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Authors: Jasper Fforde

Algo huele a podrido (27 page)

BOOK: Algo huele a podrido
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—Somos cazatalentos de los Meteoros de Gloucester y creemos que al señor Kapok le gustaría venir a jugar con nosotros.

—¿A menos de una semana de la Superhoop?

—Ya era hora de cambiar, señorita Next —dijo Kapok, mirando nerviosamente a su alrededor—. Creo que Biffo dirigirá el equipo mejor de lo que hubiese podido hacerlo yo. ¿No crees, Biffo?

—¿Qué hay de todos esos «caballos salvajes» y del «código de los Kapok»? —le increpé—. ¡Lo ha prometido!

—Necesito pasar más tiempo con mi familia —musitó Kapok, encogiéndose de hombros y claramente sin ganas de permanecer en el estadio ni un segundo más de lo estrictamente necesario—. Os irá bien… ¿No lo predijo san Zvlkx?

—¡Los videntes no son siempre fiables al cien por cien! Usted mismo lo ha dicho. ¿Quiénes sois realmente vosotros dos?

—No nos meta en esto —dijo el alto de los dos trajeados—. Nos limitamos a hacer una oferta… El señor Kapok decide si se queda o se va.

Kapok y los dos hombres se volvieron para irse.

—¡Kapok, por amor de Dios! —aulló Biffo—. ¡Los Machacadores nos dará de palos si tú no nos diriges!

Pero siguió caminando, con sus antiguos compañeros de equipo mirándole con decepción. Gruñeron y maldijeron un rato antes de que el director de los Mazos, un personaje larguirucho con un bigote fino y la piel muy blanca, bajara al césped y preguntara qué pasaba.

—¡Ah! —dijo al saber la noticia—. Lamento oírlo, pero ya que estáis todos reunidos probablemente sea el momento adecuado para comunicaros que me retiro por problemas de salud.

—¿Cuándo?

—Ahora mismo —dijo el director, y se fue corriendo. La Goliath estaba sacándole provecho a la mañana.

—Bien —dijo Aubrey tan pronto como se hubo ido—. ¿Ahora qué?

—Escuchad —dije—. No puedo contaros por qué es históricamente imperativo que ganéis la Superhoop. Ganaréis este encuentro porque debéis hacerlo. Es así de simple. ¿Puedes ser capitán? —pregunté, volviéndome hacia el jugador enorme llamado Biffo. Le había visto realizar «pases a ciegas» por los arbustos de rododendros con una precisión sobrenatural, y su tiro clásico a la estaca desde la línea de las sesenta yardas durante el partido de liga contra Southampton era sin duda uno de los Diez Mejores Grandes Momentos de la historia del cróquet. Claro que todo eso había sido hacía más de diez años, antes de que un mal placaje le torciese la rodilla. En la actualidad era defensa, protegiendo los aros de los golpeadores del otro equipo.

—Yo no —respondió con aire resignado.

—¿Smudger?

Smudger jugaba de delantero y se había especializado en rebotes aéreos. Su famoso doble aro en la eliminatoria Swindon-Gloucester en el 78 seguía todavía en el recuerdo de todos, a pesar de que no habían ganado ese partido.

—No.

—¿Alguien?

—Yo seré el capitán, señorita Next.

Era Aubrey Jambe. Había sido capitán en el pasado, antes de que una campaña mediática de acusaciones relacionadas con él y un chimpancé le hiciese renunciar.

—Bien.

—Pero vamos a necesitar un nuevo director —dijo Aubrey despacio—, y ya que parece ser tan apasionada, creo que es la candidata ideal.

Antes de comprender lo que decía ya había aceptado, lo que sentó muy bien a los jugadores. Habían recuperado un poco el ánimo. Agarré a Aubrey del brazo y lo llevé hasta el centro del césped para mantener nuestra primera reunión estratégica.

—Vale —dije—. Dime la verdad, Jambe, ¿qué posibilidades tenemos?

—Rozando lo imposible —respondió Aubrey con sinceridad—. Tuvimos que vender a nuestro mejor jugador al Glasgow para poder realizar todos los cambios exigidos por la Liga Mundial de Cróquet en el campo. Luego nuestro principal defensa, Lauren de Rematte, ganó un viaje increíble a África en uno de esos concursos por correo. Con la marcha de Kapok nos hemos quedado con diez jugadores, sin reservas, y hemos perdido al mejor golpeador. Biffo, Smudger, Snake, George y Johnno son buenos jugadores, pero los demás son de segunda categoría.

—Por tanto, ¿qué precisamos para ganar?

—Si todos los jugadores del equipo de Reading muriesen la misma noche y fuesen reemplazados por niños de nueve años en mala forma física, quizá tuviéramos una posibilidad.

—Demasiado difícil y probablemente sea ilegal. ¿Qué más?

Aubrey me miró desanimado.

—Cinco jugadores de calidad y tendríamos posibilidades.

Era mucho pedir. Si podían llegar hasta Kapok, podían ofrecer «incentivos» a cualquier otro jugador que se nos quisiese unir.

—Vale —dije—, déjalo en mis manos.

—¿Tiene un plan?

—Claro está —mentí, sintiendo cómo el manto de la dirección caía sobre mis hombros—, los nuevos ya casi han firmado. Además —añadí con cierta convicción artificial—, nos protege la Revelación.

23 Yaya Next

LOS MACHACADORES DE READING CONFÍAN EN GANAR LA SUPERHOOP

Tras la sorprendente renuncia esta tarde de Roger Kapok y Gray Fergunson, del equipo de croquet de Swindon, los Machacadores aparecen como casi seguros ganadores de la Superhoop este sábado, aunque la profecía de san Zvlkx diga lo contrario. A pesar de las noticias, los locales de apuestas se mostraban cautelosos y redujeron las posibilidades de los Mazos a 700-1. La señorita Thursday Next, la nueva directora de los Mazos, se negó a hablar de fracaso y dijo a los periodistas que Swindon triunfaría. Cuando la presionaron para explicar cómo lo lograría, declaró que la entrevista había terminado.

Swindon Evening Blurb
, 18 de julio de 1988

—¿Eres la directora de los Mazos? —me preguntó Bowden con incredulidad—. ¿Qué le ha pasado a Gray Fergunson?

—Le compraron, le sobornaron, le asustaron… ¿quién sabe? —le contesté.

—Te gusta mantenerte ocupada, ¿no? ¿Eso significa que no me podrás ayudar a sacar de Inglaterra los libros prohibidos?

—No temas por eso —le garanticé—. Encontraré la forma.

Hubiese querido sentir tanta confianza. Le dije a Bowden que le vería al día siguiente y me fui caminando, sólo para ser interceptada por el muy concienzudo mayor Drabb, que me dijo con gran eficiencia que él y su escuadrón habían rebuscado de arriba abajo en la biblioteca Albert Schweitzer sin encontrar ni un solo libro danés. Le felicité por su diligencia y le dije que volviese a hablar conmigo al día siguiente. Me dedicó un saludo perfecto, me entregó un informe escrito de treinta y dos páginas y se fue.

Yaya se encontraba en el jardín del Asilo Crepuscular Goliath cuando pasé por allí de camino a casa. Iba vestida con un vestido de guinga azul y regaba las flores.

—He oído la noticia por la radio. ¡Felicidades!

—Gracias —respondí sin entusiasmo, tirándome en una enorme silla de mimbre—. No tengo ni idea de por qué me ofrecí voluntaria para dirigir los Mazos… ¡No tengo ni idea sobre cómo se lleva un equipo de cróquet!

—Quizá sólo hagan falta fe y convicción… —respondió, inclinándose para llegar hasta una rosa—. Dos rasgos de personalidad en los que creo, si me permites decirlo, que destacas.

—La fe no va a hacer aparecer a cinco excelentes jugadores de cróquet, ¿no?

—Te sorprendería lo que puede lograr la fe. Después de todo, tienes de tu lado la Revelación de san Zvlkx.

—El futuro no está decidido, Yaya. Podemos perder, y probablemente perdamos.

Me reprendió.

—¡Bien! ¡Sí que estamos quejicas esta mañana! ¿Qué importa si perdéis? ¡Después de todo, no es más que un juego!

Me hundí aún más.

—Si no fuese más que un juego no me preocuparía. Así lo ve mi padre: Kaine se proclamará dictador tan pronto como el presidente Formby muera, el próximo lunes. En cuanto se haga con el poder ejecutivo se embarcará en una guerra que terminará en un Armagedón de Nivel III que acabará con toda la vida del planeta. No podemos impedir que el presidente muera, pero podemos, insiste mi padre, evitar la guerra mundial simplemente ganando la Superhoop.

Yaya se sentó en la silla de mimbre que había a mi lado.

—Y además tengo a Hamlet —añadí, frotándome las sienes—.
Las alegres comadres de Windsor
ha lanzado una opa hostil y, si no encuentro pronto a un clon de Shakespeare, no habrá
Hamlet
al que Hamlet pueda volver. La Goliath ha vuelto a engañarme. No sé cómo lo hicieron, pero fue como si me sorbiesen el libre albedrío por los ojos. Dijeron que recuperaría a Landen; pero la verdad, tengo mis dudas. Y tengo que sacar ilegalmente de Inglaterra diez camiones de libros prohibidos.

Concluida la parrafada, suspiré y guardé silencio. Yaya permaneció pensativa un rato y, tras aparentemente llegar a una conclusión importante, anunció:

—¿Sabes qué deberías hacer?

—¿Qué?

—Retira a Smudger de la defensa y colócale como apoyo al aro medio. Jambe debería ser el golpeador, como siempre, pero Biffo…

—¡Yaya! No has prestado atención a nada de lo que he dicho, ¿verdad?

Me acarició la mano.

—Claro que sí. Hamlet intenta sacar a las alegres comadres de Inglaterra sorbiéndoles los ojos, lo que llevaría a un Armagedón y a la muerte del presidente, ¿no?

—Da igual. ¿Qué tal te va a ti? ¿Has encontrado los diez libros más aburridos?

—Así es —respondió—, pero me resisto a terminar de leerlos porque tengo la sensación de que queda un último momento de epifanía en mi vida que se me revelará justo antes de mi muerte.

—¿Qué tipo de epifanía?

—No lo sé. ¿Quieres jugar al Scrabble?

Así que Yaya y yo jugamos al Scrabble. Pensé que yo iba ganando hasta que ella logró encajar «zoquete» como triple de palabra y a partir de ahí fui cuesta abajo. Perdí con 319 puntos contra sus 503.

24 De vuelta a casa

DINAMARCA ES RESPONSABLE DEL HONGO HOLANDÉS

«La enfermedad del hongo holandés que afecta a los olmos es todo menos holandesa», fue la contundente afirmación realizada por un técnico forestal la semana pasada. «Durante muchos años hemos culpado a los holandeses de la enfermedad del hongo holandés —declaró Jeremy Acom, principal portavoz de la Instalación de Investigación Forestal Pino Nudoso—. La llamada enfermedad del hongo holandés, que mató a mediados de los setenta casi todos los olmos de Inglaterra, se creía originaria de Holanda, de ahí el nombre.» Pero nuevas investigaciones ponen en duda esa hipótesis. «Empleando técnicas de las que no disponíamos en los setenta, hemos descubierto pruebas que sugieren que esa enfermedad se originó en Dinamarca.» El señor Acorn añadió: «No tenemos pruebas directas para afirmar que Dinamarca esté implicada en el diseño y dispersión de armas contra los árboles, pero debemos mantener la mente abierta. En Inglaterra hay muchos robles y abedules que en este momento están desprotegidos ante cualquier ataque.» Guerra Forestal… ¿Deberíamos preocuparnos? Información completa en la página nueve.

Arboreal Times
, 17 de julio de 1988

Corrí a casa para llegar antes que mi madre, porque no estaba muy segura sobre cómo reaccionaría si encontraba a Friday al cuidado de una gorila. Era posible que no le pareciese ningún problema, pero tampoco quería arriesgarme.

Horrorizada, comprobé que mamá había llegado antes que yo… y no sólo ella. Una enorme multitud de periodistas se había congregado frente a la casa, aguardando el retorno de la nueva directora de los Mazos, y sólo después de haber respondido con un millar de «sin comentarios» pude llegar hasta ella, justo cuando metía la llave en la cerradura de la puerta principal.

—Hola, madre —dije, prácticamente sin aliento.

—Hola, hija.

—¿Entras?

—Es lo que hago habitualmente al llegar a casa.

—¿No estás pensando en ir de compras? —le propuse.

—¿Qué escondes?

—Nada.

—Bien.

Metió la llave en la cerradura y abrió la puerta mirándome inquisitiva. La dejé atrás corriendo hacia el salón, donde Melanie dormía en el sofá, con los pies apoyados en la mesita de café y Friday roncando feliz sobre su pecho. Cerré la puerta rápidamente.

—¡Duerme! —le susurré a mi madre.

—¡El corderito! Vamos a echar un vistazo.

—No, mejor le dejamos en paz. Tiene el sueño ligero.

—Puedo mirar muy en silencio.

—Quizá no lo suficiente.

—Entonces miraré por la puerta de servicio.

—¡No…!

—¿Por qué no?

—Está atascada. Imposible abrirla. Te lo quería decir esta mañana pero se me olvidó. ¿Recuerdas que Anton y yo solíamos meternos por ella? ¿Tienes aceite?

—La puerta de servicio nunca se ha atascado…

—¿Te apetece té? —pregunté con alegría, probando con una distracción que para mi madre sería irresistible—. Tengo que contarte un problema sentimental. ¡Quizá tú puedas ayudarme!

Por desgracia, me conocía demasiado bien.

—Ahora estoy segura de que ocultas algo. ¡Déjame…!

Intenté pasar, pero se me ocurrió una genialidad.

—No, madre, los avergonzarás… y tú también sentirás vergüenza.

Se detuvo.

—¿A qué te refieres?

—Es Emma.

—¿Emma? ¿Qué le pasa?

—Emma… y Hamlet.

Puso cara de conmoción y se tapó la boca con la mano.

—¿Ahí dentro? ¿En mi sofá?

Asentí.

—¿Haciendo… ya sabes? ¿Los dos… juntos?

—Y muy desnudos… pero antes plegaron el antimacasar —añadí, para no alterarla demasiado.

Agitó la cabeza con tristeza.

—No está bien, ya sabes, Thursday.

—Lo sé.

—Es tremendamente inmoral.

—Mucho.

—Bien, vamos a tomar esa taza de té y puedes contarme ese problema sentimental tuyo… ¿Es por Daisy Mutlar?

—No… no tengo problemas sentimentales.

—Pero ¿dijiste…?

—Sí, madre, era una excusa para impedirte toparte con Emma y Hamlet.

—Oh —dijo al comprender—. Bien, de todas formas vamos a tomar el té.

Suspiré aliviada y mi madre entró en la cocina… para encontrarse con Hamlet y Emma que charlaban lavando los platos. Se detuvo en seco y los miró fijamente.

—¡Es repugnante! —dijo al fin.

—¿Disculpe? —preguntó Hamlet.

—Lo que están haciendo en mi salón… en mi sofá.

—¿Qué estamos haciendo, señora Next? —preguntó Emma.

—¿Qué están haciendo? —dijo ofendida mi madre, alzando la voz—. Les diré lo que están haciendo. Bien, no lo haré porque es demasiado… vengan, echen un vistazo.

Y antes de que pudiese detenerla abrió la puerta del salón para mostrar a… Friday, solo, dormido sobre el sofá. Mi madre puso cara de confusión y me miró.

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