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Salm meneó la cabeza.
—No si el
Eviscerador
llega demasiado tarde. Nuestro plan consiste en llevar a cabo una finta en Jagga-Dos. El
Emancipador
y el
Liberador
entran en el sistema, utilizando un vector que los llevará al perímetro exterior del pozo gravitatorio creado por el séptimo planeta, un gigante gaseoso. Despliegan mi Ala Defensora y otra ala de cazas, igualando así la dotación de cazas de que dispone el
Eviscerador
. El
Eviscerador
desplegará sus cazas y, protegido por su pantalla, avanzará para entablar combate con nuestros navíos.
»Incluso a velocidad máxima, harán falta dos horas para que nuestras naves puedan entablar combate. Nuestros cazas no estarán viajando a la velocidad máxima, y nuestros Destructores Estelares estarán retrocediendo. El
Eviscerador
creerá que estamos huyendo ante su aproximación o, como mínimo, que tratamos de evitar el tener que combatir. Cuando el
Eviscerador
llegue a la posición intrasistémica que le permitiría entablar combate, nuestros navíos pasarán a la velocidad lumínica. Los Destructores Estelares pondrán rumbo hacia Ord Mirit, mientras que los cazas se dirigirán hacia Borleias. Su posición dentro del sistema y la presencia de planetas que actuarán como cruceros lnterdictores naturales harán que el
Eviscerador
no pueda seguir inmediatamente a nuestros Destructores.
Ackbar entrecerró los ojos.
—Y entonces el
Eviscerador
pondrá rumbo hacia Borleias.
—¿Sin sus cazas? —Salm meneó la cabeza—. Los TIE no pueden entrar en el hiperespacio por sí solos de la manera en que sí pueden hacerlo nuestros cazas. Tendrán que ser recuperados, y eso exigirá cierto tiempo. Borleias puede defenderse, y además resultará obvio que la finta llevada a cabo en el sistema de Venjagga pretende mantener alejado de Ord Mirit al
Eviscerador
.
El almirante le lanzó una mirada impenetrable.
—¿Y qué razón podría tener el capitán del
Eviscerador
para llegar a creer que había algo de valor en Ord Mirit?
Wedge sonrió.
—Hemos pensado que algunos de los descifradores bothanos estarán dispuestos a hacer lo que sea con tal de borrar su error. Queremos que entren en las redes imperiales y que introduzcan información capaz de sugerir que una instalación, anteriormente secreta y que acaba de ser descubierta en Ord Mirit, quizá contenga la clave que podría permitir localizar la flota Katana.
Apenas vio el efecto que sus palabras habían tenido sobre Ackbar, Wedge sintió cómo un escalofrío helado descendía por su columna vertebral. Hubo un tiempo en el que la flota Katana había sido totalmente real, pero ya se había convertido en una leyenda antes de que empezaran las Guerras Clónicas. Formada por más de cien navíos conectados por circuitos esclavos, la flota entró en el hiperespacio y nunca volvió a ser vista. Con el Imperio desmoronándose, la posesión de esa flota convertiría a su poseedor en el auténtico gran poder de la galaxia. Si la Alianza lograba dar con ella, la Nueva República se volvería invencible. Si era encontrada por un oficial imperial, verían nacer a un nuevo Emperador.
—Ningún oficial que esté en su sano juicio creerá que la flota Katana pueda ser encontrada. —La boca de Ackbar se abrió para formar una sonrisa—. Pero ningún oficial que esté en su sano juicio puede permitirse rechazar la posibilidad de que pueda ser encontrada. El
Eviscerador
tendría que ir a Ord Mirit y Ord Mirit se encuentra a…, ¿a doce horas de Borleias yendo a velocidad de flanqueo, quizá?
—Añada las cuatro horas necesarias para ir desde Venjagga hasta Ord Mirit, y disponemos de un mínimo de dieciséis horas para tomar Borleias. —Wedge asintió solemnemente—. El inicio de la incursión contra Borleias será muy sencillo. El Escuadrón Rebelde llega y destruye el conducto. Esperarnos que nuestra aparición y nuestra retirada atraigan una considerable cantidad de atención, porque mientras estemos combatiendo el teniente Page y sus comandos, así como varias unidades similares más, utilizarán el conducto para entrar en la base de Borleias y dejarla incapacitada. También atacarán el espaciopuerto de la estación de biótica. Si lo hacen todo bien, los pilotos de los TIE enviados para detenernos no se enterarán de que la propiedad ha cambiado de manos hasta que vuelvan a casa. En cuanto los comandos hayan logrado acceder a sus objetivos, mi gente se irá.
—La llegada de mi Ala Defensora y de los otros cazas de Venjagga proporcionará una distracción lo suficientemente grande a la base de Borleias para que la gente de Page pueda tomar el control rápidamente, sin necesidad de dañar nada de cuanto utilizaremos posteriormente para defender la base.
Las espinas faciales de Ackbar temblaron de manera casi imperceptible.
—Este regreso a Luna Negra exigirá adoptar unas medidas de seguridad realmente excepcionales.
—Sí, señor, pero contamos con ciertas ventajas en ese terreno. La luna se encuentra en tal posición que obstruye nuestra ruta de escape, por lo que Derricote no se imaginará que vayamos a volver. Estamos preparando un paquete simulador que oculta la identidad de nuestro objetivo. El vuelo sobre la superficie lunar será disfrazado como la travesía de un campo de asteroides, lo cual hará que nuestra gente crea que vamos a atacar un planeta rodeado de anillos. —Wedge sonrió—. Esta vez nuestros pilotos no sabrán adónde van a ir, pero por lo menos sí sabrán con qué van a encontrarse cuando lleguen allí. El mon calamariano asintió.
—Tendrá que ocultar su situación a su oficial ejecutivo.
—Lo sé, y él también lo sabe. No forma parte de la operación, por lo que ha aceptado esa ignorancia forzosa.
El mon calamariano se levantó.
—Creo que es un buen plan, y todavía puede ser mejorado. Pero hay una cosa que me preocupa, comandante Antilles. Es algo que tiene que ver con su Escuadrón Rebelde y con los comandos.
—¿Sí, señor?
—Si las operaciones son iniciadas de manera simultánea, y debo suponer que así será para impedir que una posible alarma dada por el
Eviscerador
no coloque a Borleias en un estado de alerta máxima a tiempo de echar a perder todos sus esfuerzos, transcurrirán como mínimo cuatro horas antes de que podamos hacer llegar más contingentes a Borleias. Los sistemas de apoyo vital de un traje de vuelo disponen de energía para tres horas, y eso significa que quien quede a la deriva en el espacio morirá.
—Lo sé, señor.
—¿Y su gente lo sabe?
Wedge meneó la cabeza.
—Pero lo sabrán antes de despegar. Cuento con seis naves en condiciones de operar, así que la misión será de naturaleza voluntaria.
—Y terriblemente arriesgada. —El almirante Ackbar asintió con lenta solemnidad—. Volvamos a repasar el plan para estar totalmente seguros de que los beneficios justifican su probable coste. Me parece que ahora ya podría convencer al Consejo Provisional de que lo aprobara, pero unas cuantas modificaciones asegurarán dicha aprobación. Y si las cosas van bien, el camino hacia Coruscant por fin quedará abierto para nosotros…
Corran mantenía el rostro medio escondido detrás de la mano derecha, y sólo se atrevía a contemplar el holograma flotante del mundo mítico de Phenaru Primera con el ojo izquierdo. Aparte de la adición de un anillo de asteroides y un océano allí donde estaba el continente del sur, y de algunos ajustes en los perfiles costeros, era exactamente igual a Borleias. El mundo proyectado por el ordenador giraba lentamente por encima del cilindro en el pozo de la sala de reuniones de los pilotos. Tenía un aspecto tranquilo y casi apacible, especialmente sin las superposiciones de las corrientes de aire que Silbador acostumbraba a proyectar sobre él.
«Pero por muy apacible que parezca, no es el sitio en el que quiero morir…»., pensó Corran.
Wedge prosiguió con su exposición.
—Nuestro objetivo es un conducto de ferrocreto de aproximadamente cuatro metros de diámetro y cuarenta metros de longitud. Está reforzado, y dispone de cables de suspensión que ayudan a sostener su peso. Un solo torpedo protónico debería bastar para destruirlo, pero no estamos muy seguros de hasta qué punto aparecerá con claridad en los ordenadores de puntería. Suponiendo que consigamos obtener una fijación de blanco para hacer el disparo, probablemente habrá que efectuarlo a una distancia muy reducida.
Nawara Ven se acarició lentamente el extremo de una de sus colas cefálicas.
—¿Meterse por ese valle tan estrecho y acertarle a algo que tiene un tercio del tamaño de un ala-X, y eso sin poder contar con la ayuda de un ordenador de puntería? No puede hacerse.
Gavin meneó la cabeza.
—Eso no es nada. En el Cañón del Mendigo…
El joven se apresuró a callarse en cuanto Wedge le dirigió un enarcamiento de ceja.
—Creo que ningún piloto procedente de Tatooine ha pensado jamás que una misión pudiera ser realmente difícil de llevar a cabo, especialmente cuando la misión consiste en volar por el interior de un cañón.
—Bueno, señor… Realmente el objetivo no es tan, tan pequeño, ¿verdad?
Corran se echó a reír.
—Par de metros más o menos, el objetivo tiene el tamaño de un hutt acostado. Y además, el conducto probablemente podrá moverse bastante más deprisa que un hutt.
Incluso Wedge celebró el comentario con una carcajada, pero Corran sabía que la reacción de hilaridad general no se debía al más bien escaso humor que contenían sus palabras. Todos los presentes en la sala —los nueve pilotos del Escuadrón Rebelde que seguían con vida y Tycho Celchu— sabían que la misión que les estaban presentando era muy difícil. El origen de las carcajadas había que buscarlo en la tensión nerviosa que producía el mirar a la muerte cara a cara, y en el hecho de saber que la muerte era la que tenía más probabilidades de salir vencedora en aquella nueva partida.
—El auténtico problema de esta misión es el tiempo de que dispondremos sobre el objetivo —dijo—. Vamos a utilizar una lluvia de meteoros como cobertura para nuestra inserción en la atmósfera. Eso significa que tendremos que maniobrar a través de los asteroides tanto para llegar a Phenaru como para salir de allí. También tendremos que recorrer un vector bastante largo hasta que nos sea posible alcanzar la velocidad lumínica, a fin de poder ejecutar el salto que nos sacará del pozo gravitatorio. Todo eso significa que dispondremos de algo así como media hora encima del objetivo. Si consumimos demasiado tiempo y demasiado combustible combatiendo con el enemigo, entonces nunca saldremos de allí.
Bror Jace se rascó el inicio de barba de un rubio casi blanquecino que cubría su mentón.
—Eso supone unos márgenes de maniobra realmente muy estrechos, ¿verdad? El recorrido por el valle debería consumir una tercera parte de ese tiempo. Si sólo seis de nosotros vamos a ir, eso equivale a una pasada por cada elemento de vuelo.
—Jace tiene razón, comandante. —Rhysati frunció el ceño—. ¿No podríamos disponer de algunos depósitos de combustible auxiliares para nuestros T-65?
Wedge volvió la mirada hacia Emetrés, que permanecía inmóvil en un rincón de la sala.
—Según la última comprobación llevada a cabo sobre nuestro inventario no disponíamos de ninguno, y una consulta al sistema de peticiones de la Alianza indica que hay un montón de solicitudes pendientes de ser atendidas en la lista de espera. Eso es lo que dijiste, ¿verdad, Emetrés?
—Sí, señor. —El androide levantó una mano e inclinó la cabeza hacia un lado—. Pero ahora disponemos de unos cuantos, señor.
—¿Qué estás diciendo? —Wedge frunció el ceño—. Creí entender que habías dejado muy claro que el solicitarlos sólo serviría para perder el tiempo.
—Cierto, señor. —El androide llevó a cabo un encogimiento de hombros que no tenía nada de mecánico, y que consistió básicamente en hacer que su cabeza subiera y bajara sobre su cuello—. Vi que los necesitábamos, así que me los agencié.
—¿Te los «agenciaste»?
—Costaron un par de las armaduras de las tropas de asalto que todavía nos quedaban de Talasea, el equipo para climas fríos que no estamos utilizando en Noquivzor, y unas cuantas piezas sueltas y sistemas de repuesto para los que hay muy poca demanda.
El comandante del escuadrón contempló en silencio al androide durante unos momentos.
—¿Cuántos depósitos has conseguido? —preguntó por fin.
—Media docena.
Wedge meneó la cabeza.
—¿Y sólo conseguiste seis depósitos de combustible auxiliares a cambio de todo eso?
—Señor, cuando se interna obtener mercancía utilizando esa clase de métodos puedes conseguirla rápidamente, en buen estado o barata…, pero sólo tienes derecho a elegir dos de esas opciones. —La cabeza en forma de concha del androide volvió a su posición habitual—. Los depósitos se encuentran aquí, y Zraíi ya está preparado para instalarlos en las naves. Además, los está equipando con un dispositivo de eyección rápido para que los pilotos puedan lanzarlos al espacio en cuanto hayan quedado vacíos. Tal acción les librará de tener que cargar con un cierto peso muerto cuando se estén enfrentando con los bizcos, y esos depósitos auxiliares aumentarán en un cincuenta por ciento el tiempo que podrán pasar encima del objetivo.
Cuarenta y cinco minutos sonaban como una eternidad, y en algunos aspectos lo eran. Dentro de una atmósfera los motores consumían mucho más combustible que en el espacio debido a la fricción y la resistencia del aire. Como cazas, los ala-X eran bastante superiores a los TIE en un combate atmosférico, pero los dos escuadrones de TIE estacionados en la superficie proporcionaban una superioridad numérica de cuatro a uno al enemigo. «Las probabilidades estarán en nuestra contra, y ya agotamos todas las reservas de suerte durante nuestra visita anterior a Luna Negra…».
Rhysati levantó una mano.
—¿Y ese valle dispone de alguna clase de defensas?
Wedge meneó la cabeza.
—Que nosotros sepamos no, pero es posible que haya unas cuantas. Quien entre el primero tendrá que ir con mucho cuidado. Es muy improbable que la primera pasada consiga quedarse con el gran premio.
—No me cuesta nada creerlo. —Corran se rascó la nuca—. ¿Qué va a hacer la gente de Page? ¿Descenderán mientras estamos llevando a cabo nuestras pasadas?
—Suponiendo que fueran a hacerlo, teniente, la respuesta a esa pregunta estaría considerada como alto secreto. —Wedge titubeó durante un momento, y después asintió—. Pero es el curso de acción que parece más lógico, ¿verdad? De todas maneras, si alguno de nosotros tiene que quedarse allí, entonces… Bueno, el caso es que lo pasará francamente mal, porque tanto el combustible como la suerte se le habrán terminado antes de que se inicie el ataque para el que se nos ha encargado llevar a cabo los trabajos de preparación.