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Authors: Mario Luna

Tags: #Autoayuda

Sex code (8 page)

BOOK: Sex code
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Es, precisamente, esto lo que lo convierte en el seductor más eficaz que existe.

RECAPITULEMOS SOBRE LOS PUNTOS IMPORTANTES

Hemos visto que las mujeres necesitan de los hombres, sobre todo, tres cosas:

  1. Buenos genes
  2. Estatus u otra capacidad para ofrecerles una posición ventajosa
  3. Protección y asistencia

Estos son los tres elementos de lo que se conoce por Valor de Supervivencia y Replicación, o VSR. Al hablar del Valor y del Romance, hemos dicho que el Valor cubre por entero el primer y el segundo punto, ya que ambas tienden a darse juntas. El Romance, el tercero. Usamos el término VSR para medir la capacidad de cualquier persona de servir a los genes de otra en su misión de Sobrevivir y Replicarse. En el caso del hombre, su VSR viene prácticamente definido por los tres puntos citados. O, lo que es lo mismo, por la suma del Valor que es capaz de proyectar y del Romance que puede generar ante una mujer concreta.

Otra cosa que he mencionado es que las mujeres no siempre obtienen estos tres elementos de un mismo hombre. A menudo, el VSR que consiguen lo extraen de varios de ellos.

Asimismo, capítulos atrás ha quedado claro que la mujer tiene que descalificar más aún que seleccionar. Decimos que descalificar cumple un papel más importante para la mujer porque, aun cuando esta no elija al candidato con mayor VSR, sus genes tienen aun una oportunidad de sobrevivir y replicarse asociándose con los de otro de cierta validez. Si, en cambio, deja pasar a un candidato no apto y este tiene hijos con ella, el cóctel genético resultante se perderá para siempre, por lo que sus genes habrán malgastado una de las escasas oportunidades con que cuentan para replicarse.

He apuntado también que, aunque conviene tener esto en cuenta, obsesionarte con «no ser descalificado» puede perjudicarte más que otra cosa. Mucho más interesante te resultará asumir que vas a ser descalificado un cierto número de veces y estar preparado para, cuando esto ocurra, pasar de inmediato a la siguiente mujer.

Además, has comprendido que las cualidades —belleza física, riqueza, fama, poder— que generalmente dotan a los hombres de un éxito extraordinario con las mujeres proyectan todas, de un modo u otro, un elevado VSR. Por último, has descubierto que las Artes Venusianas te permiten decodificar el juego y a la mujer. De ahí que, si te conviertes en un Aven, podrás comunicar que posees un elevado VSR aun cuando carezcas de todas esas cualidades y transformarte, por tanto, en un imán para las mujeres.

Aunque no te lo creas, ya has adelantado mucho. Solo por tener ciertas ideas claras, estás ya mucho más cerca de convertirte en un verdadero seductor que la mayoría de los hombres.

Estás preparado, pues, para adentrarte un poco más en la psicología femenina. Para hacerlo vamos a echar, si te parece, un vistazo a las Fantasías Típicas Femeninas.

FANTASÍAS TÍPICAS FEMENINAS

Sabemos que los intereses del hombre y de la mujer difieren desde el punto de vista de sus genes. Hemos visto que la apuesta genética del hombre valora mucho la cantidad, mientras que la de la mujer se centra principalmente en la calidad de sus compañeros sexuales.

Una vez entendido esto, no es complicado darse cuenta de la situación que mejor representaría los intereses de los genes en un hombre. Esta sería la de contar con un harén a su entera disposición, o cualquier otra equivalente. Resulta especialmente esclarecedor que esta sea también una de sus mayores fantasías.

Y, ya que hablamos de fantasías, ¿cuál sería aquella que mejor definiría —y defendería— los intereses de los genes de cualquier mujer? Sabemos que estos intereses vienen expresados por un elevado VSR, y que este se expresa sobre todo en tres elementos
[39]
. Conociendo esto y después de todo lo que hemos aprendido, podríamos aventurarnos a decir que en el argumento principal de dicha fantasía seguramente nos encontraríamos con ingredientes como:

  1. Procrear con un Hombre Alfa que dotase a su descendencia de un código genético con las mayores probabilidades de sobrevivir y replicarse.
  2. Que dicho Hombre Alfa contase con el Estatus y la situación que suele acompañar a esta clase de hombres. Esto permitiría dejar a su descendencia y, por lo tanto, sus genes en una posición claramente ventajosa frente a otros.
  3. Que dicho hombre estuviera ciegamente enamorado de ella. Así, se darían las máximas garantías de que este estaría dispuesto a hacerse cargo de la mujer y sus pequeños, especialmente durante los periodos críticos en que son más vulnerables. Esto permitiría que ella pudiera seguir teniendo nuevos hijos y que estos llegaran a la edad adulta, permitiendo así a sus genes sobrevivir y replicarse más aun.

No nos sorprenderá, pues, encontrar justamente estos tres elementos reunidos en la mayor fantasía femenina de todos los tiempos. En su representación más esquemática, dicha fantasía viene expresada en la fábula de La Cenicienta. Sin embargo, la misma fórmula mágica se ha visto coreada hasta la saciedad en numerosas otras historias, fábulas, novelas, películas, etc., destinadas a un público claramente femenino. Se trata, pues, de una fantasía de la que no dejan de aparecer nuevas versiones, las cuales plagan las historias románticas recientes.

Consiste, por así decirlo, en la fantasía reina de toda mujer. La he llamado: La Fantasía del Príncipe Azul.

FANTASÍA A: EL PRÍNCIPE AZUL

No sorprende en absoluto, pues, que el ideal de la mujer por excelencia sea el del Príncipe Azul. A fin de cuentas, este representa la culminación de todos sus intereses
[40]
. Dicha fantasía, pues, no hace más que atender a un viejo impulso sexual: aquel que incita a la mujer a encontrar el compañero sexual con mayor VSR.

En la práctica, dar con su Príncipe Azul supondría para una mujer encontrar un Hombre Alfa con una situación privilegiada. Además, dicho hombre tendría que estar muy interesado en ella y, entre ambos, debería existir una conexión extraordinaria. Como ya hemos dicho, el ejemplo más simple de este ideal lo encontramos en la fábula de Cenicienta, una historia claramente pensada desde y para la perspectiva femenina.

El inconveniente de esta fantasía es que rara vez se cumple. Del mismo modo que el hombre pocas veces realiza su aspiración de poder contar con un harén de TBs enteramente para él
[41]
.

FANTASÍA B: LA MEDIA NARANJA

La mayor pega de los Príncipes Azules es que, para frustración de la mujer, con frecuencia no se prestan a serlo. En otras palabras, los Hombres Alfa tienen sus propios ideales y aspiraciones, generalmente incompatibles con los de la mujer. Por ello, no suelen mostrarse dispuestos a encarnar el rol del Príncipe Azul durante mucho tiempo
[42]
.

Para tales casos, la mitología femenina ha provisto un nuevo mito: La Fantasía de la Media Naranja.

Esta fantasía es similar a la del príncipe azul, aunque algo «mutilada», ya que no hace demasiada alusión al Estatus Alfa del hombre. Se trata, pues, de una especie de «premio de consolación»
[43]
.

Dentro de la fantasía, esta carencia se disfraza con la ilusión de que lo Alfa no existe. En realidad, solo hay personas incompletas, para las cuales no se encuentra más que una única mitad válida en el mundo capaz de remediar este problema. Su misión o, mejor dicho, la misión del Destino es hacer que ambas mitades se encuentren
[44]
.

Tan fantástico como pueda sonar, este mito cumple una gran función social. Lo hace ayudando a la mayoría de las mujeres, que evidentemente no pueden aspirar a retener a un Hombre Alfa, a «conformarse» con su Hombre Beta. E, incluso, a sentirse especiales y únicas por ello ya que, después de todo, no existe ningún otro superior.

También en este caso, dicho sea de paso, podemos encontrar una gran cantidad de material «romántico» que explota esta fantasía y excita la imaginación de las mujeres.

El problema de esta fantasía es que se ve obligada a abusar del Romance para crear VSR. Por ello, en una situación real, tan pronto como dicho Romance decaiga o la mujer crea encontrar a un hombre mucho más Alfa que el suyo, otra clase de fantasía pujará por abrirse paso en su imaginación.

Si el nuevo ensueño se basa en sustituir a su actual hombre por otro, seguramente estaremos hablando una vez más de La Fantasía del Príncipe Azul. Si, por el contrario, solo espera del otro hombre favores sexuales pero no que se haga cargo de ella, estaremos hablando de otra fantasía muy distinta.

FANTASÍA C: MARIDO Y AMANTE

Ya hemos visto cómo el ideal del Príncipe Azul satisfacía prácticamente por completo todas las necesidades de la mujer desde el punto de vista genético. En la práctica, no obstante, la mayoría de ellas solo es capaz de encontrar «Medias Naranjas».

Ahora bien, la fantasía de la Media Naranja se basa en el falso supuesto de que el Valor apenas cuenta. Por ello, cabe esperar que a veces haga aguas. Es frecuente, por ejemplo, que a medida que los elementos del Romance inicial sobre los que dicha fantasía se sustenta empiecen a perder intensidad, la inquietud en la mujer por conocer a alguien más Alfa se vaya acentuando.

En ocasiones, se alcanza un punto en el que el riesgo de buscar otro hombre compensa a sus genes estadísticamente. Entonces, si la mujer no es capaz de sustituir a su hombre actual por otro de mayor Valor y que igualmente se haga cargo de ella, sus genes cuentan con otra opción más viable. Y más simple de lo que parece.

Por un lado, necesitará contar con alguien dispuesto a hacerse cargo de ella y atender sus necesidades. Un proveedor. Su pareja beta actual es el candidato idóneo para adoptar este rol.

Por otro, le hará falta alguien capaz de asegurarle una descendencia fuerte, sana y capaz de reproducirse con éxito. Un amante. En principio, cualquier hombre que ella perciba como más Alfa que su pareja actual puede, por así decirlo, solucionarle la papeleta.

En esto consiste, a grandes rasgos, lo que yo llamo la fantasía de Marido y Amante. Con todo, aunque el modelo expuesto es el más típico, a veces se dan variaciones sobre el mismo.

Por ejemplo, puede ocurrir que el marido sea percibido por la mujer como bastante Alfa, pero que esta eche a faltar en él dosis adecuadas de Romance
[45]
. En tales casos, sus genes encontrarán mayor VSR buscando un amante que, aun cuando no sea tan Alfa como el marido, resulte apto para suplir esta carencia.

También es muy frecuente que la mujer se resigne a esta fantasía solo tras haberse asegurado de que no puede convertir al amante en Príncipe Azul. De hecho, este será su propósito inicial en la mayoría de los casos reales.

Por último, aunque hemos hablado de la parte del VSR referente a la calidad de los genes y a la protección y la asistencia, no hemos dicho nada del segundo elemento. Es decir, de la capacidad por parte del compañero de ofrecerle una posición ventajosa. A este respecto, solo puedo decir que, en la práctica, la mujer intentará obtenerla de dondequiera que pueda. Esto a veces supondrá apostar por un amante poderoso, con la esperanza de que se convierta en Príncipe Azul o, cuando menos, comparta con ella parte de sus privilegios. Cuando, en cambio, el que cuente con las ventajas sea el marido, ella simplemente se limitará a seguir explotando su faceta de proveedor, buscando otras cosas en el amante.

Casualmente, la fantasía Marido y Amante se trata también de una de las que más abundan en las historias románticas dirigidas a la mujer. Con todo, al tratarse de algo censurado socialmente, en ellas es común que los autores busquen formas de justificar moralmente dichas uniones.

LAS FANTASÍAS COMO MODELOS DE ELEVADO VSR

Aunque lo hemos insinuado y se sigue de todo lo dicho, conviene enfatizar que las fantasías son modelos de elevado VSR que generalmente sirven a las estrategias reproductivas de sus poseedores.

Para entender por qué lo son, piensa en las alineaciones de genes resultantes de los diferentes emparejamientos como las «manos» o conjuntos de cartas que recibes tras barajar en un juego de naipes. Por sí sola, un tipo concreto de carta no es siempre superior a las demás. Además, lo fundamental no es recibir siempre una «mano» con las mejores cartas de la baraja, sino que estas sean lo suficientemente buenas para permitirte ganar la partida.

Por ejemplo, estaba claro que hablábamos de una «mano» repleta de Ases cuando nos referíamos al hombre y su anhelado harén. Al estudiar el caso del Príncipe Azul, también parecía obvio que nos referíamos a una excelente baza. Pues resulta evidente el elevado VSR que dicho ideal encierra para la mujer.

En el caso de la Media Naranja, se intentaba suplir el problema del escaso Valor con, por así decirlo, dosis extra de Romance. Es decir, con más Asistencia y Protección. Aunque la fantasía de la Media Naranja no ofrece tanto VSR como la del Príncipe Azul y, por lo tanto, ejerce un influjo menos poderoso que esta, se adapta mejor a las posibilidades reales de la mujer media, que no puede aspirar. Es por ello que existe.

En cuanto a la fantasía que llamo Marido y Amante, esta pretende ofrecer un alto VSR obteniéndolo de varias fuentes. Como hemos visto, las fórmulas en que puede darse son múltiples. Por ejemplo, Amante Alfa/Marido Proveedor, Marido Alfa/Amante Romance, Marido Poderoso/Amante Alfa
[46]
, Marido Proveedor/Amante Poderoso, etc.

LAS FANTASÍAS NO SON ASPIRACIONES SIEMPRE CONSCIENTES Y NO SIEMPRE SE REALIZAN

Al hablar de «fantasías» femeninas, no me estoy refiriendo a objetivos que las mujeres quieran realizar necesariamente. Tampoco estoy dando a entender que todas las mujeres tengan que tener una conciencia clara de ellas.

En realidad, solo me refiero a anhelos ciegos, casi instintivos, que nos hacen responder con vehemencia a ciertas situaciones imaginarias o reales. Nuestros genes nos han programado para que así sea, pues que dichas reacciones tengan lugar redunda en su beneficio.

Pero, ni los hombres ni las mujeres somos absolutos esclavos de esta programación. Aparte de nuestra voluntad consciente, existen otras programaciones que interfieren con aquella más primaria. Factores como nuestra cultura, educación particular, moral abrazada, religión, etc., también condicionan la conducta humana. Es decir que, en la práctica, las fantasías mencionadas no tienen por qué materializarse siempre.

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