365 días para ser más culto (86 page)

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Authors: David S. Kidder y Noah D. Oppenheim

Tags: #Ensayo

BOOK: 365 días para ser más culto
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H
enri Matisse (1869-1954) fue uno de los padres fundadores del fauvismo, un movimiento que rechazaba el naturalismo y abrazaba la belleza y el poder psicológico del color. Es conocido sobre todo por sus murales de figuras danzantes y por los enormes recortables de papel que realizó en las postrimerías de su carrera.

Nació en la región de Picardía (Francia) en el seno de una familia de clase media. Se licenció en Derecho en 1889 y, aunque no gozaba de experiencia artística alguna, descubrió su talento para la pintura mientras se recuperaba de un ataque de apendicitis. Decidido a labrarse una carrera en el mundo del arte, se trasladó a París y se matriculó en la Académie Julian a las órdenes del pintor académico William-Adolphe Bouguereau. Al año siguiente le invitaron a unirse al estudio del simbolista Gustave Moreau y también ingresó en la Escuela de Bellas Artes, donde aprendió a pintar copiando a los grandes maestros de la antigüedad.

Tras una breve estancia en Córcega a finales de la década de 1890, regresó a París para dirigir a un grupo de jóvenes artistas deseosos de romper lazos con las viejas tradiciones. En 1905, este grupo provocó un gran revuelo con sus pinturas, radicalmente distintas, que expusieron en el Salón de París. Un crítico que despreciaba los colores chillones y las composiciones de los jóvenes artistas los tachó de
fauves
(bestias).
La alegría de vivir
(1906) es un cuadro típico de la pintura de Matisse de este período: representa a una serie de mujeres desnudas bailando y tocando música en un paisaje de gran sencillez. El artista explicó así el objetivo que perseguía con sus trabajos: «La composición es el arte de colocar de forma decorativa los distintos elementos que están a disposición de un pintor para expresar sus sentamientos». En muchos sentidos, el fin de Matisse era idéntico al de los expresionistas, pero no compartía la tendencia de estos últimos a recrearse en los sentimientos negativos. Él quería que su arte indujera al placer y que fuera «una especie de cómodo sillón en el que recuperarse del cansancio físico».

En la década de 1920 se trasladó a Niza, en la Riviera francesa, donde permaneció la mayor parte de su vida. En 1930 viajó a Tahití vía Estados Unidos, donde recibió el encargo de la Fundación Barnes de Pensilvania de crear el mural
La danza
. En la década de 1930 se dedicó a ilustrar libros, creando aguafuertes para
Poesías
, de Stéphane Mallarmé, y
Ulises
, de James Joyce. En 1944 le encargaron un álbum ilustrado en el que recogiera sus reflexiones sobre el jazz; lo decoró con recortes de papel que hizo «dibujando con tijeras».

Tras ser operado de un tumor ocular en 1941, se dedicó cada vez en mayor medida a los dibujos y los recortes de papel y continuó trabajando hasta 1951. Entre sus últimas obras se incluyen las vidrieras, murales y otros motivos decorativos de la Capilla del Rosario, en la ciudad meridional francesa de Vence. Los enormes recortes de papel que elaboró a principios de la década de los cincuenta dan fe de que siguió siendo un artista revolucionario incluso en la vejez.

OTROS DATOS DE INTERÉS

1.
En 1920 diseñó los trajes y los decorados de la producción que realizó Sergei Diaghilev de la ópera de Igor Stravinski
El canto del ruiseñor.

Jueves, día 4

SEMANA 43

CIENCIA

Los números reales

L
os números reales son aquellos que suelen encontrarse en la vida diaria, todos aquellos que pueden representarse en la serie numérica. Incluyen a los números naturales, los enteros, los racionales y los irracionales.

Los números naturales son los que se utilizan para contar, empezando por el 1; son los más antiguos que conoce la humanidad: resulta fácil imaginar a un hombre de las cavernas descubriendo los números naturales con los dedos (1, 2, 3, 4, 5…). Muchas culturas de los inicios de la historia también inventaron el concepto del 0, aunque no se trata de un número natural sino de un entero. La serie de números enteros se contabiliza del siguiente modo: 0, 1, 2, 3, 4, 5…

A medida que las matemáticas se volvieron más complejas, las personas empezaron a preguntarse qué sucedería si restaran un número grande de un número más pequeño, y así fue como surgió el concepto de los números negativos. Sin embargo, durante muchos años los matemáticos se negaron a aceptarlos como solución a sus ecuaciones. No obstante, sin ellos sería imposible plasmar las deudas. El grupo de los números positivos y negativos se conoce como conjunto de números enteros.

Al concepto de los números enteros le siguió el de las fracciones o números racionales. Todos los números racionales pueden representarse como fracciones de números enteros, por ejemplo 5/3, 1/8 o –5/3. Los números enteros también son números racionales.

Los pitagóricos, una antigua doctrina griega que adoraba los números, se quedaron horrorizados al descubrir que algunos números no podían expresarse como fracciones de números enteros, como por ejemplo π y √2. Sin embargo, estos números existen sin lugar a dudas y pueden utilizarse para resolver problemas como calcular la circunferencia de un círculo o la longitud de la hipotenusa de un triángulo. Se denominan números irracionales y la representación decimal de los mismos se extiende indefinidamente sin repetirse.

OTROS DATOS DE INTERÉS

1.
Los números negativos los inventaron unos matemáticos indios alrededor del año 600 d. C., pero no se adoptaron en Europa hasta el siglo XVII.

2.
Los egipcios comenzaron a utilizar las fracciones alrededor del año 1000 a. C.

Viernes, día 5

SEMANA 43

MÚSICA

Los impresionistas
Claude Debussy
y Maurice Ravel

E
n las artes plásticas, los impresionistas no pretendían describir un objeto o una escena, sino ofrecer una mera sugerencia de dicha representación. La música de Claude Debussy (1862-1918) y Maurice Ravel (1875-1937) refleja esta tendencia y se aparta de la tradición de la música «programática» que data del Barroco; por eso, en lugar de representar una escena o una idea, la música impresionista trata de evocarla de forma indirecta. Debussy y, en menor medida, Ravel evitaron las estructuras formales que habían marcado gran parte de la música alemana hasta la fecha.

Claude Debussy nació en las afueras de París e ingresó en el Conservatorio a los 11 años. Tras conseguir una beca para estudiar en Roma, regresó a su ciudad natal, donde llevó un estilo de vida radicalmente bohemio en el barrio de Montmartre. Allí se relacionaba con artistas, escritores y otros músicos y asistía a las reuniones de un grupo conocido como los simbolistas, del que también formaban parte los poetas Charles Baudelaire, Paul Verlaine, Arthur Rimbaud y Stéphane Mallarmé. Según su teoría, la poesía consistía en sugerir un objeto o una idea con la ayuda de Palabras que aludieran al mismo en lugar de utilizar su nombre.

Debussy trasladó esta teoría a la música e incluso utilizó textos simbolistas en algunas ocasiones; por eso, para describir sus obras casi siempre se utilizan adjetivos como exuberante, rico y embriagador. Aunque utilizó armonías inéditas y revolucionarias en obras como
Claro de luna
(1890) y
Preludio para la siesta de un fauno
(1894), la belleza de su música siempre ha resultado más accesible para los oyentes de lo que suele ser habitual en la música revolucionaria.

El otro gran impresionista fue Maurice Ravel, quien, al igual que Debussy, estudió en el Conservatorio de París y vivió entre los modernos de la ciudad. Su grupo se llamaba «Les Apaches», que en francés significa «matones callejeros». Las obras más conocidas de Ravel incluyen la evocadora
Rapsodia española
(1908) y el ballet en miniatura
Bolero
(1928), una fascinante composición formada básicamente por un largo y lento
crescendo
sobre un motivo rítmico que se repite.

OTROS DATOS DE INTERÉS

1.
El profesor de Debussy, Ernest Guirand, le espetó en una ocasión: «No digo que lo que haces no sea bello, pero resulta absurdo desde el punto de vista teórico».

2.
Ravel fue compañero de conservatorio del famoso compositor Gabriel Fauré.

3.
Debussy acusó a Ravel de plagio en múltiples ocasiones y sugirió que el cuarteto de cuerda del joven compositor era demasiado parecido a su obra. Estas acusaciones agriaron su relación toda la vida.

Sábado, día 6

SEMANA 43

FILOSOFÍA

Martin Heidegger

M
artin Heidegger (1889-1976) nació en Messkirch (Alemania) y desde niño siempre deseó ser sacerdote católico. Sin embargo, terminó haciéndose filósofo y abandonó la Iglesia por completo. Cuando era alumno de la Universidad de Friburgo, se adhirió a las teorías de Edmund Husserl (1859-1938), el fundador de la fenomenología.

De 1933 a 1934 desempeñó el cargo de rector de la Universidad de Friburgo y se unió al Partido Nazi. Aunque Husserl y muchos otros de sus colegas eran judíos, el filósofo nunca se disculpó por su ideología política. Desde entonces, la relación entre su filosofía y el nazismo ha estado envuelta en polémica.

El pensamiento de Heidegger evolucionó a lo largo de su vida, pero la piedra angular de su filosofía siempre fue la denominada «cuestión del ser»: ¿qué significa ente? ¿Cuál es el sentido de ser? Según Heidegger, ésta era la cuestión clave de la metafísica olvidada por los filósofos. Los pensadores, aducía, han confundido el concepto «ser» con el de «ente» (lo que existe, como los humanos o incluso Dios). Sin embargo, su pensamiento hacía un claro hincapié en la diferencia entre
ser
—qué es ser— y
entes
—entidades individuales que son.

Presentó esta teoría en su obra más famosa,
Ser y tiempo
(1927), en la que profundizaba en el sentido del ser mediante el análisis de ese ente que entiende qué es ser (es decir, el hombre). Sin embargo, en obras posteriores tendió a restar importancia al análisis de la existencia humana y se centró directamente en el ser. Asimismo, fue aumentando su interés por lo que él denominaba la «tecnología»; no se refería a ordenadores ni máquinas sino a una forma de entender el mundo según la cual éste no es más que un recurso a nuestra disposición. Heidegger se mostró enormemente crítico con este pensamiento.

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