—Entre la población octoaraña adulta normal había dos sexos, pero la única diferenciación importante entre ellos era que uno de los dos tenía la facultad, si estaba maduro, de fertilizar una reina. Los adultos con sexo copulaban por placer, pero como no había prole por este contacto, las distinciones entre sexos era borrosa. De hecho, los vínculos de largo plazo en la colonia eran más frecuentes entre miembros del mismo sexo, por tener sentimientos similares y puntos de vista en común…
—Ahora la situación es muchísimo más complicada. En nuestra especie octoarácnida, gracias a la genialidad en ingeniería genética de nuestros predecesores, una hembra adulta es capaz de producir, como resultado de la unión sexual con una octoaraña macho adulta, una sola cría estéril de limitada expectación de vida y facultades algo reducidas. Ustedes aún no vieron uno de estos morfos, porque todos ellos viven en el Dominio Alternativo.
Doctor Azul hizo una pausa y continuó Archie.
—Cada ciudadano, o ciudadana, menor de edad de nuestra colonia decide si desea volverse sexualmente maduro en el período inmediato posmatriculación. Si la respuesta es no, entonces la
octo
pone su sexualidad en fideicomiso con los Optimizadores y la colonia como un todo. Eso es lo que Doctora Azul, que es una hembra, y yo hicimos hace mucho tiempo. Según la ley octoarácnida, es sólo inmediatamente después de la Matriculación que un individuo puede hacer su propia elección de sexo sin consecuencias. Los Optimizadores no son clementes con aquellos que deciden sufrir una metamorfosis sexual, sin permiso explícito de la colonia, después de que se les estructuró y planeó cuidadosamente la carrera.
Otra vez habló Doctora Azul.
—Tal como lo expusimos esta noche, podría parecer improbable que una octoaraña joven tome alguna vez la decisión de adquirir madurez sexual temprana. Sin embargo, en bien de la equidad, debemos señalar que existen razones de peso, por lo menos en la mente de
algunas
octoarañas jóvenes, para optar por convertirse en alternativos. Primera y principal, una
octo
hembra sabe que sus posibilidades de llegar a tener progenie están significativamente reducidas si opta por permanecer sin sexo después de la Matriculación. Nuestra historia sugiere que sólo en una emergencia se habrá de llamar a gran cantidad de estas hembras para producir crías de octoaraña. En general, la reducida capacidad e infertilidad de esta clase de descendencia las hace menos aceptables, desde el punto de vista de la colonia como un todo, a menos, claro está, que se necesiten más octoarañas para sostener la infraestructura de la sociedad.
—Algunas de las octoarañas jóvenes también encuentran inadmisible la regimentación y lo predecible de nuestra vida en la Ciudad Esmeralda, y anhelan una existencia en la que puedan tomar todas sus propias decisiones. Otros temen que los Optimizadores los coloquen en la carrera inadecuada. Todos los que eligen la sexualidad temprana ven el Dominio Alternativo como un sitio libre y animado, lleno de embeleso y aventura. No toman en cuenta lo que están abandonando y, en su momentánea exuberancia, la calidad de su vida es más importante que su duración probable…
En el transcurso de la prolongada conversación, Richard, Nicole y Ellie interrumpían ocasionalmente, pidiendo la aclaración de los puntos más importantes. Pudieron confirmar, cada vez, que en verdad habían hecho la traducción adecuada de lo que las octoarañas les estaban explicando. A medida que avanzaba el anochecer, los tres seres humanos empezaron a sentirse abrumados. Es que había demasiada información para digerir en una sola conversación.
—Un momento, aguarden un momento —intervino abruptamente Richard, cuando Archie señaló que era hora de que partieran—, lo siento… pero hay algo fundamental en todo esto que todavía no comprendo, ¿por qué se permite, en primer lugar, que exista esta opción? ¿Por qué los Optimizadores simplemente no decretan que todas las octoarañas siempre comerán el barrican y permanecerán asexuadas hasta que la colonia tenga necesidad de reproducirse?
—Esa es una muy buena pregunta —contestó Archie—, con una compleja respuesta. Permítanme simplificar en demasía, en nombre de la falta de tiempo, diciéndoles que nuestra especie es partidaria de permitir algo de libre elección. Asimismo, tal como verán esta noche, hay algunas funciones para las que los alternativos están singularmente preparados, y de las que toda la colonia obtiene beneficios.
Después de salir de la zona, el transporte siguió una ruta diferente de la que habían seguido los humanos hacia el estadio el Día de la Munificencia. Esta vez se mantuvo en calles poco iluminadas, en la periferia de la ciudad. El grupo no halló nada de las escenas coloridas, de actividad, que había visto en su excursión anterior. Después de varios fengs, el transporte se aproximó a un portón grande, cerrado, muy parecido a aquel que cruzaron cuando entraron por primera vez en la Ciudad Esmeralda.
Vinieron dos octoarañas y se asomaron al interior del coche. Archie les dijo algo en colores, y una de las octoarañas regresó a lo que debe de haber sido su equivalente de una garita. En la distancia, Richard pudo ver colores que destellaban en un muro plano.
—Está verificando con las autoridades —les dijo Doctora Azul a los humanos—. Estamos fuera del lapso en que se esperaba nuestra llegada, así que nuestro código de salida ya no es válido.
Durante una espera de varios nillets más, la otra octoaraña entró en el transporte y lo inspeccionó a fondo. Ninguno de los humanos había experimentado jamás precauciones de seguridad tan estrictas en la Ciudad Esmeralda, ni siquiera en el estadio. La incomodidad de Ellie se vio aumentada cuando el funcionario octoaraña de seguridad, sin decirle una palabra, le abrió la cartera para ver el contenido. Finalmente le devolvió la cartera y se apeó. El portón se abrió de par en par, el transporte salió de debajo de la cúpula verde y menos de un minuto después estacionó en la oscuridad.
En la playa de estacionamiento, el transporte fue rodeado por otros treinta o cuarenta vehículos.
—Esta zona —explicó Doctora Azul mientras bajaban del coche y se les unían dos luciérnagas— se llama Barrio de las Artes. Eso y el jardín zoológico, que no está demasiado lejos de aquí, son las dos únicas secciones del Dominio Alternativo que las octoarañas que viven en la Ciudad Esmeralda visitan con cierta regularidad. Los Optimizadores no aprueban muchas solicitudes de visita a las zonas habitacionales alternativas que hay más al sur. De hecho, para la mayoría de las octoarañas, el único panorama amplio que alguna vez llegan a tener del Dominio Alternativo es la excursión que se hace durante la última semana de Matriculación.
El aire estaba mucho más frío que en la Ciudad Esmeralda. Tanto Archie como Doctora Azul empezaron a caminar más rápido de lo que los humanos jamás vieron caminar una octoaraña.
—Debemos apuramos —urgió Archie— o llegaremos tarde. —El terceto de seres humanos trató de mantener el ritmo de marcha.
Cuando se acercaron a una zona iluminada, a unos trescientos metros del transporte, Archie y Doctora Azul se colocaron en cada extremo de la línea de humanos, formando una de cinco individuos de frente.
—Estamos entrando en la Plaza de los Artesanos —informó Doctora Azul—, que es el lugar en el que los alternativos ofrecen sus trabajos artísticos para transferencia.
—¿Qué quieres decir con “transferencia”? —preguntó Nicole.
—Los artistas necesitan créditos para obtener alimentos y otras cosas esenciales. Ofrecen sus obras de arte a un residente de Ciudad Esmeralda que tenga créditos de los que pueda prescindir —contestó Doctora Azul.
Aunque Nicole pudiera haber querido proseguir la conversación, inmediatamente se sintió atraída por la deslumbrante colección de objetos inusitados, puestos de venta improvisados, octoarañas y otros animales que captó su mirada en la Plaza de los Artesanos. La plaza, un gran espacio cuadrado de setenta u ochenta metros de lado, estaba directamente enfrente de una ancha avenida que salía del teatro, que era el destino del grupo. Archie y Doctora Azul, en los extremos de la línea de marcha, extendieron sendos tentáculos por encima de la espalda de todos los humanos, de modo que los cinco avanzaban como uno solo por la bulliciosa plaza.
El grupo fue enfrentado por varias octoarañas que alzaban objetos para transferir. Richard, Nicole y Ellie confirmaron entonces lo que Archie les había dicho durante la prolongada reunión, a saber, que los alternativos no se ajustaban a la especificación oficial del idioma seguida por las octoarañas de la Ciudad Esmeralda. No había bandas netas de colores que recorrieran sus cabezas sino sólo secuencias descuidadas de manchones cromáticos de alturas sumamente variables. Uno de los mercachifles que los abordaron era pequeño, evidentemente una octoaraña muy joven, y él, o ella, después de haber sido apartado por un gesto de Archie, le dio un repentino susto a Ellie al envolverle uno de los brazos, durante fracciones de segundo, con un tentáculo. Archie agarro al transgresor con tres de sus propios tentáculos y, con brusquedad, lo lanzó hacia un costado, en dirección de una de las octoarañas que portaba un bolso de tela sobre el hombro. Doctora Azul explicó que el bolso identificaba a la
octo
como policía.
Nicole caminaba tan rápido, y había tanto para ver, que se encontró conteniendo la respiración. Aunque no tenía la menor idea de para qué eran muchos de los objetos que se ofrecían para transferencia en la plaza, pudo reconocer, y apreciar, la pintura o la escultura ocasional, o esas diminutas representaciones, en madera u otro medio similar, de los diferentes animales que vivían en la Ciudad Esmeralda. En una de las secciones de la plaza había despliegues de patrones de color impresos sobre el material parecido a pergamino. Doctora Azul explicó después, cuando estuvieron en el interior del teatro, que esa particular forma de arte representada por los patrones de color era una combinación, tal como él entendía los vocablos humanos, de poesía y de caligrafía.
Justo antes de cruzar la calle, Nicole alcanzó a ver, en una pared a veinte metros a su izquierda, un gran mural pasmosamente bello. Los colores eran vigorosos y cautivaban la mirada; la composición, la obra de un artista que entendía tanto la estructura como el atractivo visual. La habilidad técnica también era impresionante en extremo, pero fueron las emociones representadas en los cuerpos y rostros de las octoarañas y otros seres que aparecían en el mural lo que la fascinó.
—El Triunfo de la Optimización —murmuró Nicole para sí misma, mientras estiraba el cuello para leer el título en colores, que aparecía en la parte superior del mural. La pintura mostraba una espacionave contra un fondo de estrellas, en una de las secciones; un océano que hervía con seres vivos, en otra, y tanto una selva como un desierto, en ángulos opuestos. La imagen central, empero, era una gigantesca octoaraña que llevaba un bastón de mando y se alzaba sobre una pila de treinta o cuarenta animales desiguales que se retorcían en el polvo, debajo de los tentáculos de la octoaraña. El corazón de Nicole casi le saltó del cuerpo cuando vio que uno de los seres pisoteados era una joven humana, de tez morena, con penetrantes ojos azules y cabello corto enrulado.
—¡Miren —gritó de repente hacia el resto del grupo—, allí, en ese mural!
En ese instante, alguna especie de animal pequeño se puso fastidioso alrededor de los pies de Nicole. Eso tuvo el efecto de distraer la atención de todos. Las dos octoarañas se encargaron del animal y volvieron a formar la línea hacia el teatro. Mientras avanzaba hacia la calle, Nicole lanzó un vistazo por sobre el hombro al mural, para asegurarse de que no había imaginado la presencia de una mujer joven en el cuadro. Desde esa mayor distancia, el rostro de la mujer y sus facciones eran vagos, pero, de todos modos, quedó convencida de que indudablemente había visto un ser humano en esa obra artística.
¿Pero cómo es posible?
, se preguntaba mientras entraban en el teatro.
Preocupada por su descubrimiento, sólo escuchaba a medias la conversación entre Richard y Archie respecto de cómo el primero pensaba usar su traductor durante la obra. Nicole ni siquiera miró cuando, después de que ocuparon sus lugares de pie en la quinta fila, por encima de un teatro completamente lleno, Doctora Azul señaló con uno de sus tentáculos el sector que tenían a la izquierda, en el que estaban Jamie y las demás octoarañas matriculantes.
Debo de haberme equivocado
, pensó. Estaba dominada por el poderoso impulso de correr de vuelta a la plaza y comprobar lo que había visto. Entonces recordó lo que Archie les había dicho sobre la importancia de seguir escrupulosamente las instrucciones, esa noche en particular.
Sé que vi una mujer en esa pintura
, se dijo cuando tres grandes luciérnagas revolotearon sobre el escenario que había en el centro del teatro.
Pero si la vi, ¿qué quiere decir eso?
No hubo intervalos en la obra, que duró poco más de dos wodens. La acción fue continua, con uno de los actores octoaraña, o más de uno, ocupando el iluminado escenario todo el tiempo. No se usaban decorados ni vestuario. Al comenzar la obra, los siete “personajes” principales se adelantaron y se presentaron brevemente. Dos
octos
matriculantes, una de cada sexo, un par de padres adoptivos para cada una de las octoarañas, y un macho alternativo cuyos colores brillantes y hermosos se extendían, cuando hablaba, hasta el extremo libre de los tentáculos.
Mucho de los primeros minutos de la obra en sí establecieron que los dos jóvenes matriculantes habían sido el mejor amigo uno del otro durante años y que, a pesar de los buenos y sensatos consejos de los padres que tenían asignados, habían optado por tener juntos una temprana madurez sexual.
—Mi deseo —dijo la joven hembra octoaraña en su primer monólogo— es producir un bebé de la unión con mi apreciado compañero. —O, por lo menos, así tradujo Richard lo que ella dijo. Richard estaba jubiloso por el desempeño de su muy mejorado traductor y, después de recordar que las octoarañas eran sordas, habló en forma intermitente durante toda la representación.
Los cuatro padres
octo
se reunieron en el centro del escenario y expresaron angustia por lo que habría de ocurrir cuando sus hijos adoptados se toparan con las “poderosas emociones nuevas” que acompañaban la transformación sexual. Trataron, empero, de ser justos, y los cuatro adultos admitieron que su propia elección de no alcanzar la madurez sexual después de la Matriculación significaba que no podían dar consejos basados sobre una experiencia real.