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—Vigila nuestra cola, Silbador.

Corran dio máxima potencia a sus escudos delanteros y se lanzó contra el interceptor. Los números del indicador de distancias del monitor de centrado y puntería se sucedían a tal velocidad que apenas podían distinguirse. La mira se puso verde y Corran disparó, pero no pudo ver qué daños había causado debido al espectáculo lumínico producido por los haces láser del interceptor al chocar con sus escudos en un tozudo intento de atravesarlos.

Corran dejó caer el pie derecho sobre el pedal de dirección, obligando a la nave a describir un giro de 180 grados. Poniendo la impulsión al máximo, disipó su inercia y luego dejó los motores en el nivel cero de propulsión. Desplazó el control de armas a la posición de los torpedos protónicos con el pulgar y obtuvo una potente nota musical cuando logró dejar atrapado al interceptor en el centro de la caja de puntería. Su dedo se tensó sobre el gatillo, y un torpedo se alejó de él cabalgando sobre un chorro de llamas azuladas.

El torpedo no tardó en alcanzar al interceptor, pero el piloto del TIE, confirmando su posesión de las capacidades que Corran había estado dispuesto a otorgarle antes, consiguió que su nave se apartara de la trayectoria del torpedo en el último segundo. Por desgracia para él, sus maniobras y el ataque de que acababa de hacer objeto a Corran le habían llevado hasta la periferia de la atmósfera de Hensara. Aunque ésta no era particularmente densa, el choque con ella a la velocidad a la que se estaba moviendo el interceptor resultó devastador. El ala de estribor quedó hecha pedazos, y el interceptor salió despedido en sentido contrario.

—Control, aquí
Patinaje
. Vamos hacia allá… Tenemos compañía que quiere volver a casa.

—Buen trabajo,
Patinaje
. Jefe Rebelde, misión cumplida.

—Ya lo he oído, Control. Que todos los pilotos se reagrupen para la salida.

La voz de Gavin surgió del comunicador, y Corran sonrió.

—Líder, dos de ellos están huyendo.

—Deje que se vayan, Cinco. Jefes de vuelo, pasen revista a sus grupos.

—Dame los datos de mi gente, Silbador. —Un diagrama de seguimiento sustituyó a los datos de puntería en la pantalla de Corran. «Nueve, Diez, Once y Doce…».—. El grupo tres está entero.

—Control a Jefe Rebelde: tengo una docena de ala-X dentro del sistema, dos interceptores en vectores de recuperación y dos lanzaderas desplegadas en misiones de recuperación de piloto.

Corran se encontró aplaudiendo.

—¿No hemos perdido a nadie?

—¿Se está quejando, Nueve?

—No, señor. No, comandante, en absoluto. Es sólo que…

—¿Sí, Nueve?

—Esto es el Escuadrón Rebelde. Tenía entendido que la mayoría de los pilotos no sobrevivían a las misiones que les encomendaban.

—Eso era cuando aún había un Emperador, Nueve. —El tono sombrío que había estado impregnando la voz de Wedge hasta aquel momento desapareció para ser sustituido por una nueva jovialidad.

—Supongo que ahí está la gran diferencia, ¿no? Volvamos a casa, chicos. Hemos obtenido una victoria que podremos celebrar sin tener que brindar por los camaradas muertos y, digan lo que digan los demás, a mí me encanta este cambio.

17

Wedge estaba sentado con la espalda apoyada en el grueso muro de la Gran Sala de lo que en el pasado había sido el Palacio del Gobernador Planetario de Talasea. El título era bastante más impresionante que el edificio y la estancia que describía. Construido con gruesas vigas de la oscura madera nativa y yeso esparcido sobre tablillas de madera, le recordaba la clase de edificaciones que había visto en los museos de Corellia. «Es algo así corno el colmo de lo primitivo…».

La incongruencia se volvió repentinamente perceptible mientras contemplaba cómo sus pilotos, sentados alrededor de un par de mesas centrales, usaban sus manos para describir los virajes y maniobras que habían ejecutado durante lo que ya habían empezado a llamar la Gran Victoria de Hensara. Hubiesen podido traer sus paquetes sensores y haber introducido el contenido en el holovisor de pantalla panorámica que había en una esquina de la sala, pero el artefacto seguía estando desconectado. Al contar las historias de viva voz los pilotos compartían no sólo lo que habían hecho —algo que hubiera sido mostrado con el máximo detalle posible por los datos sensores—, sino también lo que sentían al respecto.

«Y al hacer eso sabrán que todos forman parte de la misma unidad, y que en realidad son uno sol…». Wedge inclinó su silla hacia atrás hasta que el respaldo quedó apoyado en la pared, y luego volvió la cabeza hacia los dos alderaanianos que compartían su mesa con él.

—Hoy han hecho un buen trabajo ahí fuera.

Tycho sonrió de oreja a oreja.

—Estuvieron mejor que bien, porque la verdad es que estuvieron realmente espectaculares. Registramos treinta y cuatro victorias sobre un máximo posible de treinta y seis, y no hubo ninguna pérdida. Si no hubiera estado allí, creería que era pura propaganda.

Afyon levantó la mirada de una jarra apenas tocada del equivalente local del lum.

—Saben tan bien como yo que tuvieron una suene increíble, caballeros. Puede que esos chicos sean los mejores pilotos de la galaxia, pero vaporizar cazas TIE no hará que Coruscant caiga en nuestras manos. Eso va requerir un tipo de operación situado muy por encima de cualquier cosa que puedan llegar a hacer unos cuantos pilotos.

Wedge dejó su jarra de lum encima de la mesa.

—Capitán, llevo tanto tiempo en esta rebelión como usted. Todavía me acuerdo de la batalla de Endor, y sé que la
Eridain
luchó valerosamente.

—Gracias, comandante Antilles, pero fue a usted a quien exhibieron por toda la Nueva República como el héroe que salvó a la Rebelión.

Los luminosos ojos azules de Tycho se entrecerraron.

—Supongo que ya sabe que el comandante Antilles destruyó la Estrella de la Muerte, y que sobrevivió a la misión contra la otra Estrella de la Muerte.

—Lo sé, y sé que usted también estuvo allí. —Afyon se recostó en su asiento y frunció el ceño—. Oiga, no estoy diciendo que no se merezca el reconocimiento de que ha sido objeto, y tampoco estoy diciendo que su gente no se merezca la pequeña fiesta de que está disfrutando. Meterse en la carlinga de un caza no es lo más fácil del mundo, y los pilotos de caza tienen muchas más probabilidades de morir que la gente que viaja conmigo…, pero nuestra contribución a esta rebelión es tan importante corno la suya.

Wedge asintió lentamente.

—Ya lo sé, capitán, y si la
Eridain
no hubiese estado allí hoy para hacer que el
Devastación
se lo pensara dos veces y acaban decidiendo que entablar combate con nosotros no era tan buena idea después de todo, tendríamos que haber huido del sistema dando un salto a ciegas.

Afyon meneó la cabeza.

—No crea que está hablando con un soldado de las tropas de asalto, Antilles, y no se piense que me creo todo lo que me dicen. Estoy seguro de que se habrían lanzado sobre el
Devastación
. ¿Qué es un crucero de ataque para unos tipos que convirtieron dos Estrellas de la Muerte en agujeros negros?

El corelliano inclinó su silla hacia adelante hasta que las cuatro patas volvieron a quedar apoyadas en el suelo.

—La Nueva República podría lanzar una gran campaña publicitaria asegurando que tanto yo como este escuadrón somos inmortales e inmunes al peligro, pero no creo que usted se la tragara. Dos de nosotros, sólo dos, sobrevivimos a Yavin… Media docena sobrevivió a Hoth, y sólo cuatro de nosotros logramos salir con vida de Endor. En lo que a mí concierne, las Estrellas de la Muerte supieron estar a la altura de sus nombres.

—Bueno, pues ahora este escuadrón tiene que saber estar a la altura de su nombre. La Nueva República lo está utilizando como símbolo porque siempre resulta más fácil conseguir que la gente no vea el coste en sangre que tiene la guerra cuando puedes celebrar los esfuerzos heroicos de media docena de personas. Luke Skywalker es fácil de admirar, e inspira el deseo de seguirle. Han Solo es un hombre que surgió de la nada para convenirse en un héroe y casarse con una princesa de sangre real. Yo soy algo así como la quintaesencia del soldado que sabe hacer muy bien su trabajo. Pero ¿en qué consiste ese trabajo? Pues en dos cosas: neutralizar imperiales y, la parte que me tomo más en serio, conseguir que mi gente siga con vida.

Wedge deslizó los dedos por entre sus cabellos castaños.

—El que hoy lo hiciéramos bien o tuviéramos suerte carece de importancia…, y preferiría que se tratase de lo primero a tener que confiar en lo segundo. Lo que importa es que todos sobrevivimos, y eso es lo más aproximado a un milagro que espero ver en toda mi vida. Lo que no hay que olvidar es que no puedo confiar en nuestra suene o en nuestra habilidad. No puedo permitirme llegar a creer que lo hicimos todo muchísimo mejor que el adversario, y no puedo permitir que mis pilotos lo crean. Si llegan a creerlo, morirán corriendo riesgos que jamás hubiesen debido correr.

Afyon se chupó los dientes durante un segundo.

—Tiene razón. Supongo que lo que me ocurre es que me acuerdo de las Guerras Clónicas y de la forma en que repartían las etiquetas de «héroe…». Cualquiera pensaría que una docena de Jedis y dos docenas de pilotos temerarios ganaron todas las batallas sin ayuda de nadie, ¿verdad? Ni siquiera todos los años que pasé luchando por la paz, al igual que hizo la mayoría de la gente en Alderaan, han conseguido disipar esa sensación de injusticia en lo que respecta a los méritos de la guerra que se había adueñado de mí. Qué extraño, ¿verdad? Deseaba la paz lo suficiente como para defender el proceso de desarme de mi planeta natal, y sin embargo seguía ardiendo en deseos de que reconocieran mi parte de mérito en lo referente a la guerra…

El otro alderaaniano presente en la mesa meneó la cabeza.

—Uno de los problemas que todos tenemos es el de que intentamos pensar en nosotros mismos utilizando términos generales, y eso disimula algunas de las inconsistencias que nos hacen ser quienes somos. Vemos a todos los imperiales como rancors, y ellos nos ven a todos como nerfs. El mero hecho de que los veamos como un frente unido ya es ridículo, de la misma manera que no todos nosotros estamos unidos…, tal como demuestra esta discusión.

Afyon sonrió.

—No había oído esa clase de razonamientos filosóficos desde que nuestro mundo…

Tycho asintió solemnemente y apretó el hombro de Afyon con su mano derecha.

—Lo sé, lo sé. —Sonrió y volvió la mirada hacia los pilotos que ocupaban el centro de la sala—. Me temo que este grupo no inspira ese tipo de filosofía, y agradezco tener la ocasión de poder compartirla con otro alderaaniano.

Wedge miró a los pilotos y después echó su asiento hacia atrás hasta que el respaldo chocó con la pared en el mismo instante en que el twi'lek se levantaba. Nawara Ven extendió una de sus colas cefálicas sobre el hombro igual que si fuera un pañuelo para el cuello, y después se tambaleó ligeramente. Wedge no estaba seguro de si la causa de aquella leve pérdida del equilibrio había que buscarla en la despreocupación con que había manejado su cola cefálica o en la bebida. El lum destilado por el equipo de tierra poseía la potencia del brandy corelliano y —al menos según Gavin— el estimulante aroma de un herbívoro de Tatooine en celo.

Nawara consiguió permanecer casi totalmente erguido mientras avanzaba con paso un tanto vacilante por entre las mesas hasta detenerse delante de Wedge.

—Disculpadme, nobles líderes, pero solicito que vuestras estimadas personalidades actúen como tribunal a fin de que dictaminen sobre una cuestión. —El twi'lek se llevó una mano al pecho—. Debido a mi pasado de profesional de la justicia, se me ha designado como ahogado neutral para que les presente los casos.

Wedge no pudo reprimir una sonrisa.

—Adelante, abogado.

—Gracias, señor. —Nawara se volvió hacia los otros pilotos—. En primer lugar, tenemos el caso del peor piloto de la unidad. Permítanme presentarles a Gavin Darklighter, quien ha obtenido este galardón en virtud del hecho de no haberse anotado absolutamente ninguna victoria el día de hoy.

El claro alivio que había en los rostros de Lujayne Forge y Peshk Vri'syk resultaba mucho más fácil de interpretar que el fruncimiento de ceño de Gavin. Wedge sabía que el «premio» tenía que haberle herido profundamente, pero Gavin era joven. El resto del escuadrón había estado dispuesto a ser muy indulgente con él debido a su juventud, pero ese privilegio tenía sus límites y una duración determinada. En opinión de Wedge, Gavin no era ni con mucho el peor piloto, pero su falta de victorias iba a permitir que sus compañeros del escuadrón lo pasaran en grande torturándole un poco.

Nawara señaló a Gavin con una mano.

—El acusado se pondrá en pie.

Gavin permaneció sentado.

Bror Jace le agarró por el hombro de su traje de vuelo y le levantó de un tirón.

—Aquí está: el peor que tenemos. Al igual que los pilotos de los TIE, su total de victorias es cero.

El tono seco y cortante de la voz de Jace hizo que Shiel, el compañero de vuelo de Gavin, torciera el gesto. Una oleada de rojo inundó el rostro de Gavin, y los músculos de su mandíbula se tensaron cuando apretó los dientes. Jace se rió y tiró del hombro de Gavin, igual que un titiritero que estuviese manipulando una marioneta.

El twi'lek, que no parecía haber percibido la incomodidad de Gavin, sonrió al tribunal.

—Ya hemos decidido que debería emplearse alguna clase de castigo a fin de estimular una mejora en el comportamiento.

Wedge volvió la cabeza hacia los otros dos miembros del tribunal.

—¿Alguna idea, caballeros?

Tycho levantó un dedo.

—Me parece que convertir a Gavin en el aprendiz oficial del mejor piloto, haciendo que se encargue de sus recados y de todo ese tipo de cosas, quizá le proporcionaría la situación ideal para aprender a mejorar.

«Me gusta, Tycho. Corran no será demasiado duro con él, y la responsabilidad añadida le proporcionará otra cosa en que pensar que no sea tu situación…»., pensó Wedge, y asintió.

—Creo que es una buena idea. ¿Capitán Afyon?

—Claro. Puedo asegurar que me encantaría disponer de un ayudante que redactara todos los informes operacionales de la
Eridain
.

La sugerencia del capitán Afyon arrancó un gemido colectivo al escuadrón, por lo que Wedge decidió archivar en su memoria la amenaza de la preparación de informes con vistas a su futuro uso disciplinario.

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