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Authors: Gustavo Bolivar Moreno

Tags: #Intriga, #Aventuras, #Drama, #Novela

Sin tetas no hay paraíso (33 page)

BOOK: Sin tetas no hay paraíso
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Cuando Catalina le insinuó que matara a Yésica él, que no sabía hacer algo mejor en la vida, pensó que esa era la mejor y la única manera de conquistarla, pero se equivocó, fue ahí donde mordió el anzuelo y perdió. Por eso cuando un miembro de la fiscalía le contestó el teléfono en lugar de Catalina supo que algo andaba mal y se devolvió al escenario del crimen a ver qué era lo que estaba sucediendo. Abriéndose paso entre los curiosos la encontró encogida en el piso, ensangrentada, muerta y sonriente. Quiso abalanzarse sobre su humanidad inerte para depositar en su boca el beso que jamás pudo darle y que siempre soñó, pero se contuvo y salió corriendo como loco a desquitarse del mundo. Mató a sangre fría a los dos secuaces que le dispararon a la única mujer que había amado en su vida y luego intentó dispararse, sin contemplaciones ni reparos filosóficos ni religiosos, un balazo en cada sien, con un par de pistolas que apretaba entre sus manos temblorosas. No pudo o mejor, consideró que la muerte era poco castigo para lo que había hecho y optó por dejarse morir por el tiempo. Cada año se le ve tomando café a la misma hora y en el mismo lugar donde cayó su amada. Allí, en el puesto donde estuvo Catalina esperando la muerte con el sonido de la moto taladrando su cabeza, «Pelambre» abre la Biblia, lee el versículo de San Lucas que tachó la malograda mujercita y le busca la charla a cualquier desprevenido o desprevenida del lugar a quien le cuenta la historia de una niña que centró su universo en el aumento de la talla de su busto para no dejarse desplazar de la pobreza.

Vanessa y Ximena nunca pudieron abandonar su triste vida nocturna brindando placer a los hombres a cambio de dinero. La suerte para Paola fue distinta pues uno de sus clientes, un extranjero experto en comunicaciones que se encontraba haciendo un trabajo temporal en la ciudad, le pidió que se casaran y cómo no, ella aceptó. Hoy en día se encuentra viviendo en Budapest esperando un hijo de Frank Brunelly. Lo supe porque me la encontré en el aeropuerto cuando yo estaba esperando un vuelo que nos llevaría a cinco colegas y a mí junto con nuestras parejas, a un viaje de placer y trabajo en las Islas Faroe, donde se estaba celebrando la «quinta conferencia mundial sobre las consecuencias del humo de cigarrillo en la mucosa de las mujeres embarazadas sin seguridad social» y a la que íbamos a asistir con dinero del erario y el aval del Presidente de la Cámara como representantes de Colombia.

Paseamos de lo lindo y jamás nos asomamos al auditorio donde se estaba llevando a cabo la dichosa conferencia. ¡Qué jartera! ¿A quién le importan, acaso, las consecuencias del humo de cigarrillo en una mujer preñada, si ellas saben que no se debe fumar ni dejar fumar delante de una mujer en ese estado y menos cuando no tienen seguridad social? De todas maneras nos asomamos al auditorio el último día del congreso, pero no por remordimiento con los contribuyentes de nuestro país, sino a recoger las memorias del Congreso, con las que llegamos a Bogotá, quince días más tarde, a organizar un debate contra el Ministro de Salud por no prohibir el cigarrillo en los lugares públicos y sobre todo en lugares concurridos por mujeres en estado de gestación.

Durante el viaje a Islas Faroe le escuché decir a un colega, que su hija de 16 años, que estaba terminando el bachillerato, le había pedido como regalo de grado el implante de silicona en los senos. No me sorprendió tanto la petición de la niña porque al fin y al cabo los narcos, la vanidad y los medios de comunicación ya les han creado, a casi todas las mujeres, la necesidad de obtener una figura protuberante. Lo que en verdad me sorprendió fue la respuesta que me entregó el papá: «Tendré que regalárselas porque si no, quién se la aguanta». A raíz de la respuesta de mi amigo y del drama de Catalina que refleja la obsesión que tienen estas niñas para conseguir los cinco millones de pesos que cuestan unas tetas, he pensado que el mejor negocio del mundo no es la política ni un cargo público con alto presupuesto, ni el tráfico de drogas, animales, pieles de cocodrilos o mujeres. El mejor negocio es la vanidad, por eso voy a comprarme un diploma de cirujano plástico y voy a montar una clínica de estética para la que ya tengo un nombre tentativo: «Tetas Factory».

FIN

GUSTAVO BOLIVAR MORENO (Girardor, Colombia), es periodista, guionista y escritor. Entre otros, ha publicado los libros
El candidato, El cacique y la reina y Así se roban las elecciones en Colombia
. Ha escrito mas de 1400 horas-guión para programas televisivos, periodísticos, docudramas, series, novelas y documentales. También ha trabajado guiones cinematográficos y de teatro. Ha sido galardonado con diversos premios y reconocimientos.

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