Residence on Earth (New Directions Paperbook) (23 page)

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Authors: Pablo Neruda,Donald D. Walsh

BOOK: Residence on Earth (New Directions Paperbook)
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la guitarra en la boca de la fragante novia:

ved cómo las palabras que tanto construyeron

ahora son exterminio: mirad sobre la cal y entre el

mármol deshecho

la huella—ya con musgos—del sollozo.

L
A VICTORIA DE LAS ARMAS DEL PUEBLO

 

Mas, como el recuerdo de la tierra, como el pétreo

esplendor del metal y el silencio,

pueblo, patria y avena, es tu victoria.

 

Avanza tu bandera agujereada

como tu pecho sobre las cicatrices

de tiempo y tierra.

L
OS GREMIOS EN EL FRENTE

 

Dónde están los mineros, dónde están

los que hacen el cordel, los que maduran

la suela, los que mandan la red?

Dónde están?

 

Dónde los que cantaban en lo alto

del edificio, escupiendo y jurando

sobre el cemento aéreo?

 

Dónde están los ferroviarios

voluntariosos y nocturnos?

Dónde está el gremio del abasto?

 

Con un fusil, con un fusil. Entre los

pardos latidos de la llanura,

mirando sobre los escombros.

 

Dirigiendo la bala al duro

enemigo como a las espinas,

como a las víboras, así.

 

De día y noche, en la ceniza

triste del alba, en la virtud

del mediodía calcinado.

T
RIUNFO

 

Solemne es el triunfo del pueblo.

A su paso de gran victoria

la ciega patata y la uva

celeste brillan en la tierra.

PAISAJE DESPUÉS DE UNA BATALLA

 

Mordido espacio, tropa restregada

contra los cereales, herraduras

rotas, heladas entre escarcha y piedras,

áspera luna.

 

Luna de yegua herida, calcinada,

envuelta en agotadas espinas, amenazante, hundido

metal o hueso, ausencia, paño amargo,

humo de enterradores.

 

Detrás del agrio nimbo de nitratos,

de substancia en substancia, de agua en agua,

rápidos como trigo desgranado,

quemados y comidos.

 

Casual corteza suavemente suave,

negra ceniza ausente y esparcida,

ahora sólo frío sonoro, abominables

materiales de lluvia.

 

Guárdenlo mis rodillas enterrado

más que este fugitivo territorio,

agárrenlo mis párpados hasta nombrar y herir,

guarde mi sangre este sabor de sombra

para que no haya olvido.

A
NTITANQUISTAS

 

Ramos todos de clásico nácar, aureolas

de mar y cielo, viento de laureles

para vosotros, encinares héroes,

antitanquistas.

Habéis sido en la nocturna boca

de la guerra

los ángeles del fuego, los temibles,

los hijos puros de la tierra.

 

Así estabais, sembrados

en los campos, oscuros, como siembra, tendidos

esperando. Y ante el huracanado hierro, en el pecho

del monstruo

habéis lanzado, no sólo un trozo pálido de explosivo,

sino vuestro profundo corazón humeante,

látigo destructivo y azul como la pólvora.

Os habéis levantado,

finos celestes contra las montañas

de la crueldad, hijos desnudos

de la tierra y la gloria.

Vosotros nunca visteis

antes sino la oliva, nunca sino las redes

llenas de escama y plata: vosotros agrupasteis

los instrumentos, la madera, el hierro

de las cosechas y de las construcciones:

en vuestras manos floreció la bella

granada forestal o la cebolla

matutina, y de pronto

estáis aquí cargados con relámpagos

apretando la gloria, estallando

de poderes furiosos,

solos y duros frente a las tinieblas.

 

La Libertad os recogió en las minas,

y pidió paz para vuestros arados:

la Libertad se levantó llorando

por los caminos, gritó en los corredores

de las casas: en las campiñas

su voz pasaba entre naranja y viento

llamando hombres de pecho maduro, y acudisteis,

y aquí estáis, preferidos

hijos de la victoria, muchas veces caídos, muchas veces

borradas vuestras manos, rotos los más ocultos cartílagos,

calladas

vuestras bocas, machacado

hasta la destrucción vuestro silencio:

pero surgís de pronto, en medio

del torbellino, otra vez, otros, toda

vuestra insondable, vuestra quemadora

raza de corazones y raíces.

M
ADRID (1937)

 

En esta hora recuerdo a todo y todos,

fibradamente, hundidamente en

las regiones que—sonido y pluma—

golpeando un poco, existen

más allá de la tierra, pero en la tierra. Hoy

comienza un nuevo invierno.

No hay en esa ciudad,

en donde está lo que amo,

no hay pan ni luz: un cristal frío cae

sobre secos geranios. De noche sueños negros

abiertos por obuses, como sangrientos bueyes:

nadie en el alba de las fortificaciones,

sino un carro quebrado: ya musgo, ya silencio de edades

en vez de golondrinas en las casas quemadas,

desangradas, vacías, con puertas hacia el cielo:

ya comienza el mercado a abrir sus pobres esmeraldas,

y las naranjas, el pescado,

cada día atraídos a través de la sangre,

se ofrecen a las manos de la hermana y la viuda.

Ciudad de luto, socavada, herida,

rota, golpeada, agujereada, llena

de sangre y vidrios rotos, ciudad sin noche, toda

noche y silencio y estampido y heroes,

ahora un nuevo invierno más desnudo y más solo,

ahora sin harina, sin pasos, con tu luna

de soldados.

A todo, a todos.

 

Sol pobre, sangre nuestra

perdida, corazón terrible

sacudido y llorado. Lágrimas como pesadas balas

han caído en tu oscura tierra haciendo sonido

de palomas que caen, mano que cierra

la muerte para siempre, sangre de cada día

y cada noche y cada semana y cada

mes. Sin hablar de vosotros, heroes dormidos

y despiertos, sin hablar de vosotros que hacéis temblar

el agua

y la tierra con vuestra voluntad insigne,

en esta hora escucho el tiempo en una calle,

alguien me habla, el invierno

llega de nuevo a los hoteles

en que he vivido,

todo es ciudad lo que escucho y distancia

rodeada por el fuego como por una espuma

de víboras, asaltada por una

agua de infierno.

Hace ya más de un año

que los enmascarados tocan tu humana orilla

y mueren al contacto de tu eléctrica sangre:

sacos de moros, sacos de traidores,

han rodado a tus pies de piedra: ni el humo ni la muerte

han conquistado tus muros ardiendo.

Entonces,

qué hay, entonces? Sí, son los del exterminio,

son los devoradores: te acechan, ciudad blanca,

el obispo de turbio testuz, los señoritos

fecales y feudales, el general en cuya mano

suenan treinta diner os: están contra tus muros

un cinturón de lluviosas beatas,

un escuadrón de embajadores pútridos

y un triste hipo de perros militares.

 

Loor a ti, loor en nube, en rayo,

en salud, en espadas,

frente sangrante cuyo hilo de sangre

reverbera en las piedras malheridas,

deslizamiento de dulzura dura,

clara cuna en relámpagos armada,

material ciudadela, aire de sangre

del que nacen abejas.

Hoy tú que vives, Juan,

hoy tú que miras, Pedro, concibes, duermes, comes:

hoy en la noche sin luz vigilando sin sueño

y sin reposo,

solos en el cemento, por la tierra cortada,

desde los enlutados alambres, al Sur, en medio, en torno,

sin cielo, sin misterio,

hombres como un collar de cordones defienden

la ciudad rodeada por las llamas: Madrid endurecida

por golpe astral, por conmoción del fuego:

tierra y vigilia en el alto silencio

de la victoria: sacudida

como una rosa rota: rodeada

de laurel infinito!

O
DA SOLAR AL
E
JéRCITO
DEL
P
UEBLO

 

Armas del pueblo! Aquí! La amenaza, el asedio

aún derraman la tierra mezclándola de muerte,

áspera de aguijones!

Salud, salud,

salud te dicen las madres del mundo,

las escuelas te dicen salud, los viejos carpinteros,

Ejército del Pueblo, te dicen salud, con las espigas,

la leche, las patatas, el limón, el laurel,

todo lo que es de la tierra y de la boca

del hombre.

Todo, como un collar

de manos, como una

cintura palpitante, como una obstinación de relámpagos,

todo a ti se prepara, todo hacia ti converge!

Día de hierro.

Azul fortificado!

Hermanos, adelante,

adelante por las tierras aradas,

adelante en la noche seca y sin sueño, delirante y raída,

adelante entre vides, pisando el color frío de las rocas,

salud, salud, seguid. Más cortantes que la voz del invierno,

más sensibles que el párpado, más seguros que la punta

del trueno,

puntuales como el rápido diamante, nuevamente marciales,

guerreros según el agua acerada de las tierras del centro,

según la flor y el vino, según el corazón

espiral de la tierra,

según las raíces de todas las hojas, de todas las
mercaderías

fragantes de la tierra.

Salud, soldados, salud, barbechos rojos,

salud, tréboles duros, salud, pueblos parados

en la luz del relámpago, salud, salud, salud,

adelante, adelante, adelante, adelante,

sobre las minas, sobre los cementerios, frente al abominable

apetito de muerte, frente al erizado

terror de los traidores,

pueblo, pueblo eficaz, corazón y fusiles,

corazón y fusiles, adelante.

Fotógrafos, mineros, ferroviarios, hermanos

del carbon y la piedra, parientes del martillo,

bosque, fiesta de alegres disparos, adelante,

guerrilleros, mayores, sargentos, comisarios políticos,

aviadores del pueblo, combatientes nocturnos,

combatientes marinos, adelante:

frente a vosotros

no hay más que una mortal cadena, un agujero

de podridos pescados: adelante!

no hay allí sino muertos moribundos,

pantanos de terrible pus sangrienta,

no hay enemigos; adelante, España,

adelante, campanas populares,

adelante, regiones de manzana,

adelante, estandartes cereales,

adelante, mayúsculos del fuego,

porque en la lucha, en la ola, en la pradera,

en la montaña, en el crepúsculo cargado de acre aroma,

lleváis un nacimiento de permanencia, un hilo

de difícil dureza.

Mientras tanto,

raíz y guirnalda suben del silencio

para esperar la mineral victoria:

cada instrumento, cada rueda roja,

cada mango de sierra o penacho de arado,

cada extracción del suelo, cada temblor de sangre

quiere seguir tus pasos, Ejército del Pueblo:

tu luz organizada llega a los pobres hombres

olvidados, tu definida estrella

clava sus roncos rayos en la muerte

y establece los nuevos ojos de la esperanza.

 

IV   SPAIN IN
OUR HEARTS
I
NVOCATION

 

To begin, pause over the pure

and cleft rose, pause over the source

of sky and air and earth, the will of a song

with explosions, the desire

of an immense song, of a metal that will gather

war and naked blood.

Spain, water glass, not diadem,

but yes crushed stone, militant tenderness

of wheat, hide and burning animal.

B
OMBARDMENT
/C
URSE

 

Tomorrow, today, in your steps

a silence, an astonishment of hopes

like a major air: a light, a moon,

a worn-out moon, a moon from hand to hand,

from bell to bell!

Natal mother, fist

of hardened oats,

dry

and bloody planet of heroes!

Who? by roads, who,

who, who? in shadows, in blood, who?

in a flash, who,

who? Ashes

fall, fall,

iron

and stone and death and weeping and flames,

who, who, mother, who, where?

Furrowed motherland, I swear that in your ashes

you will be born like a flower of eternal water,

I swear that from your mouth of thirst will come to the air

the petals of bread, the spilt

inaugurated flower. Cursed,

cursed, cursed be those who with ax and serpent

came to your earthly arena, cursed those

who waited for this day to open the door

of the dwelling to the Moor and the bandit:

what have you achieved? Bring, bring the lamp,

see the soaked earth, see the blackened little bone

eaten by the flames, the garment

of murdered Spain.

S
PAIN
P
OOR THROUGH
THE
F
AULT OF THE
R
ICH

 

Cursed be those who one day

did not look, cursed cursed blind,

those who offered the solemn fatherland

not bread but tears, cursed

sullied uniforms and cassocks

of sour, stinking dogs of cave and grave.

Poverty was throughout Spain

like horses filled with smoke,

like stones fallen from the

spring of misfortune,

grainlands still

unopened, secret storehouses

of blue and tin, ovaries, doors, closed

arches, depths

that tried to give birth, all was guarded

by triangular guards with guns,

by sad-rat-colored priests,

by lackeys of the huge-rumped king.

 

Tough Spain, land of apple orchards and pines,

your idle lords ordered you:

Do not sow the land, do not give birth to mines,

do not breed cows, but contemplate

the tombs, visit each year

the monument of Columbus the sailor, neigh

speeches with monkeys come from America,

equal in “social position” and in putrefaction.

Do not build schools, do not break open earth’s

crust with plows, do not fill the granaries

with abundance of wheat: pray, beasts, pray,

for a god with a rump as huge as the king’s rump

awaits you: “There you will have soup, my brethren.”

T
RADITION

 

In the nights of Spain, through the old gardens,

tradition, covered with dead snot,

spouting pus and pestilence, strolled

with its tail in the fog, ghostly and fantastic,

dressed in asthma and bloody hollow frock coats,

and its face with sunken staring eyes

was green slugs eating graves,

and its toothless mouth each night bit

the unborn flower, the secret mineral,

and it passed with its crown of green thistles

sowing vague deadmen’s bones and daggers.

M
ADRID (1936)

 

Madrid, alone and solemn, July surprised you with your joy

of humble honeycomb:

bright was your street, bright was your dream.

A black vomit

of generals, a wave

of rabid cassocks

poured between your knees

their swampy waters, their rivers of spittle.

 

With eyes still wounded by sleep,

with guns and stones, Madrid, newly wounded,

you defended yourself. You ran

through the streets

leaving trails of your holy blood,

rallying and calling with an oceanic voice,

with a face changed forever

by the light of blood, like an avenging

mountain, like a whistling

star of knives.

 

When into the dark barracks, when into the sacristies

of treason your burning sword entered,

there was only silence of dawn, there was

only your passage of flags,

and an honorable drop of blood in your smile.

I E
XPLAIN A
F
EW
T
HINGS

 

You will ask: And where are the lilacs?

And the metaphysical blanket of poppies?

And the rain that often struck

your words filling them

with holes and birds?

 

I am going to tell you all that is happening to me.

 

I lived in a quarter

of Madrid, with bells,

with clocks, with trees.

 

From there one could see

the lean face of Spain

like an ocean of leather.

 

My house was called

the house of flowers, because it was bursting

everywhere with geraniums: it was

a fine house

with dogs and children.

Raúl, do you remember?

Do you remember, Rafael?

Federico,
*
do you
remember

under the ground,

do you remember my house with balconies where

June light smothered flowers in your mouth?

 

Brother, brother!

Everything

was great shouting, salty goods,

heaps of throbbing bread,

markets of my Argüelles quarter with its statue

like a pale inkwell among the haddock:

the olive oil reached the ladles,

a deep throbbing

of feet and hands filled the streets,

meters, liters, sharp

essence of life,

fish piled up,

pattern of roofs with cold sun on which

the vane grows weary,

frenzied fine ivory of the potatoes,

tomatoes stretching to the sea.

 

And one morning all was aflame

and one morning the fires

came out of the earth

devouring people,

and from then on fire,

gunpowder from then on,

and from then on blood.

 

Bandits with airplanes and with Moors,

bandits with rings and duchesses,

bandits with black-robed friars blessing

came through the air to kill children,

and through the streets the blood of the children

ran simply, like children’s blood.

 

Jackals that the jackal would spurn,

stones that the dry thistle would bite spitting,

vipers that vipers would abhor!

 

Facing you I have seen the blood

of Spain rise up

to drown you in a single wave

of pride and knives!

 

Treacherous

generals:

look at my dead house,

look at broken Spain:

but from each dead house comes burning metal

instead of flowers,

but from each hollow of Spain

Spain comes forth,

but from each dead child comes a gun with eyes,

but from each crime are born bullets

that will one day seek out in you

where the heart lies.

You will ask: why does your poetry

not speak to us of sleep, of the leaves,

of the great volcanoes of your native land?

 

Come and see the blood in the streets,

come and see

the blood in the streets,

come and see the blood

in the streets!

S
ONG FOR THE
M
OTHERS
OF
S
LAIN
M
ILITIAMEN

 

They have not died! They are in the midst

of the gunpowder,

standing, like burning wicks.

 

Their pure shadows have gathered

in the copper-colored meadowland

like a curtain of armored wind,

like a barricade the color of fury,

like the invisible heart of heaven itself.

 

Mothers! They are standing in the wheat,

tall as the depth of noon,

dominating the great plains!

They are a black-voiced bell stroke

that across the bodies murdered by steel

is ringing out victory.

Sisters like the fallen

dust, shattered

hearts,

have faith in your dead.

They are not only roots

beneath the bloodstained stones,

not only do their poor demolished bones

definitively till the soil,

but their mouths still bite dry powder

and attack like iron oceans, and still

their upraised fists deny death.

Because from so many bodies an invisible life

rises up. Mothers, banners, sons!

A single body as alive as life:

a face of broken eyes keeps vigil in the darkness

with a sword filled with earthly hopes!

 

Put aside

your mantles of mourning, join all

your tears until you make them metal:

for there we strike by day and by night,

there we kick by day and by night,

there we spit by day and by night

until the doors of hatred fall!

I do not forget your misfortunes, I know

your sons,

and if I am proud of their deaths,

I am also proud of their lives.

 

Their laughter

flashed in the silent workshops,

their steps in the subway

sounded at my side each day, and next

to the oranges from the Levant, to the nets from the South, next

to the ink from the printing presses, over the cement

of the architecture

I have seen their hearts flame with fire and energy.

 

And just as in your hearts, mothers,

there is in my heart so much mourning and so much death

that it is like a forest

drenched by the blood that killed their smiles,

and into it enter the rabid mists of vigilance with the

rending loneliness of the days.

But

more than curses for the thirsty hyenas, the bestial

death rattle,

that howls from Africa its filthy privileges,

more than anger, more than scorn, more than weeping,

mothers pierced by anguish and death,

look at the heart of the noble day that is born,

and know that your dead ones smile from the earth

raising their fists above the wheat.

W
HAT
S
PAIN
W
AS
L
IKE

 

Spain was tense and lean, a daily

drum of opaque sound,

plainland and eagle’s nest, silence

of scourged inclemency.

 

How, even to weeping, even to the soul,

I love your hard earth, your humble bread,

your humble people, how even to the deep seat

of my existence there is the lost flower of your wrinkled

villages, motionless in time,

and your mineral countrysides

extended in moon and age

and devoured by an empty god.

 

All your structures, your animal

isolation next to your intelligence

surrounded by the abstract stones of silence,

your bitter wine, your smooth

wine, your violent

and delicate vineyards.

 

Ancestral stone, pure among the regions

of the world, Spain crossed

by bloods and metals, blue and victorious

proletarian of petals and bullets, uniquely

alive and somnolent and resounding.

 

Huélamo, Carrascosa,
*

Alpedrete, Buitrago,

Palencia, Arganda, Galve,

Galapagar, Villalba.

 

Peñarrubia, Cedrillas,

Alcocer, Tamurejo,

Aguadulce, Pedrera,

Fuente Palmera, Colmenar, Sepúlveda.

 

Carcabuey, Fuencaliente,

Linares, Solana del Pino,

Carcelén, Alatox,

Mahora, Valdeganda.

 

Yeste, Riopar, Segorbe,

Orihuela, Montalbo,

Alcaraz, Caravaca,

Almendralejo, Castejón de Monegros.

 

Palma del Rio, Peralta,

Granadella, Quintana

de la Serena, Atienza, Barahona,

Navalmoral, Oropesa.

 

Alborea, Monóvar,

Almansa, San Benito,

Moratalla, Montesa,

Torre Baja, Aldemuz.

 

Cevico Navero, Cevico de la Torre,

Albalate de las Nogueras,

Jabaloyas, Teruel,

Camporrobles, la Alberca.

 

Pozo Amargo, Candeleda,

Pedroñeras, Campillo de Altobuey,

Loranca de Tajuña, Puebla de la Mujer Muerta,

Torre la Cárcel, Játiva, Alcoy.

 

Pueblo de Obando, Villar del Rey,

Beloraga, Brihuega,

Cerina, Villacañas, Palomas,

Navalcán, Henarejos, Albatana.

 

Torredonjimeno, Trasparga,

Agramón, Crevillente,

Poveda de la Sierra, Pedernoso,

Alcolea de Cinca, Matallanos.

 

Ventosa del Rao, Alba de Tormes,

Horcajo Medianero, Piedrahita,

Minglanilla, Navamorcuende, Navalperal,

Navalcarnero, Navalmorales, Jorquera.

 

Argora, Torremocha, Argecilla,

Ojos Negros, Salvacañete, Uriel,

Laguna Seca, Cañamares, Salorino,

Aldea Quemada, Pesquera de Duero.

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