Premio UPC 1996 - Novela Corta de Ciencia Ficción (51 page)

BOOK: Premio UPC 1996 - Novela Corta de Ciencia Ficción
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Un inmenso desierto apareció en el monitor de televisión. Tendidos en el suelo, muertos, había algunos hombres. Laura llamó inmediatamente por teléfono a Álex: —Fuiste tú, ¿no?

Álex no respondió.

—Dime, ¿por qué lo has hecho? ¿Te das cuenta de que has matado a cuatrocientas personas y que aún pueden morir muchas más de entre las que están ingresadas en los hospitales? —continuó Laura, muy irritada y a la vez afectada por lo sucedido.

—No lo entiendo. Dejé las protecciones a un nivel suficiente para producir mucha hambre, pero en ningún momento pensé que pudiera matarlos. El sistema tenía que haber seguido vigilando las constantes vitales de todos los abonados —se disculpó Álex sin demasiada convicción—. De verdad que lo siento ...

Laura no le dejó acabar:

—¿Lo sientes? Díselo a todos los familiares de esos pobres muertos y heridos. Es muy tarde para sentirlo —gritó enfurecida.

—Sólo intentaba quitarles el caramelo a unos niños demasiado golosos. No quería matar a nadie.

Y ella lo sabía.

—No sé —continuó Álex—, estoy muy confundido. Aún hay cosas que no entiendo. Modifiqué el planeta Anthrax para que invadiera el sistema y se estancara en las pantallas del desierto y sus librerías sensitivas de hambre. Pero te juro que no bajé las protecciones y no anulé el servicio de vigilancia. ¡Te lo juro! ¡No debería haber muerto nadie!

—¿Y qué pasará ahora?

—Nada. El programa no dejó rastro. Sólo yo sé que maté a toda esa gente. Y te aseguro que ya es suficiente: no me lo puedo quitar de la cabeza.

Colgó dejando a Laura con la palabra en la boca. Empezó a llorar y se sintió mareada. Por la televisión seguían las informaciones respecto a lo sucedido. Allí estaba el desierto, los muertos y al fondo... uno de los árboles que Tomás había diseñado para Anthrax. «Pero aquellos árboles ¡no aparecían hasta mucho después de las aventuras en el desierto!», pensó Laura alarmada.

20

Ricardo entró en la habitación del hotel de Intercom para encontrarse con Amanda. Se colocó el traje sensor que dejaba al descubierto gran parte de su cuerpo y se sentó en la cama de niebla recordando la fatídica experiencia en Virtual Cognition. Después de un mes habían decidido quedar en el hotel para acabar aquello que habían empezado hacía tanto tiempo. Le costó convencerla pues ella no estaba dispuesta a hacerlo con tanta preparación y últimamente estaba bastante en contra de seguir viviendo en la realidad Intercom.

La habitación era lujosa, la más cara del hotel. Richard sonrió al ver varios de sus diseños en el mobiliario de la habitación.

—¿Estás ahí? —preguntó nerviosa la voz de Amanda al otro lado de una cortina de coral que separaba el otro vestuario y que daba a la habitación.

—Sí, cariño. Ya he llegado.

La cortina dejó pasar a Amanda haciéndose a un lado. El la miró extasiado: vestía un corto pijama semitransparente que dejaba adivinar su magnífica silueta. Lentamente corrió los tirantes a un lado y sus hombros quedaron al aire; después se lo quitó y su cuerpo quedó desnudo ante Richard.

Hicieron el amor. Una y otra vez hasta que perdieron la noción del tiempo y tuvieron la sensación de haber vivido siempre encerrados en aquella habitación lujosa.

Cuando el sol estaba a punto de desaparecer, Richard se asomó a la ventana que ocupaba por completo una de las paredes. La ciudad estaba en calma y se dejaba envolver por el instante fugaz que separa el día de la noche.

—He pensado mucho en lo que nos pasó en Virtual Cognition —dijo él—. Sentir todo aquello fue terrible y duro. Sentí que era una injusticia.

—Fue una injusticia —añadió taxativamente Amanda desde la cama.

—Sí, pero no me refiero sólo a eso. Piensa en toda esa gente que no tiene la suerte de poder tocarse como lo hemos hecho tú y yo durante toda la tarde. Puede parecerte ingenuo, pero me siento un poco culpable disfrutando de esta vista, de esta habitación. De ti.

Amanda entendía lo que quería decir.

—Algo parecido me ha pasado a mí. Pero igual podemos hacer algo, no sé, ayudar a gente que lo necesite... Tú tienes dinero y poder.

Richard se volvió, se acercó a Amanda y acarició su cabeza.

—Siento la necesidad de ayudar a la gente —dijo al oído de su amada—. Podría crear una especie de organización o fundación.

Y, claro está,
crear a esa gente.
En Intercom no había pobres a los que salvar. Todavía.

21

Laura encontró el cuerpo de Álex en el suelo de su apartamento, con una herida limpia de bala en la sien. En la mano tenía un pequeño revolver.

La visita a la casa de Tomás fue un poco más larga. Lo suficiente como para encontrarle luchando frenéticamente contra uno de aquellos robots.

Y lo suficiente como para desactivar todas las protecciones sin que él se diese cuenta. Rebuscó entre sus papeles y encontró los recibos de las transferencias que había recibido de Intercom durante el tiempo que estuvo trabajando en el sabotaje de Virtual Cognition. Los números de cuenta le iban a ser de mucha utilidad. El dinero, también.

22

Laura frenó en seco ante el disco rojo que acababa de encenderse delante suyo. Después de aquel semáforo, kilómetros y kilómetros de carretera que la llevarían sin interrupción a cualquier otro lugar del país.

La radio escupió la señal horaria de las diez de la mañana, subió el volumen de su receptor:

«... Nuevas muertes relacionadas con la realidad virtual. Después de un mes del trágico atentado a Virtual Cognition con un resultado final de cuatrocientos treinta muertos, ha muerto hoy Tomás Blanco, ingeniero de la empresa Intercom, la única que sigue dando servicios de realidad virtual. Los hechos se producían esta mañana a las siete y media, mientras trabajaba en un proyecto con robots luchadores. Las protecciones de seguridad no han actuado y ha recibido varios golpes mortales de los ingenios mecánicos. La policía trabaja con la posibilidad de que haya sido un asesinato ya que han desaparecido grandes cantidades de dinero de la cuenta del fallecido. Los reembolsos se hicieron a través de una compleja operación de cajeros automáticos que ha borrado cualquier rastro que permita iniciar las operaciones de investigación. Internacional: se reanudan hoy las ayudas humanitarias a los países más pobres...»

Laura introdujo una cinta de cásete y subió el volumen. Imaginó la cabeza de Tomás machacada por los potentes brazos de los robots.

—¡Jódete, cabrón!—exclamó. Y aceleró a fondo su nuevo deportivo biturbo dirigiéndose a una nueva ciudad donde fuera una perfecta y rica desconocida.

APÉNDICE

LOS PREMIOS UPC DE CIENCIA FICCIÓN

El Premio UPC de Novela Corta de Ciencia Ficción de 1991

En 1991 se celebraba el XX aniversario de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) y se quiso aprovechar esa circunstancia para dar mayor alcance a algunas de las ya habituales actividades de la UPC. De hecho, la convocatoria en 1991 del primer
Premio UPC de Novela Corta de Ciencia Ficción
puede considerarse continuadora de anteriores convocatorias de certámenes culturales promovidos y organizados por el Consell Social de la UPC, presidido entonces por el señor Pere Duran i Farell.

Aunque la tradición de los concursos literarios promovidos hasta entonces por el Consell Social de la UPC se centraba en el relato corto, en 1991, el hecho de que se celebrara el XX Aniversario de la
UPC
aconsejó plantear por primera vez en la universidad española un premio de novela de ciencia ficción. Para favorecer la presencia de originales, se eligió la longitud de la novela corta, en torno al centenar de páginas, una extensión de gran predicamento en la ciencia ficción y en la que empezaron a tomar forma obras tan características del género como la
F
UNDACIÓN
de Isaac Asimov o
D
UNE
de Frank Herbert.

El primer
Premio UPC de Novela Corta de Ciencia Ficción s
e convocó a finales de abril de 1991 y tuvo muy buena acogida. Se podía concurrir a él con obras escritas tanto en castellano como en catalán, aun cuando, entre las 71 novelas presentadas, fueron mayoría las redactadas en castellano. El premio se convocaba abierto para que pudiera concurrir todo aquel o aquella que presentara una narración ajustada a las bases que establecían, simplemente, la extensión (entre 75 y 110 páginas) y la temática: «narraciones inéditas encuadrables en el género de la ciencia ficción».

El premio, dotado con un millón de pesetas y una posible mención de 250.000 pesetas, reserva también la posibilidad de un premio especial para la más destacada de las narraciones presentadas por los miembros de la UPC (estudiantes, profesores y personal de administración y servicios). Por un acuerdo verbal entre la UPC y Ediciones B, las bases del premio establecían ya el anuncio de que «la novela ganadora sería publicada por la UPC en la colección NOVA ciencia ficción», de Ediciones B, en un volumen como éste.

Las novelas ganadoras del premio de 1991 se publicaron precisamente en el número 48 de esta colección, un interesante volumen que agrupa una buena muestra de la más reciente ciencia ficción española:
M
UNDO DE DIOSES
de Rafael Marín Trechera y
E
L CÍRCULO DE PIEDRA
de Ángel Torres Quesada, ganadoras ex aequo del primer premio, y
L
A LUNA QUIETA
de Javier Negrete, brillante vencedora de la mención especial del jurado. El título genérico del volumen es
P
REMIO
UPC
1991
(NOVA ciencia ficción,
número 48, 1992) .

Como no podía ser menos, la entrega del premio se realizó en un acto académico especial que se celebró el martes 3 de diciembre de 1991, con la presencia del doctor Marvin Minsky, quien disertó sobre «Inteligencia artificial y ciencia ficción». Para algunos asistentes pudo resultar sorprendente conocer que el doctor Minsky, reputado especialista en el campo de la inteligencia artificial, que él contribuyera a crear; se identificaba como un experto conocedor y amante del género de la ciencia ficción al que, precisamente en 1992, aportaría su primera novela,
T
HE
T
URING
O
PTION
,
escrita en colaboración con Harry Harrison.

El Premio internacional UPC de Ciencia Ficción de 1992

Convocado también por el Consell Social de la UPC, con el respaldo del rector de la universidad, doctor Gabriel Ferraté i Pascual, el Premio internacional UPC de Ciencia Ficción adquirió en 1992 una nueva dimensión. En su primera convocatoria, en 1991, el premio se había circunscrito al ámbito español admitiendo originales escritos en cualquiera de las dos lenguas oficiales de Cataluña: catalán y castellano; pero, a partir de la edición de 1992, el premio se hizo internacional al admitir también originales escritos en inglés y francés.

De nuevo el éxito acompañó a esta iniciativa del Consell Social de la UPC. En 1992 se presentaron un total de 83 novelas, la mayor parte procedentes de Cataluña (39% del total) o del resto del estado español (25%) . Pero más de una tercera parte (el 36% exactamente) procedía del extranjero con una amplia distribución geográfica: Estados Unidos (12 novelas), Francia (6), Gran Bretaña (3), Australia (2), Hungría (2), Argentina (1), Canadá (1), Israel (1), Rumania (1) y Suiza (1) . La distribución por lenguas mostró un evidente predominio del castellano (61 %), seguido del inglés (22%), el francés (11%) y el catalán (6%) .

El premio lo obtuvo el norteamericano Jack McDevitt con
N
AVES EN LA NOCHE
,
una maravillosa y poética historia sobre el encuentro de dos seres solitarios. La mención recayó en la primera novela de Mercè Roigé, quien presentó al certamen
P
UEDE USTED LLAMARME
B
OB, SEÑOR
,
una novela de factura clásica sobre un robot a la busca de su identidad. El volumen correspondiente
,
P
REMIO
UPC
1992
(NOVA ciencia ficción,
número 56, 1993), se completó entonces con la intencionada especulación del catedrático Antoni Olivé sobre un traductor universal portátil en
¿
Q
UIÉN NECESITA EL PANGLÓS
?

La decisión del jurado y la entrega de los premios se hizo pública, con un cierto retraso, el miércoles 27 de enero de 1993 en un solemne acto académico presidido por el rector Gabriel Ferraté. Eje central del acto fue una interesante conferencia a cargo de Brian W. Aldiss, conocido autor y ensayista británico, quien disertó sobre «La ciencia ficción y la conciencia del futuro».

El Premio internacional UPC de Ciencia Ficción de 1993

En 1993 el éxito acompañó de nuevo a esta iniciativa del Consell Social de la UPC. Esta vez se presentaron un total de 90 novelas, la mayor parte procedentes de Cataluña (40% del total) o del resto del estado español (18%) ; pero más de una tercera parte (el 36% exactamente) procedía del extranjero con una amplia distribución geográfica: Estados Unidos (11 novelas), Francia (6), Bulgaria (3), Canadá (3), Nueva Zelanda (3), Argentina (2), México (2), Austria (1) e Irlanda del Norte (1) . La distribución por lenguas mostró, de nuevo, un evidente predominio del castellano (64%), seguido del inglés (20%), el catalán (9%) y el francés (9%) .

La decisión del jurado y la entrega de los premios se hizo pública el primero de diciembre de 1993 en un solemne acto académico que contó con la presencia del presidente del Consejo Social de la UPC, Pere Duran Farell, y del rector Gabriel Ferraté. Eje central del acto fue una interesante conferencia a cargo del británico John Gribbin, famoso divulgador científico y, también, autor de narrativa de ciencia ficción. El doctor Gribbin disertó sobre«Ciencia real y ciencia ficción».

En un año que resultará histórico para la ciencia ficción española, el Premio UPC 1993 lo obtuvo Elia Barceló con
E
L MUNDO DE
Y
AREK
,
una interesante narración sobre un xeno-sociólogo desterrado a un mundo sin vida. Una historia brillantemente narrada que, por si ello fuera poco, guarda una interesante e inteligente sorpresa final. La mención de 1993 recayó en Alan Dean Foster con
N
UESTRA SEÑORA DE LA MÁQUINA
,
concebida como un thriller a la caza y captura de un curioso grupo mafioso que lleva a cabo extorsiones utilizando una Virgen vengadora y temible. El volumen correspondiente,
P
REMIO
UPC
1993
(NOVA ciencia ficción,
número 64, 1994), se completó entonces con
B
AIBAJ
,
una de las menciones especiales para los miembros de la UPC que compartió ese galardón con
L
AS TRECE ESTRELLAS
d
e Alberto Abadía.
B
AIBAJ
es la primera novela y la primera colaboración de dos autores jóvenes: Gustavo Santos y Henry Humberto Rojas, ambos estudiantes de doctorado en el departamento de Ingeniería Química de la UPC.

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