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Authors: Brent Weeks

Al Filo de las Sombras (56 page)

BOOK: Al Filo de las Sombras
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—Lo has hecho de maravilla, amigo mío. Soy yo quien lo siente. Siento haber dudado de ti. Un día de estos tendremos que hablar. Allí abajo hiciste algunas cosas que... —Logan miró alrededor y reparó en los demás— que me inspiraban mucha curiosidad. Y al parecer tengo algunas lagunas en la memoria, como por ejemplo cómo me hice esto.

Se arremangó y Vi y Mama K lanzaron una exclamación. Hundido en el brazo tenía algo parecido a un tatuaje luminoso entre verde y plateado. No lo mostró entero, pero a Vi las líneas le parecieron estilizadas y abstractas, no aleatorias.

—Majestad —dijo Drissa Nile—, yo sería... muy cautelosa al enseñar eso.

—Lamento presionaros —intervino Mama K—, pero debemos tomar algunas decisiones.

—Querrás decir que yo debo tomar algunas decisiones —corrigió Logan, con tono algo burlón.

—Sí, majestad, mis disculpas.

Logan se dirigió primero a Kylar.

—Nos has prestado un servicio mayor de lo que nos cabía exigir o esperar. No te daré órdenes, pero a nuestro parecer lo más idóneo sería... —Se le quedó la mirada perdida y dejó la frase en el aire.

—¿Majestad? —preguntó Kylar.

Logan volvió al presente.

—Qué raro. He estado renegando con lo peorcito de los ojeteros durante meses, y aquí estoy otra vez juzgando lo que «a nuestro parecer» es más «idóneo». —Meneó la cabeza y sonrió con pesar—. Kylar, esto es lo que hay. Si puedes matar al rey dios antes de que nuestros ejércitos crucen las armas, quizá evitemos la batalla por completo. Te pido que lo hagas, pero no te lo ordenaré. Ya has realizado enormes sacrificios para salvarme. Y sé que no confías en esta mujer pero, si puede serte útil, aprovecha su ayuda. Su rendición cuando podría habernos matado es prueba suficiente de sus buenas intenciones para conmigo. Vi es un arma tanto como tú, y no puedo permitir que ningún arma de mi pequeño arsenal esté ociosa.

—¿Creéis que eso es lo correcto? —preguntó Kylar.

Logan lo miró con serenidad.

—Sí.

—Entonces dadlo por hecho —dijo Kylar—. ¿Qué pensáis hacer vos?

—Pienso reclamarle mi ejército a Terah de Graesin. Después recuperaré mi país.

—No será tan sencillo —advirtió Mama K.

Logan exhibió una sonrisa lánguida y distante.

—Nunca lo es.

Capítulo 58

Elene despertó con un dolor de cabeza espantoso. No podía mover los brazos ni las piernas; cuando lo intentaba, sentía un cosquilleo en las extremidades. Al abrir los ojos, vio a tres cautivos más, atados de pies y manos como ella. Otra cuerda los ataba a todos entre sí. Estaban tumbados en la oscuridad, y solo la luz titilante de una hoguera de campamento iluminaba sus figuras. Elene era la que más cerca estaba de los seis extranjeros, que reían y bebían junto al fuego. Por las palabras que Elene entendía y aquellas otras cuyo sentido adivinó supo que había caído en manos de un grupo de kalidoranos.

No se atrevía a moverse demasiado y alertarlos, y al único que veía era al joven que la había capturado. De la conversación coligió que se llamaba Ghorran. Los demás le tomaban el pelo porque una mujer le había hecho daño.

Por un momento, casi cedió al pánico al comprender la gravedad de su situación. Kylar no sabía que estaba allí. Nadie lo sabía. Nadie iba a acudir a salvarla. Aquellos hombres podían hacerle lo que quisieran y no tenía forma alguna de impedírselo. El pecho se le encogió de miedo; no podía pensar, no podía respirar.

Entonces empezó a rezar y se recordó que el Dios sabía que estaba allí. Para el Dios sería una nimiedad salvarla. Acabó por calmarse. Para entonces, varios de los soldados se habían tumbado en sus mantas para dormir y habían dejado a Ghorran y alguien a quien no alcanzaba a ver hablando en voz queda.

—No creo que el vürdmeister Dada le haya contado a su santidad lo que estamos haciendo —dijo Ghorran—. Si el Túmulo Negro es una zona prohibida es por algo. Como se entere su santidad, ¿qué será de nosotros?

—Neph Dada es un gran hombre, sumamente devoto en su servicio a Khali. Si él la sirve, y su santidad no, ¿con qué bando preferirías estar? —preguntó el otro.

—He oído que quiere despertar a un titán, ¿a eso te refieres?

El otro hombre se rió sin levantar la voz.

—El vürdmeister quiere hacer cien cosas distintas. Por supuesto que quiere despertar a un titán, pero no es para eso que necesita muchachas jóvenes e intactas, ¿verdad?


Khalivos ras en me
—dijo Ghorran, sobrecogido—. Khali, vive en mí.

—En efecto.

—¿Es posible?

—El vürdmeister cree que sí.

Ghorran masculló una palabrota.

—Entonces, ¿qué pasa con el chico? ¿Para qué lo queremos?

—Hum, no es tan importante. Lo matarán y verán qué pueden levantar de su cuerpo. Los meisters solo quieren la carne del cadáver.

Elene había oído hablar del Túmulo Negro, un antiguo campo de batalla convertido en un yermo; se decía que desde entonces no había crecido nada en él. Aunque no pudo comprender el resto de la conversación, salvo que el vürdmeister Neph Dada le tenía reservado algo peor que la esclavitud. Volvió a reposar la cabeza y vio que el cautivo más cercano a ella estaba despierto. Era un niño. Parecía aterrorizado.

Capítulo 59

Mama K había salvado la vida de Logan ese día.

El pequeño ejército del rey, formado por el general supremo Agon, Mama K y los Perros de Agon, entraba a caballo en el campamento rebelde entre vítores. Habría sido muy diferente si Mama K no hubiese puesto en circulación el rumor de que Logan regresaba después de vencer a los peores horrores de las Fauces. Sin los rumores para preparar el terreno, la banda habría sido recibida como un ejército desconocido, y Terah de Graesin podría haber hecho matar a Logan. Sin duda, después se habrían derramado muchas lágrimas lamentando el terrible error.

El antiguo e inocente Logan no habría creído que Terah de Graesin fuese capaz de algo semejante. Logan el Ojetero no era tan cándido. Era un hombre cambiado, más tranquilo y sobrio. Sabía muy bien lo que podía hacer la gente cuando se sentía amenazada.

Y Terah de Graesin tenía que ver a Logan como una amenaza. Llevaba los últimos tres meses reuniendo apoyos. Había sobrevivido a intentos de asesinato y perdido a familiares. Había organizado un ejército y lo había conducido hasta la víspera de la batalla. Todo para ser reina.

La aparición de Logan amenazaba con hacer trizas su ambición cuando se encontraba muy cerca del triunfo. Su legitimidad era incuestionable: procedía de la familia más ilustre de la nación, había sido declarado heredero del fallecido rey Gunder y se había casado con su hija. Numerosas familias habían jurado lealtad a Terah de Graesin solo porque se habían creído liberadas de sus anteriores juramentos a los Gyre.

En cualquier otro momento, Logan habría ido a Havermere y hubiera enviado correos a todas las familias del reino, incluida la Casa de Graesin. Habría concedido a Terah tiempo para ver desintegrarse su coalición antes de ofrecerle una posición digna de su rango.

Ese no era cualquier otro momento. El ejército rebelde estaba acampado a menos de un kilómetro y medio de las fuerzas del rey dios. Los cenarianos superaban a los khalidoranos por dos hombres a uno. Los invasores tenían meisters y vürdmeisters, pero seguía pareciendo una victoria segura.

A Logan, Agon y Mama K les parecía una matanza de cenarianos en ciernes. De modo que allí estaba, cabalgando hacia el centro del campamento rebelde a la cabeza de aquel minúsculo ejército de cien hombres.

Tuvo suerte de que el día estuviese nublado, porque después de tres meses en el Agujero sus ojos no toleraban el sol directo. Los ojos entrecerrados no casaban especialmente bien con una expresión regia.

Se estaban acercando al conglomerado de pabellones de los nobles cuando una docena de jinetes les salieron al paso. Los dirigía un oficial que llevaba un arco alitaerano descordado a modo de bastón de mando. Logan y su ejército se detuvieron.

—Presentaos —ordenó el sargento Gamble.

—Este —dijo Agon lo bastante alto para que lo oyeran el hombre y los curiosos— es el rey Logan de Gyre, heredero al trono por derecho y tradición, y monarca de nuestra gran tierra. El rey ha muerto, viva el rey.

Era una declaración de guerra, y la noticia correría como la pólvora por el campamento en cuestión de minutos. Mama K había informado al mayordomo de Logan, y los hombres de armas de los Gyre ya estaban posicionados cerca de las tiendas de los nobles. Vitorearon.

—La reina os recibirá ahora, mi señor —dijo el sargento Gamble.

Logan desmontó delante del pabellón de Terah de Graesin. Cuando Mama K y Agon Brant hicieron el amago de seguirlo, los centinelas les barraron el paso.

—Solo vos, señor —dijo uno de ellos.

Logan lo miró fijamente. No dijo nada. Por un momento, permitió que la bestia interior asomase la cabeza. No había sobrevivido al infierno para que lo detuviese un guardia. La determinación dio paso a la furia. Notó un hormigueo en el antebrazo.

El guardia retrocedió y tragó saliva.

—Mi señor —dijo con voz débil—, solo los nobles pueden...

Logan lo atravesó con la mirada y las palabras se secaron en la garganta del guardia. Mama K y Agon lo siguieron al interior.

El pabellón de la reina era inmenso. Mesas, mapas y nobles se repartían por todo el espacio disponible. Varios de los hombres tenían un aspecto muy gracioso, con sus carnes embutidas en armaduras que no se habían puesto en veinte años. Sobre una de las mesas, en dos cuencos, había piezas de barro negras y blancas. «Por los dioses, están votando el plan de batalla.» Junto a Mama K, Brant Agon emitió un sonido ahogado de indignación.

Mama K paseaba la mirada por la estancia con toda la rapidez que le era posible, contando aliados, aliados en potencia y enemigos seguros. Sabía que habría podido procurarle la corona a Logan si él le hubiese dado dos semanas para preparar su versión especial de la verdad. En la víspera de una batalla decisiva contra el único enemigo al que todos odiaban, las probabilidades experimentaban un drástico cambio. Su única esperanza radicaba en que alguien prescindible atacara primero a Logan, Brant Agon o ella misma. Entonces ella podría ridiculizarlo, y convertirlo en un enemigo acérrimo no perjudicaría demasiado a Logan.

—Caramba, Logan de Gyre, cómo han caído los valientes —dijo Terah de Graesin, que surgió de detrás de varios nobles más altos y avanzó pavoneándose sobre las lujosas alfombras—. ¿Quién habría esperado que aparecierais en compañía de meretrices y viejas glorias? ¿O debería decir putas y tullidos?

Los nobles se rieron.

—¿Acaso buscáis trabajo? —preguntó Mama K.

Podría haberse oído caer una pluma en el repentino silencio. A Mama K no le importaba lo más mínimo la conmoción que había causado. Terah de Graesin había recibido a Logan con las uñas sacadas. Eso no era bueno.

Un joven se adelantó de entre los presentes.

—Si vuelves a hablar así, te mataré yo mismo —dijo Luc de Graesin. Era el hermano de Terah, de diecisiete años, guapo y tonto de remate.

«Oh, Luc, no tienes ni idea. Conozco tu secreto. Podría acabar contigo ahora mismo.»

Solo que no podía. Allí, en ese momento, no se daría crédito a una verdad tan descabellada sin la debida preparación. Terah de Graesin no haría sino ponerse más agresiva.

—Disculpadme —dijo Mama K—. Los títulos están cambiando de manos con tanta rapidez de un tiempo a esta parte que había olvidado que estaba hablando con una duquesa.

—¡Una reina! —corrigió Luc—. ¡Tu reina!

Mama K enarcó las cejas como si el noble intentara tomarle el pelo. Un pequeño recordatorio público de lo lejos y lo deprisa que Terah de Graesin estaba intentando ascender.

—Pero si aquí está el rey legítimo —dijo—. Designado heredero por el rey Gunder IX y aceptado por aclamación unánime. El hombre al que ya habéis jurado lealtad. —Sin embargo, sabía que ya había perdido. Lo vio en el aire desafiante, en el odio absoluto dibujado en el rostro de Terah de Graesin.

—Ya basta, Gwinvere —dijo Logan.

Ella sonrió y retrocedió con la cabeza gacha, súbitamente dócil.

—¿Puedo recordaros a todos —dijo una voz cercana a los mapas— que mañana nos las vemos con el rey dios y sus brujos? —Era el conde Drake, eterno pacificador.

—No necesitamos recordatorios —dijo Terah de Graesin—. Tenemos nuestro ejército, tenemos nuestro campo de batalla, tenemos la ventaja y, dentro de unos breves momentos, tendremos nuestro plan de batalla.

—No —objetó Agon.

—¿Disculpa? —preguntó Terah, indignada.

—Tenéis el ejército de su majestad —corrigió Agon—. Mis señores, muchos de vosotros estuvisteis presentes en el banquete el día del golpe. Garret de Urwer, vuestro padre murió a mi lado en la torre norte. Igual que vuestro tío, Bran de Braeton. Murieron cuando iban a salvar a nuestro rey, Logan de Gyre. Vosotros estuvisteis allí...

—¡Basta! —exclamó Terah de Graesin—. Ya sabemos lo que dijo el rey loco.

De modo que el rey estaba loco cuando designó heredero a Logan. No era una línea de ataque perfecta, pero serviría para salir del paso. Con el debido tiempo, Mama K habría recordado a todos la cronología del golpe, la irrelevancia de la cordura del rey para la legalidad de sus decretos y el matrimonio de Logan con Jenine. Con el debido tiempo, Mama K habría orquestado una presión desde todos los frentes para conseguir que Terah renunciase a sus pretensiones. Ahora nada de aquello importaba. No le quedaba más remedio que esperar lo inevitable.

—Mi señora —dijo el duque Havrin de Wesseros—, no dicen sino lo que se comentaría en salitas y salones de todo el reino si hubiera tiempo. A mí me parece que ahora todos tenemos decisiones que tomar, y poco tiempo para tomarlas.

—No pienso oír sus mentiras —siseó Terah.

—¿No lo veis? —dijo el duque de Wesseros—. Si no oís lo que tienen que decir, Logan se irá, y no lo hará solo. Se llevará con él la mitad de nuestro ejército, puede que más. ¿A alguien le hace gracia la idea de enfrentarse a los khalidoranos con medio ejército?

«Caliente, caliente, pero debería preocuparte que se marche la persona equivocada.»

Agon tomó la palabra:

—Como decís, el rey estaba loco cuando murió. El Sa’kagé lo envenenó en el banquete.

—¿Veneno? ¡Tú lo asesinaste, Brant! —exclamó Garret de Urwer.

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