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Authors: Donald Kingsbury

Tags: #Ciencia-Ficción

Rito de Cortejo (60 page)

BOOK: Rito de Cortejo
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—Primero repasemos un poco de historia. Tenemos un Cinco que funciona bien. No lo comprendía del todo cuando lo inicié. Una familia era como un sueño vago, algo que hacer mientras subía la escalera de la tradición Kaiel. Se me dijo que los lazos familiares creaban capacidades a las que ningún hombre podía aspirar por sí solo, y yo quería hacerlo todo... serlo todo. Una familia era la extensión más natural de mí mismo.

—¿Consideras que tu familia se inició el día en que conociste a Noé? —preguntó Kathein.

—El día en que conocí a Noé fue un desastre. Lo que haya sido se inició el día que conocí a Joesai. Joesai era un niño estudioso, y no toleraba los fallos en sus compañeros ni en sus maestros. Era más alto que el resto de los muchachos, y empleaba su fuerza para amedrentar. Cualquiera que lo hiciese enfadar corría el riesgo de morir en la siguiente Prueba. Joesai nunca se vengaba a través de un intermediario, pero si el ofensor podía mantenerse lejos de Joesai al menos una semana, olvidaba la cuestión. No tenía amigos. Era un ladronzuelo, pero ningún maestro había logrado atraparlo jamás.

Sabía que su padre era Tae ran-Kaiel, el Primer Profeta, y eso le proporcionaba la orgullosa esperanza de sobrevivir a la guardería. Pero no sabía quién era su madre, y eso le causaba inseguridad.

Joesai persiguió a su maestro de genética para que le mostrase su documentación. Entonces supo por qué nunca nadie le había hablado de su madre. Pensaban que no lo entendería. No era sencillo. Su madre era a la vez mujer y hombre, dos personas y una sola.

Tae ran-Kaiel había autorizado la realización de un experimento porque intentaba crear un profeta tan poderoso como él. Para multiplicarse había empleado a uno de los primeros profetas, Gaieri ma-Kaiel, cuyo esperma fue congelado en nitrógeno líquido pero nunca había sido utilizado porque era portador de múltiples recesivos letales.

Con una técnica desarrollada por el grupo de Tae, cientos de cromosomas-23 extraídos de las células espermáticas de Gaieri fueron infiltrados en óvulos acromosómicos, y activados para producir una célula de 23 cromosomas en la forma díade, cada uno con dos cromátides y un centrómero, similar a los oocitos secundarios y estables producidos por las mujeres antes de la ovulación. El grupo de Tae desarrolló un proceso mediante el cual se inhibía la meiosis final, se rompían los centrómeros y se formaba una célula homocigoto de 46 cromosomas. Cuando se transfería al vientre de una madre mecánica, comenzaba a transformarse en un embrión.

De un sólo heterocigoto masculino podían formarse cuatro millones de individuos homocigoto
hembra,
o subclones. Se iniciaron ciento ochenta embarazos. Ciento cincuenta y tres de ellos acabaron en aborto debido a la duplicación de recesivos letales y de cromosomas «y». Se consideró que veintiuno de los veintisiete bebés restantes eran deficientes y fueron empleados en experimentos médicos o vendidos al matadero.

El mejor espécimen de los últimos seis, la madre de Joesai, maduró artificialmente, se la seccionó y sus ovarios se utilizaron para continuar la experimentación. En esta forma indirecta, se convirtió en la madre genética de nueve hijos de Tae. Para la época en que Joesai leyó la documentación, cuatro seguían con vida: Sanan, Gaet, Hoemei y Joesai. De inmediato él comenzó a proteger a sus hermanos, ya que sentía que de algún modo su kalothi estaba ligado al de ellos.

—Ni siquiera nos agradaba —dijo Gaet allí en la playa—. Nos burlábamos de él.

—¿Por qué? ¡Él quería ayudaros! —dijo Oelita con tristeza.

—Pobrecillo —dijo Kathein.

Gaet sonrió.

En su primera Prueba de Fortaleza, Joesai señaló los errores de Hoemei, salvándole la vida y eso le enseñó el valor de una alianza. No obstante, en lugar de unir fuerzas con Joesai, Hoemei hizo un pacto de sangre con Gaet y Sanan, dejando fuera a su otro hermano. Joesai se dedicó a amedrentarlos, a fustigarlos, a atormentarlos... y a protegerlos. Ellos reaccionaron con desprecio.

Fue sólo más adelante, después de la muerte de Sanan, al ver a Joesai llorando, cuando Gaet comprendió la insensatez de su obcecación y tomó la decisión consciente de formar un equipo con los tres hermanos. Comenzó a mediar en las disputas entre ellos. Cuando Hoemei era atrapado, buscaba la ayuda de Joesai, y cuando Joesai estaba a punto de convertirse en sopa, él ideaba un programa de ayuda con Hoemei. De los tres hermanos, Gaet negociaba para salir de los problemas, Hoemei anticipaba las dificultades y Joesai peleaba para afirmar su posición.

—Lo que trato de decir —les explicó Gaet— es que la desagradable pelea que habéis presenciado no es nada nuevo. Yo sé cuál será el resultado de todo esto, y también lo saben mis hermanos. Noé y Teenae están un poco asustadas porque nuestros peores conflictos acabaron antes de que ellas entraran en nuestras vidas, y por lo tanto aún no comprenden las raíces de nuestras diferencias. Vosotras dos no estáis habituadas a ello en absoluto. Mis hermanos llevan una disputa lo más lejos posible, y luego dan un giro y llegan a un acuerdo. Probablemente ya ni siquiera me necesiten a mí. Estoy más preocupado por vosotras.

Kathein observaba cómo la arena se escurría entre sus dedos.

—No tienes motivo. Estoy habituada a sufrir por amor.

—¡No digas eso! —exclamó Oelita, llena de empatia por Kathein. Ése también era su temor—. ¡Estamos en esto juntas!

—Sí —dijo Kathein con sensatez—. ¿Pero podremos soportarlo?

Gaet intervino con suavidad.

—Es una tragedia que la vida no coincida con las imágenes que tenemos de lo que debería ser. Eso es lo que torna fascinante a la física... cuando la realidad no encaja con la teoría.

—Yo soy una romántica —respondió Kathein—. Venero a Stgi y a Toe. El amor no se parece a la física.

—¿Alguna vez te he dicho por qué nos casamos con una loca como Noé? —rió Gaet—. ¿Cuál es la imagen Kaiel de un cortejo? ¿No es verdad que un hombre solo busca a una mujer? ¿La mujer no permanece alerta para cuando llegue ese hombre especial? El hombre y la mujer se enamoran y se casan. ¿No es cierto que luego buscan a otro hombre, a otra mujer o a una pareja a la que puedan amar, y al hallarla la cortejan para volver a casarse e incrementar así su kalothi?

»Pero nosotros éramos tres
varones.
De las mujeres que conocíamos, ninguna sabía qué hacer con
eso.
Noé se casó con nosotros por razones equivocadas. Ella odiaba la responsabilidad. Cada semana iniciaba algo nuevo y nunca lo terminaba. Su trabajo en el templo le permitía tratar con hombres, sin necesidad de asumir responsabilidades a largo plazo.

»Yo la conocí la noche en que comprendió que era desdichada. Pensó que con nosotros tres tendría todas las ventajas del matrimonio y ninguna de las desventajas. —La voz de Gaet se tornó risueña—. Fue un desastre. Ella era una malcriada. Sabía muy bien cómo retener a un hombre durante toda una semana, pero allí acababa todo. Era el terror de su familia, la cual estaba constituida por gente muy seria. Y lo único que nosotros sabíamos de mujeres era lo elemental, como dónde introducir nuestra mecha.

»Ella era tan imposible que a veces Joesai la golpeaba. Hoemei y yo permanecíamos en la habitación contigua mientras escuchábamos los gritos, nos mordíamos las uñas y le dábamos las gracias a Dios de que alguien hiciera algo con ella. Entonces, cuando todo pasaba, excluíamos a Joesai y nos dedicábamos a consolarla.

»El dinero nunca fue un problema. Nos iba bien, ya teníamos nuestra mansión, pero nuestro Cuatro se puso cada vez peor. Finalmente, ella nos dejó.

—¡Noé nunca me lo contó! —dijo Kathein.

—Por supuesto que no.

—¿La echaste de menos? —preguntó Oelita con curiosidad sentimental.

—¡Echarla de menos! Nunca en mi vida estuve tan feliz como cuando se fue. Hoemei estaba destrozado. No quería acostarse con ninguna otra. Joesai fue nuestro moralizador, como siempre. Noé ni siquiera le agradaba, pero fue tras ella y la trajo a casa en contra de su voluntad. Nunca supe qué pasó entonces. Después de eso no pude deshacerme de ella. Yo estaba muy enfadado con Joesai porque la había traído de vuelta. El recuerda haber sido muy firme y amable. Pero ella actuaba como si Joesai hubiese querido matarla si no se comportaba bien, y no tenía forma de escapar de él. No creo que la haya amenazado jamás, pero cuando acabas de abandonar la guardería tienes cierta actitud caballeresca con la muerte, y los que no vienen de la guardería no se muestran muy dispuestos a desafiarte.

—Creo que conozco a Joesai —dijo Oelita.

Kathein estaba pensativa y melancólica.

—Creo que Noé regresó porque una vez que estuvo lejos, comprendió que no sería capaz de vivir sin vosotros. Probablemente se alegró cuando Joesai fue a buscarla.

—Fue entonces cuando encontré a Teenae. Yo estaba en las montañas, y casualmente pasé por una de las propiedades o'Tghalie cuando se llevaba a cabo una subasta de niños. Mi presciencia maran, que todos hemos heredado de Tae, vio a la mujer en que habría de convertirse. Entonces quedé prendado de ella, a pesar de que se había afeitado la cabeza para parecer fea y que nadie la quisiese.

» Aunque en realidad, más que nada pensaba en lo agradable que sería tener a una niña por esposa. A ella podría entrenarla en las formas de servir a un hombre y no sería una consentida como Noé. Nunca se me ocurrió pensar que el motivo por el cual los o'Tghalie la vendían era porque resultaba imposible de manejar. Por lo tanto, finalicé mi viaje por las montañas con esta terrible jovencita que sólo me seguía porque yo era su dueño, pero que jamás hacía nada de lo que le pedía.

—Ahora te ama —dijo Oelita.

—Por supuesto. —Gaet sonrió—. Te cuento estas historias porque el matrimonio no es algo sencillo, y cuando miramos atrás nunca vemos lo que veíamos entonces. Algunos vínculos que parecen perfectos, no funcionan. Y otros matrimonios que constituyen la desesperación de cualquier persona racional, contienen las semillas básicas que los hacen funcionar.

—¿Cómo lograste ganártela? —preguntó Kathein.

—Traté de vendérsela a un herrero og'Sieth por la mitad del precio que había pagado. El hombre estaba interesado en ella porque las mujeres o'Tghalie son conocidas por la calidad de sus servicios como criadas. El le preguntó cuáles eran sus ambiciones, y ella arruinó la venta diciéndole que quería ser matemática. En el camino de vuelta, le dije que le enseñaría un poco de matemáticas si ella preparaba la comida. Ella me miró con escepticismo, y me respondió que si yo le enseñaba matemáticas
primero,
entonces ella nos prepararía la comida. Así fue como le di algunas clases de álgebra, materia que tanto me había costado aprender, y ella absorbía los conocimientos con la misma velocidad con la que yo lograba recordar lo que sabía. Por primera vez desde su llegada, comenzó a sonreír.

—¿Preparó tu comida?

—Sí, ¡y nunca había comido algo tan sabroso fuera de casa! Aunque fue Joesai quien terminó por ganársela. Desde un principio comprendió sus intenciones. Llegaba con gran aplomo y le enseñaba alguna demostración que
siempre
era imperfecta. Ella lo descubría y luego buscaba a cualquiera que quisiese escucharla para demostrar lo inteligente que era. Cuando Teenae quería aprender algún tema que Joesai desconocía, él contrataba a un matemático o'Tghalie para que se lo enseñase y luego se lo transmitía a ella. Teenae se convirtió en nuestra esclava. Siempre que fuésemos consecuentes, podíamos lograr que hiciera cualquier cosa. Si no éramos lógicos, se enfrentaba a nosotros con uñas y dientes. Hubiera sido una vida agradable, pero Noé se compadeció de ella y le enseñó algunas mañas para embaucar a los hombres.

—Cuando conocí a los Cinco erais muy felices —dijo Kathein—. Me enamoré de vuestra felicidad.

—Un bebé aprende a caminar. Cualquier otro paso era un desastre por mucho que nos esforzáramos... y entonces, de pronto, comenzamos a correr. Nos convertimos en un equipo tan bueno que había una gran demanda de nuestros servicios.

—Nunca había conocido personas que se llevaran tan bien —dijo Kathein, riendo.

—Nosotros pensábamos lo mismo. Ésa es la señal de peligro. En cuanto aprendes a caminar tan bien que eres capaz de correr por los peores terrenos, quieres volar y te rompes la crisma al primer intento. No habíamos contado con Aesoe.

Oelita rompió su silencio.

—Joesai me dijo que un día, Aesoe simplemente os ordenó que os casaseis conmigo.

—Así fue. Nos sentimos ultrajados.

—Me quería a mí —dijo Kathein entristecida.

Gaet sonrió.

—Nos ofreció un trato justo. ¡Aesoe tenía un gusto excelente para las mujeres!

Ambas lo miraron, y él supo cuál era la pregunta que no se atrevían a formular. «¿A cuál de nosotras prefieres?»

Gaet hizo una pausa solemne.

—Hemos arribado a un conflicto respecto al futuro. Los cinco aprendimos a amarte, Kathein, y creo que fue mutuo... pero entonces nos abandonaste y, aunque seguíamos amándote, comenzamos a considerar las alternativas. Los cinco no te queríamos, Oelita, no porque no te hayamos amado al conocerte sino porque nos fuiste impuesta en contra de nuestra voluntad.

—Y de la mía —agregó ella.

—¿Pero Aesoe no estaba en lo cierto? Podrías haber formado parte de un Seis funcional. No obstante, el pronóstico de Aesoe resultó mal y nos encontramos en esta situación, donde dos futuros tratan de ocupar el mismo presente. Nosotros cinco no podemos resolver este conflicto. Depende de vosotras dos.

—Estamos de nuevo donde empezamos —dijo Kathein, casi con enfado.

—No puedes pedirnos eso —se quejó Oelita.

—Podríamos arrojar una moneda —sugirió Kathein con amargura.

Gaet sonreía.

—¿Os agradáis la una a la otra?

—¡Por supuesto que sí! —replicó Kathein.

Las lágrimas corrían por las cicatrices del rostro de Oelita.

—¿Seríais capaces de vivir juntas?

Una expresión de sorpresa apareció en el rostro de Kathein, que se volvió hacia Oelita.

—¿Comprendes lo que nos está proponiendo este hombre?

—No.

Kathein se puso de pie y comenzó a vestirse.

—Hoemei y Joesai están en la mansión sintiéndose desdichados, y este perverso tiene la audacia de pensar que puede tenernos a ambas. Yo lo conozco muy bien. Sé lo que piensa.

—¡No me lo creo! —dijo Oelita mientras se volvía hacia Gaet. Vio que era cierto y se levantó para vestirse también.

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