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—La preparación es el precio que hay que pagar por una vigilancia constante, agente Loor. —La voz de Derricote mantuvo su tono entre presuntuoso y desafiante, pero los marrones ojos de aspecto bovino del general empezaron a parpadear un poco más deprisa de lo que hubieran debido hacerlo normalmente—. Estamos aquí para detener a la Rebelión, y eso significa que tenemos que estar preparados.

Kirtan sonrió afablemente, y después se inclinó sobre el escritorio del general.

—Y lo están. Ha hecho muy bien al esforzarse por mantener la seguridad de esta base y, de hecho, sus sistemas de seguridad informática son más eficientes que cualquiera de los que he visto hasta ahora fuera del mismísimo Centro Imperial. Y desde la muerte del Emperador no he conocido a ningún oficial que prestara tanta atención a su deber, general…

—Mi vida está consagrada al Imperio.

—Pues yo diría que su vida está dedicada a usted mismo, general. —Kirtan permitió que las yemas de sus dedos tabalearan sobre el cuaderno de datos incorporado al escritorio de Derricote—. Me he tomado la libertad de visitar su despacho cuando usted no estaba aquí, y he consultado los archivos secretos de su cuaderno de datos. Es usted un auténtico artista. Duplica todas las peticiones y solicitudes de suministros y les añade complejas etiquetas de clasificación burocrática…, y luego las envía a múltiples mandos, cada uno de los cuales cree que usted se encuentra bajo su supervisión. Ha conseguido obtener el combustible y los suministros suficientes para mantener cuatro escuadrones de cazas TIE. Dado que aquí sólo hay dos escuadrones, he de suponer que los demás se encuentran en el complejo de biótica de Alderaan.

—No sé de qué me está hablando.

—Lo dudo, general. He leído su expediente. Estudió en la Academia Naval del Imperio, pero se concentró de manera muy especial en todas las asignaturas relacionadas con la biología y la botánica. Se encuentra perfectamente cualificado para dirigir una instalación militar de estas características, desde luego, pero posee cualificaciones realmente únicas en lo referente a conseguir que el complejo de biótica vuelva a estar en condiciones de operar. —Kirtan sonrió—. Y quizá incluso podría conseguir que volviera a dar beneficios, ¿verdad?

El rostro de Derricote se volvió de un gris ceniciento, pero su sonrisa no llegó a desaparecer del todo.

—Esto no supone una completa sorpresa para mí, agente Loor. Dispongo de recursos.

Kirtan se irguió cuan alto era y después bajó la mirada hacia Derricote.

—Eso no me sorprende, general. La instalación hidropónica de Biótica de Alderaan a duras penas llegó a ser algo más que una fuente de ahorro de impuestos para la corporación que la creó antes de que el Imperio cambiara las leyes impositivas. Cuando eso ocurrió, fue confiada al cuidado de los androides de mantenimiento y luego acabó siendo olvidada. Y después Alderaan fue sometido a lo que podríamos llamar un tratamiento disciplinario, y el mercado para los artículos procedentes de Alderaan empezó a florecer… Mis cálculos, que son de naturaleza más bien conservadora y están basados en datos de hace unos doce meses, indican que si usted lleva dos años operando ya debería haber obtenido dos millones de créditos.

—Sólo llevamos quince meses produciendo a nuestro nivel máximo, pero el capítulo de gastos generales es reducido, por lo que en realidad hemos obtenido dos coma setenta y cinco millones de créditos…, aunque una gran parte de esa suma se halla inmovilizada en inventarios almacenados en otros mundos.

—Su capítulo de gastos generales es tan reducido por la única razón de que el Imperio está financiando sus actividades, ¿verdad?

El general formó un puente con los dedos.

—Piense en ellas empleando la palabra «nuestras».

—Podría pensar en ellas como mis actividades, general. —Kirtan se cruzó de brazos—. Pero no creo que pudiera mantenerlas durante mucho tiempo. Al repasar su sistema de seguridad percibí evidencias de lo que podría haber constituido un cierto grado de interferencias de la Alianza con los mensajes de la red holográfica.

Los ojos de Derricote se endurecieron, y el general se irguió detrás de su escritorio.

—Eso es cosa de los bothanos. Siempre están intentando interferir todas las comunicaciones de la red holográfica. Yo les proporciono datos, y eso los mantiene contentos.

El repentino filo cortante que había adquirido su voz sorprendió considerablemente a Kirtan, al igual que lo hizo la transformación física del general. El mero hecho de erguirse y alzar el mentón había bastado para que Derricote dejara de ser un sicofante fracasado y servil y se convirtiera en la clase de hombre capaz de organizar el complicado engaño que había posibilitado la existencia de sus actividades agrícolas clandestinas. «Me ha mostrado únicamente lo que quería que viera para que le subestimas…».

Derricote rozó la pantalla de su cuaderno de datos con la punta de un dedo.

—Tanto la frecuencia como la duración de los contactos han estado aumentando últimamente. ¿Debo relacionar ese cambio con su visita, agente Loor, o he de limitarme a pensar que el hecho de que tanto la Alianza como el Imperio estén empezando a sentirse tan interesados por mi pequeño hogar sólo es una coincidencia?

Kirtan entrecerró los ojos.

—El sistema de Pyria es uno de los varios sistemas cuyo perfil indica que pueden ofrecerle un camino de acceso al Núcleo a la Alianza.

—El sistema de Pyria encaja con ese perfil únicamente porque los rebeldes no conocen mis defensas.

—Dos escuadrones de cazas TIE más no significarán gran cosa para ellos.

—Ah, así que después de todo hay algunas cosas que no sabe sobre Borleias… Eso sí es realmente sorprendente, agente Loor. —Derricote sonrió—. Voy a decirle una cosa, hijo: deje que yo me encargue de las defensas. Usted es un agente de inteligencia, no un genio militar.

Kirtan señaló el cuaderno de datos particular del general.

—Cuando examiné sus archivos no vi nada que indicara que es usted un genio militar, señor.

Derricote se golpeó suavemente la sien con la punta de uno de sus gruesos dedos.

—Eso se debe a que soy lo bastante listo para saber que los únicos datos que se encuentran realmente a salvo son los que están almacenados aquí arriba. He estado esperando el inicio de alguna clase de acción contra Borleias desde que descubrí que la estación de biótica seguía hallándose en condiciones de operar, y he trazado mis planes en consecuencia.

El oficial de inteligencia percibió la confianza que había en la voz de Derricote, y también aisló otro componente en el tono que acababa de emplear. «Impaciencia…».

—Está esperando ser atacado, y además arde en deseos de que le ataquen.

—Puede que haya organizado mi pequeño negocio particular, agente Loor, pero soy un hijo leal del Imperio. —El obeso general se encogió de hombros—. Y además, estuve en Derra IV. Allí aprendí a pasarlo en grande matando rebeldes, y durante mi estancia en Borleias he ido dando forma a mis planes con vistas a conseguir que este sistema llegue a ser igual de mortífero para la Alianza.

—Un convoy resultó totalmente aniquilado en Derra IV, general. Fue un acontecimiento muy elogiable, desde luego, pero no se trataba de una tuerza militar. —Kirtan meneó la cabeza—. En cambio, no dudo de que aquí tendrá que enfrentarse con lo mejor de que disponen los enemigos del Imperio…, el Escuadrón Rebelde incluido.

—Que envíen lo mejor o lo peor da absolutamente igual. —El general Derricote sonrió sin inmutarse—. Los rebeldes esperan llegar a Borleias para extinguir una vela, pero cuando lleguen serán consumidos por una nova.

26

El ala-X de Corran emergió del hiperespacio a la sombra del
Emancipador
. El perfil en forma de daga del Destructor Estelar proyectaba una profunda cuchillada sobre la imagen del mundo que el corelliano conocía únicamente como Luna Negra. Más allá del
Emancipador
vio a la
Eridain
y dos cruceros pesados modificados. El
Mon Valle
transportaba al Ala Defensora de Salm, y el
Corulag
serviría como plataforma de lanzamiento para las ocho lanzaderas de asalto que llevarían a las tropas de superficie rebeldes hasta el suelo del planeta.

El
Emancipador
mantendría su posición actual para proteger el vector de salida del sistema. Ninguna de las reuniones de información le había proporcionado el nombre del sistema y del mundo, pero aun así Corran sabía que ejecutar el salto de salida iba a resultar bastante difícil. Durante su última reunión de información, el general Kre'fey había puesto mucho énfasis en la necesidad de observar el máximo nivel de seguridad posible con respecto a la operación y les había prometido que, aunque ignoraban el nombre del mundo en el que iban a luchar, las generaciones futuras lo conocerían y los cubrirían de elogios por haber estado allí.

Mientras le oía hablar Corran había pensado que Kre'fey contaba con unas reservas de confianza lo bastante grandes para conquistar aquel mundo por sí solo, pero eso no consiguió disipar los oscuros presentimientos que tenía acerca de la misión. Las reuniones habían dedicado más tiempo a reforzar la moral que a exponer hechos. Las sesiones de simulador habían permitido que todo el mundo acabara sintiéndose muy cómodo con el papel que desempeñaría en el ataque y, en lo que concernía a Corran, eso era precisamente lo peor que podía llegar a ocurrir en una operación militar.

«Mantened los ojos bien abiertos y volad lo mejor posible…, porque de momento eso es todo lo que podéis hacer». Silbador activó la pantalla táctica de Corran.

—Jefe Rebelde, no tengo naves enemigas en el campo de visión, pero la base cuenta con un escudo.

—Gracias, Nueve. Pilotos, inicien la formación para escoltar al Ala Defensora. —La voz de Wedge surgía con nítida claridad de los auriculares del casco de Corran—. Vuelen alto y acompañen al
Emancipador
.

Corran tiró de su palanca de control e hizo que el ala-X iniciara un lento giro que acabó colocándolo encima del Destructor Estelar. El navío de guerra empezó a lanzar andanada tras andanada de fuego turboláser y salvas de haces iónicos. Los rayos rojizos se unían entre sí para crear telones de energía que se abrían paso a través de la atmósfera hasta chocar con la protección de la base imperial. Después el color rojo sangre se iba infiltrando poco a poco en el escudo, oscureciendo la instalación que había debajo de él.

Cuando el escudo empezaba a palidecer para inclinarse hacia el rosado, una manta cerúlea de energía iónica se desplegaba sobre él. El fuego azulado se fragmentaba y chisporroteaba sobre la cúpula de energía, proyectando centenares de relámpagos parecidos a zarcillos. Algunos de ellos se desprendieron de la cúpula, y los edificios que se encontraban fuera de su santuario estallaron y se derritieron. La jungla empezó a arder, rodeando la base con un anillo de llamas. «Eso la convierte en un objetivo perfecto, aunque los incendios harán que resulte bastante duro volar por ahí abajo…».

—Silbador, proporcióname un esquema general de las corrientes de aire en la superficie. Ah, y comprueba las dimensiones del escudo. Cuando empiece a volverse más pequeño, eso querrá decir que se está desmoronando.

**

Una oleada de energía tras otra descendía a través de la columna de humo que se elevaba hacia el cielo. La energía se estrellaba contra los escudos con un estrépito atronador que creaba vibraciones y las difundía hasta una profundidad lo suficientemente grande para hacer temblar el centro de mando en el que se encontraba Kirtan. Al principio el incesante ataque le había hecho encogerse y temer por su vida, pero los sonidos ya se habían mezclado unos con otros para convertirse en un rugido que no parecía tener fin. Los escasos monitores del centro de mando que funcionaban estaban mostrando imágenes de la flota atacante tomadas por los satélites y el círculo de llamas que había aparecido sobre la superficie del planeta.

Derricote se volvió hacia Kirtan.

—Resulta realmente difícil creer que alguien pueda sobrevivir ahí abajo, ¿verdad?

El oficial de inteligencia asintió.

—Pone a prueba la credulidad de cualquiera, general.

—Y los rebeldes siempre están tan dispuestos a caer en la credulidad… —El general volvió la cabeza hacia uno de los técnicos sentados delante de los controles del escudo—. Situación actual, señor Harm.

—Seguimos al cien por cien, señor.

—Excelente. Inicien una disminución del nivel de energía utilizando porcentajes aleatorios, y empiecen la aleatorización partiendo de siete. Cuando lleguen al setenta y cinco por ciento, reduzcan a cincuenta. Cuando los rebeldes empiecen a disminuir la intensidad de las salvas, bajen a veinte, luego a cinco y después a cero.

Kirtan sintió cómo un hilillo de miedo se iba deslizando a través de sus entrañas.

—¿Está seguro de que no destruirán todo este lugar? En Vladet no dejaron ni los cimientos.

—Ésa es la razón por la que nos encontramos debajo de los cimientos, agente Loor.

Kirtan se encogió sobre sí mismo cuando una detonación particularmente potente hizo temblar el suelo.

—Confío en que sepa lo que está haciendo.

—Dado que no tiene otra elección, le agradezco su confianza. —Derricote se frotó las manos—. Los rebeldes quieren usar este lugar para futuras operaciones, y ésa es la única razón por la que nos están atacando. Pero si lo quieren, entonces tendrán que pagar mi precio para hacerse con él.

**

El graznido de Silbador hizo que Corran volviese la mirada hacia la pantalla táctica. Los escudos que cubrían la base habían empezado a contraerse. Al ver que éstos empezaban a desfallecer, el
Emancipador
fue reduciendo la intensidad del bombardeo láser y se concentró en utilizar los cañones iónicos. Sus descargas no causaban tanto daño como las de los cañones láser, pero si los escudos se desmoronaban de forma inesperadamente rápida, una andanada iónica no destruiría aquello que el general Kre'fey tenía intención de capturar.

Corran colocó su ala-X junto al Escuadrón Vigilante y desconectó la impulsión.

—Grupo Tres en posición.

—Recibido, Nueve. Manténgase a la espera.

La voz de Tycho desapareció bruscamente del comunicador cuando el controlador de vuelo cambió de canal.

Corran sintonizó su unidad de comunicaciones en la frecuencia táctica que compartía con su grupo. Aún no habían conseguido un piloto que sustituyera a Lujayne, por lo que el Grupo Tres seguía teniendo un piloto menos. Pero esa ausencia sólo era uno de los elementos de la operación que no le gustaban nada a Corran. Sabía que encontrar pilotos no resultaba nada fácil, pero también sabía que Tycho hubiera podido pilotar el ala-X de Lujayne sin ninguna dificultad, y estaba convencido de que aquel hombre sería mucho más valioso a bordo de un caza que dirigiendo el tráfico dentro de la
Eridain
.

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