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Authors: Jasper Fforde

Algo huele a podrido (2 page)

BOOK: Algo huele a podrido
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Algunas muestras pueden servir para ilustrar las reacciones que produjo
EL CASO JANE EYRE
, la primera novela de la serie protagonizada por Thursday Next:

Una novela que se lee como un obra de Julio Verne escrita por Lewis Carroll… Olvide todas las reglas del tiempo, el espacio y la realidad: tan sólo siéntese cómodamente para disfrutar de la aventura.

Sunday Telegraph

Lo que Fforde logra es una variación del gambito clásico de los Monty Python: la incongruente yuxtaposición de la comedia más elemental con la más alta erudición. […] Es un libro absurdo para gente inteligente: postmodernismo desarrollado como una farsa cruda y clamorosa.

The Independent

Deliciosamente inteligente… Repleta de agudos juegos de palabras, alusiones literarias e ingenio bibliográfico,
EL CASO JANE EYRE
combina elementos de Monty Python, Harry Potter, Stephen Hawking y Buffy la Cazavampiros. Pero su peculiar encanto es todo mérito propio.

The Wall Street Journal

El lector se siente catapultado dentro y fuera de lo real y de lo imaginado, en una caza febril, divertida e ingeniosamente construida que finaliza atando todos los cabos sueltos de la manera más satisfactoria y brillantemente novelística.

The Times

Puede parecer exagerado, pero les aseguro que no lo es. Con la seguridad de que incluso tras tres lecturas puedo haberme perdido algunos de los muchos juegos de palabras, bromas y guiños al lector que proporciona Fforde, lo cierto es que acabé la lectura de esta novela (¡en las tres ocasiones!) con la más sonriente de las satisfacciones. Y esto, en el mundo en que vivimos, no es poca cosa… Se lo aseguro.

Aunque no se me oculta que la serie iniciada con
EL CASO JANE EYRE
es una obra que puede llegar a ser incluso idolatrada por unos lectores mientras que otros, los que no logren «entrar» en ella, en sus juegos, en su humor agudo e inteligente pueden considerarla incluso ridícula.

Si he de decirles la verdad, antes de contratar la serie de Thursday Next para NOVA hice algo que, en mis veinte años como editor, nunca hasta entonces había hecho: pedir la opinión de un lector especializado.

Como tal vez sepan, en el mundillo editorial no todos los editores se leen previamente todas las novelas que deciden publicar. Suele ser habitual recurrir a informes de lectores profesionales y a menudo se decide con poco más que eso. En mi caso nunca lo he hecho así. Lector empedernido, leo yo mismo las novelas para decidir si adquirimos o no sus derechos para NOVA.

Debo reconocer que, por primera vez en veinte años, con
EL CASO JANE EYRE
he recurrido a la opinión de un lector profesional. Tras leer la novela y quedar completamente subyugado por su frescura, su agilidad y el amor a los libros y la literatura de que hace gala su autor llegué incluso a dudar de mí mismo. ¿Era tan buena como a mí me parecía?

Al final, con gran sorpresa de quienes me conocen bien en Ediciones B, pedí que también leyera la novela uno de los lectores profesionales para conocer la opinión de otro lector conocedor del mercado hispano de libros. Afortunadamente ocurrió lo que esperaba, esa lectora coincidió conmigo en la excepcionalidad de la novela (entre otras lindezas, decía textualmente: «Yo la encuentro genial: es ficción para lectores adultos que no tienen miedo de perderse.») y en su interés incluso en el mercado español.

Esa lectora consideraba también que
EL CASO JANE EYRE
podía ser vista como un libro tradicional de detectives, algo parecido a lo que se preguntaba el crítico del Birmingham Post: «Una lectura absolutamente deliciosa. ¿Es una novela policíaca? No puedo decirlo realmente, estuve riendo demasiado rato.» El posible problema es que con
EL CASO JANE EYRE
se hace difícil saber a qué género pertenece si es que pertenece a alguno en concreto. Tal vez por eso, aunque hemos considerado otras opciones, al final la hemos incluido en una colección sumamente abierta en temática y género como está siendo NOVA.

Y si hay que asignarle un género, ha de bastar con la etiqueta «literario». ¿De acuerdo?

Jasper Fforde, en su conferencia de noviembre 2007 en Barcelona, con ocasión de la entrega del Premio Internacional UPC de Ciencia Ficción, etiquetaba su narrativa como «ficción-ficción» (aunque en el título de la conferencia constara el denominativo más erudito de «metaficción»). Sería, en cierta forma, la ficción que trata de la ficción y que toma como elementos de la trama, situaciones, escenarios e incluso los personajes, de la misma narrativa.

En las propias palabras de Jasper Fforde:

Para aquellos que no conozcáis mi trabajo, quizá debería explicar en términos llanos qué es lo que hago. Mi género es, creo, la «ficción-ficción». Escribo libros para personas a las que les gustan las historias e historias para personas a las que les gustan los libros. El rico filón de ideas con el que tropecé casi por accidente mientras jugueteaba irresponsablemente con Dorian Grey una lluviosa tarde de martes fue que los personajes de los libros son reales y están vivos, y son humanos, y sólo representan sus papeles ante nosotros, su público.

No es por casualidad que sólo puedas tener abiertas dos páginas frente a ti cuando estás leyendo un libro porque, si pudieras leer tres páginas más adelante, verías a los ocupantes del libro intentando prepararse frenéticamente para la inminente escena y, si pudieras mirar tres páginas más atrás, verías cómo se desmontan los decorados y se envían hacia otros libros donde los necesitan —de hecho, he descubierto que sólo hay doce pianos en la ficción, y es necesaria toda una brigada especial de expertos en la logística de la narrativa con piano para comprimir y enviar esos instrumentos a través del espacio intergéneros allí donde se les necesita a continuación. En esta zona «postlectura», los personajes se relajarían y se felicitarían mutuamente por una escena bien interpretada, diciendo cosas como:
(voz teatral)
«Has estado deslumbrante, cielo, todo el género del espionaje habla de ti.» En un instante, ellos, también, serán transportados hacia otro libro donde, con un rápido cambio de género y con un sombrero diferente, representarán otro papel en otra historia. De hecho, llegaría incluso a decir que cada libro que posees, cuando está en reposo, está totalmente en blanco, con quizá sólo un cuidador descrito toscamente en la página noventa y siete, sentado junto a un brasero resplandeciente, calentándose las manos, bebiendo una taza de té y sumido en sus sueños de grandeza, en los que, si estudia verdaderamente mucho en la Escuela para Personajes de San Tabularasa, algún día podrá combatir con alienígenas del espacio en el cuadrante gamma a bordo de una novela de ciencia ficción de dudosa calidad.

Con este telón de fondo, he inventado un personaje que nos guiará, como Alicia, por un extraño paisaje de personajes díscolos, peligrosos virus de errores ortográficos, patrullas de ataque con el objetivo de asesinar a Heathcliff de Cumbres Borrascosas y formas de vida parasitarias decididas a devorar la gramática. Se llama Thursday Next y no le importa nada de nadie, a excepción de Miss Havisham de Dickens, con quien no deberíais cruzaros, ni mencionarle su boda.

Y si hay que asignarle etiquetas, basten las que el mismo autor usaba en la «Clasificación Goliath de libros» que aparecía en
PERDIDA EN UN BUEN LIBRO
: «Ficción / Intriga / Surrealista / Cómico». No es poco.

Tal y como dice el mismo Jasper Fforde:

En el mundo de Thursday no hay hooligans pegándose unos a otros por equipos de fútbol, sino hooligans que se pegan sin sentido por discutir si fue Shakespeare o Marlowe el mejor autor teatral isabelino: ya veis, un lugar mucho mejor.

Verdaderamente, un mundo «mucho» mejor. Que ustedes lo disfruten.

MIQUEL BARCELÓ

«Intenté imaginarme toda aquella sala llena de clones de Shakespeare tecleando en sus máquinas de escribir…»

Para Maddy, Rosie,

Jordan y Alexander

con todo mi amor

Abril de 2004

KAINE

EDICIONES

Advertencia: Este Libro padría ser objeto de legislación retrospectiva de libros. Para cumplir con la directiva Kaine CS80-B12864, la Información Obligatoria de Combustibilidad de esta novela se ha calculado de la siguiente forma:

Contenido energético: 19.180 unidades térmicas británicas

Combustibilidad: Media

Punto de ignición: 451 °F

1 El Minotauro cretense en Nebraska

Jurisficción es el nombre que recibe la policía del interior de los libros. Haciendo uso de la información recogida por la Gran Central Textual, los muchos agentes de recursos prosaicos de Jurisficción trabajan incansablemente para mantener la continuidad narrativa en las páginas de todos los libros escritos hasta el momento, una tarea en ocasiones ingrata. Los agentes de Jurisficción se guían sobre todo por el ingenio al intentar reconciliar los deseos originales del autor y las expectativas del lector con un conjunto inmenso y en su mayoría sin sentido de regulaciones burocráticas establecidas por el Consejo de Géneros. Dirigí Jurisficción durante más de dos años y nunca dejó de asombrarme lo variado que era el trabajo: un día podía estar intentando sacar al imposiblemente tímido Darcy del baño y al siguiente me encontraba evitando el último intento de los marcianos por invadir
Barnaby Rudge.
Era complejo y las complicaciones se sucedían. Pero cuando lo extraño y lo absolutamente demencial se vuelve normal, empiezas a ansiar lo banal.

THURSDAY NEXT,

Las crónicas de Jurisficción

El Minotauro había estado causando problemas que rebasaban ampliamente su importancia literaria. Primero había escapado del LibroPrisión de fantasía
La espada de los zenobianos
, luego nos había obligado a perseguirle sin pausa por toda la ficción, frustrando todos nuestros intentos de capturarle. El hijo mitológico, medio toro y medio hombre, de la reina Pasifae de Creta, a sólo un mes de su huida, había sido avistado en el interior de
Los jinetes de la pradera roja.
En ese momento nuestra intención seguía siendo capturarle con vida, por lo que le habíamos disparado una pequeña dosis de comedia de enredo. Teóricamente, no teníamos más que localizar dentro de la ficción brotes de chistes de tartas estampadas en la cara o de golpes contra farolas para localizar al hombre-bestia caníbal. Era una idea experimental y, por desgracia, un fracaso absoluto. Exceptuando que Lafeu menciona la tarta de nata en
Bien está lo que bien acaba y
la ridícula secuencia de persecución en
Los papeles póstumos del club Pickwick
, se encontró poco más. O la comedia de enredo no había sido lo suficientemente potente o había quedado diluida por la aversión natural del MundoLibro a los chistes visuales.

En cualquier caso, dos años después seguíamos buscándole en las novelas del Oeste, en los movimientos de ganado que al Minotauro le resultaban tan relajantes. Y fue por esa razón que el comandante Bradshaw y yo llegamos al principio de la página setenta y tres de una novela muy poco conocida llamada
Muerte en el rancho Doble X.

—¿Qué opinas, vieja amiga? —preguntó Bradshaw, con un salacot y un traje de explorador africanos ideales para el verano caliente de Nebraska. Yo le sacaba casi una cabeza de altura pero él me sacaba cuatro décadas de edad; su piel quemada por el sol y el bigote blanco como la nieve eran el legado de muchos años en la ficción colonial africana: había sido el personaje principal en veintitrés novelas del «comandante Bradshaw», publicadas por última vez en 1932 y leídas por última vez en 1963. Muchos personajes de ficción se definen en función de su popularidad, pero no era el caso del comandante Bradshaw. Tras pasar toda una vida aventurera y totalmente ficticia defendiendo el África Oriental Británica contra una hueste de enemigos improbables, y matando a casi todos los animales que era posible matar, disfrutaba de su jubilación y era muy requerido en Jurisficción, donde su valor en combate y sus conocimientos del MundoLibro le convertían en uno de los grandes activos de la agencia.

Señalaba un tablón gastado por los elementos que nos informaba de que el pueblecito estaba a menos de un kilómetro, respondía al optimista nombre de Providencia y tenía una población de 2.387 habitantes.

Me protegí los ojos del sol y miré a mi alrededor. Una alfombra de salvia se extendía hasta las mismísimas montañas situadas a no menos de ocho kilómetros. La vegetación seguía un patrón repetitivo que delataba su naturaleza ficticia. En la ficción, la naturaleza caótica del mundo real, de colinas onduladas y modelos aleatorios de bosques y setos, era reemplazada por un paisaje formado por secuencias repetidas de la descripción inicial del autor. En el mundo de fantasía donde había establecido mi hogar, en un bosque había sólo ocho tipos de árbol, en una playa cinco tipos de guijarros y, en el cielo, sólo doce nubes diferentes. Un seto se repetía cada metro y medio, una cordillera montañosa cada seis picos. Al principio no molestaba demasiado, pero tras dos años viviendo en el interior de la ficción, había empezado a ansiar un mundo donde cada árbol, cada roca, cada colina y cada nube poseyese su propia forma e identidad. Y las puestas de sol. Era lo que más echaba de menos. Ni siquiera las mejor descritas se aproximan a las reales. Ansiaba presenciar una vez más los tonos delicados del cielo cuando el sol se hunde en el horizonte. De rojo a naranja, de rosa a azul, de azul marino a negro.

BOOK: Algo huele a podrido
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