos los grandes líderes a quienes tuvo el privilegio de analizar eran hombres cuyos logros fueron ampliamente inspirados por una mujer. En muchos de esos casos, la mujer en cuestión era una esposa modesta y abnegada, de la que el público había oído hablar muy poco o nada. En unos pocos casos, la fuente de inspiración pudo descubrirse en
la otra
mujer.
Toda persona inteligente sabe que la estimulación en exceso a base de bebidas alcohólicas y narcóticos es una destructiva forma de intemperancia. Sin embargo, no todo el mundo sabe que el exceso en la expresión sexual puede convertirse en un hábito tan destructivo y negativo para el esfuerzo creativo como los narcóticos o el licor.
Un loco sexual no es, en esencia, muy diferente de un hombre drogado. Ambos han perdido el control sobre sus facultades de razonamiento y de fuerza de voluntad. Hay muchos casos de hipocondria que han aparecido a partir de hábitos desarrollados en la ignorancia de la verdadera función del sexo.
Se comprende con facilidad que la ignorancia sobre el tema de la transmutación del sexo imponga grandes castigos a los ignorantes por un lado, y los prive de beneficios igualmente grandes por el otro. La amplia ignorancia que existe acerca del tema del sexo se debe al hecho de que ese tema se ha visto rodeado por el misterio y por un oscuro silencio. La conspiración del misterio y del silencio ha tenido sobre las mentes de los jóvenes el mismo efecto que la psicología de la Prohibición tuvo. El resultado fue un incremento de la curiosidad y el deseo de adquirir un mayor conocimiento acerca de ese tema
prohibido
. Y la información no ha estado disponible con facilidad, para vergüenza de los legisladores y de la mayoría de los médicos, que no han entrenado a los mejor cualificados para educar a la juventud acerca de este tema.
Un individuo raras veces inicia un esfuerzo altamente creativo en un campo determinado antes de la edad de los cuarenta años. El hombre medio alcanza el período de su mayor capacidad para crear entre los cuarenta y los sesenta años. Estas afirmaciones se basan en análisis de miles de hombres y mujeres que han sido observados con todo cuidado.
Deberían ser estimulantes para todos aquellos que no han logrado llegar a donde querían antes de los cuarenta años, así como para quienes se sienten asustados a medida que se aproximan a los cuarenta y ya se sienten
viejos
. Por regla general, los años que median entre los cuarenta y los cincuenta suelen ser los más fructíferos. El hombre debería aproximarse a esa edad no con temoroso temblor, sino con esperanza y con expectativa avidez.
Si usted desea pruebas de que la mayoría de los hombres no empiezan a realizar su mejor trabajo hasta la edad de cuarenta años, estudie los datos de los hombres de mayor éxito, y descubrirá esas pruebas. Henry Ford no empezó a lograr grandes cosas hasta que pasó de los cuarenta. Andrew Carnegie ya había cumplido cuarenta años cuando empezó a cosechar la recompensa de todos sus esfuerzos. James J. Hill aún seguía manejando un telégrafo cuando tenía cuarenta años, y sus estupendos logros los alcanzó después de esa edad. Las biografías de muchos industriales y financieros estadounidenses demuestran que el período que media entre los cuarenta años y los sesenta es la edad más productiva del hombre.
Entre los treinta y los cuarenta, el hombre empieza a aprender (si es que aprende alguna vez) el arte de la transmutación del sexo. Este descubrimiento suele ser accidental, y el que lo descubre suele ser totalmente ajeno a su descubrimiento. Es posible que observe que su poder de logros ha aumentado hacia la edad de treinta y cinco años o cuarenta; pero, en la mayor parte de los casos, no está familiarizado con la causa que ha producido ese cambio; esa naturaleza empieza a armonizar las emociones del amor y el sexo en el individuo, entre los treinta y los cuarenta años, de tal modo que la persona puede usar esas grandes fuerzas, y aplicarlas unidas como estímulos para la acción.
El sexo, por sí solo, es un poderoso estímulo para la acción, pero sus fuerzas son como las de un ciclón, y a menudo resultan incontrolables. Cuando la emoción del amor empieza a mezclarse con la emoción del sexo, el resultado es la calma de propósito, la adopción de la postura, la exactitud del juicio, y el equilibrio. ¿Qué persona que haya alcanzado la edad de cuarenta años es tan desafortunada como para no poder analizar estas afirmaciones y corroborarlas con su propia experiencia?
Cuando se ve impulsado por su deseo de agradar a una mujer, basándose únicamente en la emoción del sexo, un hombre puede ser capaz, y por lo general lo es, de alcanzar un gran logro; pero es muy posible que sus acciones sean desorganizadas, estén distorsionadas y resulten destructivas. Cuando se ve impulsado por su deseo de agradar a una mujer, basándose únicamente en la motivación del sexo, un hombre es capaz de robar, engañar, e incluso de asesinar. Pero cuando la emoción del amor se mezcla con la del sexo, ese mismo hombre guiará sus acciones con mayor cordura, equilibrio y razonamiento.
El amor, el romanticismo y el sexo son emociones capaces de impulsar a los hombres a alcanzar alturas de superlogros. El amor es la emoción que sirve como una válvula de seguridad, que asegura equilibrio, porte y esfuerzo constructivo. Cuando estas tres emociones se combinan, son capaces, por sí solas, de elevarlo a uno a la altura de un genio.
Las emociones son estados de la mente. La naturaleza ha proporcionado al hombre una
química de la mente
que opera de una manera similar a los principios de la química de la materia. Es un hecho bien conocido que, con la ayuda de la química de la materia, un químico puede crear un veneno mortal mezclando ciertos elementos, ninguno de los cuales es nocivo si se toma por sí solo en las proporciones correctas. Del mismo modo, las emociones se pueden combinar de tal forma que produzcan un veneno mortal.
Cuando las emociones del sexo y los celos se mezclan, una persona puede convertirse en una bestia demente.
La presencia de una emoción destructiva, o de varias, en la mente humana, a través de la química de la mente, constituye un veneno capaz de destruir el sentido de justicia y equidad de la persona.
El camino que conduce al genio lo emprenden el desarrollo, el control y el uso del sexo, el amor y el romanticismo. En resumen, el proceso se desarrolla como sigue: Estimula la presencia de estas emociones como los pensamientos dominantes en la mente de uno, y desanima la presencia de todas las emociones destructivas. La mente es una criatura de hábito. Se esfuerza por alcanzar los pensamientos dominantes de los que se alimenta. Gracias a la facultad de la fuerza de voluntad, es posible desanimar la presencia de cualquier emoción, y estimular la presencia de otra. No es difícil alcanzar el control de la mente a través del poder de la voluntad. El control es la consecuencia de la perseverancia y del hábito. El secreto del control radica en la comprensión del proceso de la transmutación. Cuando cualquier emoción negativa se presenta en la mente de uno, puede ser transmutada en otra positiva o constructiva mediante el simple procedimiento de cambiar los pensamientos que se tienen.
¡El. único camino que conduce al genio es el esfuerzo voluntario y consciente! Un hombre sólo podrá alcanzar grandes alturas de logros financieros o empresariales gracias a la fuerza impulsora de la energía sexual, pero la historia está llena de pruebas de que uno puede llevar consigo, como así suele suceder, ciertos rasgos de carácter que lo privan de su habilidad para conservar o disfrutar de su fortuna. Vale la pena analizar, pensar y meditar en ello porque aquí se afirma una verdad cuyo conocimiento puede resultar muy útil, tanto a las mujeres como a los hombres. La ignorancia de este hecho ha costado a muchos miles de personas la pérdida de su privilegio de la felicidad, aun a pesar de que posean riquezas.
Los recuerdos del amor nunca pasan. Permanecen, guían e influyen mucho después de que la fuente de estímulo se haya desvanecido. No hay nada de nuevo en esto. Toda aquella persona que se haya sentido conmovida por un amor genuino sabe que éste deja huellas perdurables en el corazón humano. El efecto del amor perdura porque la naturaleza del amor es espiritual. El hombre que no pueda ser estimulado para alcanzar grandes alturas de logros por medio del amor no tiene esperanza alguna, está como muerto, aunque pueda parecer vivo.
Recuerde algunas cosas del ayer, y sumerja su mente en los hermosos recuerdos de un amor pasado. Eso suavizará la influencia de las actuales preocupaciones y molestias, las realidades de la vida, y —¿quién sabe?—, durante esta retirada temporal, su mente le llevará al mundo de la fantasía, las ideas o los planes capaces de cambiar todo el estatus financiero, o el espiritual, de su vida.
Si usted cree que es desgraciado porque ha amado y perdido, olvide esa idea. Todo aquel que ha amado de veras nunca pierde por completo. El amor es caprichoso y temperamental. Llega cuando quiere, y se va sin la menor advertencia. Acéptelo y disfrute de él mientras permanezca; pero no malgaste su tiempo preocupándose por su desaparición, porque así nunca conseguirá que regrese.
Rechace también la idea de que el amor se presenta sólo una vez en la vida. El amor puede aparecer y desaparecer en innumerables ocasiones, pero no hay dos experiencias amorosas que afecten a una persona del mismo modo. Puede producirse, y de hecho ocurre, una experiencia amorosa que deje en el corazón una huella más profunda que las otras, pero todas las experiencias amorosas son beneficiosas, excepto para la persona que se siente resentida y cínica cuando el amor desaparece.
En el amor no debería existir desilusión alguna, y no la hay si la gente comprende la diferencia entre las emociones del amor y las del sexo. La gran diferencia radica en que el amor es espiritual, mientras que el sexo es biológico. Ninguna experiencia que afecte al corazón humano con una fuerza espiritual puede ser nociva, excepto como consecuencia de la ignorancia o de los celos.
No cabe la menor duda de que el amor es la experiencia más grande de la vida. Le permite a uno entrar en comunión con la Inteligencia Infinita. Cuando se mezcla con las emociones del romanticismo y del sexo, puede conducirle a uno muy alto por la escalera del esfuerzo creativo. Las emociones del amor, el sexo y el romanticismo son los lados del eterno triángulo del genio con capacidad para lograr y construir.