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Corran redujo ligeramente el nivel de propulsión, igualando su velocidad a la de Ooryl.

—Ala Tres a guía… Todos estamos en formación, señor.

—Recibido, Nueve. Manténgase a la escucha.

—Entendido. Guía.

Corran no pudo evitar sonreír. Cuando estaba en la Fuerza de Seguridad de Corellia siempre había odiado las misiones de escolta, pero después de dos semanas sin volar se hubiese ofrecido voluntario para atacar Estrellas de la Muerte incluso si éstas se hubieran encontrado suspendidas alrededor de un sistema como perlas en un collar. Incluso durante su huida de Corellia se las había arreglado para volar un mínimo de una vez a la semana, a pesar de que eso quedaba totalmente fuera del perfil de identidad que Gil Bastra había creado para él. Volvió la cabeza para mirar a Silbador.

—¿Qué tal se ha estado portando Emetrés? ¿Ha encontrado alguna información basada en su análisis de la identificación que Gil preparó para mí?

Silbador respondió con un gemido quejumbroso, y la palabra «No» apareció en la pantalla.

—Sí, a mí tampoco me gusta nada la idea de no volver a ver nunca a Gil…

—Corran echó un vistazo al monitor de sensores. —Incrementa un poco tu velocidad, Doce, porque veo que estás empezando a quedarte rezagado. ¿Tienes problemas?

—Ninguna dificultad. Obedeciendo.

—Perfecto. Mantente cerca. Esta misión debería resultar lo suficientemente sencilla para que hasta un pastor de nerfs pudiera llevarla a cabo, pero el otro lado devolverá el fuego, así que tenemos que ir con cuidado.

A pesar de la jovialidad de su tono, Corran sabía que las cosas podían llegar a ponerse feas. Varios operativos de la Alianza habían estado llevando a cabo exámenes de mundos del Núcleo para evaluar el clima político y determinar el poderío de las fuerzas imperiales que los protegían. En uno de los trayectos de vuelta a su base de operaciones —conocida por los pilotos únicamente como «Base de los Bribones Negros» con la localización no especificada por razones de seguridad—, se tropezaron con el crucero de ataque
Devastación
. Los rebeldes descendieron en un pequeño planeta selvático del sistema de Hensara. Habían hundido su nave, una fragata modificada del servicio de aduanas imperial, en un profundo lago y no disponían del equipo necesario para llevar a cabo las reparaciones que les hubiesen permitido volver a ponerla en movimiento.

El
Devastación
envió a la superficie un caminante imperial y dos exploradores, junto con dos pelotones de soldados de las tropas de asalto. Aunque según los informes sus progresos en la búsqueda de los rebeldes habían sido lentos, empezaron relativamente cerca del lago, por lo que el descubrimiento de la nave sólo era cuestión de tiempo.

La Alianza ya se había resignado a la pérdida de la fragata y pretendía llevar a cabo un discreto rescate de los operativos, pero entonces el
Devastación
había abandonado el sistema, proporcionando así una oportunidad de llevar a cabo las reparaciones y recuperar la fragata
Batalla de Yavin
.

Wedge transmitió al escuadrón las coordenadas para el desplazamiento hasta el sistema de Hensara. A fin de ocultar la situación de su base, el viaje se llevaría a cabo en tres etapas. El primer salto, que no sería muy largo, los llevaría hasta su primer punto de tránsito, un sistema estelar deshabitado que no se encontraba muy lejos del sistema de Morobe. Desde allí volverían a saltar en dirección al Borde para poner rumbo hacia el segundo sistema de tránsito, y luego llegarían al sistema de Hensara.

Los múltiples saltos y cambios de dirección añadirían horas al tiempo de vuelo, pero ocultar su punto de origen era vital. La Alianza ya había descubierto que el primer resultado de dispersar sus fuerzas era hacer que al Imperio le resultara prácticamente imposible asestar un golpe mortal a la Rebelión. Pero si no hubiera sido por los esfuerzos de un puñado de valientes en Hoth, los cuarteles generales de la Rebelión ya habrían sido destruidos…, y la Rebelión habría sido destruida junto con ellos. Si no adoptaban precauciones, revelarían la situación de su base y se expondrían a sufrir una severa represalia.

Ejecutaron el primer salto en cuanto Wedge dio la orden, y emergieron en la periferia del sistema de tránsito sin haber sufrido ningún percance. Los ala-X maniobraron rápidamente para entrar en el vector de salida, y luego tuvieron que esperar un rato mientras el
Patinaje
y la corbeta corelliana
Eridain
se reunían con ellos. Corran redujo un poco la velocidad, aumentando la distancia que lo separaba del gandiano.

Las naves de mayores dimensiones comunicaron que ya estaban listas, por lo que todo el convoy entró en el hiperespacio y apareció intacto en el segundo sistema de tránsito. El ajuste de curso llevado a cabo allí no fue tan radical como el efectuado en el primer sistema, y eso les permitió reemprender la marcha rápidamente y aparecer en el sistema de Hensara justo en el límite del tirón gravitacional del tercer planeta.

Corran oyó cómo la voz de Tycho surgía del comunicador.

—Jefe Rebelde, el capitán Afyon comunica que el sistema está limpio. Pueden entrar sin problemas.

—Recibido, Control. El Grupo Tres se encargará de la PCA. El Dos y el Uno irán conmigo.

Corran permitió que sus labios articularan un suave gruñido, Encargarse de la Patrulla de Combate Aeroespacial significaba que su grupo permanecería estacionado fuera de la atmósfera de Hensara III para montar guardia contra una posible incursión de cualquier fuerza imperial. Los otros ocho cazas del escuadrón escoltarían al
Patinaje
durante el descenso y se encargarían de acabar con los insectos del barro y los perros de duracero que habían estado persiguiendo a Dirk Harkness y sus compatriotas en el planeta. Las misiones de ataque contra tropas de superficie —incluso si se trataba de soldados de las tropas de asalto— no estaban consideradas como acciones muy meritorias, pero aun así siempre eran preferibles a recorrer los estratos superiores de una atmósfera perdiendo el tiempo y disparando contra la nada.

El corelliano se encogió de hombros.

—Bueno, puede que destruir un AT-AT le alegre un poco el día a Jace…

Silbador emitió un trino entrecortado que resultó lo más parecido a una risa que era capaz de producir un androide.

Corran lo acompañó con una carcajada de su cosecha.

—Jace está convencido de que es un auténtico as —dijo después—. No entiende por qué los pilotos de los TIE se niegan a ponerse en fila para que él los vaya convirtiendo en vapor.

La siguiente comunicación de Tycho interrumpió el comentario de respuesta de Silbador.

—Control a todas las unidades. Un crucero de ataque acaba de entrar en el sistema. El perfil encaja con el
Devastación
, pero se han añadido dos hangares de cazas. El crucero está lanzando cazas TIE al espacio.

—Grupo Tres, coloquen los estabilizadores-S en posición de ataque. —Corran echó un vistazo a su diagrama de sensores—. Orientación general del grupo, doscientos setenta y dos grados.

—Aquí Control. Tengo treinta y seis, repito, treinta y seis cazas TIE lanzados al espacio: seis interceptores, seis bombarderos y veinticuatro, repito, veinticuatro cazas estelares. La
Eridain
inicia maniobras evasivas. Un momento… Confirmación: los bombarderos se dirigen hacia la superficie del planeta.

—Recibido, Control —dijo la voz de Wedge, clara y firme a pesar de que estaba siendo mordisqueada por la estática—. Tres y Cuatro, los bombarderos son vuestros. El resto son nuestros. Impedid que se acerquen a la
Eridain
.

—Entendido, Jefe Rebelde. —Corran puso la impulsión al máximo—. Adelante, Grupo Tres. Id hacia el centro, y disparad contra todo lo que no sea un ala-X. Llamad si necesitáis ayuda.

Corran sabía que en circunstancias normales avanzar hacia las fauces de una formación enemiga hubiera sido suicida, pero de todas maneras una relación de fuerzas de treinta a cuatro tampoco resultaba muy beneficiosa en lo referente a la supervivencia a largo plazo. Dado que el huir no era una opción, hacer lo que el enemigo no esperaba que hiciese le proporcionaría uno o dos segundos de sorpresa, y eso le ayudaría a prolongar su vida aunque sólo fuera por ese reducido lapso de tiempo.

Sosteniendo suavemente la palanca de control y desviándola hacia un lado de manera casi imperceptible, Corran hizo que el ala-X iniciara una maniobra de tirabuzón lateral. Los movimientos espasmódicos del morro de la nave significaban que le hubiese resultado más fácil pasar calor en Hoth que acertarle a algo, pero al mismo tiempo eso también hacía que resultara mucho más difícil darle. Corran dirigió más energía hacia sus escudos, y luego se abrió paso a través de una nube de haces láser antes de penetrar en la formación imperial.

Tiró de la palanca de control, deteniendo las ondulaciones para lanzarse en línea recta hacia una bandada de cazas TIE. Centró un caza estelar en sus miras y dejó que recibiera una andanada cuádruple. Luego viró hacia estribor mientras el globo ocular estallaba y terminó el viraje con un vector recto que continuaba su curso original, con una desviación de medio kilómetro hacia la derecha añadida. Mientras la formación de cazas TIE se desmoronaba detrás de su popa, Corran apareció al otro lado de ella.

Invirtiendo su ala-X, hizo que el caza describiera un rizo que le permitió seguir la estela de los TIE aunque lo situó ligeramente por debajo de su formación. Manteniendo el morro hacia arriba, Corran volvió a avanzar. Escogió un interceptor TIE que se había desviado hacia la derecha mientras su compañero de vuelo derivaba hacia la izquierda. Ooryl persiguió al segundo enemigo. El otro interceptor convirtió su viraje en un rizo en forma de lágrima calculado para colocarlo sobre la popa del gandiano.

Los cuatro láseres de Corran redujeron a fragmentos el ala de estribor del interceptor e hicieron estallar uno de los dos motores iónicos gemelos. El otro, operando a plena potencia, alejó al bizco en un vertiginoso e incontrolable girar. Corran no pudo evitar sentir una punzada de simpatía por el piloto, y después se lanzó sobre el centro de la formación de cazas TIE.

Los ala-X que empezaron a abrirse paso a través del enjambre de cazas TIE contaban con una ventaja no esperada, ya que disponían de una relación camaradas-objetivos muy elevada a la hora de disparar. Además, y como los ala-X disponían de escudos, incluso una andanada disparada contra un camarada debido al apresuramiento tenía muchas probabilidades de no resultar fatal. Pero no podía decirse lo mismo de los cazas TIE, porque una ráfaga de sus cañones láser podía matar a un camarada o dejarlo paralizado en el espacio.

Corran lanzó una andanada contra un caza estelar y vio cómo se desintegraba. Un trino de advertencia de Silbador, y el corelliano dejó caer el pie derecho sobre el pedal del timón etérico. La popa del ala-X se desvió bruscamente hacia la izquierda, sacando al caza de la línea de fuego de un interceptor al mismo tiempo que dirigía su morro hacia la nave cuando ésta pasaba junto a él. Corran hizo que el ala-X virase noventa grados, tiró de la palanca de control con todas sus fuerzas y luego completó la inversión y se lanzó sobre la cola del enemigo. El corelliano descargó un devastador diluvio de kilojulios de energía sobre la cabina en forma de cola y contempló cómo la nave estallaba en mil pedazos.

—Nueve, desvíate hacia la izquierda.

Sin necesidad de pensar, Corran dirigió la palanca de control hacia babor y vio cómo los destellos verdosos de los haces láser pasaban por el punto en el que había estado hacía tan sólo unos momentos. Más llamas láser de un vivo tono rojizo se desplazaron a lo largo de esas mismas líneas, y algo estalló en el espacio.

—Gracias, comandante.

—Ha sido un placer, Nueve.

Corran empujó la palanca de control hacia adelante y descendió para mantenerse alejado de la masa de cazas estelares. Con la llegada del resto del escuadrón, el corelliano sabía que no podría seguir las trayectorias de todas las naves y distinguir al amigo del enemigo. Mientras volvía a ascender, Corran empezó a percibir una reducción bastante significativa del número de haces láser que permeaban la nube de cazas en comparación con los que la habían estado atravesando cuando las fuerzas se encontraban mucho menos igualadas.

—Hay tantos virajes y maniobras que nadie puede localizar un blanco y mantenerse pegado a él durante el tiempo suficiente para reducirlo a polvo.

Ascendiendo para seguir con su curva alrededor de la periferia de la batalla, Corran vio cómo un ala-X intentaba alejarse de ella con un caza estelar que se mantenía muy cerca de su cola. Sus sensores le dijeron que la nave de la Alianza estaba siendo pilotada por Gavin. Corran midió la trayectoria de Gavin, y después cambió el curso y empezó a descender en un vector de tangente.

—Rebelde Cinco, desvíate hacia la derecha.

El caza de Gavin se elevó bruscamente sobre su estabilizador de estribor y se alejó en un ángulo tan pronunciado que arrojaba bastantes dudas sobre la existencia de la inercia. El caza estelar que le había estado siguiendo intentó imitar su maniobra, pero ni el piloto ni la nave eran lo suficientemente buenos para conseguirlo. Corran llegó y abrió fuego mientras el TIE viraba. Sus cuatro láseres reventaron el módulo esférico con tanta facilidad como si fuera una burbuja, haciendo que las alas hexagonales se desprendieran de él para surcar el espacio.

Antes de que el joven corelliano tuviera tiempo de sonreír, su ala-X fue sacudido por una potente vibración. Los instrumentos de Corran indicaron que su escudo de popa había sufrido serios daños.

—Dame una fijación sobre ese TIE, Silbador.

Corran invirtió el curso y descendió, y luego tiró de la palanca de control para describir un nuevo rizo en forma de lágrima y aparecer sobre la cola del TIE. Pero en vez de estar allí donde Corran esperaba que se encontrara, el TIE, un interceptor, apareció junto a su estabilizador de babor siguiendo una trayectoria en ángulo recto con su curso. Corran accionó su timón izquierdo y luego ejecutó un rápido rizo que le proporcionó una visión del planeta suspendido encima de su cabeza con el interceptor que se alejaba velozmente de su ala-X.

Justo cuando Corran empezaba a temer que su objetivo conseguiría alejarse lo suficiente para que Tycho o la
Eridain
lo hicieran pedazos, el interceptor ejecutó su propio rizo en dirección al planeta y empezó a venir hacia él. «Un combate cara a cara… Sabe lo que se hace». Tal como habían observado incontables veces Wedge y Tycho durante los entrenamientos, la mayoría de victorias tenían lugar en los enfrentamientos cara a cara. «Pero yo también sé lo que me hago…».

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