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El interceptor alcanzado quedó fuera de control e inició una lenta espiral de caída. Más andanadas iónicas procedentes del planeta se abrieron paso a través de los combates individuales. El
Emancipador
sufrió dos impactos más, y el
Mon Valle
también fue alcanzado. Corran no vio que ningún otro caza o lanzadera fuese alcanzado, pero la hilera de verdosos haces láser que surcó su vector de vuelo le impidió seguir prestando atención al nuevo ataque procedente del planeta.

—¡Ooryl ha sido alcanzado!

Corran aumentó la impulsión y lanzó al ala-X hacia adelante y hacia arriba justo a tiempo de ver cómo la nave de su hombre de ala empezaba a hacerse pedazos.

—¡Ooryl!

El ala-X se desintegró. Los módulos motrices salieron despedidos en direcciones distintas para alejarse en un vertiginoso girar y la carlinga estalló en un millón de fragmentos resplandecientes. Corran vio cómo Ooryl salía de la nave alcanzada, y también pudo ver cómo el gandiano agitaba los brazos. Corran se permitió albergar la esperanza de que se tratara de algo más que un puro reflejo casual, y un momento después vio cómo un trozo de los estabilizadores-S del caza atravesaba el brazo derecho del piloto, amputándolo por encima del codo. El cuerpo empezó a dar tumbos por el espacio, pero ése fue el único movimiento que Corran pudo percibir en él.

—Control, Diez se encuentra fuera del vehículo. Haga que alguien baje hasta aquí para recogerle.

—Nueve.
Emancipador
informa de que la zona está demasiado activa para poder llevar a cabo operaciones de rescate.

—Convénzalos, Control.

La voz de Wedge volvió a la frecuencia.

—Control, tengo a Tres y Ocho fuera de sus vehículos. Necesitamos ayuda.

—Estoy en ello, Jefe Rebelde. Se hará.

«Tres y Ocho… ¡Son Nawara y Erisi! Dos muertos y tres más fuera de combate…».

Una nueva voz surgió de los auriculares de Corran.

—Aquí Control a todas las unidades. Buenas noticias: vuestro rescate va está en camino. Malas noticias: tenemos dos escuadrones de bizcos que se aproximan desde el norte planetario; tiempo de llegada estimado, dos minutos. Las lanzaderas se están preparando para saltar al hiperespacio.

Corran contempló cómo las lanzaderas de asalto iniciaban sus aceleraciones para alcanzar la velocidad lumínica. La
Corulag
va se había esfumado, al igual que lo habían hecho los ala-Y, encabezando así la maniobra de huida del desastre. Dos andanadas iónicas se esparcieron sobre el
Mon Valle
, dejándolo paralizado en el espacio. La
Eridain
estaba empezando a moverse y el
Emancipador
ya había iniciado su avance hacia el norte planetario pero, al hacerlo, se había orientado a sí mismo para la entrada en hiperespacio si el almirante Ragab no conseguía decidirse entre el marcharse o luchar.

«Lárgate. No hay ninguna razón para permanecer aquí».

Un estridente silbido de su androide astromecánico hizo que Corran invirtiera su nave y descendiera en picado. Un par de bizcos pasó a toda velocidad junto a él, y un instante después uno estalló cuando Rebelde Cuatro le dio en la cola.

—Gracias, Cuatro.

—Gracias por haber hecho de cebo, Nueve.

Los TIE restantes se alejaron y pusieron rumbo hacia los cazas que se estaban aproximando por encima del casquete polar del planeta.

—¿Los perseguimos, Jefe Rebelde?

—Negativo. Cubran a nuestra gente hasta la recogida.

Corran activó su comunicador.

—Jefe Rebelde, hay dos escuadrones enteros de bizcos contra media docena de nosotros, y eso quiere decir que las cosas van a ponerse bastante feas.

—Si no puede ocuparse de los cuatro que le corresponden, Nueve, yo me encargaré de ellos.

Corran ignoró la pulla de Bror.

—Hagan lo que puedan. Estamos aquí para proteger a los nuestros. —La voz de Wedge contenía una confianza que dio nuevos ánimos a Corran—. Concéntrense en su misión y dejen que el resto se ocupe de sí mismo.

—Control a todas las unidades: tiempo de llegada estimado de los TIE, treinta segundos. El Tres ha sido recuperado.

Corran sonrió, levantó la cabeza y pudo distinguir a lo lejos el blanco casco triangular de la
Prohibido
suspendido en el espacio. El piloto se había aproximado todo lo posible al sitio en el que había estado flotando Nawara Ven, y luego había utilizado un rayo tractor de rescate para introducir al piloto en la esclusa de emergencia del casco.

El corelliano elevó el morro de su ala-X, viró y fue hacia el punto en el que estaba flotando Ooryl.

—Diez está aquí,
Prohibido
.

—Gracias. Nueve. Tengo las coordenadas, y voy hacia allí.

Corran parpadeó. «Ésa es la voz de Tych…».

—Capitán, ¿es usted?

—Culpable, Diez. Tiene cuatro bizcos aproximándose a su posición. Ocúpese de ellos antes de que yo llegue allí, por favor.

—De acuerdo. —Corran se estremeció. Sólo se le ocurría una acción capaz de superar en nivel de estupidez al hecho de que un ala-X se enfrentara a cuatro interceptores, y era que el piloto de una lanzadera desprovista de armamento se internara en una zona de guerra para recoger pilotos. Después una sonrisa fue curvando lentamente sus labios. «Sólo es una estupidez si morimos haciéndolo. Si logramos sobrevivir, es heroísmo»—. Y hoy tengo la ocasión de convertirme en un héroe.

Corran puso la impulsión a toda potencia y derivó la energía de los sistemas láser a sus motores. Eso hizo que su velocidad se acercara al máximo. Ajustando la palanca de control y manejando los pedales con mucha suavidad, hizo que su nave saltara, ondulara y virara. Después pasó el control de armamentos a torpedos e intentó conseguir una fijación en el primer bizco, pero éste enseguida escapó de sus miras.

El caza de Corran pasó a toda velocidad junto a ellos, y dos de los interceptores iniciaron rápidos rizos para perseguirle. Las maniobras los hicieron subir y alejarse a medida que aumentaban la impulsión para igualar la velocidad de su objetivo. Incrementar la velocidad significaba que sus rizos se volverían más anchos de lo que quizá les hubiese gustado. «Pero su superioridad numérica es tan grande que pueden permitirse el lujo de ser un poquito torpes, ¿no?».

Corran redujo la impulsión a la mitad y describió un brusco viraje.


Prohibido
, pinte uno con una fijación de proyectiles.

Poniendo la impulsión al máximo, Corran hizo que su nave avanzara a toda velocidad por el vector que le había llevado a través de la formación de bizcos. Uno de los interceptores interrumpió su ataque sobre la lanzadera, por lo que Corran se concentró en el otro. Centró la nave en su retícula de puntería y esperó hasta obtener una fijación de torpedos. Cuando la retícula pasó al rojo, Corran presionó el gatillo y lanzó un torpedo protónico contra el interceptor.

El piloto enemigo ascendió y se desvió hacia estribor, lo que le sacó del arco de fuego delantero de la lanzadera. Esa maniobra le hubiese alejado de cualquier torpedo disparado por la lanzadera, pero el proyectil de Corran sólo tuvo que ejecutar una pequeña corrección del curso para asegurar el impacto. El torpedo se abrió paso a través de la cola del interceptor y estalló, escupiendo chorros de fragmentos metálicos que se expandieron en todas direcciones desde el centro de una nube incandescente.

Sabiendo que estaba abusando de su suerte, Corran viró y se lanzó en pos del interceptor al que la
Prohibido
había conseguido hacer huir. Reduciendo la velocidad, describió un viraje y apareció dentro del arco del rizo del bizco. Un movimiento de su pulgar pasó el control de armamento a los sistemas láser. El bizco empezó a describir virajes y ondulaciones, pero Corran siguió pegado a él.

Silbador graznó una advertencia sobre el regreso de los otros dos interceptores, mas Corran la ignoró. Lanzó una andanada láser y logró que los haces cayeran sobre una de las alas del bizco, pero el enemigo siguió huyendo. Corran derivó más energía hacia sus motores y empezó a reducir la distancia que le separaba del bizco, mas el androide astromecánico seguía dirigiéndole silbidos llenos de insistencia.

La pareja de interceptores se había aproximado hasta quedar a un kilómetro de él, y se hallaba firmemente pegada a su cola.

—Aquí Nueve: no me iría nada mal un poco de ayuda.

—Estoy en ello, Nueve. Diez va en camino. Vire a babor cuando se lo indique.

«¿Diez? Ése es Ooryl, pero no era su voz… ¿Qué está pasando aquí?».

—Ya.

El timón izquierdo primero y una rápida manipulación de los estabilizadores de babor después sacaron a Corran de su trayectoria de vuelo anterior. El corelliano vio cómo unos haces azules salían disparados hacia las naves que le habían estado siguiendo, y durante un momento se sintió totalmente desorientado. Haces azules significaban andanadas de cañones iónicos, pero el planeta había estado detrás de él y no enfrente. Y los cañones iónicos instalados en la superficie nunca hubiesen disparado contra unos TIE, ¿verdad?

—Sus problemas ya están resueltos, Nueve.

Corran viró, y de repente todo empezó a volverse más claro. Los ala-Y del Ala Defensora llegaron en picado y ascendieron a través del combate, disparando contra los interceptores con furioso abandono. Lo que les faltaba en gracia a las lentas naves del Ala Defensora quedaba sobradamente compensado por su potencia de fuego. Su incorporación al combate destruyó o dejó incapacitada a media docena de interceptores.

—¡Están huyendo!

La voz de Salm surgió del comunicador.

—Nada de celebraciones. Con ellos fuera de la zona, los cañones iónicos volverán a abrir fuego.


Prohibido
a Control, tengo a todos los pilotos.

—Puede saltar al hiperespacio,
Prohibido
.

Cuatro andanadas iónicas procedentes del planeta subieron hacia los cielos y volvieron a esparcirse sobre el
Mon Valle
. El crucero pesado modificado empezó a desintegrarse. Los módulos de escape salieron despedidos de la sección que circundaba al puente y se alejaron hacia el espacio, mientras que el resto de la nave empezaba a descender lentamente hacia Luna Negra.

—Espero que caiga sobre la instalación.

—Control a todos los cazas: pueden saltar al hiperespacio.

—¿Necesita cobertura la
Eridain
para recuperar los módulos de escape, Control?

—Negativo, Jefe Rebelde: los módulos ya han iniciado sus trayectorias de salida, y los interceptores están volviendo a casa.

—Gracias, Control. —La voz de Wedge parecía estar saturada de cansancio—. Volvemos a la base, chicos.

—Entendido, Jefe Rebelde. —Corran lanzó una última mirada a Luna Negra, y luego dirigió la proa de su caza hacia las estrellas—. Lo que quiere decir en realidad es que la mayoría de nosotros vamos a volver a la base, Silbador. Dos meses de preparación, y en diez minutos el escuadrón ha quedado reducido a la mitad de sus efectivos… Alguien ha cometido errores muy serios aquí, y nuestros amigos han tenido que pagar por ellos. Eso nunca volverá a ocurrir.

27

Corran volvió la cabeza hacia el ventanal del centro de descanso de la base de Noquivzor. Pequeñas colinas y llanuras en las que no había ni un solo árbol rodeaban al edificio, alejándose kilómetros y kilómetros en todas direcciones. Suaves brisas calientes se deslizaban sobre los pastizales dorados y le hacían cosquillas en la nuca. «Si Erisi no estuviera en el centro médico, flotando dentro de un tanque lleno del bacta de mejor calidad que puede llegar a proporcionar su familia, iría a dar un largo paseo con ella y disfrutaría del paisaje. Pero a pesar de que todo esto es muy hermoso, ahora me resulta bastante difícil pensar en disfrutar de cualquier cosa…».

El corelliano se obligó a sonreír cuando un hombre que llevaba el uniforme de la infantería dejó un tazón de lum encima de la mesa delante de él.

—Gracias, teniente.

El recién llegado asintió.

—Llámeme Page.

Corran empujó hacia el teniente la silla que había al otro lado de la mesa.

—¿Para qué es el lum?

—Pues normalmente es para beberlo —dijo Page—. Mi gente y yo estábamos en la
Devoniana
. Usted y su compañero de ala dispersaron a los bizcos que venían hacia nosotros, así que estamos en deuda con ustedes.

El piloto levantó el tazón, tomó un sorbo de la potente cerveza y dejó que su quemadura se deslizara a lo largo de su garganta.

—Le agradezco la bebida, pero también tendrá que invitar a una copa a Ooryl cuando salga de su inmersión en el bacta.

Page asintió.

—Será un placer. ¿Estaba muy grave?

—Perdió la mitad del brazo derecho. El traje se cerró alrededor de la herida y eso evitó que se asfixiara, pero acabó quedando francamente helado. —Corran dejó el tazón cubierto de escarcha sobre la mesa y se estremeció—. El bacta es para la exposición, claro. Todos los pilotos que acabaron fuera de su vehículo están recibiendo el tratamiento, aunque ninguno de ellos se encuentra tan mal como Ooryl. Los androides médicos no saben si podrán colocarle una prótesis. Nunca habían tenido que atender a un gandiano, y no disponen de miembros adecuados para usarlos como sustitutos.

—El Escuadrón Rebelde lo pasó bastante mal.

—Dos pilotos muertos, tres fuera del vehículo y uno que acabó volando herido.

—He oído hablar de él. El shistavaniano, ¿verdad?

—Un tipo muy duro —dijo Corran, y asintió—. Shiel no pensaba presentarse para recibir cuidados médicos, pero Gavin le obligó a ir. El resultado final es que disponemos de dos tercios de los efectivos, pero sólo si conseguimos encontrar ala-X para sustituir a los que perdimos. Si no, nos quedamos por debajo del cincuenta por ciento.

El oficial de infantería recorrió con la mirada el concurrido interior del pabellón, y después se inclinó hacia adelante y bajó la voz.

—La misión ya era un auténtico cebo para vaporizadores antes de que Kre'fey ordenara que los ala-Y volviesen a casa.

—¿En serio? —El piloto clavó la mirada en el tazón—. Un segundo antes de que los cañones hicieran pedazos a la
Modaran
se me ocurrió pensar que el que los cañones no hubieran disparado hasta entonces no significaba que no pudieran hacerlo.

—Creo que eso ya se nos había ocurrido a todos salvo al general Kre'fey. Estaba ciego a esa posibilidad. —Page meneó la cabeza—. Todos sabíamos que quería tomar Luna Negra para que el Consejo le otorgara el mando de la invasión de Coruscant. Dentro de tres semanas la órbita de ese planeta hará que atraviese la lluvia anual de meteoritos, y yo quería utilizar esa lluvia como cobertura para que mis comandos llevaran a cabo un reconocimiento de superficie de la base. Hubiéramos acabado con esos cañones iónicos.

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