Cerulean Sins (67 page)

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Authors: Laurell K. Hamilton

Tags: #Fantástico, #Erótico

BOOK: Cerulean Sins
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Me abrí al poder de Asher dejé que me inundara como un arroyo, que estaba retenido, que fluía como una inundación. Era como una tierra seca que llevaba tiempo sin agua. Su poder me envolvió, me sentí como si fuera arrollada por mil olas, arrastrándome a la arena y luego sosteniéndome en el fondo del océano. Y en ese momento comprendí que no me hubiera importado ahogarme.

Me desperté, con su cuerpo oprimiéndome en el duro suelo de piedra. Estaba mirando el movimiento de su cabello, las luces brillaban a través de él como un velo de oro. Pasé los dedos acariciándolo, era tan suave. Parte de su mejilla tenía cicatrices, las toqué, era un roce tan familiar para mí, giró su cara en mi brazo y suspiré aliviada.

Era perfecto desde la frente a la línea de su mejilla. Sus ojos cuando miraron eran como helados zafiros y un toque entre perlas y oro.

Me reí cuando lo vi, solté una carcajada. Él puso su mano en mi cara y le besé la palma. El peso de su cuerpo contra el mío era uno de los mejores sentimientos que jamás había tenido, porque era la prueba de que estaba de vuelta, que estaba bien, y que estaba aquí.

Él estaba medio sentado de espaldas a la pared sujetándome sobre su regazo. Se giró, conmigo en brazos, para mirar al otro lado de la habitación, a Belle Morte. No tenía que ver la expresión de su rostro para saber que algo no estaba bien.

—Impresionante, ¿no te parece? —dijo Jean-Claude.

—No, no lo haría. Sólo se puede obtener energía cuando se bebe sangre, y no manipular la mente. Lo sabes tan bien como yo, Jean-Claude, que no se puede permitir que Asher manipule la mente de cada víctima. Sería un desfile de locos de amor siguiéndote por todas partes.

Me molestaba la parte de locos de amor, pero pasé. Estábamos teniendo suerte esta noche. Nunca discutas cuando estás teniendo suerte.

—Sea como sea, Belle, Asher está recuperado. No os necesitamos más, debéis abandonar nuestro territorio antes de mañana por la noche.

—¿Los matarías? —preguntó ella—. Mi venganza sería terrible.

—No, Belle, por ley del Consejo no se puede castigar a otro
sourdre de sang
como si fuera un vampiro de su línea. Su odio sería terrible, por lo que la venganza tendrá que esperar.

—No, si la cabeza del Consejo está de acuerdo con mi venganza —dijo.

—La he tocado, Belle, ella no se preocupa por tu venganza. Ella ni siquiera se preocupa por ti, o por mí o por parte del mundo —dije.

—La madre ha estado ausente mucho tiempo, Anita, cuando termine su ausencia, ella puede retirarse del consejo.

Me reí, pero no de alegría.

—¡Retiro! Los vampiros no se retiran. Ellos mueren, pero nunca se retiran.

No era algo que vi en su rostro, era más bien un peso sobre los hombros, un movimiento en un brazo. No sé lo que me hizo verlo. El poder de Asher, o algo más. Pero lo vi, y tuve una idea terrible.

—Tu plan es matar a la Primera Oscuridad y hacerte con la dirección del Consejo.

Su rostro estaba totalmente blanco, cuando dijo:

—No seas absurda. No se ataca a la Madre más Querida.

—Sí, lo sé, y hay una razón muy buena para eso. Ella te mataría, Belle, se abalanzaría sobre ti y destruiría todo lo que eres.

Ella intento evitar la arrogancia de su cara. Supongo que si has vivido más tiempo que Cristo lleva muerto, no puedes dejar de ser arrogante.

—Si se declara la guerra, Belle, nadie va a acudir en tu ayuda, como
sourdre de sang
legítimo, ni yo ni ningún miembro de mi pueblo, no encontrarás ayuda aquí —dijo Jean-Claude.

—¿Ayuda de dos pequeños mancebos? He encontrado a otros hombres para llevar a cabo el plan.

Se giró con un movimiento de la falda de Musette.

—Vamos, queridos, habrá que poner pies en polvorosa.

—Un momento, mi señora.

Era Valentina.

Ella hizo una reverencia con su vestido blanco con los toques de color del oro.

—Bartolomé y yo tenemos nuestro honor mancillado por el trato de Musette.

—¿Qué más da querida?

Valentina se quedó en la misma postura inclinada, como si hubiera tenido esa posición siempre.

—Le rogamos su indulgencia para quedarnos y arreglarlo de la mejor forma posible.

—No —dijo Belle.

Valentina levantó la mirada hacia la mujer.

—Ellos fueron maltratados y nosotros hemos cometido un error. Pido permiso para quedarme y remediarlo.

—Bartolomé —dijo Belle.

Bartolomé se adelantó y se arrodilló, con la cabeza gacha.

—Sí, señora.

—¿Es eso lo que deseas?

—No, señora, pero el honor exige corregir este error.

Entonces alzó la vista, había algo en su cara que recordaba al niño que fue.

—Ellos se han convertido en hombres, pero las cicatrices dejadas de niño fueron profundas. Valentina y yo las hemos hecho más profunda. Lo lamento, y lo sabes, por encima de todo lo demás.

Esperaba que Belle les dijera que no, que tenía que reunir a su pueblo y marcharse, pero no lo hizo.

Ella dijo:

—Quédate hasta que el honor se satisfaga, y luego debes reunirte con nosotros.

Miró a Jean-Claude.

—¿Estás de acuerdo? —Jean-Claude asintió.

—Hasta que el honor se satisfaga.

No estaba de acuerdo, pero observando algo en el rostro de Belle, algo en la cara de Jean-Claude, y algo en la rigidez del cuerpo de Asher, me hicieron entender que probablemente estaban ocurriendo cosas que no sabía.

—Los lobos serían tan amables de acompañar a nuestros huéspedes a sus habitaciones para que hagan sus maletas, y luego al aeropuerto.

Richard parecía salir de su ensueño, casi como si hubiera estado bajo un hechizo. No sabía cuál. Me vio en el regazo de Asher, con Micah apoyado en la pared junto a nosotros. Nathaniel se acercó a nosotros, y yo levanté la mano, lo deje reposar su cabeza y sus hombros en mi regazo.

—Vamos a acompañarlos —dijo, pero su voz sonaba vacía. Abrió la boca como si fuera a decir algo más, entonces se giró, y sus lobos se trasladaron con él. Reunieron a la gente de Belle y comenzó la escolta de regreso a las habitaciones principales.

Belle miró hacia atrás a Valentina y a Bartolomé con sus ropas brillantes blanco y oro. Esa mirada atrás fue un mundo. No estaba segura, pero creo que Belle Morte se sentía culpable no sólo por Valentina, sino también por Bartolomé, sobre todo por él.

Valentina había entendido porque un vampiro de la posición de Belle había hecho lo indecible. Bartolomé cuando era un niño había sido simplemente un buen negocio. No sabía que Belle Morte perdió el sueño por un buen negocio. Lo había condenado a la eternidad en el cuerpo de un niño. El cuerpo de un niño con el apetito de un hombre. Belle les permitió quedarse, aunque la excusa era débil. Belle les permitió quedarse porque la culpa es una motivación maravillosa, incluso entre los muertos.

CINCUENTA Y DOS

Me desperté en la oscuridad con el peso reconfortante de varios cuerpos a mí alrededor. Sabía por la calidad de la oscuridad y la tenue luz del cercano cuarto de baño que estaba en la cama de Jean-Claude. Me acordé que Jean-Claude nos dejó la cama porque estaba cerca el amanecer, y creo que ninguno de nosotros quería una repetición de la mañana del día anterior. Extrañamente, lo que había sucedido con Asher parecía haber saciado mi propio
ardeur
. O tal vez estaba demasiado cansada, eso significaba que estaba ganando más control, pero había dejado de tratar de cuestionar a posteriori el
ardeur
, desgraciadamente me equivocaba con demasiada frecuencia.

En realidad no había suficiente luz para ver con claridad, pero el cosquilleo de rizos a lo largo de mi mejilla, me hizo saber que era la cara de Micah presionando en el hueco de mi cuello, su brazo lo sentía pesado y caliente a través de la parte superior de mi estómago, su pierna entrelazada con mi muslo. Había otro brazo sobre mis caderas, una segunda cara presionada a mi lado, un segundo cuerpo en un ovillo apretado contra mí. Realmente no necesitaba tocar la parte superior de la cabeza de Nathaniel para saber que era él.

La raya de luz del cuarto de baño mostraba la palidez de un brazo esbelto tirado descuidadamente a través de una pierna extendida de Micah. El brazo era todo lo que se veía fuera de las mantas. Conocía el brazo, y sabía que en algún lugar bajo todas las mantas que habían robado estaba Zane, y el resto de Cherry. No me importa dormir en grandes montones cálidos, pero me importa compartir una cama grande con esos indignantes acaparadores de mantas. Cherry no era mala por sí misma, pero era dejarla con Zane y tenías que luchar por cada centímetro de las mantas, lo cual no era tranquilo a no ser que te dieras por vencida. Me había dado cuenta de que dada vez que dormía en la cama de Jean-Claude me era especialmente difícil seguir con mi sueño.

No estaba segura de lo que me había despertado, pero sabía que los hombres leopardos tenían mejor vista y mejor sentido del olfato que yo. Si no los había alertado a ellos, probablemente había sido un mal sueño.

Entonces lo escuché, muy, muy débil. Era mi teléfono, que sonaba como si llamara desde el fondo de un profundo pozo. Traté de incorporarme, y no pude. Estaba atrapada entre los dos hombres.

Hubo un gemido, y el brazo delgado a través de la pierna de Micah desapareció bajo la masa oscura de la sábana. Un momento después se oyó un ruido de desplazamiento, un golpe, una maldición, y el sonido de ropa que se apartaba. La voz de Cherry estaba aturdida cuando dijo:

—Sí. No, no soy Anita, un minuto.

Con la otra mano empujó la masa oscura de la sábana a los pies de la cama. La voz de Zane.

—¡Qué!

—Teléfono —gimió.

Su mano agarró el teléfono, y antes de que pudiera decir nada, dijo:

—Hola. —Zane se quedó callado durante un segundo, entonces—. Espera un minuto, ella está aquí, espera. —Una mano pálida más masculina apareció de la maraña de sábanas y pasó el teléfono vagamente en mi dirección, pero todavía estaba atrapada. El teléfono colgaba fuera de mi alcance.

Finalmente tuve que apartar el brazo de Micah de mí, y traté de incorporarme.

—Micah, muévete, tengo que llegar al teléfono.

Hizo un pequeño sonido inarticulado y rodó lejos de mí, dándome una larga visión de la línea de su espalda. Nathaniel tomó el teléfono de la mano de Zane, antes de que pudiera cogerlo.

Su voz era la más despierta:

—¿De parte de quién?

Finalmente estaba sentada.

—Dame el teléfono —dije.

Nathaniel me entregó el teléfono con un:

—Es Zerbrowski.

Bajé la cabeza por un segundo, suspiré, y me puse el teléfono en la oreja.

—Sí, Zerbrowski, ¿Qué pasa?

—¿Cuántas personas tienes en la cama contigo, Blake?

—No es de tu incumbencia.

—Uno de ellos sonaba como una chica. No sabía que oscilabas de esa forma.

Apreté el botón en el reloj, para poder ver la hora a la luz del dial.

—Zerbrowski, hemos tenido cerca de dos horas de sueño. Si sólo llamas para comprobar mi vida sexual, me vuelvo a dormir.

—No, no, lo siento. Sólo… —se rió suavemente—, sólo me tomó desprevenido. Voy a tratar de mantener las bromas aparte, pero joder, no sueles darme tanta munición. No me culpes por distraerme.

—¿He mencionado las dos horas de sueño?

—Lo hiciste —dijo, sonando deprimentemente despierto. Apostaba a que había tomado café.

—Estoy contando hasta tres, si no has dicho algo interesante en el momento en que termine, voy a colgar, y apagaré mi teléfono celular.

—Tenemos una escena fresca de asesinato.

Me escabullí hasta que mi espalda estuvo contra la cabecera.

—Estoy escuchando. —Micah se quedó acurrucado en su costado, de espaldas a mí, pero Nathaniel se acurrucó cerca por lo que aún estaba ajustado a mí alrededor. Cherry y Zane estaban inmóviles bajo el montón de sábanas. Creo que se habían vuelto a dormir.

—Es el violador cambiaformas de nuevo. —El humor se escapaba fuera de su voz, y parecía cansado. Me preguntaba cuánto sueño había tenido la noche anterior.

Yo estaba despierta, con el pulso rápido en mi garganta.

—¿Cuándo?

—Fue encontrada poco después del amanecer. No hemos estado aquí mucho tiempo.

—Estaré allí a pesar de todo, ¿pero Dolph va a estar allí?

—No —dijo Zerbrowski—, él está de permiso. —Bajó la voz—. El jefazo le dijo que se tomara un permiso voluntario con gastos pagados, o permiso forzado sin pago.

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