Rama Revelada (42 page)

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Authors: Arthur C. Clarke & Gentry Lee

Tags: #Ciencia ficción

BOOK: Rama Revelada
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En mitad de la obra, las dos octoarañas jóvenes fueron aisladas en ángulos opuestos del escenario y el público llegó a la conclusión, por la pirotecnia de las luciérnagas, amén de por unas breves declaraciones de los actores octoaraña, que cada uno de ellos había dejado de comer el barrican y estaba solo en alguna especie de Dominio Alternativo.

Cuando, más tarde, las dos octoarañas transformadas caminaron por el escenario y se encontraron en el centro, los patrones cromáticos de su conversación ya se habían alterado. Era un efecto poderoso, como quiera que lo hubieran logrado los actores, porque no sólo los colores individuales eran más brillantes que antes de la transición, sino que, también, las listas rígidas, casi perfectas, que habían caracterizado las conversaciones anteriores entre los dos jóvenes ya estaban señaladas por algunos diseños individuales diferentes e interesantes. En ese momento, en el escenario, alrededor de los dos actores había media docena más de octoarañas, todas alternativas a juzgar por su lenguaje, y dos de los animales como salchicha polaca, que perseguían cualquier cosa que pudieran encontrar. Resultaba claro que, ahora, la pareja estaba en el Dominio Alternativo.

Desde la oscuridad que rodeaba el escenario hizo su entrada el macho alternativo presentado en el comienzo de la obra. Con un refulgente despliegue, en el que el actor octoaraña con sus colores primero describió patrones horizontales y verticales que se desplazaban en ambas direcciones y, después, creó una desarrollada acción ondulatoria, estructuras geométricas y hasta explosiones de color, parecidas a fuegos artificiales, que se iniciaban en sitios al azar alrededor de la cabeza, el recién llegado cautivó a la joven hembra
octo
y la alejó del mejor amigo de la niñez. No muchos nillets después, el alternativo mayor de los colores asombrosos, que evidentemente había engendrado la
octo
bebé llevada en la bolsa frontal de la hembra, la dejó “llorando” (traducción que hizo Richard de la actitud de sentarse en el ángulo del escenario y emitir una pulsación desestructurada tras otra de colores mezclados) y sola.

En ese momento de la obra, la octoaraña macho matriculada en las escenas anteriores salió violentamente a la luz, vio a su verdadero amor presa de la desesperación con su bebé, y saltó hacia la oscuridad que rodeaba el escenario. Instantes después regresó con el alternativo que había corrompido a su novia, y los dos machos se trabaron en una pelea horrible, pero fascinante, en mitad del escenario. Las cabezas convertidas en un aluvión de colores indicadores de imprecación, se golpearon, retorcieron, estrangularon y batallaron durante todo un feng. La
octo
macho más joven finalmente venció en la pelea, pues el alternativo permaneció inmóvil en el escenario cuando la acción hubo terminado. La tristeza que se expresó en las observaciones finales del héroe y de la heroína aseguró que la moraleja de la obra estuviese muy clara. Cuando la representación terminó, Richard lanzó una mirada a Nicole y Ellie, y comentó, con sonrisa irreverente:

—Esta es una de esas obras deprimentes, como
Otelo
, en las que todos mueren al final.

Bajo la supervisión de los acomodadores octoaraña, todos ellos con bolsos, los jóvenes matriculantes fueron los primeros en salir del teatro, seguidos después por Archie, Doctora Azul y sus compañeros humanos. Pocos minutos después, la ordenada procesión se detuvo justo al salir, y formó un apiñado corro en torno de otras tres octoarañas que estaban en medio de la avenida. Richard, Nicole y Ellie sintieron la presencia de los poderosos tentáculos de sus amigos cruzándoles la espalda, mientras avanzaban hasta ponerse en posición para ver qué estaba pasando. Dos de las octoarañas que estaban en el centro de la calle blandían bastones y llevaban bolsos, mientras la tercera, que estaba agachada entre ellas, transmitía el mensaje cromático, en bandas anchas y carentes de estructura: «Por favor, ayúdenme».

—Esta octoaraña —dijo uno de los policías, con franjas tajantes, medidas— reiteradamente fracasó en la obtención de sus créditos desde que llegó al Dominio Alternativo después de su Matriculación, ocurrida hace cuatro ciclos. En el último ciclo se le advirtió que se había convertido en una sangría inadmisible de nuestros recursos en común y hace poco, dos días antes del Día de la Munificencia, se le dijo que se presentara para su exterminación. Desde ese entonces se ha estado escondiendo entre amigos del Dominio Alternativo…

La octoaraña que estaba agazapada súbitamente saltó hacia el público, cerca de donde los humanos estaban parados. El gentío se combó hacia atrás por el impacto y Ellie, que era la que estaba más próxima al punto en que se produjo el intento de fuga, fue derribada durante la reyerta que vino a continuación. En menos de un nillet, la Policía, con la ayuda de Archie y de varios de los jóvenes matriculantes, otra vez tuvo a la fugitiva bajo control.

—El no presentarse para cumplir con una exterminación sancionada es uno de los peores delitos que una octoaraña pueda cometer —explicó después el policía—. Es punible con la exterminación inmediata en el momento de aprehensión.

De su bolso de hombro, uno de los policías extrajo unos seres que se retorcían, parecidos a lombrices. La
octo
fugitiva luchó violentamente la primera vez que los dos policías intentaron meterle en la boca, por la fuerza, los seres similares a lombrices. No obstante, después que cada uno de los policías golpeó a la proscripta dos veces con el bastón, la octoaraña condenada se desplomó entre sus captores. Ellie, que para estos momentos había logrado ponerse otra vez de pie, fue incapaz de suprimir un chillido de terror, cuando los seres penetraron en la boca de la octoaraña y ésta empezó a regurgitar. La muerte sobrevino con rapidez.

Ninguno de los seres humanos articuló palabra mientras caminaban por la plaza, tomados del brazo con Archie y Doctora Azul, y entraban en la playa de estacionamiento donde los aguardaba su transporte. Nicole estaba tan pasmada por lo que había presenciado que ni siquiera recordó buscar la pintura que, según pensaba, incluía un rostro humano.

En mitad de la noche, Nicole, que no había podido dormir, oyó un ruido en la sala de estar. Se levantó de la cama en silencio y se echó encima una bata. Ellie estaba sentada en el sofá, en la oscuridad. Nicole se sentó al lado de su hija y le tomó la mano.

—No podía dormir, mamá —explicó Ellie—. Estuve repasando todo mentalmente y no tiene lógica… Siento como si me hubieran traicionado.

—Lo sé, Ellie —declaró Nicole—. Yo me siento igual.

—Creí que
conocía
a las octoarañas —dijo Ellie—. Confiaba en ellas… En muchos aspectos, creí que eran superiores a
nosotros
, pero después de lo que vi esta noche…

—Ninguno de nosotros se siente cómodo al ver matar —declaró Nicole—. Hasta Richard se sintió horrorizado al principio… pero, después que estuvimos acostados, me dijo que estaba seguro de que la escena de la calle se había montado cuidadosamente en pro de los matriculadores… También dijo que debíamos tener cuidado y no adelantarnos a sacar demasiadas conclusiones o de permitirnos reaccionar con emotividad ante un solo incidente aislado…

—Nunca antes vi asesinar un ser inteligente ante mis propios ojos… ¿Y cuál había sido su delito? ¿El no presentarse para su exterminación?

—No los podemos juzgar con el mismo rasero que aplicamos con los seres humanos. Las octoarañas son una especie por completo diferente, con una organización social completamente aparte, que hasta puede ser más compleja que la nuestra. Recién estamos empezando a entenderlos… ¿Ya olvidaste que la curaron a Eponine del RV-41? ¿Y que nos permitieron usar su tecnología cuando estábamos preocupados por el nacimiento de Marius?

—No, no lo olvidé —contestó Ellie. Quedó en silencio durante varios segundos—. Sabes, mamá, me siento tan frustrada ahora como me sentía a menudo en Nuevo Edén, cuando me seguía preguntando cómo a los seres humanos, que tienen la capacidad de hacer tantas cosas buenas, les era posible tolerar a un tirano como Nakamura… Ahora parece que, en su propio estilo, las octoarañas también pueden ser así de malas… Hay tanta incoherencia en todas partes…

Nicole consoló a su hija con un fuerte abrazo.
No hay respuestas fáciles, mi querida Ellie
, pensó. Con la mirada de la mente vio, otra vez, un montaje de los aspectos destacados de las increíbles actividades de esa noche, incluida la fugaz vislumbre en la que creía haber visto una mujer humana desconocida en un mural octoarácnido.

¿Y de qué se trataba todo eso, vieja?
, se preguntó.
¿Realmente estaba allí ese rostro, o es que tu cerebro cansado e imaginativo lo creó para confundirte?

8

Max terminó de afeitarse y quitarse de la cara el resto de la aproximación a crema de afeitar. Instantes más tarde, sacó el tapón y el agua desapareció del lavabo de piedra. Después de secarse la cara concienzudamente con una pequeña toalla, se volvió hacia Eponine, que estaba sentada en la cama detrás de él, amamantando a Marius.

—Bueno, francesita —declaró con una carcajada—, debo admitir que estoy malditamente nervioso, nunca antes conocí a una Optimizadora Principal. —Se acercó a su esposa—. Una vez, cuando estaba en Little Rock en un congreso de granjeros, me senté al lado del gobernador de Arkansas durante un banquete… También entonces estaba un poquito nervioso.

Eponine sonrió.

—Me resulta difícil imaginar que tú te pongas nervioso —dijo.

Max quedó en silencio durante varios segundos, observando a su esposa y su bebé. Éste hacía suaves sonidos de arrullo mientras comía. —En verdad disfrutas de este asunto del amamantamiento, ¿no?

Eponine asintió con la cabeza.

—Es un placer distinto de cualquier cosa que yo haya experimentado. La sensación de… No sé la palabra exacta; quizá “comunión” se acerque… es indescriptible.

Max meneó la cabeza.

—La nuestra es una existencia sorprendente, ¿no? Anoche, cuando estaba cambiando a Marius, pensé en lo similares que probablemente éramos a millones de parejas humanas más, cayéndosenos la baba por nuestro primer hijo… y, sin embargo, tan sólo con salir por esa puerta hay una ciudad alienígena dirigida por una especie… —No completó el pensamiento.

—Ellie ha estado diferente desde la semana pasada —dijo Eponine—. Perdió la chispa y habla más sobre Robert…

—Quedó horrorizada por la ejecución —comentó Max—. Me pregunto si las mujeres son, por naturaleza, más sensibles a la violencia. Recuerdo lo que pasó después que Clyde y Winona se casaron, cuando él la trajo a la granja. La primera vez que ella lo vio sacrificar un par de chanchos se le puso muy blanca la cara… No dijo palabra, pero nunca más volvió a mirar.

—Ellie no habla mucho sobre esa noche —añadió Eponine, cambiando a Marius al otro pecho—, y ésa no es su manera de ser, en absoluto.

—Ayer, Richard le preguntó a Archie sobre el incidente, cuando solicitó los componentes para construir traductores para el resto de nosotros… Según Richard, la maldita
octo
fue muy astuta y no le dio muchas respuestas directas. Archie ni siquiera confirmó lo que Doctora Azul le dijo a Nicole respecto de la norma básica de exterminación que tienen las octoarañas.

—Es bastante pavoroso, ¿no? —comentó Eponine, e hizo una mueca antes de proseguir—. Nicole insistió en que hizo que Doctora Azul repitiera la norma varias veces, y que ella hasta intentó dar varias versiones en inglés, en presencia de Doctora Azul, para tener la seguridad de que la había comprendido en forma correcta.

—Es sumamente sencillo —opinó Max, con una sonrisa forzada—… aun para un granjero. A cualquier octoaraña adulta cuya contribución total a la colonia en un período determinado no sea, por lo menos, igual a los recursos necesarios para mantenerla, se la anota en la lista de exterminación. Si el saldo negativo no se corrige dentro de un período prescripto, entonces se la extermina.

—Según Doctora Azul —explicó Eponine después de un breve silencio—, son los Optimizadores los que interpretan las normas. Ellos son quienes deciden cuánto vale todo…

—Lo sé —dijo Max, extendiendo los brazos y acariciando la espalda de su hijo—, y creo que ésa es una de las razones por las que Nicole y Richard están tan angustiados hoy. Nadie ha dicho algo explícito, pero hemos estado utilizando un montón de recursos durante mucho tiempo… y resulta malditamente difícil ver en qué estuvimos contribuyendo…

—¿Estás listo, Max? —Nicole asomó la cabeza en la puerta—. Todos los demás están aquí afuera, al lado de la fuente.

Max se inclinó para besar a Eponine.

—¿Podrán tú y Patrick hacerse cargo de Benjy y los niños? —preguntó.

—Claro que sí —contestó Eponine—. Benjy no significa esfuerzo alguno, y Patrick estuvo dedicando tanto tiempo a los chicos que se convirtió en un especialista en cuidarlos.

—Te amo, francesita —dijo Max, despidiéndose con la mano en alto.

Fuera de la zona operativa de la Optimizadora Principal había cinco sillas para los seres humanos. Aun cuando Nicole les explicó por segunda vez la palabra “despacho” a Archie y Doctora Azul, las dos colegas octoarañas siguieron insistiendo en que “zona operativa” era una mejor traducción al inglés del lugar en el que trabajaba la Optimizadora Principal.

—La Optimizadora Principal a veces viene un poco tarde —expresó Archie a modo de disculpa—. Sucesos inesperados que se produzcan en la colonia pueden forzarla a desviarse del cronograma planeado.

—Debe de estar ocurriendo algo realmente insólito —le comentó Richard a Max—. La puntualidad es uno de los sellos distintivos de la especie octoarácnida.

Los cinco seres humanos aguardaron en silencio que tuviera lugar la reunión, cada uno enfrascado en sus propios pensamientos. El corazón de Nai martillaba con rapidez. Se sentía recelosa y excitada al mismo tiempo. Recordaba haber tenido una sensación similar cuando era alumna primaria, en ocasión de aguardar la audiencia con la hija del Rey de Tailandia, la princesa Suri, después de haber ganado el premio máximo en una competencia académica de alcance nacional.

Pocos minutos después, una octoaraña les hizo un ademán, invitándolos a entrar en la sala de al lado, donde se les informó que, dentro de unos momentos, se unirían con ellos la Optimizadora Principal y algunos de sus asesores. La nueva sala tenía ventanas transparentes, pudieron ver actividad todo en derredor. El sitio en el que estaban sentados le recordó a Richard la sala de control de una planta nuclear electrogeneradora o, quizá, de un vuelo espacial tripulado. Había computadoras y monitores visuales octoarácnidos por doquier, así como técnicos octoaraña. Richard hizo una pregunta sobre algo que sucedía en un sector lejano pero, antes que Archie pudiera responder, tres octoarañas entraron en la sala.

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