Todos los niños pueden ser Einstein (19 page)

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Authors: Fernando Alberca

Tags: #Pedagogía

BOOK: Todos los niños pueden ser Einstein
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Las octavillas resultantes son muy manejables y pueden llevarse consigo para repasar las palabras que más se resisten. Haciéndolo con frecuencia en estos tres-cuatro meses de aplicación del método.

Quinto paso: El último

Si aún hay palabras que se resisten pese a los frecuentes repasos de las fichas (octavillas), entonces ha de realizarse con ellas unas nuevas fichas con dibujos mnemotécnicos. Que ayuden a grabar en la memoria visual su correcta ortografía.

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El estrés y la relajación

Enrique se desesperaba cuando su hijo —que se sabía perfectamente la materia en casa el día de antes— volvía tras el examen con un 2 o un 3 de calificación. Se ponía nervioso, se le descomponían los intestinos... a veces incluso vomitaba. Quería aprender, aprendía; pero sacaba con frecuencia bajas notas, sin poder remediarlo. Los exámenes mataban todas sus aspiraciones.

Aunque un cierto estrés puede ser bueno —fruto de las emociones que lo conforman, nos lleva a cotas de esfuerzo, atención y acierto a las que no nos llevaría en la relajación— es muy negativo si se transforma en distrés: El estrés excesivo. Que nos hace caer en la ansiedad de estar haciendo algo con la mente puesta en lo que vendrá a continuación y aún no se ha empezado. Con sensación de no estar haciendo bien lo que se tiene entre manos, ni lo que se ansia empezar.

Precisamente la concentración es contraria al estado del popularmente llamado estrés.

Así puede aplicarse en multitud de ocasiones humanas aquel dicho español: Vísteme despacio que tengo prisa.

Es decir, hay que aprender a relajarse (vísteme despacio), precisamente cuando la presión es mucha, la ansiedad crece, hay mucho en juego y es urgente reaccionar sin fallar (que tengo prisa).

Hay que saber, además, que precisamente el cerebro para acertar en cuestiones complejas, con presión, requiere estar descansado y relajado. Tener fuerzas, azúcar, haber dormido, y no sentir la presión, aunque esta exista exteriormente.

Un deportista de élite sabe aislarse de la presión en el momento crucial. Sería imposible para él actuar con acierto si no lo hiciera. Si no apartara de su mente lo que hay en juego y cuánto desea ganar la partida.

A todos los estudiantes en el estudio y exámenes, y a todo ser humano en su vida, se le presenta frecuentes ocasiones en las que tiene contundentes razones para ponerse nervioso y le es vital mantener la calma.

De ahí la importancia de la relajación.

Más del 50% de la eficacia de los conocimientos que se adquirieron para un examen, se pierden a la hora de realizarlo, si se está nervioso.

El cerebro necesita estar descansado para asociar más ideas. Más descansado si ha de ser brillante, porque la brillantez surge cuando se sabe mucho o cuando no se encuentra exactamente la respuesta a una pregunta, y ha de buscarse en el baúl de lo que se pueda relacionar en la memoria. Pero para ello, el cerebro ha de estar en sus mejores condiciones y evitar interferencias.

Antes de cualquier prueba, por eso, es crucial aprender a relajarse.

Pero, sobre todo, lo es antes de cualquier estudio importante. Porque está demostrado que se aprende más fácil y rápidamente en el estado de relajación y concentración más profunda. El estado Alfa: de 8 a 13 ciclos de ondas cerebrales por segundo. En comparación con los 13 a 40 del estado Beta, donde se da el estrés. Se actúa más, cuando se está estresado. Pero se aprende más, al estar relajado.

Cómo relajarse

Hay varias técnicas muy eficaces. Pero se necesita una que sea rápida y fácil de realizar, para poder aplicarse en momentos de urgencia. Al subirse a un avión y notar que uno se está poniendo nervioso. Justo antes de comenzar un examen, una oposición, una entrevista de trabajo, una conferencia, una intervención pública, etc.

Entre ellas, por lo pragmática y de rápida aplicación que resulta, se puede recomendar a todos los niños, adolescentes y adultos, el siguiente ejercicio de relajación, requiere solo de 3 a 5 minutos.

·
Preparar todo lo necesario en la mesa para el estudio, examen o tarea.

·
Evitar los ruidos en lo posible.

·
Poner la habitación sin apenas luz. Si es posible.

·
Aflojarse la ropa: cinturón, zapatos, botones....

·
Echarse sobre el sofá o cama. O ponerse lo más cómodo posible.

·
La columna vertebral recta.

·
Los pies un poco separados.

·
Los brazos separados del cuerpo.

·
Respiración rítmica, profunda y lenta.

·
Estirar el cuerpo, y desde la cabeza a los pies ir dejándolos completamente sueltos, sin presión, abandonados.

·
Pensar lo que debemos estudiar o realizar a continuación.

·
Cerrar los ojos.

·
Respirar con calma. Despacio y rítmicamente.

·
Imaginarse la descarga de tensión, de la contracción de todo el cuerpo empezando por la cabeza, el pelo, la frente, las cejas. Las mandíbulas se destensan, los pómulos de la cara, los músculos en torno a la boca. Los dientes dejan de apretarse o de sentirse.

·
Ahora los hombros. Se bajan. Como si se desplomasen sobre donde se apoyan.

·
Se sienten los brazos desplomados sobre la superficie donde están apoyados.

·
Los glúteos se desploman reposando totalmente sobre el asiento.

·
Las piernas y los pies apoyados en el suelo.

·
Los brazos y antebrazos quedan, al igual que las manos, lánguidos y en reposo.

·
No hay preocupaciones. Solo el cerebro descansando.

·
Nada de lo que hay alrededor interesa.

·
Imaginar el mar en calma y uno en la arena o sobre la toalla, sin sentir el peso de los brazos, piernas, ni el resto de cuerpo. Imaginar las olas rompiendo suavemente sobre la orilla. Rítmicamente.

·
Cuando se note el descanso, sin tensión el cuerpo, imaginar una pizarra donde se apunta lo negativo y se va borrando una a una, sin prisa, cada anotación.

·
Pensar en lo agradable que es ir al examen o tarea. Seguro de que saldrá mejor de lo que se cree.

·
Pensar en lo agradable de la asignatura que hay que estudiar, y la satisfacción que tanto llenará superar aquella prueba.

·
Ponerse a estudiar o hacer el examen, seguro de la victoria.

También pueden hacerse los ejercicios de relajación que se describieron en el capítulo 14, al hablar de cómo lograr una mayor atención.

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Antes, durante y después de un examen importante

A Javi le aconsejé antes de la Prueba de Acceso a la Universidad lo que mi padre, psiquiatra infantil, me había aconsejado a mí. Pasa la tarde sin estudiar, relajado, en la piscina. Lee, cena, duerme bien. Levántate descansado y piensa que nunca pasa nada y si pasa qué importa y si importa qué pasa. Si has estudiado ya has hecho lo que estaba en tu mano. Lo demás no es cosa tuya. Solo ve con un bolígrafo y tu mente. Sabrás hacerlo. Tu único enemigo podría ser el nerviosismo y bloqueo, lo demás ya lo has hecho, mucho antes del examen. Un puro trámite que saldrá bien, tal y como está diseñado, si tu cerebro hace su trabajo tranquilamente.

Un examen, una entrevista, una conferencia que dar, cualquier tipo de prueba en la que se tenga la sensación de jugarse mucho en su resultado, hay que prepararla, hacerla bien y saber aprovecharla como experiencia.

Antes

·
Estudiar con tiempo suficiente para haber estudiado todo una vez y todo haberlo repasado dos veces al menos.

·
Si el examen es importante, estudiar hasta la hora de cenar del día anterior. No después. Acostarse temprano y dormir al menos 8 horas.

·
Pero si el examen tiene una dificultad e importancia extraordinaria (examen de oposiciones, intervenciones decisivas en público, Pruebas de Acceso a la Universidad, etc.) entonces se deberá dejar de estudiar al mediodía del día anterior y pasar la tarde víspera del examen de forma relajada. Sin facilitar grandes datos al cerebro. Sin estudiar nada. Paseando, por ejemplo, estando con los amigos, en la piscina...

·
Durante el estudio y antes del examen es conveniente visualizar la escena en la que uno se encontrará durante el ejercicio. Para intentar minimizar lo más posible el impacto de la nueva experiencia y el nerviosismo. A veces cuando una situación nos provoca estrés o ansiedad, es por su novedad. No la conocemos y nos da miedo fracasar en ella. Imaginársela —aunque no tengamos datos— es acercarse lo más que se puede a esa familiaridad. Nunca estudiar durante la hora antes de un examen. Hace al cerebro señalar caminos equivocados, dado el estrés y superficialidad con que en el cerebro remueve estos datos. Es algo así como remover la tierra de un estanque. El agua permanecerá limpia antes de un examen si su fondo permanece sedimentado en la memoria y no se remueve enturbiando el agua. Por mucho que caiga en el examen justo la pregunta que se está repasando una media hora antes. El cerebro funciona de forma que es él y no el ojo, el que ha de construir idea a idea, el examen. De manera clara y ordenada. Y su peor enemigo es el repaso nervioso de última hora.

Durante

·
Intentar controlar los nervios. Haciendo el ejercicio de relajación del capítulo anterior. Con las circunstancias (postura, luz...) posibles.

·
Saber que cuando se lee una pregunta, la primera impresión que se viene a la cabeza como respuesta correcta, aunque se dude, suele ser en verdad la correcta.

·
Si se ha de elegir entre varias opciones, no olvidar que también la primera impresión es la correcta. Es normal al encontrar el primer o segundo obstáculo de la opción elegida, que se dude si no hubiera sido mejor otra opción. Es un engaño que provoca el nerviosismo del obstáculo que se tiene presente. En las otras opciones los obstáculos serían mayores.

·
Terminar todas las preguntas.

·
Calcular al inicio el tiempo proporcionado para toda la prueba y no excederse en una de las preguntas mucho más de lo que se haya previsto.

·
Acordarse del dicho ya apuntado:
«Vísteme despacio que tengo prisa»
.Ir con pasos medidos, pero sin detenerse. Cuidar la presentación oral o escrita, según sea el caso. Hacer un esquema mentalmente de la respuesta, antes de empezar a contestar.

·
Si no se conoce la respuesta de una pregunta, pensar:

o Probablemente la conozca y ahora no me acuerdo.

o Me acordaré si estoy tranquilo.

o Y si no, he de estarlo de todos modos, al menos para poder asociar lo que sé de otras preguntas, con lo que creo que me preguntan en esta.

o Nunca dejarla en blanco, ni reconocer que uno no sabe nada. Porque siempre se puede deducir algo. Y no se sabe si el éxito del examen dependerá de la décima que se arranque a esa pregunta que no se sabía.

o Lo peor que se puede obtener es un 0. Y seguir viviendo. Mientras hay vida hay remedio y posibilidad de vuelta a empezar.

Después

Olvidarse del resultado hasta que salga. No es necesario confirmar errores. Tarde o temprano se sabrán. Si uno ha estudiado un examen, solo ha de hacerlo lo mejor que pueda. Ahí acaba su responsabilidad. Y ha de estar contento por tanto. Ha hecho lo que depende de él. Lo demás no es asunto suyo, sino del evaluador de la prueba. Que puede acertar o errar.

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