Read Saga Vanir - El libro de Jade Online
Authors: Lena Valenti
Caleb conducía con una sola mano, sintiéndose pleno y lleno de felicidad por primera vez en milenios.
¿Cómo sería la correspondencia de mente, cuerpo y corazón entre las parejas vanirias? ¿Cómo
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sería tener el cuerpo lánguido y tierno de Aileen por mutuo acuerdo? ¿Sería apasionada? Resopló.
Ja
Ya lo creía que sí, Aileen era puro fuego, sólo hacía falta que perdiera el miedo a encenderse. El
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sería quién la iniciaría en los placeres de la pareja y, quién sabe, puede que en la intimidad
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llegaran a conectar hasta contactar con el corazón de cada uno. Se sorprendió al darse cuenta de
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lo mucho que deseaba que Aileen sintiera algo por él.
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Con esa idea, expresó el último pensamiento en voz alta.
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—Nadie te tocará, Aileen. Yo te protegeré, te lo prometo.
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CAPÍTULO 14
—¿POR QUÉ hemos quedado aquí? Es un restaurante griego —dijo Aileen entrando casi a trompicones. —¿Vosotros lo hacéis todo así?
—¿Así cómo?
—Así... —señaló todo lo que le rodeaba. —Tan... esnob. ¿No podéis quedar en un sitio resguardado de todo y hablar clandestinamente?
—¿Cómo en las películas? —sonrió frunciendo el ceño.
—Por ejemplo, sí.
—Hay muchas formas de llegar a acuerdos. Y además, reunimos en público nos prohíbe enfrentarnos.
—¿Lo hacéis como una medida de prevención, entonces?
—Más o menos —se encogió de hombros.
El alboroto era ensordecedor. La gente se reía y daba palmas, ensimismados en sus celebraciones. Un plato volaba hacia la derecha y chocaba contra la pared a punto de golpear un cuadro decorativo de Grecia. La gente vitoreó al que había lanzado el plato y luego se dispusieron a comer tranquilamente como si nadie se comportara esporádicamente como salvajes.
—Tenemos una sala para nosotros solos, al fondo —dijo Caleb hablándole casi al oído. Una vez dentro, el primero que fue a saludarla fue su abuelo As. La abrazó fuertemente y le susurró palabras cariñosas al oído.
—Estaba preocupado por ti, cariño —le dijo él. —Estoy bien.
As la miró a los ojos, y vio temor e inseguridad. ¿Qué habían descubierto?
—Estoy muy orgulloso de ti, Aileen. Eres una mujer valiente.
Aileen sonrió y los ojos le brillaron de emoción. Su abuelo estaba orgulloso de ella. Su abuelo. Algo suyo, de su familia. Se sintió bien al pertenecer realmente a alguien. Desde su conversión, había descubierto cosas agradables.
Una vez sentados en la larga mesa que habían preparado en U, Caleb, Aileen, As, Noah y Adam se sentaron en el centro. Menw, Cahal, Daanna, Gwyn y Beatha, enfrente. Y el resto alrededor. Menw estuvo mirando todo lo que Caleb había traído de los palés. Hacía gestos de preocupación y de desaprobación mientras Noah y Adam explicaban todo lo que habían descubierto al dejar el palé en el subterráneo del edificio.
—Tienen montado un inmenso laboratorio, de varias salas en las cuales no se pueden acceder
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sin que sepas los passwords de acceso —explicó Adam. —Noah pudo colarse en una de las salas y
Ja
vio lo que allí tenían.
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—Son cuerpos criogenizados —explicó Noah. —Algunos son berserkers a media
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transformación, otros completamente transformados y algunos más eran berserkers en estado
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humano normal —dijo con repulsa. —La sala contigua tiene exactamente lo mismo, pero con
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cuerpos de vanirios.
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Los allí reunidos murmuraron en desaprobación.
Vaei
—Guardan unas inmensas neveras en las mismas salas, donde hay una serie de probetas que se
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mantienen congeladas. Son... —se secó la frente de sudor— muestras de esperma masculino y
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óvulos femeninos. Unos de unas especies y otros, de otra.
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—Dios mío... —dijo Aileen ahogadamente.
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—Otras probetas contienen muestras de sangre, hay crisoles con tejidos membranosos que no pude descubrir qué eran... Pero lo peor...
—¿Qué? —preguntó impaciente As.
—Tienen embriones humanos criogenizados. Muchos de esos embriones están a medio camino de formarse, algunos con malformaciones espantosas... Garras en vez de manos, ojos oblicuos, colas a medio formar... Es repugnante. Tiene muchas más salas cerradas... estoy seguro de que tienen a gente de los clanes todavía con vida... lo intuyo.
Se hizo el silencio. A lo lejos se oía algún que otro plato volando. Entraron los camareros sirviendo platos por doquier y todos se comportaron con normalidad, sin levantar suspicacias de ningún tipo. Aileen miró su plato y frunció el ceño.
—¿Qué es esto? —le preguntó a Caleb.
—Se llaman
Kolokitakhia
—respondió él sonriendo. —Son calabacines con aceite de oliva y ajo.
—¿Ajo? ¿Por la noche?
—Así ningún vampiro te morderá —arqueó las cejas divertido.
—Ya, que gracioso. ¿Y esto? —señaló un plato con patatas y hojas verdes.
—Son
Dolmades
—explicó mientras se metía un trozo de calabacín en la boca. —Es estofado con hojas de viña.
—Parece vegetariano... ¿No coméis carne? —a ella no le gustaba la carne. Era vegetariana.
—No. Es lo único que nuestro cuerpo no admite—contestó él, cogiendo un bollo caliente que había dejado una camarera. La camarera le sonrió y él le guiñó un ojo. —Los vanir adoran a los animales y no aprueban que los comamos.
Aileen miró a la camarera y luego lo miró a él. Sintió como si le dieran una patada en el estómago. ¿Cómo se atrevía Caleb? Un momento. ¿Qué le pasaba? Quiso hundirse en el asiento cuando descubrió que no le gustaba que ese vanirio machista y arrogante coqueteara con otra mujer.
—¿Estás bien? —le preguntó él mirándola de reojo.
—Claro.
—¿Te ha molestado algo, princesa? —sonrió maléficamente.
Lo miró y echó los hombros hacia atrás. Cuando la llamaba así parecía que se despegaba del suelo. Echando mano a la coherencia, se esforzó por sonreír y morderse la lengua. Caleb vio que la sonrisa no le llegaba a los ojos. Aileen se olvidaba que él podía leerle la mente. Caleb sabía que estaba muy celosa. A lo mejor, ellos dos si podían tener una segunda oportunidad.
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Con ánimos renovados, le ofreció un trozo de bollo.
Ja
—Pruébalo. Está calentito y tierno.
deor
—Tengo un hambre de mil demonios, pero si como corro el riesgo de sufrir una indigestión.
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—Come o te romperán un plato en la cabeza —le sugirió él comiendo también con toda
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confianza del plato de ella. —Es la tradición. Si no comes sus especialidades, se sienten agraviados,
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así que te estrellan la vajilla contra el cráneo.
rin
—Supongo que todos rebanáis los platos. —Los dejamos limpios.
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—Pero, si por mucho que comamos no nos saciamos... —jugó con una patata estofada— ¿por
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qué comemos?
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—Puede que no nos saciemos, pero las papilas gustativas no las tenemos atrofiadas. Comer es
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un placer. Y a los vanirios nos encantan todos los placeres mundanos —dio un sorbo a la copa de
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vino tinto que le habían llenado.
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Aileen lo miraba fascinada al conocer la faceta glotona de Caleb. Realmente disfrutaba con la comida.
Daanna sentada enfrente de ellos, los miraba divertida. Aileen levantó la vista hacia ella y Daanna sonriente alzó las cejas.
Aileen carraspeó, se sonrojó y bajó la vista hacia el plato.
Los camareros se fueron y volvió a quedar todo en silencio.
—Hay que detenerlos... no me gusta nada lo que dices, Noah. ¿Qué pretenden con los óvulos y el esperma? —dijo Beatha.
—Fecundar. Crear nuevas especies —explicó Menw. —El óvulo de una berserker y el esperma de un vanirio da a Aileen como resultado. O puede que... pueden ser muchas cosas las que hacen con nosotros y ninguna buena. Lo que no hay duda es de que Jade y Thor tenían razón en sus cábalas. Estas sociedades están en nuestra contra y sea lo que sea lo que tienen entre manos es peligroso.
—Hay algo más inquietante. Mikhail Ernepo sigue vivo —cortó Caleb. —Pasado mañana tiene una cena en el The Ivy y se reúne con un grupo de personas. Puede que saquemos más información de ese evento —tomó aire y miró a Beatha. —Samael se ha escapado y él es el único que sabría por qué razón Mikhail sigue con vida. Es obvio que hemos sido víctimas de una traición Rix Gwyn —miró al rubio de aspecto élfico que prestaba atención solemnemente. —Démosle caza, a él y a los dos de Walsall.
Todos los vanirios alzaron los puños y apoyaron la propuesta de Caleb.
—Dejo la caza en tus manos, Caleb. No debemos olvidar que ahora, más que nunca, hay que proteger a Aileen. Ellos la quieren —dijo Gwyn mirándola con admiración. —Allá donde vaya estará vigilada. Aileen es el ejemplo de la conciliación de las dos especies. O nos unimos o acabarán matándonos a todos.
—Yo procederé también con mi clan —dijo As con sinceridad. —Son muchos los berserkers desaparecidos sin explicación en los últimos años. Debe de haber un topo suelto que facilite las capturas y juro por Odín que voy a descubrir quién es.
Los berserkers gritaron animados.
—Las vigilias las haremos juntos, en grupos mezclados —sugirió. —Se acercan noches muy movidas. Mañana es el solsticio de verano y dentro de tres días, la noche de las hogueras. Los lobeznos y los nosferátums salen de caza, hambrientos, y los de Newscientists esperaran a que nosotros nos despistemos para actuar y secuestrarnos. Es el momento de demostrar que no van a ganar.
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—Aileen ha obtenido mucha información del disco duro del ordenador de la empresa —
d
Ja
comentó Caleb. —En las siguientes horas intentaré desglosar lo que hay aquí y averiguar todo lo
de
que nos sea de utilidad para luchar contra ellos.
orbi
—Hoy nos repartiremos por grupos. Uno se quedará en Birmingham. Cuatro más se repartirán
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por la Black Country. Y otro irá a Londres —ordenó Caleb mirando a As.
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—Mis chicos se unirán a tus grupos —dijo el berserker con seguridad.
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Después de cenar y ultimar los detalles del plan de acción, salieron del restaurante. Daanna se
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acercó a Aileen.
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—Me han encargado que te enseñe tus nuevas propiedades —dijo con total tranquilidad. —
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¿Vamos? —la tomó amigablemente del brazo.
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—¿Propiedades? Espera —clavó los pies. —¿Adonde me llevas? Pensé que haríamos guardias
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en Birmingham.
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—Cambio de planes. Esta noche iremos a Londres.
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—Pero si venimos de allí.
—Allí también se necesitan guardias. Ya has oído a tu abuelo y a Caleb. —¿Otra vez tenemos que coger los coches? —dijo mirando a su abuelo y a Noah.
Los dos la miraban resignados como si hubieran aceptado que ella era posesión de Caleb, de nadie más.
—No cogeremos los coches —contestó Daanna guiñándole el ojo y llevándola a un callejón trasero. —Hola, Caleb.
El cuerpo de Caleb apareció por detrás de Aileen. Aileen se giró y chocó contra el pecho del vanirio.
—¿Qué hacéis? —preguntó nerviosa. Apoyó las manos en el pecho de Caleb para evitar caerse.
—Agárrate, Aileen
—las comisuras de sus labios se elevaron sutilmente. Abarcó su cintura con las dos manos y la apretó contra él.
—¿Qué haces? Tú no tenías que estar aquí esta noche.
—Te llevo a Londres.
—¿Qué? Caleb...
De repente sus pies ya no tomaban contacto con tierra firme. Flotaban. Aileen se agarró a los hombros de Caleb y miró hacia abajo.
—Oh Dios mío...
A sus pies, las luces de Birmingham dibujaban calles de neón en movimiento. Los coches se veían minúsculos y la gente como hormigas, ajenos a lo que sobrevolaba sobre sus cabecitas. Caleb la miraba con atención y sonreía altivo y presuntuoso. El pelo de Aileen se agitaba libre y acariciaba su espalda. Caleb deslizó una mano hasta el centro de su deliciosa columna vertebral sosteniéndola contra él.
Aileen sintió el calor de su mano traspasar la suave y fina blusa que llevaba.
—Caleb... —echó la cabeza hacia atrás y lo miró por debajo de sus pestañas. —Estamos volando.
—¿Cómo? —bromeó el vanirio mirando hacia abajo y haciendo que perdía el equilibrio. Aileen gritó y él rió de su expresión. —Es broma.
Él sintió como su pelo rozaba la mano que tenía a su espalda. Apenas podía oler el olor personal de Aileen, perdía la facultad de sus sentidos, pero sí que olía su pelo brillante que desprendía un suave y excitante olor afrutado. Enredó dos dedos en su melena y la acarició mientras se hundía en sus ojos violetas.
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—¿Te gusta? —le preguntó apretándola más a él y mirándole la boca.
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—Sí —susurró ella temblando de placer. No sólo le gustaba volar, sino, estar rodeada por los
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brazos de él.
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—¿Tienes frío? —la rodeó más ferozmente con los brazos, dándole toda la calidez de su cuerpo.
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—No... —murmuró deslizando sus manos por su pectoral y rozando con su nariz el pecho de él.
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Inhaló profundamente y sintió el sabor de Caleb en la boca.
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¿Qué estaba haciendo? ¿Eso era una caricia? Pero no lo podía evitar. Quería tocarlo y frotarse
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con él.
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—¿Qué te parece Aileen? —gritó Daanna volando a su lado. Se estaba colocando su bolso de
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Louis Vuitton modelo Congo GM, advirtió Aileen, como bandolera. —No es tan malo ser vanirio,
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