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Algunos viejos conocidos

Ya hemos hablado en los capítulos anteriores de muchas de las conexiones que quedan patentes en el diagrama. Hemos hablado, por ejemplo, de la dueña de la casa de Morata y de los dos intermediarios sirios que participaron en el alquiler sucesivo de esa casa a dos presuntos terroristas.

Dueños de la casa de Morata que, como recordará el lector, tenían como abogada, antes y después del 11-M, a una brillante criminalista conversa al Islam: Yamila Pardo, la sobrina de Joaquín Almunia.

Los dueños de la casa de Morata y sus intermediarios constituyen uno de los puntos más evidentes de conexión del 11-M con las estructuras periféricas de Al Qaeda. Y, sin embargo, en lugar de tirar de ese hilo que parece conducir a Al Qaeda, la Policía se ha dedicado a detener durante dieciocho meses a decenas de personajes irrelevantes de origen magrebí, de los cuales no llegarán a sentarse en el banquillo ni la cuarta parte, porque el juez no ha podido encontrar indicios de conexión con el 11-M. ¿Cómo se explica esto? ¿No nos decían que era un atentado de Al Qaeda? ¿Entonces por qué no se ha querido tirar del hilo más directo de todos?

También hemos hablado de ese otro sirio, Abdul Khalek Al Jondi, que realizó la comercialización de varias de las tarjetas telefónicas implicadas en los atentados.

Curiosamente, la Policía tampoco quiso tirar de ese hilo de investigación, a pesar de que existen llamadas cruzadas entre Al Jondi y alguno de los suicidas de Leganés. Pero no sólo eso: la UCIE llegó al punto de mentir al juez Del Olmo, achacando a la cabeza de turco oficial (Jamal Zougham) la comercialización de esas tarjetas telefónicas vendidas por Al Jondi. ¿Con qué protección contaba este sirio para que la Policía llegara al extremo de mentir al juez? ¿Acaso era también un confidente policial? ¿Otro más?

Hemos mencionado también en artículos anteriores que uno de los hermanos Almallah compartió piso (en la calle Martín de los Heros) con el batasuno Yusuf Galán, y sabemos por los medios de información que fue en casa de este batasuno converso al Islam donde se encontró el croquis de una mochila bomba muy similar a la que se utilizaría el 11-M. También sabemos, gracias a las revelaciones de Libertad Digital que Yusuf Galán eligió precisamente Asturias para montar una asociación cultural islámica, asociación que mantenía vínculos con la regida por el militante socialista Fernando Huarte. ¿Hubo algún trasvase de información, en las fechas previas al 11-M, entre los hermanos Almallah y alguna persona vinculada a Yusuf Galán? ¿Y con Fernando Huarte? ¿Llegó al entorno batasuno la información de que algo se estaba preparando?

Los lectores que sigan las informaciones que se han ido publicando sobre el 11-M saben también que Fernando Huarte y otro militante socialista asturiano, el argelino Rabia Gaya, mantenían contacto con determinadas personas vinculadas a la trama del 11-M. Son conocidas las visitas de Huarte en la cárcel a Abdelkrim Benesmail, el lugarteniente de uno de los muchos cerebros del 11-M que nos han presentado (Allekema Lamari). Cuando la Policía procedió al registro de la celda de Benesmail, halló en su poder los teléfonos de dos etarras, Henri Parot y Harriet Iragui, teléfonos que, si hemos de creer la versión oficial, estaban allí por mera casualidad.

También es conocido que Rabia Gaya, el ayudante de Fernando Huarte, fue quien ayudó a uno de los presuntos terroristas del 11-M, Fouad El Morabit, a conseguir en Gijón los papeles de residencia. Evidentemente, eso no constituye un delito, pero creo que resultaría conveniente, dada la amistad de Rabia Gaya con Fouad El Morabit y la implicación de éste en los atentados, que alguien nos aclarara qué contactos, físicos o telefónicos, se produjeron entre estos dos personajes con anterioridad al 11-M.

Como nota al margen, lo que no todo el mundo sabe es un detalle curioso: Allekema Lamari solía mandar giros de dinero a la cárcel a su lugarteniente Abdelkrim Benesmail.

En esos giros, Lamari incluía un mensaje que siempre era el mismo: "
¡Aguanta, hermano!
". Pues bien, el último giro recibido por Benesmail con ese texto y con la firma A. Lamari tiene fecha posterior a la de la supuesta muerte de Allekema Lamari en Leganés. ¿Quién le envió ese último giro a Benesmail?

La presencia en la trama de Rabia Gaya y de Fernando Huarte, que además de militante socialista es agente del CNI, no resultaría tan inquietante si no supiéramos, además, que el propio Allekema Lamari estaba controlado por el CNI a través de un agente llamado Safwan Sabagh, como revelaba el periódico
El Mundo
hace escasas fechas.

El policía Kalaji

No menos inquietante resulta la figura del policía Maussili Kalaji. Sabemos, por ejemplo, porque así consta en el sumario, que los teléfonos móviles usados en los atentados (o al menos los de las mochilas-señuelo) fueron liberados en la tienda de este policía.

Está perfectamente documentada la relación de Kalaji con los hermanos Almallah, con quienes le unía una relativa amistad, reconocida por el propio Kalaji en sus declaraciones a
El Mundo
(hasta tal punto que se dice que fue el propio Kalaji quien recomendó a Mouhannad Almallah ingresar en el PSOE). En el piso de la calle Virgen del Coro aparecieron diversos documentos a nombre de Kalaji, incluido un contrato de compraventa relativo a un apartamento en la calle Mirto que Kalaji vendió a uno de los Almallah.

Dejando aparte el hecho de que Kalaji ocultara su condición de miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado tanto en sus declaraciones ante la Policía como en las efectuadas ante el juez, la relación existente entre Kalaji y los Almallah permite dudar de que la liberación de los móviles en la tienda de Kalaji fuera casual.

Sólo hay cuatro explicaciones posibles al hecho de que aquellos móviles fueran liberados en la tienda de Kalaji:

1) O ese policía participó conscientemente en los preparativos del atentado, en cuyo caso habría que preguntarse por qué no está detenido.

2) O ese policía conoció los preparativos de los atentados, aunque sin participar en la trama, en cuyo caso habrá que preguntarse a quién informó.

3) O la persona que eligió la tienda de Kalaji para liberar los móviles lo hizo precisamente porque conocía la relación de Kalaji con los Almallah, en cuyo caso habrá que preguntarse quién seleccionó a Kalaji como cabeza de turco.

4) O en realidad no hubo ninguna liberación de móviles en la tienda de Kalaji y este policía simplemente participó en un montaje que condujo a las primeras detenciones, realizadas en plena jornada de reflexión.

Personalmente, apostaría por las opciones tres o cuatro; siento no poder ser más preciso, pero con los datos que tenemos no es posible llegar más lejos. A raíz de la publicación en
El Mundo
de las informaciones sobre el policía Kalaji, la Comisaría General de Información presentó al juez Del Olmo un informe en el que instaba la detención de Kalaji como presunto partícipe en la trama. Como consecuencia, el juez Del Olmo pidió a la Fiscalía el 23 de mayo de 2005 su opinión sobre esa detención, sin que hasta el momento nos conste si se ha procedido o no a tomar alguna medida, ni si se ha respondido a los múltiples interrogantes que la figura de Kalaji suscita.

Por cierto, en ese oficio de 23 de mayo dirigido a la Fiscalía, Del Olmo afirmaba que Kalaji es miembro del CNI. ¿Se trata de un error del juez, que en realidad quería decir CNP (Cuerpo Nacional de Policía) o debemos suponer que también Kalaji era miembro de los servicios secretos españoles? Porque ya es lo que nos faltaba.

En el siguiente artículo terminaremos con el repaso de esta cuarta trama. Y allí podremos ver que, desgraciadamente, existen circunstancias aún más inquietantes que las que hasta ahora hemos expuesto.

Capitulo 15

Un ejercicio de escapismo

Houdini es, posiblemente, uno de los magos más famosos de la Historia. Su verdadero nombre era Erich Weiss y nació en Hungría en 1874, aunque su familia emigró a Estados Unidos cuando Houdini tenía cuatro años. Aunque también realizaba trucos de magia convencionales, su verdadera especialidad, y la que le daría fama mundial, era el escapismo. El primero de los trucos de este estilo lo realizó en 1896, al escapar de una camisa de fuerza mientras colgaba boca abajo, atado por los tobillos con una cuerda.

A partir de ahí, efectuó todo tipo de trucos de escapismo, creciendo su fama a medida que lo hacía la dificultad de los desafíos: escapar de una jaula, de un baúl de madera arrojado a un río, de una saca de correos cerrada o incluso de una inmensa bolsa de papel, de la que logró salir sin que el papel sufriera un rasguño.

Pero Houdini era un vulgar aficionado comparado con los supuestos terroristas del 11-M. Como veremos en este capítulo, las personas que (según la versión oficial) idearon, planificaron, prepararon y cometieron la masacre lo hicieron a pesar de que la Policía conocía sus nombres, tenía sus fotografías, conocía sus domicilios, sabía cuáles eran sus vehículos, estaba al tanto de sus tendencias radicales, había intervenido sus teléfonos y les tenía sometidos a un intenso control.

Analizando los hechos anteriores al 11-M que vamos a exponer en estas líneas, la lógica nos dice que esos presuntos terroristas no hubieran debido poder escapar del abrazo mortal de la Policía. Era imposible que pudieran llegar a cometer los atentados. Aunque, por supuesto, los trucos de escapismo son siempre mucho más fáciles si algún ayudante abre disimuladamente los candados antes de que comience el espectáculo.

Los hermanos Almallah

Como decíamos en el artículo anterior, estos dos hermanos de origen sirio son el punto central, el nexo de unión entre los distintos componentes del núcleo duro del 11-M. En palabras de los propios informes policiales, "
sin la base doctrinal, el reclutamiento, adoctrinamiento y dirección de los hermanos Almallah, los atentados del 11-M, posiblemente, no se hubieran producido
".

Según las investigaciones policiales, en su local de la calle Virgen del Coro se celebraban reuniones de personas vinculadas al entorno radical islámico y a la comunidad siria, en las que se visualizaban vídeos de la
Jihad
con escenas de combates de milicias musulmanas o de atrocidades cometidas contra musulmanes. Jóvenes sin recursos, llegados principalmente de países del Magreb, eran acogidos en ese local y en los domicilios de Mouhannad Almallah y de
El Tunecino
, ejerciéndose sobre esos jóvenes una labor de proselitismo y de captación de adeptos, con el fin de reclutar combatientes para posteriormente enviarlos a Chechenia o Afganistán.

Los asistentes a esas reuniones, incluidos los hermanos Almallah, adoptaban numerosas precauciones, además de tener un gran cuidado en lo que a las conexiones telefónicas se refiere. Durante las vigilancias policiales y las investigaciones, pudo detectarse cómo los miembros del comando salían a la calle para llamar desde cabinas (con el fin de no dejar rastro en las facturas telefónicas), utilizaban los sistemas de desvío de llamadas entre unos teléfonos y otros y empleaban un lenguaje deliberadamente críptico en sus conversaciones.

De nuevo según la Policía, Mouhannad Almallah utilizaba como tapadera una supuesta actividad de reparación de electrodomésticos, pero en realidad los dos hermanos se dedicaban a la colecta de las limosnas destinadas a la
Jihad
, así como a algunas otras actividades ilícitas como el tráfico de coches robados.

Los informes policiales nos cuentan que, tras su llegada a España, los hermanos Almallah comienzan a moverse en el entorno de Abu Dahdah, la persona a la que se considera como contacto de Al Qaeda en España. Los hermanos Almallah comienzan a acudir a sus reuniones, ayudan a captar y enviar
muyahidines
a los frentes de combate e inician la labor de reclutamiento en el local de Virgen del Coro. De los dos hermanos, es Moutaz el que ejerce el liderazgo ideológico.

Tras la detención de Abu Dahdah por su vinculación con los atentados de Nueva York, Moutaz Almallah se traslada a vivir a Londres, aunque sigue haciendo frecuentes viajes a Madrid, donde su hermano Mouhannad continúa dirigiendo las actividades del comando. En torno a él comienza a formarse el grupo de personas que luego aparecerán implicadas en los atentados del 11-M:
El Tunecino
, Basel Galyoun, Fouad El Morabit o Mohamed
El Egipcio
.

Las conclusiones de la Policía, elaboradas meses después de los atentados, afirman que los hermanos Almallah aportaron su ideología, sus contactos y su apoyo logístico en el proceso de radicalización de las personas de su entorno, proceso que culminaría en la masacre de Madrid.

Pero, como todo en el 11-M, la historia real es mucho más tenebrosa que la oficial.

Con la Policía en los talones

La Policía conocía bien a los hermanos Almallah, demasiado bien. Porque lo cierto es que tanto ellos como todos sus conocidos estaban sometidos a una estrecha vigilancia que hubiera debido hacer imposibles los atentados.

Según la declaración ante la propia Policía del Jefe del Grupo de Terrorismo Internacional de la Brigada Provincial de Información de Madrid, el primer dato sobre las posibles actividades radicales de los hermanos Almallah es de 17 de enero de 2003, pudiendo constatarse ya entonces su relación con las tramas periféricas de Al Qaeda a través de Abu Dahdah, y también su relación con el batasuno convertido al Islam Yusuf Galán. A partir de ahí, y durante todo el año 2003 y principios de 2004, la BPI sometería a una estrecha vigilancia tanto a los hermanos Almallah como al círculo de personas relacionadas con ellos.

Como parte de esa vigilancia, se realizan numerosos seguimientos y se redacta una multitud de notas informativas sobre los miembros de ese "
comando de Virgen del Coro
", sobre sus reuniones, sobre los pisos que habitan o a los que acuden, sobre sus vehículos, sobre su medio de vida… En el curso de esas investigaciones se localizarían numerosos inmuebles que luego aparecerán en el transcurso de las investigaciones del 11-M, incluyendo el local de Virgen del Coro, el piso de Mouhannad Almallah en la calle Químicos y el piso de
El Tunecino
en la calle Francisco Remiro.

En un informe de 3 de marzo de 2003 se identifica ya a Serhane Farket (
El Tunecino
) y a diversas personas que residían en su casa de la calle Francisco Remiro y que luego aparecerán como implicados en la trama del 11-M; tal es el caso de Basel Galyoun o Adnan Waki. También se obtienen en esa misma fecha los listados de llamadas telefónicas del local de Virgen del Coro.

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